11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

domingo, 28 de octubre de 2007

RESEÑA 300.

Hay eventos que no son simplemente históricos, sino que marcan verdaderos ramales o puntos de no retorno en la carrera humana, desde que el viejo Moon-Watcher utilizó una herramienta para matar a un líder tribal vecino, hasta que los astronautas asesinados por HAL-9000 descubrieron el paso a un nuevo estadio de evolución humana. Así, el 21 de Marzo de 4004 a.C., el astrólogo babilonio Samarius descubrió la Escritura; el 06 de Agosto de 945 d.C., el iroqui Mojomeenagua descubrió que la hoja de tabaco enrollada y fumada envenenaba muy agradablemente; y el 14 de Junio de 1878, la madre de Albert Einstein fue inseminada por extraterrestres que de esta manera aportaron su granito de arena a la evolución humana. Y hoy, 28 de Octubre de 2007 d.C., es otro de esos eventos históricos, porque Cine 9009 sigue creciendo, y con "Psicosis" publica la reseña de su película N° 300. Ha sido hasta la fecha un esfuerzo editorial tremendo, porque para dedicarme a publicar 300 reseñas en un año y ocho meses (una cada dos días en promedio), he debido sacrificar otra clase de actividades como... hmmm... hmmm... hmmm... hmmm... la verdad es que no tanto, porque no tengo la gran vida personal, qué quieren que les diga, si yo no soy un Jack Bauer ni un Indiana Jones. Pero respecto de ese problema, como Moon-Watcher... --ya pensaré en algo.

Volviendo a Cine 9009. Después de haber publicado la reseña 300, es tiempo de descanso. Así es que me iré de vacaciones por un tiempo. Vacaciones parciales, como siempre, porque si bien la actividad en Cine 9009 cesará por completo durante unos días, la de Siglos Curiosos continuará en activo con su ritmo normal (y a ver si puedo seguir publicando nuevos capítulos de "La no tan épica historia de los Estados Unidos" en Tribu de Plutón). De manera que el posteo 301 será publicado, si es que nos acompaña la Gran Bastet, diosa tutelar de los gatos, el próximo 11 de Noviembre (o sea, en dos fines de semana más).

Así es que, en el nombre de la Gran Bastet, se despide por ahora deseándoles un rico plato de leche y un mullido almohadón, su seguro servidor ---

--- el General Gato.

(P.D. No tengo claro nada sobre con qué regresaré. Pero no importa --ya pensaré en algo).

"Psicosis" (1960).


-- "Psycho". Estados Unidos. Año 1960.
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: Anthony Perkins, Janet Leigh, Vera Miles, John Gavin, Martin Balsam, John McIntire, Simon Oakland, Vaughn Taylor, Frank Albertson, Lurene Tuttle, Patricia Hitchcock, John Anderson, Mort Mills. Estados Unidos.
-- Guión: Joseph Stefano, basado en la novela de Robert Bloch.
-- Banda Sonora: Bernard Herrmann.

-- "Psicosis" en IMDb.
-- "Psicosis" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Y Dios creó a la mujer, y la mujer creó al pecado. En un motel parejero, a la hora de almuerzo para los felizmente casados y los solteros felices o infelices, y de ñurriñurriñurri para los infelizmente casados, una parejita tiene uno de esos encuentros de alto voltaje, como prolegómano a una discusión en la cual si nos seguimos viendo, si no nos seguimos viendo, si somos amigos, si nunca vamos a ser amigos, si igual quiero darte del modo en que un amigo no le da a una amiga, vamos... Lo de siempre. La señorita (lo que los demás ven como señorita, porque nosotros ya sabemos que es tan turbia que se la pasa metida en moteles a la hora en que la gente decente almuerza comida en vez de hombres) acude luego al turno de la tarde en su trabajo de secretaria en una agencia de trapicheo de bienes raíces. Allí caen en sus manos 40.000 dólares en efectivo. Entonces, al pecado de la lujuria nuestra no tan virginal prota rubia le añade el de la codicia, porque en vez de ir a depositarlo al banco como su buen jefe manda (¡y por favor, que da pena, este jefe sí es un pan de Dios!), simplemente toma su vehículo y parte como alma que se la lleva el diablo, a reunirse con su amorcito en otra ciudad, y con los 40.000 de propina. Pero en el largo camino llega la noche, debe descansar, y finalmente es interceptada por un oficial de la ley. La chica trata entonces de añadir el embuste a la estafa y a la lujuria, pero no le resulta; el oficial se huele algo raro, y empieza a seguirla. La joven decide entonces desviarse de la carretera principal y derivar hacia un camino secundario, en donde encuentra un motel de aspecto más o menos gótico y abandonado. Allí podrá por fin descansar de las peripecias de su viaje y recorrido, o al menos así debería ser. Porque el tipo del motel, un fulano de buenos modales y actitudes raras llamado Norman Bates, tiene su propia peculiar relación con su madre, la cual podría derivar en, bueno, ya saben, la escena de la cortina en la ducha y todo eso... ¡Por el amor de Dios, por qué tengo que estar reseñando estas cosas, si ya todo el mundo se la sabe! Es como cuando Troy McClure, el actor de los Simpsons, dijo: "todo Estados Unidos estuvo pendiente de quien le disparó a Montgomery Burns... después se descubrió que era la bebé" (thanks, Troy, yo no había visto el capítulo todavía)...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

¿Qué demonios se puede decir de nuevo sobre esta maravilla y obra maestra del Séptimo Arte, tan catedralicia que hasta aguanta ser vista doblada al castellano sin resentirse en lo más mínimo, que ya no se haya dicho con anterioridad? Hagamos un poco de historia. Estaban cerrándose los '50s, la época de oro de Alfred Hitchcock, con pelis como "Extraños en un tren", "La llamada fatal", "La ventana indiscreta", "Para atrapar a un ladrón", "Vértigo" e "Intriga internacional" entre otras, y ya se olía un ambiente distinto. Hitchcock era un director sofisticado y elegante, y por lo tanto calzaba bien con la época del baby boom, que después de la Segunda Guerra Mundial era puro glamour y etiqueta. Sin embargo, ya se olfateaba en el ambiente el olor de los mugrosos beatniks y de esos desquiciados que bailaban un ritmo nuevo, ¿cómo es que se llama esa nueva gimnasia acrobática...? ¡Ah, sí! Rock 'n' Roll. Y Hitchcock, hombre que jamás le temió a los riesgos, decidió circular hacia otras aguas. En esas circunstancias, surgió un asesino en serie llamado Ed Gein, que se hizo famoso por sus curiosas aficiones necrofílicas (decoraba su casa con partes y órganos corporales de sus víctimas, se hacía ropa con su piel... nada que no hayamos visto en series como "Expediente X", "Millennium" o "Profiler"). Ed Gein inspiró a un montón de personajes, como el Buffalo Bill de "El silencio de los inocentes" o el Leatherface de "La masacre de Texas", y también inspiró a un escritorzuelo de segunda llamado Robert Bloch, que había partido siendo al Círculo de Lovecraft (ya saben, los Mitos de Cthulhu) como el Robin de Batman (¡santos abismos primordiales, Howard!), y que después se hizo de un lugar en el imaginario literario cutreta a punta de novela pulp tras novela pulp. Esta novelita que escribió Robert Bloch, antiguo escritor de mitos cosmogónicos lovecraftiano devenido en autor de serie B, cayó en el escritorio de Alfred Hitchcock, quien a la fecha estaba interesadísimo en el mundo de las pelis de serie B, que en los '50s eran grito y plata. De manera que Alfred Hitchcock, sin olvidar los resortes del cine de suspenso de toda la vida (de toda SU vida), adaptó la novela de Robert Bloch. Y de paso, creó ya no digamos una próspera franquicia ("Psicosis II", "Psicosis III", "Psicosis IV", el remake "Psicosis" de 1998, y vamos a ver qué más se le ocurre a algún iluminado en las altas esferas hollywoodenses), sino también un modo de ver y entender el cine. Para que nos entendamos, Alfred Hitchcock no creó el cine de asesinos psicópatas en el cine, el cual por cierto existía desde antes, pero sí fue quien le dio su forma moderna y actual. Díganselo si no a Chris Carter, que se hizo una mina de oro con asesinos seriales que siguen el patrón del pirado de "Psicosis" casi por el manual.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Ya lo dijimos, es una película fundacional. Norman Bates es el abuelito Matusalén de una larga y frondosa genealogía de personajes psychokillers en el cine. Sin Norman Bates, no tendríamos más remedio que concluir que personajes como Leatherface, Buffalo Bill, Hannibal Lecter, Jason Vorhees (¡particularmente Jason!), Freddy Krueger o Jigsaw fueron creados prácticamente por generación espontánea. Los asesinos anteriores podían ser psicópatas como la chiquilla angelical de "La mala semilla" de 1956 (una buena recomendación si es que después de ver "Psicosis" quieren ahondar un poco más), o tener comportamientos al filo de lo moralmente permisible como las asesinas confabuladas de "Las diabólicas" de Cluzot (1955, remake en 1996 con Sharon Stone e Isabelle Adjani), pero en "Psicosis" es la primera vez que vemos al asesino psicópata no sólo como protagonista absoluto, sino como un ser humano capaz de disolver las fronteras del bien y del mal (en las otras dos, por contraste, sabíamos que las chicas estaban obrando mal y había pocas posibilidades de simpatizar con ellas, al menos para la moral de su tiempo). En ese sentido, y aunque rodada con espíritu de serie B de los '50s por un especialista en el stilish '50s, "Psicosis" preludia el enorme giro moral que vendrá en los '60s, con el hippismo y toda su contracultura disolvente de los valores éticos sociales preestablecidos. "Psicosis" no es sólo una película: es también un hito histórico del cine.

-- La manera magistral en que Hitchcock trata la historia. En la novela original, el tema central siempre es Norman Bates. En la película, en cambio (y trataré de no abundar en esto, porque hay ríos de libros y bits sobre esto), todo el énfasis de la primera mitad está dado en el personaje de Marion Crane, haciéndola atrayente por la vía morbosa: va a moteles para citas furtivas con su amante, roba dinero... la chica buena-pero-mala-pero-buena de toda la vida, vamos. Y después, a mitad de la película, por la famosa escena de la ducha mediante, todo eso no importa más, porque asistimos a una trama aún más sórdida y depravada, cual es la historia de Norman Bates. De la que no diremos más (además, buscando un poco en Google aparece).

-- Norman Bates, por sí mismo, es por supuesto un gran personaje. Incluso le perdonamos a Hitchcock el psicologismo barato de postín, propio del cine de los '50s, o más de alguna imprecisión psiquiátrica en la que incurre, con miras a aumentar el suspenso (un paciente con la afección psiquiátrica de Norman Bates no se comporta de la manera en que la película señala que lo haría). Anthony Perkins está en estado de gracia, y eso se nota, porque nunca más volvió a tener un gran rol por el cual destacarse (actuó después, aparte de las secuelas de "Psicosis", en pelis como la magistral "Asesinato en el Expreso Oriente", o ese intento Disney por colgarse a la moda Star Wars que fue "El abismo negro"). Quizás en algo influyó el hecho de que el propio Perkins estuvo en tratamiento psiquiátrico durante bastante tiempo, y que por eso los roles de psicópata le venían bien (trató de ingresar a Broadway como el Fantasma de la Opera, en la obra de Andrew Lloyd Weber, aunque perdió el rol). Por otra parte, Anthony Perkins era bisexual, en una época en la cual se consideraba a la homosexualidad como una aberrante desviación sexual; debió entonces haber gozado como chino interpretando a Norman Bates, ¿no?

-- El resto del elenco está también como corresponde. No en balde, y a pesar de venir dando de qué hablar en varias pelis anteriores ("Mujercitas", "Scaramouche", "Viviendo su vida" con la dupla Martin/Lewis, "Policía corrupto"), fue aquí donde Janet Leigh se consagró en gloria y majestad. Y por qué no decirlo, quedó marcada por el rol para siempre (su siguiente rol fue "El candidato del miedo", la versión de 1962, y desde ahí pasó a los telefilmes y series de TV). El trío de protas restantes (Vera Miles como la hermana de la chica que fue a dar hasta la ducha de un motel, John Gavin como su amante en el mismo año que interpretaba a Julio César en "Espartaco", y Martin Balsam como el investigador privado) están también bien ajustados en sus roles, aunque sin excesivos desplantes actorales, contribuyendo por tanto a una peli redonda.

-- La banda sonora. En la actualidad es casi un lugar común escuchar los violincitos de "Psicosis", pero cuando el gran Bernard Herrmann la compuso en 1959, era literalmente reventarle los tímpanos a la audiencia, acostumbrada por aquel entonces a música de violines, pero suavecita y ñoña a más no poder. Y escuchada hoy en día, sigue siendo una gran banda sonora, que ha sobrevivido a sus depredadores y parodiadores con enorme entereza (incluyendo a la revisión de Danny Elfman para el anodino "Psicosis" de Gus Van Sant). Thanks, Herrmann, por soundtrack concedido.

IDEAL PARA: Ver un clásico obligado del cine.

"Vértigo" (1958).


-- "Vertigo". Estados Unidos. Año 1958.
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: James Stewart, Kim Novak, Barbara Bel Geddes, Tom Helmore, Henry Jones, Raymond Bailey, Ellen Corby, Konstantin Shayne.
-- Guión: Alec Coppel y Samuel A. Taylor, con aportes sin acreditar de Maxwell Anderson, basados en la novela "D'Entre Les Morts" de Pierre Boileau y Thomas Narcejac.
-- Banda Sonora: Bernard Herrmann.

-- "Vértigo" en IMDb.
-- "Vértigo" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Por los techos de San Francisco corren dos polis tras un fugitivo cualquiera. De pronto el fugi, en su desesperación, salta de una azotea a otra. Uno de los polis hace lo mismo, pero se resbala, y mientras su compañero hace el mismo salto, nuestro resbaladizo héroe termina colgando de una canaleta a chupetecientos pisos de altura. El otro poli, en vez de seguir en una actividad relativamente tranquila y segura como seguir persiguiendo al otro tipo, se devuelve y trata de tirarle la mano. En vano, porque es él quien acaba hecho cascarini metros más abajo. El poli de la canaleta entonces (suponemos que después lo rescataron) desarrolla una terrible fobia a las alturas, el famoso vértigo que le llaman (en realidad es acrofobia, como el mismo prota reconoce, pero supongo que la película no se habría vendido tan bien si es que se hubiera llamado "Acrofobia" en vez de "Vértigo"). Por lo que decide renunciar al SFPD, y hélo de civil. Pero como la CTU tira a Jack Bauer, así nuestro pobre prota termina regresando a las labores policiales, por hacerle el favor a un amigo al cual no ha visto en la puñetera cantidad de años (y si no ha hecho el favor de ubicarte, siendo un naviero poderoso, ¿cómo sigues considerándolo tu amigo, gentorunfio...? ¿Ah...?). Pues bien, el trabajo parece simple, se trata sólo de seguir a la señora, que ha estado manifestando algunas conductas un tanto raras (entre otras cosas, se cree poseída por el espíritu de una desventurada dama del XIX, que en ese tiempo no era una época tan lejana como ahora), y que se teme pueda suicidarse. Pero las cosas se embrollarán. Porque la chica es la clásica joven vaporosa y gélida de las pelis Hitchcock, pero que esconde algo turbio en su interior, y pues bien... Ya verán lo que suceda cuando la esposa del naviero tenga su cita con los espíritus que le dicen "debes moriiiiiir...", "debes moriiiiiir...". A lo mejor no necesitaba un polizonte sino un exorcista, pero en fin...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Es indiscutible. Alfred Hitchcock es uno de los mejores directores de la Historia del Cine a secas. Y los '50s fueron su mejor década, antes de desbarrancarse con cosas como "Marnie", "Topaz" o "Trama macabra". En ese tiempo venía de rodar cosas como "Extraños en un tren", "La llamada fatal", "La ventana indiscreta" o "Para atrapar al ladrón", y estaba a punto de rodar "Intriga internacional" y "Psicosis". Dice la leyenda, nunca bien confirmada ni bien refutada, que Hitchcock quería rodar una novelita de un par de autores franceses llamados Pierre Boileau y Thomas Narcejac, que al final fue a dar a las manos de George Clouzot (es "Las diabólicas" de 1955, que incluso sacó un anémico remake con Sharon Stone e Isabelle Adjani en 1996). La siguiente novela de estos dos era igual de sucia que la anterior, y fue la base para dos o tres guiones diferentes, ninguno de los cuales gustó a Hitchcock, hasta que encontró el adecuado. Porque esta peli es... pues bien... cómo decirlo con suavidad... Los '50s fueron una década convulsionada. Por una parte, después de la oleada del Macartismo, tenías que apoyar los viejos valores familiares de los Estados Unidos de toda la vida, y no podías permitirte ninguna clase de inocente escapismo. Por lo que los '50s fueron una década turbia. Muy turbia. Y "Vértigo" responde bien a ese espíritu de represión sexual imperante. Porque de que es una película enfermiza, incluso para los cánones bizarros de Hitchcock, es enfermiza. De hecho, quizás fue chocante para el público de la época, que la recibió con tibieza, así como la crítica estadounidense, que dijo lo obvio de ella (a ratos es desesperantemente lenta), aunque después de 1960, los criticoides franchutes de "Cahiers du Cinema" la alabaron como una obra maestra, y así quedó desde entonces.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una de las pelis más enfermizas que se han rodado jamás. No es enfermizo en el sentido de gore o de mostrar cosas, que en eso "Vértigo" ha sido ampliamente superada. Pero la trama presenta abundante fetichismo necrofílico, porque los personajes tienen una fijación con la muerte que cualquier psiquiatra calificaría de morbosa. No diré en qué aspectos para no matar el suspenso, en caso de que no la hayan visto (y aunque no lo crean, hay muchos herejes que nunca se han tomado la molestia de verla, y después andan diciendo que saben de cine). Ya por eso merece el visionado. Si quieres personajes enfermizos, acude al maestro en retratar personajes enfermizos (ahí tienen al tipo de "Psicosis", ¿OK?).

-- En una ocasión, Raymond Chandler (el tipo que creó al detective Phillip Marlowe, interpretado por Humphrey Bogart en "El sueño eterno") dijo que como regla para escribir policiales, había que desterrar el romance (no lo dijo así, pero ésa es la idea). Bien mirada, su idea es obvia. Sea el detective un excéntrico como Holmes, un pulcro como Poirot, un sentimental como Marlowe o un duro como Spade, siempre debe armarse de enormes dotes de objetividad para seguir las pistas correctas con mayor inteligencia que el resto de los personajes (¡y que el lector!) y desenmarañar lo enmarañado; esto se opone justamente a la subjetividad que, se supone, es la característica de todo buen relato romántico. Así, pues, ¿es posible, a pesar de todo, mezclar ambos? Hitchcock dio con la fórmula. Lo hizo aquí. Porque hay al mismo tiempo una historia de misterio y ribetes policiales, y por otra parte una bizarra historia de amor. ¿Cómo diablos lo hizo? Véanlo por ustedes mismos.

-- El elenco está... ¿cómo decirlo? James Stewart, colaborador habitual de Hitchcock hasta la fecha, luce claramente avejentado, y no consigue dar la nota, incluso para un director de actores tan bueno como Alfredito el Inglés. A cambio las dos féminas están a todo dar. Kim Novak y sus, ejem, asuntillos, despiertan todo el morbo que se puede. Y Barbara Bel Geddes, con su peinado con melenita y sus lentes, tampoco lo hace nada de mal; aquí estaba cuarentona, pero curiosamente, quizás su rol más conocido es ser la Mamá Ewing en el interminable culebrón "Dallas", que empezó algo más de veinte años después de "Vértigo"... (sí, y en "Falcon Crest" estaba la ex esposa de Ronald Reagan, ¿qué pasa con eso?). Del resto del elenco no hablamos, porque casi todo se concentra en ellos tres.

-- El ritmo de la historia es quizás el gran talón de aquiles. Porque en verdad (y cagándome en todo lo que diga la crítica francesa intelectualoide, que no es importante porque es crítica, no es interesante porque es francesa, y no es de ninguna utilidad porque es intelectualoide), la primera mitad de la peli es un fastidio, y si toda la peli hubiera seguido así, hubiéramos terminado relegando el DVD a lo más profundo del cajón (si es que nos hubiéramos tomado la molestia de comprarlo/piratearlo/descargarlo, en primera). Para que vean como a veces la crítica yanki acierta más que la crítica estiradote europea. Pero la segunda mitad... ¡Oh, Dios Mío, Señor del Universo, Misericordioso Rector de la Creación! En la segunda mitad despega pesadamente, se mantiene pesadamente en el aire, y no digo pesado en el sentido de "como plomo", sino pesado en el sentido de "ese puñetazo de boxeador que te vuela tu bella mandíbula". Aquí es donde viene lo morboso, lo fetichista, lo necrófilo a full... ya me entienden, vamos.

-- El apartado visual es poderosísimo. Bueh, los efectos especiales de la peli hace tiempo que están superados, pero para la época eran toda una novedad. Y he aquí la marca que distingue al maestro del simple pergueñador de FXs como... no, no quiero dar nombres (¡Michael Bay! Ups, se me salió...): la marca es que aún pasados de moda, los efectos especiales de Hitchcock siguen viéndose como visualmente maestros. Sin lugar a dudas, la escena del campanario es un verdadero hito fílmico, y ha sido imitada y copiada en ya no digamos cuántas partes (hasta en "Batman: La serie animada", sin ir demasiado lejos).

-- Bernard Herrmann. ¿Qué hubiera sido de Papi Hitchcock, si no tuviéramos a Tío Herrmann acompañándole en lo de las bandas sonoras? Herrmann era el colaborador habitual de Hitchcock en el tema, y aquí una vez más cumple certeramente.

-- De la cola tras esta película, mejor no hablemos. O mejor hablemos de dos. El guión íntegro de "Doble de cuerpo" de Brian de Palma está prácticamente calcado de "Vértigo", con algunos pequeños cambios por aquí y por allá (locaciones, un poco más de morbo sexual, esa clase de cosas, y es que Hitchcock siempre ha sido el pintor renacentista y de Palma el maestro de brocha gorda). Y Faith No More se lo plagiaron íntegro, bajo la excusa del homenaje, para el videoclip de su tema esque-Ministry "Last Cup of Sorrow", contratando para hacer de sucedánea de Kim Novak a una chica tan turbia como Jennifer Jason Leigh (al menos Mike Patton y compañía la hicieron buena). Por cierto, y para terminar con el apartado "influencias", es cierto que en pelis como "Harry el Sucio" o "Bajos instintos", San Francisco es una ciudad con personalidad propia, hasta el punto que sería inimaginable rodar esas pelis en ambientaciones distintas, pero por otra parte, en esto no hacen sino seguir la estela dejada por Hitchcock con su propia visión de San Francisco; un San Francisco totally '50s y sin la carga homoerótica de su época posterior como la Sodoma y Gomorra del XX, pero sigue siendo el San Francisco icónico de filmes posteriores.

IDEAL PARA: Ver una cinta clásica a tope (bueno, la segunda mitad más que la primera).

jueves, 25 de octubre de 2007

"El protegido" (2000).


-- "Unbreakable". Estados Unidos. Año 2000.
-- Dirección: M. Night Shyamalan.
-- Actuación: Bruce Willis, Samuel L. Jackson, Robin Wright Penn, Spencer Treat Clark, Charlayne Woodard, Eamonn Walker, Leslie Stefanson, Johnny Hiram Jamison, Michaelia Carroll, Bostin Christopher, David Duffield, Laura Regan, Chance Kelly, Michael Kelly.
-- Guión: M. Night Shyamalan.
-- Banda Sonora: James Newton Howard.

-- "El protegido" en IMDb.
-- "El protegido" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Llaman de urgencia a un doctor. Una nigga acaba de tener parto. ¡Y qué clase de parto! El dotó pregunta que a quién se le cayó el nene. Pues, a nadie, le dicen... Entonces, pobrecito... viene entero quebrado desde la matriz. Pasan los años, y llegamos al momento en que David Dunn, un fulano cualquiera que viaja en un tren, está a punto de tener la experiencia trascendental de su vida. Porque después de coquetear infructuosamente con una lubricable manager de deportistas, pues bien, el trenecito de los sueños se descarrila. Todos los pasajeros terminan tocando el arpa celestial (¡seamos optimistas!), salvo por nuestro gran David, que no sólo se zafa con vida, sino que además un par de parches de curita y a la casa, que por aquí nada ha pasao, masho. Medio turulato todavía por tener tanta suerte, David circula fuera de la iglesia donde están velando a los muertos (vaya una manera de sacar pica, el desgraciao), y encuentra sobre un cristal, una pregunta: puez que cuántas veces te has enfermao en la vida, joer. En vez de enviar el mensaje a santa parte, David Dunn va a la galería que aparece en el membrete del mensaje, acompañado de su crío para más inri. Allí, el dueño de la galería (el nigga de los huesos quebraos, ya adulto, que ha conseguido sobrevivir de alguna manera la punta de años), le expone lo que piensa: que así como él es una osteofractura ambulante ("osteogénesis imperfecta"), debe haber alguien que sea lo exactamente opuesto, etcétera. Nuestro buen David Dunn lo mira con cara de vete a tu alcantarilla, sapo, pero el hijo opina que no, que su padre es un héroe, que debe probarlo... Y así, mientras el hijo empieza a alocarse su poco con su padre el héroe, el negrete de los ojos alucinógenos trata también de hacer lo suyo convenciendo a David Dunn de que es un héroe, etcétera. ¿Estará realmente el negro quebrantado en lo correcto, y David Dunn será un nuevo tipo de héroe? ¿O estaremos quizás frente a otros de los psicóticos y enfermizos giros finales de guión del señor Shyamalan...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Aparte de "Batman" y secuelas, nadie daba mucho por las pelis de superhéroes, e incluso en la Warner Bros tuvieron a bien cargarse la franquicia con la risible "Batman eternamente", y esa malparida que es "Batman y Robin". El tiempo de los héroes en traje spandex parecía definitivamente ido, en particular porque como lo hemos dicho hasta la saciedad en Cine 9009, los '90s fueron los años en que los grungies preferían alienarse del mundo (gracias a Dios, algunos llegaron tan lejos que se suicidaron y nos libraron de sus molestas perillas mentónicas), y los de la generación en control, hijos de los rebeldes y marihuaneros '60s, estaban con ideas hippies como la tolerancia cultural y cosas así. En plenos '90s, con una Internet apenas consolidándose como referente para el Frikismo de pro, rodar una de superhéroes era casi un suicidio. Y hacer una de superhéroes que no fuera de superhéroes sino una especie de vuelta de tuerca o revisión metatextual del mito de los superhéroes, era no sólo suicidio, sino también condenar tu alma al infernal páramo de los directores que no se comen ni una rosca, y deben matar las cuentas domésticas a punta de telefilmes de "basados en un hecho real", con Judith Light o Jaclyn Smith. Pero M. Night Shyamalan, tipo muy sensible a lo que es la Era Bush (pero desde una trinchera contestataria, gracias a Dios) se olió que los superhéroes iban a estar de regreso. Como efectivamente pasó, porque el mismo año en que estrenó "El protegido", los estudios Fox se llenaron los bolsillos de dinero con "X-Men", y de ahí el asunto no ha parado. Además, pudo darse el lujo porque venía de rodar "Sexto sentido", y complacidos, los estudios iban a financiarle cualquier locura en la que quisiera meterse. En esta, afortunadamente, le fue bien. Sintonía con los tiempos, que le dicen.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Como dijimos, es una película muy en sintonía con lo que iban los tiempos. El personaje protagónico es un superhéroe, sólo que no le dicen así, sino que emplean términos bastante más religiosos, como por ejemplo "ser especial", "ser un elegido", etcétera, algo que es efectivo en toda historia de superhéroes que se precie de tal (el individuo es el Ubermensch superior a la comunidad estúpida que no es capaz de articularse a sí misma para luchar contra el mal), pero que no siempre es expuesto con tanta crudeza. La crudeza viene de la inspirada idea de hacer de esta peli un metatexto. Estamos en el universo normal y corriente, con amenazas también normales y corrientes (asesinos psicópatas, ladrones, etcétera), no en el clásico Universo Marvel o Universo DC con monstruosos emperadores criminales galácticos desviando la energía ultrónica de estrellas masivas para hacer colapsar la Tierra en medio de la vorágine de una gran carcajada maniática. En un contexto así, en el cual para más remate existen los comics de superhéroes (nuestro universo, a fin de cuentas), es claro que el protagonista se va a tomar a cachondeo la idea de que él mismo pueda ser un protagonista de historietas. Con esto, el aspecto mesiánico del mito superheroico es reforzado al máximo. Este gran valor es lo que la ha hecho resistir contra viento y marea, porque después de "X-Men" o "Spiderman", con sus chunchulines efectos especiales, sus apoteósicas historias, y sus intencionados guiños a la comunidad friki que va a pagar la entrada o arrendar el DVD, bien podría haber sido desbarrancada del camino. No lo fue. Incluso, y esto es mérito, aguanta el hecho de que te sepas el retorcido giro final (bueh, si has mirado bien y aplicas un poco de lógica, en realidad es bastante obvio y se ve venir a la legua, pero aún así resulta una gran historia).

-- Bruce Willis. Repite protagónico con M. Night Shyamalan desde "Sexto sentido". Y lo hace bien. En el fondo, no importa cuántas veces haga el John McClane, a Willis siempre lo sentiremos como empático porque nunca se sale del marco del chato común y corriente que se ve metido a héroe reluctante (pensamos en "Duro de matar", en "Doce monos", en "16 calles"...). Aquí hace más o menos lo mismo, con su bonhomía de siempre, y lo queremos por eso. Samuel L. Jackson, quien ya había trabajado con Willis en "Pulp Fiction" y "Duro de matar: La venganza", no diremos que está magnífico, pero por lo menos cumple con ser una presencia ominosa y un buen contrapunto para el héroe, y con eso basta. Robin Wright Penn, actriz de la que no podríamos decir si nunca ha tenido su gran rol, o simplemente no tiene brillo actoral (¿alguien la recuerda? Es la chica a la que amaba Forrest en "Forrest Gump"... Además actuó en esa-de-Kevin-Costner que mandaba un mensaje en una botella...), aquí está discreta como siempre. Spencer Treat Clark como el retoñín del matrimonio está bien, pero después de ver "Sexto sentido", siempre queda la idea de que Shyamalan quería un "Harry Joel Osment II", y el nene simplemente no tiene tanto carisma.

-- James Newton Howard. Con cinco colaboraciones a la fecha de postear esto ("Sexto sentido", "El protegido", "Señales", "La aldea" y "La dama en el agua"), es claro lo mucho que depende Shyamalan de su compositor de partituras incidentales, casi tanto como otrora Alfred Hitchcock dependía de Bernard Herrmann (autor, entre otras cosas, de los violines asesinos de "Psicosis"); la comparación no es casual, porque no en balde, Shyamalan usa en el 2000 los mismos resortes de suspenso dramático que usaba el Maestro en los '50s, sólo que aplicados al cine fantástico y de Sci Fi en vez de al cine policíaco de toda la vida. El caso es que así como en "Sexto sentido", un James Newton Howard tocado por las musas le compone a Shyamalan una magnífica banda sonora, que acompaña muy bien su dirección firme y férrea. Incluso, debido a eso, hasta le perdonamos a Shyamalan que su película sobre superhéroes sea a ratos tan morosa para desarrollarse, porque de que crea atmósfera, crea atmósfera.

IDEAL PARA: Ver una peli de superhéroes que, aunque parezca contradictorio, tiene los pies bien puestos sobre la tierra.

"Sexto sentido" (1999).


-- "The Sixth Sense". Estados Unidos. Año 1999.
-- Dirección: M. Night Shyamalan.
-- Actuación: Bruce Willis, Haley Joel Osment, Toni Collette, Olivia Williams, Donnie Wahlberg, Peter Anthony Tambakis, Jeffrey Zubernis, Bruce Norris, Glenn Fitzgerald, Greg Wood, Mischa Burton, Trevor Morgan, Angelina Torn, Lisa Summerour, Firdous Bamji.
-- Guión: M. Night Shyamalan.
-- Banda Sonora: James Newton Howard.

-- "El sexto sentido" en IMDb.
-- "El sexto sentido" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Malcolm Crowe es el psicólogo más rechupi de la ciudad, y Filadelfia le otorga placas y reconocimientos como Metrópolis a Superman. Incluso hasta su esposa está feliz, aunque según ella, la han dejado postergada en un segundo plano, a mi ya ni me miras, etcétera. Pero cuando nuestro buen psicólogo va a recoger los frutos de su victoria en el mueble donde se duerme la mitad del tiempo y la otra mitad se festeja, aparece un pirado cargando un arma. El pirado le dice que si se acuerda de él, que si lo ha visto, etcétera. Resulta que se trata de un antiguo paciente al que no pudo o no supo tratar, el paciente está más que enrabiado, y en represalia por servicios profesionales no satisfactorios, le descarga un balazo. Pasa el tiempo. Es el otoño siguiente. Mientras su matrimonio y su vida personal se están viniendo abajo, el doctor Crowe descubre a otro chico problema, igualito al anterior, sólo que éste aún es niño, y quién sabe, a lo mejor pueda salvar a éste, ya que no pudo con el otro (o a lo mejor hunde a un segundo chico, qué culpa tiene el pobre). El chico, al verle, empieza a hacerle el quite (y con muy buenas razones, si se lo piensa bien), pero poco a poco entiende que este misterioso extraño no quiere hacer daño ni viene a hacer ¡¡¡BU!!!, así es que decide darle una oportunidad. Entonces viene lo de siempre en las pelis de autosuperación personal: el chico aprende a lidiar con sus propios temores y problemas, pero también el psicólogo entiende un par de cosas sobre sí mismo... Lo de siempre, vamos. Pero la gracia es que lo de siempre, esta vez es con fantasmas. Porque claro, no lo habíamos dicho: el chico en un punto dice aquella famosa línea: "I see dead people"...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

A finales de los '90s, lo hemos dicho varias veces en Cine 9009, se produjo una breve explosión de cine de terror, y criaturas sobrenaturales como el Demonio, los fantasmas o los asesinos seriales indestructibles, volvieron por sus fueros en filmes como "Estigma", "El fin de los días", "Sé lo que hicieron el verano pasado", "Scream", etcétera, algo natural si se piensa en que las supersticiones del vulgo llevan a pensar en el cambio de siglo y de milenio como un evento geomagnético de importancia sagrada, en vez de ser simplemente la conmemoración del giro N° 2000 del planeta Tierra en torno a otro cuerpo celeste, contado desde una fecha arbitraria en un calendario estructurado sobre una base numérica decimal. Al final, por supuesto, todos sabemos que el fin del mundo vino no el 31 de Diciembre del 2000 sino el 11 de Septiembre del 2001, fecha en que George "Darth Vader" Bush empezó su campaña para imponer su dictadura planetaria, pero eso es harina de otro costal (o no: algo se veía en el ambiente, de todas maneras). Pero volviendo al cine. En medio de estos temores sobre el cambio de milenio, apareció un joven cineasta llamado M. Night Shyamalan (lo de joven literalmente, porque en 1999 cumplió 29 años), que tenía ya un par de pelis en el cuerpo, una de ellas un fracaso absoluto de taquilla (de resultados no sabemos, no la hemos visto aún), y cuyo gran crédito era haber escrito el guión de "Stuart Little" (a mí no me miren, yo sólo cuento la historia), pero que pergueñó un guión que convenció a uno de los jerifaltes de Disney, que lo compró sin autorización superior. Los superiores aún más superiores decidieron entonces que esa decisión era una ruina, eran dos millones de los verdes arrojados a la basura, y resolvieron vender las utilidades a una compañía menor, a Spyglass, y quedarse sólo con el 12,5% de las mismas. La gente de Disney tras esa decisión debe estar todavía revolcándose de dolor de cáncer a la billetera: la película costó 40 millones, y recaudó 600 millones a nivel mundial. Además, fue la más arrendada en DVD en Estados Unidos durante 1999. Y para colmo, obtuvo aclamación crítica en el mundo entero, posicionó a M. Night Shyamalan de golpe y porrazo en el mundo fílmico, y se forró de Premios (aunque como de costumbre, no se llevó el Oscar, perdiéndolo como Mejor Película ante esa peli que fue grito y plata en su tiempo y hoy en día nadie la ve... ¿cómo se llamaba? ¡Ah, sí! "Belleza americana").

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es un trabajo de M. Night Shyamalan. Amado y odiado por muchos, la verdad es que se trata de uno de los mejores cineastas post-2000, con una obra llena de ideas y con un estilo muy personalista. Ahí están las sucesoras de "Sexto sentido" ("El protegido", "Señales", "La aldea", "La dama en el agua"), que muestran una evolución absolutamente consistente con los tiempos y consigo mismo. En el fondo, el secreto de Shyamalan es no tratar de ser más moderno que los modernos ni rizar demasiado el rizo: si lo de siempre funciona, no lo cambies. El cine de Shyamalan es enormemente deudor del cine clásico, en particular de un director maestro del suspenso como Alfred Hitchcock. La filosofía Shyamalan es simple, y bien mirada es obvia como las instrucciones de uso de una escoba: una historia de terror no se sostiene si los personajes que sufren ese terror no son interesantes de por sí, para que el espectador empatice con ellos (a pesar de lo cual, Hollywood sigue insistiendo en pelis de terror con protagonistas plásticos e intercambiables, ¡y es que no aprenden!). La gracia de "Sexto sentido" es que a pesar de ser un clásico filme de terror gótico (fantasmas, locaciones añosas, etcétera), a las últimas el elemento sobrenatural pasa a ser la excusa para revisar un montón de tópicos que nada tienen que ver con el plano de los seres astrales. Hubo gente que protestó con esto, porque dijo que la peli no asustaba. Esas gentes no entendieron nada de nada. No se supone que "Sexto sentido" te asuste, o no mucho al menos, sino que cree en tu interior una cierta atmósfera de desasosiego. Porque las implicaciones filosóficas de la historia son mucho más profundas que el suspenso puro y duro. Esa es la madera de la que están hechos los cineastas que han resistido la prueba del tiempo, y de ella parece estar confeccionada el señor M. Night Shyamalan (¡hey, aprendí a escribir su maldito apellido de corrido!).

-- Una película de género (de terror en este caso), si se limita a ser una simple peli de género, no es ni siquiera eso. En este caso, el terror es un vehículo para un montón de otras reflexiones. La más obvia es el timbre existencialista de la historia. Los fantasmas en "Sexto sentido" a las últimas no producen miedo sino lástima. Y esa lástima es algo que podemos comprender bien. Es el mismo desarraigo nihilista y existencial que se ha predicado del entero siglo XX, y para el cual vamos en el XXI, según el cual el ser humano está arrojado en el horizonte del tiempo y etcétera (sí, ya sé, los feladores de Heidegger deben estar de albricias). En cierta medida, pareciera insinuarse que todos somos fantasmas a las últimas. Como Ambrose Bierce dijo con su sarcasmo habitual, no somos sino la materia prima para fabricar carne de gusanos, y en último término, los roles del fantasma y del vivo en la peli son perfectamente intercambiables: es sólo cuestión de tiempo antes de que nos convirtamos en sábanas ambulantes ululando por ahí. El aspecto terrorífico viene dado por el tema de que al final, los fantasmas se quedan entre nosotros no para asustar, sino porque hay cosas que han quedado pendientes porque se han muerto de repente y por cualquier estúpido motivo, y de este modo, nuestras vidas en cierto sentido están condenadas a ser inacabadas... Como he dicho a propósito de los biopics, el mundo empezó antes que tu vida, y estará ahí después de que te vayas, y nada de lo que hagas cambiará eso (a menos que seas el Doctor Doom y vueles el mundo en pedazos, claro está, pero si no lo eres, pues lo siento, bad for you, kid)...

-- Es también una película sobre el poder. El psicólogo es una figura de autoridad y tiene el poder para decidir si estás cuerdo o cucufato de la sesera. Pero de pronto, el abuso de poder puede conducir a la autoconfianza excesiva, a descalificar al que tiene menos poder que tú... y ese alguien puede darte una sorpresa. La película presenta un brillante ejemplo de lo que los antiguos griegos llamaban "peripateia", una inversión de papeles en donde al final los dos roles están completamente invertidos. Porque en definitiva, quien tiene más que aprender sobre las cosas es justamente el psicólogo. La medida de lo fino del trabajo en este tópico viene dada por la comparación de la brillante "Sexto sentido" con la más que mediocre "En compañía del miedo", que también asumía la tesis del psicólogo con poder enfrentado repentinamente a lo sobrenatural, pero de una manera mucho más burda, y por eso, con resultados mucho peores (además, el papel de "I see dead people" era interpretado allí por... ¡¡¡Penélope Cruz!!!). Hay un segundo eje de las relaciones de poder, dadas por el gran diálogo sobre el pasado de Filadelfia entre el chico que ve fantasmas y por lo tanto conoce la verdad, y el profesor que cuenta la "historia oficial", mucho más bonita y sin manchones oscuros ni feísmo, que cree conocer la verdad hasta el punto que debe imponerla por la fuerza, así como los tribunales de justicia imponen la justicia por el expediente supremamente injusto de matar al injusto; en este caso, al final también el profesor resulta ser un personaje encumbrado en una posición de autoridad, pero que nunca ha dejado de ser, en el fondo de su ser, una pequeña alimaña con sus propios traumas personales.

-- Desde el punto de vista formal, la peli opta por retirar todo posible efectismo, sin golpes de sonido (bueno, alguno que otro por ahí) ni movimientos bruscos de cámara. El tono general de la narración es de una parsimonia absoluta, y eso combinado con la bella fotografía de la ciudad de Filadelfia, va creando la atmósfera intimista que predispone al surgimiento del terror... o de otras emociones. Dicho de otra manera: el señor Shyamalan no fuerza las emociones, invita a ellas. Estas fluyen naturalmente, crean la atmósfera de ominosidad, y el resto es coser y cantar. Ayuda por supuesto la gran banda sonora que compuso James Newton Howard, usualmente competente en su cometido, pero que aquí está más tocado por las musas que nunca, y se despacha el que debe ser uno de los mejores soundtracks de terror de todos los tiempos. Con muy sentido, Shyamalan siguió llamando a Newton Howard para sus pelis posteriores, creando una relación simbiótica con él muy cercana a la que el maestro Bernard Herrmann tenía con Alfred Hitchcock (pobre Herrmann, Hitchcock se lleva todos los honores, y el Emperador del Suspenso apenas hubiera dado para Sargento o Teniente del Suspenso si no hubiera sido por su soundtrackista a la orden).

-- Ni hace falta insistir en las actuaciones. El que se lleva la palma es, por supuesto, el joven Haley Joel Osment, quien ya había actuado por aquí y por allá, pero que con esta peli saltó al estrellato, aunque efímeramente (hasta "Inteligencia Artificial", por lo menos), porque ya sabemos que cuando crecen pierden la gracia, y si a eso le sumamos algunas elecciones desafortunadas, tenemos la enésima carrera infantil hundida; aquí, no trata de ser el chico adorable ni poner toques de simpatía; su personaje tiene demasiada carga negativa encima, y se las arregla para expresarla sin ser el niñato obcecado (Hayden Christensen podría haber aprendido algo de aquí, para lucir como un Anakin Skywalker verdaderamente conflictuado y no como un chuloputo arrogante). Bruce Willis, que por aquellos años actuaba (es un decir) espantosamente en horrores como "El chacal", "Misión: Seguridad máxima" o "Armagedón", se las compuso para sacar lo mejor de sí en esta peli, consiguiendo un excelente feedback con el joven Osment; no en balde, se aseguró de continuar trabajando con Shyamalan en "El protegido". Olivia Williams como su esposa está bella y talentosa como siempre. Y brilla especialmente la gran y nunca bien valorada Toni Collette, quien se reveló en la injustamente olvidada "La boda de Muriel", y desde entonces mejora todo lo que toca (además de que su belleza un tanto regordeta es un saludable alivio de tanta hembra anoréxica de gimnasio que pupula por Hollywood). Y por supuesto que M. Night Shyamalan hace su propio cameo: para los no avisados, es el doctor no caucásico que atiende al crío después de que éste tiene una "crisis" y va a parar al hospital.

-- Y para rematar este de por sí larguísimo "por qué verla" (ya ven que hay razones, ¿eh?), la frase creepy que pasó a la historia: "I see dead people".

IDEAL PARA: Ver una gran película a secas.

domingo, 21 de octubre de 2007

"El juego del miedo II" (2005).


-- "Saw II". Estados Unidos. Año 2005.
-- Dirección: Darren Lynn Bousman.
-- Actuación: Tobin Bell, Shawnee Smith, Donnie Wahlberg, Erik Knudsen, Franky G, Glenn Plummer, Emmanuelle Vaugier, Leigh Whannell, Mpho Koako, Beverley Mitchell, Tim Burd, Barry Flatman, Lyrig Bent, Dina Meyer, Noam Jenkins.
-- Guión: Leigh Whannell y Darren Lynn Bousman.
-- Banda Sonora: Charlie Clouser.

-- "El juego del miedo II" en IMDb.
-- "El juego del miedo II" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Jigsaw sigue con sus andadas. Un tipo cualquiera acaba muerto en otro de los experimentitos de nuestro Mengele del XXI. De manera que los polis se ponen a investigar. El problema es que el hijo del poli ha caído prisionero de Jigsaw. ¿Lo utilizará Jigsaw para extorsionar al poli? Si se han inclinado por la afirmativa, entonces qué poco conocen a nuestro héroe. Porque los polis consiguen llegar hasta Jigsaw, sólo para descubrir que el pobre desgraciado se está muriendo de cáncer. Puestos contra la espada y la pared, porque de nada sirve torturar e incluso amenazar de muerte a alguien que no teme morir, los policías tendrán que jugar el juego de Jigsaw. Y el juego que propone es el siguiente: hay una casa, en algún lugar. La casa está siendo lentamente infiltrada por un gas venenoso que va a matar a todos sus residentes, que por supuesto están atrapados como ratas y no pueden salir. Naturalmente que el poli ve por el circuito cerrado de televisión, y su hijo está ahí. El grupo de personajes encerrados en la casa son de por sí gente temible, en particular porque empiezan a averiguar que varios de ellos han pasado una temporadita en el solarium donde se toma el sol con traje a rayas... Y no sólo deben contender con la dura prueba de Jigsaw, sino que además deben vigilarse bien las espaldas, por si alguno trata de salvarse a sí mismo en perjuicio del grupo... Y para colmo, es la primera vez que alguien de un antiguo experimento, en este caso Amanda, vuelve a verse por segunda vez envuelto en uno de los jueguitos de Jigsaw... ¿Conseguirá el poli adivinar los malignos planes de Jigsaw, antes de que su hijo pase a mejor vida, convenientemente ahumado por los gases venenosos...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Nadie le tenía demasiada fe a "El juego del miedo". Había sido un corto el 2003, y había pasado a largometraje el 2004, rodada en un tiempo irrisoriamente corto, y a un costo infernalmente bajo (algo más de un milloncito de dólares). Pero había recobrado 55 millones de los verdes únicamente en Estados Unidos, y 107 millones en todo el mundo. Money talks, de manera que la secuela era inevitable. Se hizo apuradita, y a toda prisa. En realidad, se le dio luz verde a la secuela el mismo primer fin de semana de "El juego del miedo"... Tuvieron la buena suerte de reclutar a varios de los actores antiguos, y con ello no fue simplemente otra peli con las andanzas de Jigsaw, sino que de verdad hay un sentido de evolución, de que pasan cosas y la trama avanza. Por una vez en la vida, una buena película fue seguida por una secuela igualmente buena.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Consigue la cuadratura del círculo de ser lo suficientemente cerrada y autocontenida en sí misma como para que la aprecie adecuadamente quien no ha visto la primera, y de rescatar suficientes elementos de la anterior para que el espectador que va a por la secuela no pierda interés. No sólo Jigsaw es el importante aquí, sino también varios secundarios de la primera, que en la otra iban casi de comparsas, y aquí tienes roles bastante más relevantes, en particular Amanda (Shawnee Smith) y la incombustible agente Kerry (Dina Meyer, a quien adoramos desde que se duchó con un equipo completo de hombres como un soldado cualquiera en la militarista "Invasión"). De todos modos, el plan es completamente nuevo y las víctimas también, por lo que la conexión con la primera no es tan fuerte como para que tengamos que haberla visto con poca anticipación para refrescar la memoria. Y más no se puede adelantar, sin destripar el argumento y las inconcebibles vueltas de tuerca incluidas.

-- Es más macabra que la anterior, y Jigsaw se divierte más. Si te gustan las pelis con gore, te gustará ésta más que la primera (bueno, es la tendencia de los tiempos, no por nada cuando vieron cómo se forraban con "El juego del miedo", en la competencia no tardaron nada en sacar su propia franquicia, la de "Hostal" y secuela).

IDEAL PARA: Ver una secuela que, por una vez, está en plena forma, respecto a una primera película también en buena forma.

"El juego del miedo" (2004).


-- "Saw". Estados Unidos. Año 2004.
-- Dirección: James Wan.
-- Actuación: Leigh Whanell, Cary Elwes, Danny Glover, Ken Leung, Dina Meyer, Mike Butters, Paul Gutrecht, Michael Emerson, Benito Martínez, Shawnee Smith, Makenzie Vega, Monica Potter, Ned Bellamy, Alexandra Bokyun Chun, Avner Garbi.
-- Guión: Leigh Whanell, sobre una historia de éste y de James Wan.
-- Banda Sonora: Charlie Clouser.

-- "El juego del miedo" en IMDb.
-- "El juego del miedo" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Abres los ojos, y ¡sorpresa! No estás donde se suponía que debías estar. Estás esposado a un tubo, dentro de un baño inmundo como cubrecamas de estudio porno, y no tienes la llave cerca. Y frente tuyo tienes a otra persona, también esposada. En esta tensa situación, ambos personajes deben comenzar a hablar. Uno de ellos revela ser médico, y hace memoria sobre un incidente ocurrido hace algo de tiempo en el hospital, un incidente que involucra a un fulano conocido como Jigsaw, que goza torturando psicológicamente a sus víctimas, exponiéndolas a situaciones límite para que puedan sobrevivir. En paralelo, la policía trata por todos los medios de descubrir a Jigsaw, sin resultados. Aunque no falta el detective nigga que trata de agarrarlo por todos los medios. Los sujetos prisioneros consiguen dar con una pequeña grabadora, en la cual aparece la voz de su secuestrador. En ella, se les declara que están en un juego por sobrevivir. Para eso, uno de ellos deberá matar al otro. La cuestión es que, estando esposados, no pueden alcanzarse mutuamente. Pero no hay problema: Jigsaw ha dejado cerca de ellos un par de serruchitos, con los cuales pueden cómodamente amputarse la pierna, y entonces, con el chonguito restante, arrastrarse hasta dar muerte al que sea demasiado cobarde como para perder un miembro. El médico, por su parte, está un poco presionado. Resulta que su esposa y su hija han sido emboscados, y si no lleva a cabo el cometido que se le encarga dentro de un determinado plazo, ellas morirán. En el proceso, irá descubriendo también que no todo es lo que parece, y que Jigsaw juega retorciendo el plan dentro del propio plan. ¿Conseguirán escapar antes de que venza el plazo, y Jigsaw dé buena cuenta de ellos...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Acercándose el cambio de milenio, las pelis de terror se pusieron nuevamente de moda. Es más, lo que antaño era serie B y carne de tienda de arriendo de videos, ahora pasaban a ser producciones de buen pelaje, e incluso alguna que otra con estrellas de cierto peso. Pero después del abuso de la fórmula, en particular con baldes para escupir como "Todavía sé lo que hicieron el verano pasado", el género del psycho-killer parecía querer tomarse un nuevo descanso. ¡Ah, pero no contaban con la llegada de George W. Bush! Es un hecho que, cuando el mundo está en crisis potencial, las pelis de monstruos (sean psicópatas, vampiros, etcétera) se tornan plato común en la mesa de los cines. Ahí están las pelis de monstruos de la Universal en los '30s ("Drácula", "Frankenstein"...), las pelis sobre monstruosas hormigas atómicas mutantes y otros monstruosos monstruos atómicos mutantes en los '50s ("El monstruo de la laguna azul"), y el cine de asesinos seriales en los '80s ("Pesadilla en la Calle Elm", "Martes 13")... En el 2004, bajo la irrupción de una serie de pelis de terror japonés o inspiradas en él ("Ringu", "El aro", "El grito", "El ojo"), el cine yanki se puso a la altura. Jigsaw es, sin lugar a dudas, el primer gran asesino serial del cine yanki en el XXI. Y capturó tanto la atención de la gente, que se ha puesto a parir secuelas como loco ("El juego del miedo II", "El juego del miedo III", la sobreviniente "El juego del miedo IV")... (UPGRADE: "El juego del miedo V", "El juego del miedo VI"... y a ver hasta dónde llegarán estos porfiados, productores y followers). (UPGRADE AGAIN: Hasta "El juego del miedo VII". Y eso si no hacen eso que está tan de moda, reboot que le dicen).

¿POR QUÉ VERLA?

-- ¿Por qué Jigsaw es un personaje tan atractivo? ¿Qué hace de Jigsaw el Freddy Krueger o el Jason Voorhees del 2000? Y, ya que nos preguntamos esas cosas, ¿por qué los viejos y venerables Freddy, Jason, Myers y compañía ya no infunden el respeto que solían...? Una posibilidad puede ser que estos asesinos hayan sido demasiado puteados por infinitas secuelas (incluyendo la anodina "Freddy vs. Jason", también del 2004), pero otra es que mantengan un aura de represión y puritanismo sexual. En Jigsaw, el componente sexual está ausente por completo. Además, Jigsaw es (hasta el momento por lo menos) un asesino "realista", en el sentido de que no tiene poderes paranormales ni es sobrenatural como sus pares ochenteros. Esto responde bien a una época como el XXI, que en medio de la fiebre informática puede considerársela como ávida de realismo (¿por qué, si no, la oleada de reality shows que invadió la pantalla en su tiempo?). Además, está el componente "médico" del asunto. Jigsaw no es exactamente un asesino, sino una especie de mezcla entre juez que sentencia sobre vidas ajenas, médico que "cura" almas con sus peculiares "tratamientos de choque" e ingeniero que diseña sofisticados sistemas para poner a prueba a sus elementos de trabajo (los pobres humanitos, claro está). En ese sentido, es lógico que Jigsaw refleje como nadie la mentalidad de inicios del XXI, y sea a la Era Bush lo que Freddy y Jason fueron a la Era Reagan.

-- Las actuaciones son bastante buenas, incluso sin la indulgencia que se le suele aplicar a los estándares actorales en las pelis de terror. El que se roba la película por todo lo alto es, claro está, el gran e incombustible Cary Elwes, actorazo como no los hay en leguas a la redonda, al que hemos visto en pelis tan variadas como "La princesa prometida", "Loca Academia de Pilotos", "Las locas aventuras de Robin Hood", "Besos que matan", y un largo etcétera de roles dramáticos y cómicos, siempre bien servidos... y siempre ninguneado, pobre hombre. Bien, este Elwes es el médico al que se le viene el mundo encima por los manejos de Jigsaw, y una vez más es el mejor. El más bien desconocido Leigh Whannell también lo hace bien, aunque no al nivel de Elwes, pero bien. El resto son casi caracteres de relleno. Monica Potter, insigne (es un decir) compañera de Morgan Freeman en "Telaraña", es la querida esposa en apuros, Dina Meyer hace un rol casi de adorno (no importa, porque en "El juego del miedo II" tendrá revancha), y Danny Glover se luce especialmente como el punto negro de la historia; puede que alguna vez haya sido un gran actor, pero eso no fue en la época de "El juego del miedo", eso claramente.

-- La historia. Por una vez en la vida, puede decirse que el desarrollo de la cinta es verdaderamente impredecible. ¿Quién diablos es Jigsaw? Difícilmente adivinarán por sí mismos. La película de verdad tiene suspenso. ¡Ah! Y con un gran final. Que deja con hambre de secuela. Ya sé que hay secuela, pero después de verla, hasta dan ganas de verla, no como otras que uno las ve casi por cumplimiento del deber... (esto de que la gente espera que uno lo postee todo sobre cine)...

IDEAL PARA: Ver una película de terror que es buena precisamente porque no es SÓLO una película de terror.

jueves, 18 de octubre de 2007

"Drácula 2000" (2000).


-- "Dracula 2000". Estados Unidos. Año 2000.
-- Dirección: Patrick Lussier.
-- Actuación: Gerard Butler, Christopher Plummer, Jonny Lee Miller, Justine Waddell, Colleen Fitzpatrick, Jennifer Esposito, Omar Epps, Sean Patrick Thomas, Danny Masterson, Lochlyn Munro, Tig Fong, Tony Munch, Jeri Ryan, Shane West, Nathan Fillion.
-- Guión: Joel Soisson, sobre una historia de éste y de Patrick Lussier.
-- Banda Sonora: Marco Beltrami.

-- "Dracula 2000" en IMDb.
-- "Dracula 2000" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Una linda nave de los tiempos en que se usaban velas y esas cosas, navega por los mares. Es el siglo XIX, y cosas raras pasan a bordo. Después, en pleno siglo XXI, en un Londres con algún que otro resabio de victorianismo arquitectónico, hay tres individuos. Uno de ellos es un vejete digno, como manda el cliché, que está a cargo de una chupicienta empresa (y que se apellida van Helsing, oigan, miren ustedes qué coincidencia)... El otro es un joven que le consigue ciertos encargos, de esos que no siempre aparecen en eBay (ballestas viejas, cosas así), y que le echa los tejos a la tercera, a la buenorra que es el brazo derecho del vejete. El problema es que la buenorra está coaligada con un grupete de mafiosos que se mete a la bóveda del jefazo, sin saber bien lo que hay adentro, pero tiene que ser algo bueno, porque después de todo, el vejete no habría construido la pichu bóveda si no hubiera algo bueno que esconder adentro. O en este caso, "algo malo". Porque adivinen: el gran tesoro es un ataúd. Y adivinen más: el ataúd contiene unos restos que no son cualquiera, sino los del más diabólico engendro que haya recorrido nunca la tierra de las sombras. Y si, alentados por el título de la peli, me gritan a coro: "¡Ya sabemos, es Drácula!", piénsenlo de nuevo. O sea, sí es Drácula, pero también es... Oh, no les develaré el gran secreto. Además, eso es algo que nuestro pijo ayudante del vejete deberá descubrir por sí mismo, además de tener que proteger a la estupenda hija del vejete (lo clásico, el gato cuidando la carnicería), mientras por su parte, nuestro bienamado Drácula empieza a merendarse a los varones, y reclutar a las féminas bellas que se cruzan en su camino para armar su ejército de tinieblas... lo de siempre, vamos, que no hay Drácula que se precie si no tiene rameras de Satanás para complacerle (en la de Ford Coppola, era Monica Bellucci, ¿OK?).

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Hemos comentado antes en Cine 9009 que el paso de siglo llevó a un cierto revival del viejo cine de terror serie B, que parecía sepultado en el paso de los '80s a los '90s, con el "Drácula" de Ford Coppola como último colofón, porque a los grungies no les gustaba mucho eso del terror, y preferían el existencialismo estilo "La dura realidad", o bien el estilo alienating goth de "El extraño mundo de Jack"... todavía hoy, incluso. En medio de todo eso, el bueno de Wes Craven, que se había hecho un lugar en el cine con su clásico "Pesadilla en la Calle Elm", dijo que era buena idea producir un remake de Drácula, o algo así. La filosofía es la de siempre: tomamos la vetusta historia del siglo XIX, pero para vendérsela a los críos Nü Metal del 2000, pues bien, la ambientamos en el 2000, le ponemos una banda sonora Nü Metal, le añadimos eso de "2000" a Drácula para enfatizar bien que es del 2000, y ¡hála! pan caliente para vendérselo a las larvas que todavía no saben nada de cine (y no se crean, conozco a cuarentones frikis que siguen sin saber nada de cine, y lo que es peor, porque se han visto todas las películas frikis, creen que SÍ saben... ésos tampoco leen Cine 9009, dénlo por hecho).

¿POR QUÉ VERLA?

-- Seamos honestos. El público respondió no muy bien (abrió 7° en su primer fin de semana y siguió 8° en la taquilla), ganó 47 millones de los verdes a nivel mundial (había costado, por contra, 28 millones), y la crítica simplemente la despedazó. ¿Era tan mala? Con la almohadilla de mi pata en el corazón (sí, los gatos tenemos corazón, ¿OK?), puedo decir que no era tan buena, pero tampoco es el bodrio infecto que muchos dijeron que se dice que era. Tiene buenas ideas, un cierto ritmo, algunas pretensiones visuales que remontan vuelo por sobre lo que es la serie B convencional, y actuaciones no buenas, pero decentes. ¿Por qué falló? Quizás el problema fue el exceso de premura al realizarla. Y es que el guión es, digámoslo desde ya, simplemente imposible (no quiero mencionar esos diálogos chulos que harían palidecer de vergüenza a los vampiros abacanados de "Buffy la Cazavampiros", con el agravante de que en lo de Joss Whedon, los diálogos chulos eran puro metatexto, y aquí se supone que va en serio). Es una adaptación que pretende ser más o menos fiel al "Drácula" de Bram Stoker, pero al ambientarla un siglo después, pues bien, ya no puede ser fiel aunque lo quiera. Pero seamos piadosos, olvidémonos de los aspectos más cutres del filme, y concentrémonos en las cosas buenas, que escabando un poco aparecen.

-- ¿Cuál es el verdadero origen de Drácula? La novela original no es exactamente explícita al respecto, aunque hay una cierta sugerencia de que Drácula podría ser Satanás en persona (el vampiro odia la luz del día, aborrece las cruces y los símbolos religiosos, representa la noche, las criaturas bestiales, le gusta el sexo del bueno...). Esta película crea un estupendo origen para Drácula, por qué no decirlo, el mejor de todos los posibles, y su verdadera identidad alcanza ribetes metafísicos, además de explicar una serie de elementos. Es una desgracia que una idea tan perfecta y redonda, haya terminado sepultada en una de serie B, cuando merecía mucho mejor destino, pero ya se sabe, no hay justicia en el mundo...

-- ¿Ya echaron un vistazo a quién es Drácula? Pues sí, nuestro buen y viejo amigo Gerard Butler... Hecho un crío, el hombre. Y digámoslo desde ya, su actuación es realmente esforzada como siempre. ¿Quién preguntó eso, que quién es Gerard Butler? ¡¡¡INFIEL!!! ¡¡¡HEREJE!!! El señor Butler, para tu información, pequeña ratita de sala de cine de barrio, es el enmascarado que le cantaba serenatas a Emmy Rossum en "El Fantasma de la Opera", el que recitaba esa chula línea de "Madness? This is not madness!!! This... Is... SPARTA!!!" en "300" (también aquello de "today... WE DINNER... IN HELL!!!"), también rodó con la neumática Angelina Jolie en "Lara Croft: La cuna de la vida"... Pero debemos reseñar también lo malo, aunque sólo para mencionar que no es culpa del señor Butler: su actuación se pierde en medio de líneas de diálogos horribles, y también en esa desgreñada melena que le hace parecer un Jim Morrison de rebajas, o peor aún, un Enrique Bumbury en su época "puez yo zoy el Morrizon hizpano, joer" (después Bumbury se cortó el pelo y siguió viéndose igual de mal, pobre hombre). Quizás no quisieron cortarle el pelo pensando en lo de Sansón, que con el pelo se le fue la fuerza, o en su versión moderna, la pobre Keri Russell en "Felicity"... Pero bueno, ya por tener a Gerard Butler de Drácula, deberíamos tirar fuegos de artificio, aunque no lo luzcan demasiado (y si se hubiera quedado ahí, hoy en día sería otro actor de rebajas más).

-- El resto del elenco masculino se complementa con Christopher Plummer como Van Helsing, con la presencia majestuosa que lo caracteriza desde que le echara los tejos a Julie Andrews, hecho un crío, en "La novicia rebelde", aunque una vez más, sus diálogos estilo Obi Wan Kenobi (y por qué no decirlo, su penosa muerte estilo Obi Wan Kenobi) no le ayuden a sumar puntos. A cambio, tendríamos derecho a pedir una actuación mejor de Jonny Lee Miller, que se supone es el prota, y resulta completamente anodino, en particular cuando recita las líneas chulas de rigor ("¡¡¡Nunca te metas... con... UN ANTICUARIO!!!", merecía más compromiso actoral).

-- Las chicas... Ay, señó mi Dió... Veamos. La prota es Justine Waddell, con escasa repercusión fílmica anterior y posterior, cuya actuación es bastante deslavada, con ciertos aires de muñeca pepona, pero que aún así tiene ese algo que no se qué (quizás porque no la muestran como la clásica heroína con tonicidad muscular de gimnasio). Por su parte, las consortes de Drácula son la antigua mano derecha de Van Helsing, en el siempre bien agradecido cuerpo de Jennifer Esposito (una de serie B que aparece y desaparece por aquí y por allá, y aquí tuvo a buen gusto aparecerse); la Lucy que es la mejor amiga de la prota y termina como carne de vampiro (¡no digan que no sabían, si eso está en la novela original!) es Colleen Fitzpatrick, muy carismática tanto vestida como desnuda; y el trío es completado por Jeri Ryan, que como 7 de 9 elevó el rating de la hasta entonces decadente "Star Trek: Voyager" (para los no enterados: el personaje SÍ se llama "7 de 9"), y después se encargó de darle calor a la serie de TV "Boston Public", y que de paso se cachondea de lo lindo de su propio rol, diciendo con mucho desplante eso de que tiene buenas tetas (sí, no te contrataron para actuar, pero eso podemos decir del 80% de las "actrices" de Hollywood)...

-- Salgamos del apartado lúbrico y vamos al escenario. Porque, aunque sobre el papel es un despropósito, ambientar la peli en Nueva Orléans al final da de sí. Veamos. Es una de vampiros. Es una sobre el vampiro primordial. Se supone entonces que la atmósfera debe ser victoriana y tétrica. Londres funcionaba en 1897, pero en el 2000 difícilmente podemos considerarla como una ciudad tétrica, después de que los impresentables de Oasis y las warreras de Spice Girls han tocado allá... ¿Qué mejor locación entonces que Nueva Orléans...? (bueh, la Nueva Orléans anterior al Huracán Katrina, claro está, que la peli es de cinco años antes). El barrio negro de Nueva Orléans conserva esa atmósfera dieciochesca de casonas mezcla de estilo franchute con ezpañó, tiene un Carnaval que también saca de sí aquello de lo salvaje y primitivo que se supone asociado al vampiro (algo que la peli, con una grave falta de imaginación, no explota).

IDEAL PARA: Disfrutar con una peli de vampiros que podría haber sido algo grande con un buen poco más de mimo, aunque sigue teniendo buenas ideas, después de todo.

"En compañía del miedo" (2003).


-- "Gothika". Estados Unidos. Año 2003.
-- Dirección: Mathieu Kassovitz. Protagonizada por Halle Berry, Robert Downey Jr., Charles S. Dutton, John Carroll Lynch, Bernard Hill, Penélope Cruz, Dorian Harewood, Bronwen Mantel, Kathleen Mackey, Matthew G. Taylor, Michel Perron, Andrea Sheldon, Anana Rydvald.
-- Guión: Sebastián Gutiérrez.
-- Banda Sonora: John Ottman.

-- "En compañía del miedo" en IMDb.
-- "En compañía del miedo" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Miranda es una psiquiatra muy segura de sí misma, de su poder, de su autoridad y de su entorno... ¡Vamos, como todas! (como todas las psiquiatras, no como todas las mujeres, aunque por otra parte)... Tiene una paciente que le da la lata con que la viola Satán, un amante esposo que vale por dos, en grosor corporal, un colega que anda verde y se le cae la baba por ella (siendo Halle Berry, cualquiera)... Hasta que de pronto, cuando sale de su trabajo, algo sucede. Debe desviarse del camino, y cuando llega, pues bien... Despierta tres días después, no con su bella y provocativa falda de psiquiatra sino con un camisón de loca, en el mismo lococomio en que solía atender, y la están medicando por eso precisamente, por loca. Allí llega el colega amiguete que está verde por ella, y le dice un par de cosas no muy lindas, entre ellas que en los tres días, ella ingresó a la casa de su maridito y lo dejó convertido en filete para la parrilla, y que ahora está insana, etcétera. Miranda no se traga nada, porque verán, ella no está loca (¿quién lo dice?), pero toda la evidencia apunta hacia ella. También termina en la mira de su antigua paciente, la concubina de Satán, que empieza a acosarla. Pero, ¿qué es esa presencia que anda por ahí? ¿Verdaderamente nuestra heroica psiquiatra se ha vuelto loca de remate, o por el contrario, algo sobrenatural anda al acecho?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Después del acelerón que tuvo el cine de terror en los años previos al cambio de siglo (acelerón en cantidad de películas, que no necesariamente en calidad), hubo un declive notable en calidad y cantidad. En medio de todo eso, trataron de rodar este producto que iba a ser más o menos diferente al terror al uso, que era la clásica trama del psicópata en serie a lo Jason Vorhees, resucitada en "Scream" y "El juego del miedo". Lo de "diferente" es relativo, claro está, porque la idea era regresar al viejo y archiprobado terror gótico de ambientación y atmósfera de castillo medieval, sólo que esta vez el castillo no iba a ser tal, sino una institución psiquiátrica penitenciaria que parece haber sido construida con los planos del Arkham Asylum. Y para no correr riesgos, llamaron a Mathieu Kassovitz, que en el intertanto se había construido un nombre en esto del cine de pelos parados con "Los ríos de color púrpura". El resultado prometía, y mucho, así es que... ¿qué salió mal, en definitiva? ¿Falta de riesgo, quizás...? ¿Exterminar con hachas a los productores Joel Silver y Robert Zemeckis, tal vez, para que no metieran sus sucias y sarmentosas garras en esto...? Sea lo que sea, no es como para crucificarla de la manera en que lo hizo la crítica en sus días, aunque tampoco para reivindicarla con animus frikandi, si me entienden...

¿POR QUÉ VERLA?

-- La premisa central es buena a rabiar, y el argumento básico construido a partir de ella también es interesante. Como siempre, lo más simple funciona: se trata de una persona que tiene autoridad sobre otras, la ejerce de manera autocomplaciente y rutinaria, y de pronto se ve despojada de esa autoridad y arrojada con la misma gente que antes debía liderar, y que ahora tiene la ocasión de vengarse. Es la pesadilla de cualquier persona, la de perder el estatus social y terminar como un paria. Para peor, ese estatus social venía con la etiqueta de "soy psiquiatra y por tanto yo defino lo que es la realidad", por lo que se permitía una trama de visos filosóficos sobre qué es la realidad y todas esas zarajandas post-Mátrix. La idea de que además ni siquiera la propia protagonista (ni nosotros como público) supiéramos si ella era inocente o no, tenía fuelle. La manera de enhebrar los móviles y los personajes para vincularlos con un asesino serial, también. En ese sentido, si uno elimina los elementos más pop-corn del asunto, queda un aceptable thriller de suspenso ("aceptable" no quiere decir "bueno", entendámonos). Sí, es definitivo. Quizás con más riesgo hubiera sido una pequeña obra maestra del terror, e incluso del cine en general. Aunque con más riesgo la Humanidad habría terminado tiempo hace con las guerras y el terrorismo, si no es mucho pedir...

-- En cuanto a las interpretaciones, sin ser especialmente lucidas, cuadran bien con la trama. Halle Berry construye un personaje más o menos creíble, si exceptuamos algunos diálogos bastante cretinos, considerando que ella es psiquiatra (aunque alcanza quizás el bronce, porque el oro del cretinismo se lo lleva la psiquiatra interpretada por Nicole Kidman en "Batman eternamente"). Robert Downey Jr. pasea su personaje de siempre, y en algún punto pareciera que estuviera tratando de seducir a Ally McBeal otra vez. Penélope Cruz hace lo que puede, y no deja de inspirar cierto morbo, aunque su personaje podría haberse aprovechado mejor.

-- La banda sonora acompaña bastante bien, con un correctísimo trabajo de John Ottman, quien ya había mostrado lo suyo en "X-Men II" (también en "Superman regresa", "Los Cuatro Fantásticos", "Celular" y "El cocodrilo", aunque parece sentirse más cómodo creando atmósferas sónicas que dando empaque a la acción pura y dura). "Correctísimo" no significa, por supuesto, que ustedes irán a comprarse el CD corriendo a la tienda, kids, pero sí que no cae en algunos vicios como el machacón golpe de sonido que supuestamente sobresalta a la platea (ya no, porque tanto lo usan que uno hasta lo espera) y cosas así. A propósito, cuando hablamos de "banda sonora" no nos referimos al tema de Limp Bizkit, el cual claramente le queda grande a Fred Durst y compañía.

IDEAL PARA: Ver una película gótica con buenas intenciones y resultados discretos.

domingo, 14 de octubre de 2007

"Prohibida obsesión" (1989).


-- "Sea of Love" (título original en inglés), "Melodía de seducción" (título en España), "Mar de amor" (título para el cable en México). Estados Unidos. Año 1989.
-- Dirección: Harold Becker.
-- Actuación: Al Pacino, Ellen Barkin, John Goodman, Michael Rooker, William Hickey, Richard Jenkins, Paul Calderon, Gene Canfield, Larry Joshua, John Spencer, Christine Estabrook.
-- Guión: Richard Price.
-- Banda sonora: Trevor Jones.

-- "Prohibida obsesión" en IMDb.
-- "Prohibida obsesión" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Una vez más, la sangre corre en Nueva York. Se trata de un fulano en cueros al cual lo hacen fornicarse la propia cama (sí, así como suena, lo hacen fornicarse la propia cama), antes de que le incrusten un balazo en el recipiente de los sesos. La investigación cae en manos de un detective que, como manda el lugar común, es alcohólico y está separado de la señora, que se la pega con su compañero. Nuestro policía recibe un homenaje por sus veinte años portando placa, y éste, en vez de estar contento por el reconocimiento (o por haber sobrevivido veinte años en las calles, al menos), sufre un acceso depresivo y empieza a hacer estupideces. Parece que el caso no va hacia ninguna parte, hasta que aparece otro poli topicazo a más no poder, el buenazo de John Goodman haciendo otra vez el rol de chico gordo y bueno como el pan, quien le trae algunas pistas. Entre los dos hacen buenas migas (EEEEEEHHHHHH)... y después de descubrir que las víctimas siguen un determinado patrón, a saber, que buscan contactos seximentales a través de los clasificados de diarios y revistas (era 1989, no existían los foros de Internet ni Sexyono o Match.com, ¿vale?), publicando la clase de versos que mojan a las chicas y hacen vergarse de risa a los chicos. Diseñan entonces el clásico plan infalible, y éste será citarse con todas las chicas que contestaron al aviso, haciéndolas picar con un poema de autoría propia (¿propia...? er...) para que acudan como polillas a la luz. Todo funcionaría como es debido y correcto, hasta que para nuestro poli alcohólico y cuerneado llega la hora, y una de sus citas resulta ser la chica modelo, la que le quitará el sueño y el aliento... ¿la que le quitará, de paso, la vida...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

El thriller policial de los '80s tenía ciertas convenciones dramáticas, herederas un poco del esquema Harry el Sucio: asesino en serie que mata chicas (o en su reemplazo, traficantes de alguna clase), policía duro que le va a poner las peras a cuatro al malandrín de turno, y chicas bonitas que estén ahí como carnaza (¡ey! Podríamos llamarlas las chicas McGuffin). "Prohibida obsesión" tiene un cierto regusto a thriller ochentero (no podía ser de otra manera, si es de 1989), aunque sea por la ambientación, pero representa un intento legítimo y más o menos honesto por dar vuelta las tornas del género. Ahora, los muertitos son todos hombres, y las sospechosas, incluyendo a la sospie principal, son mujeres; por otra parte, el polizonte ahora no es tan duro, sino que tiene su corazoncito. Hmmm, ahora que lo pienso, tampoco es que "Prohibida obsesión" sea tan original, como que el esquema ya había sido empleado en "Impacto fulminante", otra de las de nuestro bienamado Harry el Sucio...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Seamos honestos. La peli se ha resentido sobremanera con el paso del tiempo, y verla ahora tiene más que nada un interés arqueológico. La culpa la tienen ese-sujeto Joe Eszterhas, que se llevó el guión de Richard Price para la casa y le puso un poco más de churrumbina de la suya para pergueñar "Bajos instintos", y ese otro sujeto Paul Verhoeven, que se atrevió a rodar mejor que Harold Becker (conociéndolos, era que no, por lo demás). Harold Becker no es un mal director, pero no pasa de discreto ganapán que se limita a poner la cámara y rodar sin mayor alarde de creatividad, como lo atestigua su firma tras "City Hall: La sombra de la corrupción" o "Misión: Seguridad máxima", entre otras. Los parecidos entre "Prohibida obsesión" y "Bajos instintos", que la siguió tres años después, superan lo admisible por aquello de ser una "peli de género", y llegan hasta el ridículo: 1.- Hay un asesinato, y la víctima es un sujeto que en apariencia ha tenido sexo antes de que le enseñaran el camino hacia la Otra Vida; 2.- La principal sospechosa es una mujer que juega el juego de la seducción y que en apariencia ha tenido sus contactos de alto voltaje con la víctima; 3.- El poli a cargo es un tipo conflictivo que tiene problemas sentimentales (en ambos casos lo dejaron por intratable) y de amistad demasiado cercana con ciertas substancias (alcohol aquí, blanco de la buena en "Bajos instintos"); 4.- En ambos casos el poli termina encamado con la sospechosa a pesar de que sabe podría terminar muerto; 5.- En ambas pelis el compañero y mejor amigo del poli es un gordito simpático que le dice o le grita al prota que no piense con el mástil (aquí es John Goodman, en la otra era el gran George Dzunza). Pero las diferencias son cruciales: en "Bajos instintos" hay mucho más sexo (en lo de "Prohibida obsesión" vemos las naranjas de Ellen Barkin al aire, y no están nada de mal, pero eso es todo) y violencia (aquí los asesinatos son con la vieja y buena pistola de toda la vida, mientras que en la otra eran con picahielos). Quizás acá lo hicieron primero, pero en la otra lo hicieron mejor, y eso es al fin lo que cuenta. Así es que bien se puede ver "Prohibida obsesión" como un borrador de los últimos '80s, de lo que iba a ser "Bajos instintos" para los '90s; por lo demás, al año siguiente de "Prohibida obsesión" vino "El silencio de los inocentes", y con ella el cine de psychokillers cambió para siempre.

-- Existe una química innegable entre Al Pacino, el poli con problemas, y Ellen Barkin, la sospechosa del año. Si la película se sostiene en algún punto, vista en la actualidad, es por las chispas que ambos sacan, algo bien notorio en particular porque ella entra bien pasada la media horita de metraje, y lo hace a lo grande. Tenerlos reunidos le seguirá pareciendo una buena idea a Steve Soderbergh, casi veinte años después, y ahí los tendremos como secundarios de lujo en "Ahora son 13".

-- Del guión, mejor no digamos nada. La partida es poderosa y el modus operandi del asesino tiene morbo (y por ende gancho), pero luego el asunto demora en partir, y cuando lo hace, es con un método policíaco más digno de Frank Drebin o del Superagente 86 que de detectives hechos y derechos. Y después, cuando encuentra a la sospechosa más sospechosa, pues bien, la manera tramposa en que arreglan eso de que no le tome las huellas digitales para que la cosa tenga más suspenso... Y ya no digamos la solución final, miserable en términos narrativos a más no poder. Lo dicho: Joe Eszterhas podrá haberse robado el guión con alevosía, pero... ¡por Dios que lo mejoró!

IDEAL PARA: Arqueólogos del cine.

sábado, 13 de octubre de 2007

"Lluvia negra" (1989).


-- "Black Rain". Estados Unidos. Año 1989.
-- Dirección: Ridley Scott.
-- Actuación: Michael Douglas, Andy García, Ken Takakura, Kate Capshaw, Yusaku Matsuda, Shigeru Kôyama, John Spencer, Guts Ishimatsu, Yuya Uchida, Tomisaburo Wakayama, Miyuki Ono, Luis Guzmán, John Costelloe, Stephen Root, Richard Riehle.
-- Guión: Craig Bolotin y Warren Lewis.
-- Banda Sonora: Hans Zimmer.

-- "Lluvia negra" en IMDb.
-- "Lluvia negra" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Nick es un policía como manda el lugar común. O sea, duro, motociclista, con un divorcio en trámite y con hijos viviendo lejos, y con problemas frente a Asuntos Internos. Además, se llama Nick (si se llamaba Ildefonso sí que quebraba el patrón). Pues bien, en medio de todos sus problemas, Nick está tomándose una bebida espirituosa con su compañero, en el cual justito había un puñado de mafiosos japoneses. En esas condiciones, Nick y su compañero son testigos de como un joven japi entra al local y hace escabechina de mafi. Como Nick y su compañero son muy mashos, pues bien, esperan a que el sujeto esté fiambre, para salir tras el asesino. Lo agarran y se lo llevan a la prefectura. Nick está feliz, porque semejante arresto sería un botón de oro, una investigación para mi, etcétera, pero resulta que el Gobierno de Japón no le tiene mayor confianza a la justicia de Estados Unidos (y eso que en esa época no se hablaba de los campos de concentración de Guantánamo), y pide la extradición del sujeto. Nick se mosquea porque se le va su caso estrella de las manos, pero al menos le queda un premio de consuelo: viajará a Japón, con su compañero, como escolta para entregar al sujeto. El japi se comporta como un jodepu porque se sonríe con suficiencia oriental, pero Nick se encarga de atizarle con discreción, elegancia y contundencia, y con eso, nuestro extranjero burlayankis recibe su justo escarmiento por reirse en la cara de un representante del Tío Sam. Eso sí, nada más llegado al aeropuerto y producida la entrega, Nick recibe una desagradable sorpresa... La que significa se le fuga el prisionero. Ahora, Nick es el hazmerreir de la poli japonesa, que para colmo lo miran como un bicho raro (nada de raro, después de todo es su país, y no en todas partes los yankis van a ser los héroes, ¿no?), pero como él es muy mijo, no se va a quedar así, aunque un Japón entero se le ponga en contra...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Terminaba la gloriosa década de los '80s, aquella en la cual Madonna era joven, eras un héroe si enviabas F-16s a bombardear Libia, y la música chilena era interesante. En los '80s, las reglas estaban claras. La Unión Soviética era el Imperio del Mal (Reagan dixit), los musulmanes eran todos del carajo sin excepción (no lo inventó "24"), y los pueblos no yankis de la Tierra eran razas inferiores que no siempre eran capaces de valorar el sacrificio que para Estados Unidos significaba cuidarlos de ellos mismos ("¡es que no se os puede dejar solos, pequeñuelos!"). En este contexto devino "Lluvia negra", una peli del viejo género "héroe del país del águila calva que hace sus propias reglas, viaja al extranjero, y les enseña como lo hace un yanki de pro". Género que era viejo ya en los tiempos de las historietas de Disneylandia, y que puede rastrearse hasta tan lejos como Nylard Smith, el detective británico con férrea voluntad de hierro que era la última esperanza de la civilización occidental contra el peligro amarillo encarnado en el malvado Doctor Fu Manchú (pelis como "La máscara de Fu Manchú", por ejemplo). "Lluvia negra" es la actualización o puesta al día (bueh, "al día" significa "a los tardíos '80s") de ese viejo y venerable género.

¿POR QUÉ VERLA?

-- A pesar de lo topicazo de la trama, la peli es sólida como una casa. Eso, cortesía por supuesto del gran Ridley Scott, director que maneja como nadie el sutil arte de poner una cámara en su lugar. Para los que no sepan de quien estoy hablando, me refiero al director de "Alien", "Blade Runner", "Leyenda", "1492: La conquista del paraíso", "Gladiador", "Hannibal", "La caída del Halcón Negro" y "Un buen año". ¡Ah, sí! También hizo cosas como "Thelma y Louise" y "Hasta el límite", la de G.I.Jane con Demi Moore, y esaotraconOrlandoBloom ("Cruzada"), pero es que después de sus joyas maestras, uno le perdona algún que otro resbalón... La película tiene suspenso y tensión de principio a fin, y uno puede incluso olvidarse de lo racista que es, a cambio de dejarse llevar por la dureza ambiente.

-- Relacionado con lo anterior. "Lluvia negra" es una película que exhuda violencia por los cuatro costados. No me refiero por supuesto a la violencia gore de mostrar degollamientos y mutilaciones (aunque algo de eso hay, también), sino a esa cosa más sutil que nace de tener sobre el escenario personajes violentos, que sabes se tienen ganas de cascar. Porque es notorio el ánimo de querer asesinarse unos a otros, y no poder. Todos los personajes odian, y es increíble la manera en que lo hacen. Los policías japoneses desprecian con un sentimiento de invencible superioridad al Ubermensch yanki, y a su vez éste insiste en saltarse una y otra vez las reglas, no tanto para hacer su trabajo sino porque se le pega la real gana (si fuera un policía obediente y respetuoso de la ley, habría dejado a los japis encargarse del asunto y tomado el prmier vuelo de regreso a los USA). En el bando de la Yakuza, los mafiosos japoneses, el asunto anda más o menos por el mismo nivel, con el desprecio hacia todo y todos por parte del mafioso viejo anclado en el ritual y la obediencia a los códigos de la Yakuza, frente al mafioso joven que busca ascender a toda costa, aún olvidándose de su pasado tradicional nipón. De antología es el diálogo en el cual el mafioso viejo le explica a Nick lo que es la lluvia negra y las funestas consecuencias de ella como disolvente social.

-- Los actores están bien. Michael Douglas interpreta por primera vez a un policía con problemas sentimentales y con Asuntos Internos que se llama Nick (el siguiente es Nick Curran, en "Bajos instintos", tres años después). Andy García es el clásico compañero del héroe que, ¡ups!, es latino (ya saben lo que le pasa siempre al compañero latino del héroe). Ken Takakura, por su parte, como el policía japonés que mantiene una tensa relación de camaradería con Nick, se come a todo el resto del elenco con zapatos (y eso que aquí el sobrevalorado Michael Douglas está sensiblemente mejor que en otras pelis). Kate Capshaw, la chica que saltara a una fama relativa como la compañera de Indiana Jones en "Indiana Jones y el Templo de la Perdición", hace un papel de adorno, y en realidad no se puede decir que actúe bien o mal, porque su papel simplemente carece de enjundia dramática (de todas maneras, se sale bastante del estereotipo de "descanso del guerrero", por suerte). El villano Sato es interpretado por Yusaku Matsuda, famoso en Japón con anterioridad por hacer comedias, y que aquí se despide del cine interpretando a un Yakuza sicótico, eso es saber hacerla... (de todas maneras es un villano memorable, de verdad llegas a odiarlo). Y Tomisaburo Wakayama interpreta con excelencia a un mafioso de la vieja escuela, que no tiene nada que envidiarle al Marlon Brando de "El Padrino" por autoridad y peso específico, salvando por supuesto las distancias entre peli y peli (en una está Scott al timón y en la otra Ford Coppola, ¿vale?).

-- Ayuda mucho, por supuesto, la gran banda sonora que compuso Hans Zimmer, que entre otras ha compuesto el magnífico soundtrack de "El Príncipe de Egipto", e incluso es insigne rescatador de películas de otra manera bodriosas como por ejemplo "El Código da Vinci", además de colaborador algo más que ocasional de Ridley Scott desde entonces ("Thelma y Louise", "Gladiador", "Hannibal", "La caída del Halcón Negro").

-- El final. Eliminaron el que podía haber sido el final más obvio (el que de todas maneras, Ridley Scott rodó), y en reemplazo mostraron uno mucho más acorde con lo que, creo yo, es el espíritu de la peli.

IDEAL PARA: Ver una buena peli de acción con un Ridley Scott completamente en forma.

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