-- "Cheri". Inglaterra / Francia / Alemania. Año 2009.
-- Dirección: Stephen Frears.
-- Actuación: Michelle Pfeiffer, Rupert Friend, Kathy Bates, Felicity Jones, Frances Tomelty, Anita Pallenberg, Harriet Walter, Iben Hjejle.
-- Guión: Christopher Hampton, basado en la novela de Colette.
-- Banda Sonora: Alexandre Desplat.
-- "
Cheri" en IMDb.
-- "
Cheri" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
La Europa del 900. Las naciones son mandadas por... ¿Edward? ¿Wilhelm? ¿Alfonso? ¡Oh, no! ¡Las que mandan son...! Las mujeres. Gran descubrimiento. En las camas de las amantes se curan en salud las monarquías y eyaculan sus apetitos de conquistar Alsacia, liberar la Italia irredenta o echar el más poderoso Dreadnought a los mares. Entre las más ilustres de estas mandatarias envueltas en seda y satín, está Lea de Lonval. O estaba, porque la edad no perdona, y la principal arma de control administrativo, que es la belleza física, está lentamente yéndose hacia el abismo de la "edad interesante", preludio a edades menos interesantes que en definitiva acaban en algo nada interesante (Michelle Pfeiffer, buenorra como está a su venerable edad la over-50s). Pero una antigua rival en el oficio, más vieja y acabada todavía (Kathy Bates, para que nos entendamos), le pide un favor: un último golpe y te retiras, nena. El asunto consiste en, er... enrielar al hijo de la amigota, que pasa por completo de su madre. El hijo, que se llama Chéri y es un niñato rico consentido de mierda que recibe su merecido por ello (o sea, se divierte en juergas y duerme con dos chicas por vez, o qué creían, si así funciona el mundo, kids), bien pronto hace caer a la señora en el juego, la seduce, y le da a esa hoguera apagándose un último combustible. La cosa dura seis largos años, en que Chéri se folla a la antigua cortesana y al mismo tiempo se deja mantener por ella, si es que tonto no es (la vieja tríada casa-comida-P). Pero todo se complica cuando la madre de Chéri, viendo que la cortesana Pfeiffer lo ha hecho hombre (bueno, algo así), concierta un matrimonio para él, y él, que le gusta más follar con la Pfeiffer que con una niñita de 18 años (por cierto, ¿dijimos que es medio afeminado, además de necrófilo?), aún así acepta porque, verán, hay una suculenta dote en juego, o qué creían, ¿que la vida de jarana iba a financiarse a sí misma ad eternum? Y él se toma el sacrificio de cambiar a una por otra con la mitad de edad, con enorme estoicismo (supiera la clase de viborilla que se está echando encima...), y ella también. ¿Estoicismo? Bueno, a él eso de consumar con la otra chica no le cuesta, pero la conexión emocional es un poco más difícil, mientras que ella pasa el sofoco lo mejor que puede, y finalmente, decide emprender un viaje. ¿Se reconciliarán finalmente Chéri y Lea? ¿Reconocerán que son tan para cuál, y que él es tan putito como ella, sólo que matrimonio mediante...?
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Aunque ustedes no lo crean, había una época en que el matrimonio... ¡no era una cuestión de amor! ¡La gente no se casaba necesariamente enamorada, y por lo general no era así! Er... bueno, en realidad hoy en día tampoco es muy así, que la gente dice mucho te quiero y te amo, pero a la hora de la verdad es más el me quiero a mí mismo como luzco mientras tú me acompañas que el te quiero a tí, y así es como los matrimonios se separan después de que sus respectivos narcisismos no terminan de encajar. ¿Cómo lo hacían entonces nuestros abuelos para no acabar matándose entre sí? En primer lugar: camas separadas. Nada peor que tener que follar con ese hombre o con esa mujer por obligación durante todo el resto de tu vida. En segundo término: él buscaba la satisfacción de los instintos carnales en una mujer "de ésas" mientras que ella sublimaba todas esas pulsiones sexuales reprimidas asumiendo los roles de buena madre, amante esposa, y tirana en la administración de la casa. Dentro de ese contexto, las cortesanas, las amantes de los poderosos (que la cosa era un servicio, y si la chica era atractiva y tenía conversación además era caro, así es que no era para la plebe de obreros deslomándose 14 horas en una fundición por un salario de hambre, aunque claro, después de 14 horas no estaban para follar ni a su esposa ni a nadie) eran de por sí una institución. Más de algún trono tambaleó por ellas. En medio de ese ambiente, una descocada bailarina bisex llamada Colette, se hizo también sus pinitos escribiendo novelillas escandalosillas y todo, que algún día leeré por lo picantes, supongo (no he leído ninguna, ni la que se basa esta peli ni otra). La novela cayó en las manos de Stephen Frears, director que se ha paseado por los más diversos tipos de cine (realismo social tatcheriano en "Sammy y Rose se van a la cama" y "Ropa limpia, negocios sucios", de época en "Relaciones peligrosas", sátira social en "Héroe por accidente", terror psicológico en "Mary Reilly", comedia en "
Alta fidelidad", biopic en "
La Reina"...). "Chéri" es un poco el regreso al buen y vetusto cine de época, veintidós años después de rodar la más bien aburridona "Relaciones peligrosas" (uno de los pocos casos en donde el remake, "Juegos sexuales", es más llevadera que la original sin sacrificar -demasiado- la calidad). Y reclutando a la misma actriz de "Relaciones peligrosas", o sea, a Michelle Pfeiffer (acá con Kathy Bates y no con Glenn Close de senior). ¿El resultado? Una peli que no la vieron ni los cuervos. Un poco de manera injusta, porque "
La Reina" había dejado el listón bastante alto, y cualquier cosa que no estuviera a la altura, por buena que sea, iba a acabar siendo desechada. "Chéri" no es una peli perfecta, ni mucho menos. Pero tiene sus puntos a favor, y en general es bastante mejor que lo corriente en el panorama fílmico cotidiano.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Partamos por lo obvio, y lo más remarcado en los comentarios sobre esta peli: Michelle Pfeiffer. Ella siempre ha sido una gran actriz, pero digámoslo fuerte y claro, un puntal importante de su carrera fue su grandiosa apariencia física, nunca desbordante ni contundente, pero llena de animalidad y sex-appeal (Gatúbela en "Batman regresa" fue un movimiento casi natural en su carrera). ¿Iba a hacer la transición a actriz veterana con dignidad y poderío, o iba a ser como tantas otras bonitas, de apagarse por el camino y arrastrarse sin dignidad ninguna por subproductos de tercera? Gracias a cosas como "
El novio de mi madre" o "
Stardust", ya tenemos la respuesta: es la primera. Y "Chéri" es la confirmación brutal de ello. Michelle Pfeiffer toma sin ascos un rol inmisericorde y brutal para su situación (personaje y actriz son dos chicas que tuvieron su gloria gracias a su belleza física, y se enfrentan a la inevitable declinación de la vejez y al marchitamiento del encanto físico), lo interpreta sin concesiones de ninguna clase (no al divismo, pero tampoco a la histeria, a la autorreferencia, a la autoparodia, o a la autocompasión), y a pesar de que el título hace referencia al prota masculino, en realidad termina siendo ella quien se roba todo el cartel, de la manera más natural del mundo, como si hubiera nacido para eso. A su lado, el pobre Rupert Friend (estupendo por otra parte como Alberto el príncipe consorte en "
La joven Victoria"), hace lo que puede (que no es poco, seamos justos), pero aunque se nota el talento, también se nota la carencia de tablas, y la Pfeiffer se lo come vivo (como actriz, así como al personaje). Lea de Laval es con toda probabilidad uno de los mejores roles de Michelle Pfeiffer en toda su carrera, uno de aquellos por los cuales debería ser recordada por la posteridad, un rol que transmite fortaleza, energía, carisma, sex-appeal (¡a sus 51 al rodar!), chispa, insértese aquí el sinónimo que se le ocurra, y no es difícil entender por qué Chéri queda tan prendado de ella (otro cuento, claro, es al revés, que esa parte nunca es demasiado desarrollada aquí). Si eres un fanático de la Pfeiffer, esta peli es un must-see. Si te gustan las buenas actuaciones, también.
-- Stephen Frears. No es su mejor peli, ha estado más redondo o más acertado en otras partes, pero sigue siendo fiel a sí mismo. Aunque ha sido un turista por varios países fílmicos, Frears sigue manteniendo como sello propio y personal un cierto estilo de hacer crítica social, a un tiempo distanciado y flemático, muy british, que no le impide ser incisivo y despiadado cuando corresponde. Uno de los puntos altos de "Relaciones peligrosas" era la denuncia de la hipocresía social del siglo XVIII (que a su manera, es también la nuestra, como se deduce con un poco de inteligencia, porque la gente linda tiende a parecerse a lo largo de las centurias), y lo mismo ocurría con esa sutil mortificación de la Corona británica que fue "
La Reina". En "Chéri" vemos un poco lo mismo. Los protagonistas no son los grandes ganadores de la Historia, ni siquiera influyen en ella, sino los que sacan partido de los poderosos, de los adinerados: ella, prostituyéndose por más que le ponga otros títulos (cortesana, amante, etcétera), y él, farreándose el dinero obtenido a punta de las follas de su madre primero y casándose por conveniencia después. Los dos protas no son héroes ni pretenden serlo: no buscan el cambio social ni hacer lo correcto. Pero tampoco son lo que diríamos malas personas: tienen emociones, sentimientos, y son capaces de genuino amor. Aunque este genuino amor quede enterrado debajo de un muro de convenciones sociales, y de un instinto primario de supervivencia y autoconservación, en el seno de una sociedad que adivinamos pendientes de las relaciones sociales, de las apariencias, del qué dirán (lo adivinamos por el oficio de ella, lleno de eufemismos para tapar un comercio socialmente vergonzoso, y también por el bochorno de la madre de Chéri, que por muy puta que haya sido, trata de que su hijo "se blanquee" y salve el buen nombre, etcétera, suponemos que para beneficiarse a su turno de amantes a las que pagar espléndidamente así como antes se beneficiaron a la madre de Chéri y también a su amante). La peli nunca remarca estos puntos: de manera muy británica, Frears se limita a exponerlos con la mayor naturalidad del mundo, y pueden pasar muy desapercibidos si no se presta atención. Pero están ahí, en el subtexto, en algunos diálogos incisivos, y en particular, en la actitud de los personajes que nunca es desesperada por asfixia social (como en otras pelis, a veces de manera terriblemente insulsa y malplanteada como la prota de "
Alicia en el País de las Maravillas" de Tim Burton), sino que aceptan las reglas del juego como son, casi con inconsciencia, y que a su manera, también son engranajes de ese sistema.
-- La recreación de época es magnífica. Muchas pelis incurren en el error de retratar los primeros años del siglo XX como si fueran la prolongación natural del siglo XIX, lo que es comprensible si se considera lo costoso de las recreaciones (vestuario, locaciones...) lo que obliga a ciertas indulgencias en esta materia. Eso no ocurre en esta peli. Lo que estamos viendo es vestuario y arquitectura de la época. La residencia de Lea es efectivamente una de estilo modernista, con sus escaleras de peldaños de mármol con barandas de hierro, y los vestidos y ropajes que usa, también. La casa de la "amiga" de mayor edad tiene un aire más anticuado, más típicamente diecinueves, pero es lógico si se considera que su personaje es retratado como anquilosado y ya arrojado en la pendiente de la decadencia. Los jardines también tienen un estilo que recuerda poderosamente a la pintura academicista de su tiempo. Imagino que para un ojo sumamente entrenado, los detalles anacrónicos saltarán a la vista, pero puedo aseverar que en términos generales, la recreación está muy bien lograda, refleja de verdad lo que era la época, y más aún, termina por transformarse casi en un personaje más de la peli, mostrando la corrección y frialdad de los personajes y del medio en que se desenvuelven.
IDEAL PARA: Ver una buena peli de época con buenas actuaciones y su miga de crítica social.