-- "The Last Valley". Inglaterra / Estados Unidos. Año 1970.
-- Dirección: James Clavell.
-- Actuación: Michael Caine, Omar Sharif, Florinda Bolkan, Nigel Davenport, Per Oscarsson, Arthur O'Connell, Madeleine Hinde, Yorgo Voyagis, Miguel Alejandro, Christian Roberts, Brian Blessed, Ian Hogg, Michael Gothard, George Innes.
-- Guión: James Clavell, basado en la novela de J.B. Pick.
-- Banda Sonora: John Barry.
-- "El último valle" en IMDb.
-- "El último valle" en la Wikipedia en inglés.
-- "El último valle" en el Blog dedicado al Cine Bélico e Histórico.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Los que conozcan la Historia Universal del Universo únicamente por el material made-in-Hollywood, se sorprenderán grandemente al enterarse de que entre el Imperio Romano y la Era del Vapor pasaron algunas cositas entre medio, que la Edad Media fue algo más que Robin Hood, y la Modernidad algo más que los Tres Mosqueteros. Uno de esos episodios duró nada menos que... ¡¡¡TREINTA AÑOS!!! ...y de manera muy apropiada, por aquello de la mnemotecnia, se lo llamó la Guerra de los Treinta Años, mira tú que iban a esforzarse buscando nombres. Para que nos situemos: la Guerra de los Treinta Años fue una guerra de religión en donde los muy beatos y amantes católicos se masacraron mutuamente con los también muy beatos y amantes protestantes, porque unos creían que Dios era bondad y los otros que Dios era amor (lástima que aún no nacía Nietzsche para enseñarles que Dios ha muerto...). Claro que a veces la guerra tenía su punto de enrevesado: el católico Papa aliado con el católico Cardenal Richelieu (sí, el malo de los Tres Mosqueteros) que a su vez, para destruir a la católica Austria, arrojó sobre ella a los protestantes del Palatinado, de Dinamarca y de Suecia, antes de entrar él mismo en guerra con Austria y con la católica España. Pero en fin, vayamos a la peli, mejor. Todo empieza con un profesor que ronda por puruntuay, que le pide ayuda a los campesinos, pero como éstos se mueren de hambre, y maldita la gracia que les hace una boca más que alimentar, le echan. Dios recompensa su caridad haciendo que un piquete de soldados aparezca y los masacre. El profesor huye y huye, y ¡sorpresa!, descubre un valle que no ha sido tocado aún por la guerra. El problema es que el valle es también descubierto por una banda de mercenarios. La cosa podría acabar en saqueo y rapiña, pero el profesor convence al Capitán (así, con mayúsculas, en ningún minuto se lo identifica por nombre, apellido, o algo distinto a su rango militar) de que en vez de saquearlo, es más productivo instalarse como fuerza militar de ocupación, convencer a los nativos de que defenderán el valle contra amenazas externas iguales a la suya propia, y todo por el módico precio de peinarse los pendejos por todo un invierno a costa de las vituallas de sus recién ganados protegidos (los gatos no somos los únicos que sabemos lamernos bien las bolas una temporadita entera). La idea es buena, pero habrá algunos problemas. Lo relativo a los símbolos de fe, por ejemplo, que en la banda de mercenarios hay católicos y protestantes, y estos últimos están un poco fuera de su agua en una aldea tan ultramontana (en sentido geográfico y también religioso) como la que ahora moran. O lo relativo al, ehm, desfogue carnal. O las ansias del terrateniente del lugar para deshacerse de ellos a la primera de cambio. O el sacerdote amenazando cada dos por tres con las penas del infierno a todos los que no cumplan su reverendo capricho, que por casualidades del destino, misteriosos son los caminos del Señor, también es el capricho divino, miren qué conveniente. Con todos esos mimbres, vamos a ver al final cómo sale tejido el cesto...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
A rebufo del grande espectáculo a la Hollywood, que entre los '50s y los '60s les dio por el the biggest the best y nos atronó con Cides, Benhures, Reyesdereyes y etcétera, el cine británico mantuvo la compostura señorial alejada de la vulgaridad midwest de su revoltosa progenie americana, y produjo un puñado de muy buenas pelis históricas: "El león en invierno", "Ana de los mil días", el "Ricardo III" de 1955, "Un hombre de dos reinos"... Más modestas en presupuesto que sus compañeras estadounidenses, eran también menos estridentes y épicas, más centradas en las ideas y en lo intelectual. ¡A tanto llegó esta moda, que en el otoñal 1970 se permitieron el lujo de hacer una peli ambientada en un escenario tan poco recurrido fílmicamente como es la Guerra de los Treinta Años! Bueno, no es casualidad que esta guerra no sea muy tocada por el cine. Al cine épico le gustan los héroes con los cuales el espectador pueda identificarse (y llenar las arcas, claro, si es negocio a fin de cuentas), y es difícil ver en psychos joputas como Wallenstein, militares interruptus como Gustavo Adolfo II de Suecia (el mismo del Vasa, el coitus interruptus de la arquitectura naval), o maquiavelos como Richelieu, un modelo de heroísmo con el que llenar salas. Pero como existía una novela previa, y muy miserable tiene que ser la novela escrita en el mundo anglosajón (o muy aprensivo su titular de droit d'auteur) que no tenga siquiera su serie B, había camino libre para realizar esta peli. Hecha con espíritu de cine histórico sesentero aunque ya estábamos entrando en la década de 1970. Pero bien hecha. Con toda la pachorra británica para hacer cine que piense. De hecho, luego de verla me quedé pensando en por qué no ha tenido mayor difusión. Hay pelis consideradas clásicas y canónicas del cine histórico que tienen mucha menor enjundia que ésta. Quizás tenga algo que ver su filosofía de "contra blancos y negros", porque ni católicos ni protestantes quedan bien parados. Haciendo memoria, no recuerdo haber visto en TCM Classic pelis que sean demasiado críticas con la religión (todo lo contrario, si es que exhiben "Rey de reyes" hasta fuera de temporada religiosa...).
¿POR QUÉ VERLA?
-- Esta peli es un más que vigoroso ataque contra la religión organizada. La Guerra de los Treinta Años fue uno de los peores y más vergonzosos episodios de fanatismo religioso que se recuerden. En la época, la Iglesia Católica, tridentina y ultramontana a decir basta en esos años, condenó a arresto domiciliario perpetuo a Galileo Galilei y despidió a todos músicos casados de sus capillas (no es chiste, el único que se salvó fue Palestrina porque era... ¡¡¡PALESTRINA, DEMONIOS!!!). En el campo protestante no lo hacían mejor, quemando iglesias y altares a destajo por su prurito iconoclasta (bueno, tienen razón, a mí eso de que la veneración a las estatuas de la Virgen no es adoración sino "hiperdulía", como rezan los teólogos, me huele a más a pirueta lingüística que a otra cosa). Y ambos lados quemaban brujas con toda felicidad (la madre del astrónomo Johannes Kepler, en esos años, estuvo a punto de carbón para hoguera). La peli aprovecha bien ese contexto, en que nadie puede decir "¡oigan, se están pasando de anticlericales!" porque de verdad las cosas eran así en esos años, para fustigar a la religión como fuente de odio, miseria, fanatismo e ignorancia para el pueblo. Vemos a un sacerdote católico convencido de que tiene poder sobre la vida y la muerte porque Cristo mismo le ha hablado (¿dónde quedó eso de que no hay que ser soberbio por la vida?), y por tensar demasiado la cuerda es que acaba como acaba. Vemos a un padre de familia que está dispuesto a vender a su hija como prostituta para los soldados (¿vender, dije? ¡Regalar, en verdad!) a cambio de una indulgencia plenaria por los pecados de la chica, y como dice él con toda la ingenuidad del mundo: "¿qué padre no querría la salvación eterna para su hija?". Vemos el odio entre católicos y protestantes por cuestiones tan baladíes como un altar puesto más allá o más acá, o una iglesia más o menos plantada en el lugar. El cine en general no es demasiado valiente para denunciar los males de la religión porque los grandes productores temen no el infierno, claro está, sino que los grupos religiosos hagan boicot contra sus productos, y en ese sentido, es encomiable que una peli como ésta aproveche tan a cabalidad el contexto histórico en que se sitúa, para poner certeramente el dedo en la llaga sobre las enormes calamidades que las religiones organizadas, con su sicótica pretensión de poseer la verdad y las llaves de toda posible salvación humana, han desatado en sus peores días contra el mundo.
-- La peli es también un complejo desarrollo de cómo funciona la mecánica del poder. En la aldea, el poder está claramente en manos del terrateniente y el sacerdote. Llega la banda mercenaria, y ésta tiene la opción de arrasar la aldea (pan para hoy, hambre para mañana) o de enseñorearse sobre ella con la fuerza de las armas y la bendición de los poderes establecidos. Escogen la segunda alternativa, y nuestros novi homines empiezan todo un complicado juego de componendas políticas. El terrateniente y el sacerdote, maldita sea si tienen que ceder cuotas de poder a estos brutos recién bajados del caballo, pero qué remedio, así viene la mano y con ella hay que blufear. El juego del poder nunca es simple, siempre hay demasiadas manos codiciando el pastel, y eso en la peli es transparentemente claro. La voz de la razón aquí viene siendo el profesor, pero incluso él es un personaje débil, un tanto timorato, y que por no tener dinero (como el terrateniente), armas (como el Capitán) o influencia moral (como el sacerdote), no puede hacer absolutamente nada por sí mismo. Y el Capitán, el otro gran coprota de la peli, el que a ratos se gana toda nuestra simpatía, en realidad no es exactamente un pan de Dios. De hecho, llegadas las circunstancias puede ser más que un joputa, exactamente igual que todos los demás. Por decirlo con más rudeza: en esta peli no hay buenos. Sólo hay gente que se las compone para subir o mantenerse arriba de la rueda, y gente que es aplastada por ella. Punto. Como en la vida real, miren ustedes.
-- ¿Hace cuánto que no veía una peli con tan buenos diálogos como ésta? Hay pelis que de tarde en tarde saltan con alguna línea ingeniosa, o peor, tratan de crearse una línea ingeniosa y meterla machaconamente para darse un barniz intelectualoide (ahí tienen eso de "la vida es como una caja de chocolates..." en "Forrest Gump"). Pero pocas pelis tienen diálogos completos bien armados como ésta. Todo lo que dicen los personajes es inteligente (inteligentemente escrito, se entiende, que no todos los personajes son listos, en realidad). El guionista y director es James Clavell, que ya había escrito el guión de "La mosca" (la original de la que Cronenberg hizo después un remake, entendámonos), y ya había escrito/dirigido "El gran escape" y "Al maestro con cariño". Poco prolífico, pero contundente. Quizás sea ésta su obra fílmica más densamente intelectual, y en el territorio de los pesos pesados se defiende bastante bien.
-- Las actuaciones son más que estupendas, notables. Michael Caine es el Capitán, y alrededor suyo todo empalidece, haciendo muy empático a un personaje que es sobre el papel un tipo bribón y despreciable. Vogel, el profesor, viene interpretado por Omar Sharif, que actúa muy bien, pero se queda un poco corto frente a la maestría de Caine, además de que contratar a un actor de origen semita para interpretar a un profesor germano es un miscasting absoluto, por mucha caracterización que le echen. El terrateniente es Nigel Davenport, siempre reptiliano y sinuoso, mientras que Per Oscarsson se luce como el fanático sacerdote católico de la comunidad, siempre amenazando con el infierno y el castigo eterno y otras lindezas. Completan las damas, la siempre buenorra Florinda Bolkan como la amante del terrateniente que, nada más ver llegar al Capitán, se deslumbra por el brillo de las armaduras, y Madeleine Hinde como la virginal chica que pasa del simplón galán que la pretende, y se ve seducida por la inteligencia del profesor (aunque no la ayuda mucho que el guión desmejore tanto al profesor, pero en fin...).
-- Mencionemos por último la banda sonora, que abusa un tanto de los coros gregorianos, pero que tiene empuje épico allí donde corresponde, y compone un hermoso y simple tema romántico como contrapunto. El responsable es, quién lo diría (y no lo parece, en realidad), el buen John Barry, famoso por haberle dado soundtrack a y-tantas pelis Bond, desde "El satánico Doctor No" en adelante.
IDEAL PARA: Ver una peli con todas las credenciales para ser un clásico del cine, y relegada injustamente por ignotas razones al más infecto de los ostracismos.
VIDEOS.
-- El Capitán y el profesor hablan sobre Dios y la masacre de Magdeburgo [en inglés, subtítulos en francés].
-- La fe ciega contra la razón [en inglés, subtítulos en francés].
-- Dirección: James Clavell.
-- Actuación: Michael Caine, Omar Sharif, Florinda Bolkan, Nigel Davenport, Per Oscarsson, Arthur O'Connell, Madeleine Hinde, Yorgo Voyagis, Miguel Alejandro, Christian Roberts, Brian Blessed, Ian Hogg, Michael Gothard, George Innes.
-- Guión: James Clavell, basado en la novela de J.B. Pick.
-- Banda Sonora: John Barry.
-- "El último valle" en IMDb.
-- "El último valle" en la Wikipedia en inglés.
-- "El último valle" en el Blog dedicado al Cine Bélico e Histórico.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Los que conozcan la Historia Universal del Universo únicamente por el material made-in-Hollywood, se sorprenderán grandemente al enterarse de que entre el Imperio Romano y la Era del Vapor pasaron algunas cositas entre medio, que la Edad Media fue algo más que Robin Hood, y la Modernidad algo más que los Tres Mosqueteros. Uno de esos episodios duró nada menos que... ¡¡¡TREINTA AÑOS!!! ...y de manera muy apropiada, por aquello de la mnemotecnia, se lo llamó la Guerra de los Treinta Años, mira tú que iban a esforzarse buscando nombres. Para que nos situemos: la Guerra de los Treinta Años fue una guerra de religión en donde los muy beatos y amantes católicos se masacraron mutuamente con los también muy beatos y amantes protestantes, porque unos creían que Dios era bondad y los otros que Dios era amor (lástima que aún no nacía Nietzsche para enseñarles que Dios ha muerto...). Claro que a veces la guerra tenía su punto de enrevesado: el católico Papa aliado con el católico Cardenal Richelieu (sí, el malo de los Tres Mosqueteros) que a su vez, para destruir a la católica Austria, arrojó sobre ella a los protestantes del Palatinado, de Dinamarca y de Suecia, antes de entrar él mismo en guerra con Austria y con la católica España. Pero en fin, vayamos a la peli, mejor. Todo empieza con un profesor que ronda por puruntuay, que le pide ayuda a los campesinos, pero como éstos se mueren de hambre, y maldita la gracia que les hace una boca más que alimentar, le echan. Dios recompensa su caridad haciendo que un piquete de soldados aparezca y los masacre. El profesor huye y huye, y ¡sorpresa!, descubre un valle que no ha sido tocado aún por la guerra. El problema es que el valle es también descubierto por una banda de mercenarios. La cosa podría acabar en saqueo y rapiña, pero el profesor convence al Capitán (así, con mayúsculas, en ningún minuto se lo identifica por nombre, apellido, o algo distinto a su rango militar) de que en vez de saquearlo, es más productivo instalarse como fuerza militar de ocupación, convencer a los nativos de que defenderán el valle contra amenazas externas iguales a la suya propia, y todo por el módico precio de peinarse los pendejos por todo un invierno a costa de las vituallas de sus recién ganados protegidos (los gatos no somos los únicos que sabemos lamernos bien las bolas una temporadita entera). La idea es buena, pero habrá algunos problemas. Lo relativo a los símbolos de fe, por ejemplo, que en la banda de mercenarios hay católicos y protestantes, y estos últimos están un poco fuera de su agua en una aldea tan ultramontana (en sentido geográfico y también religioso) como la que ahora moran. O lo relativo al, ehm, desfogue carnal. O las ansias del terrateniente del lugar para deshacerse de ellos a la primera de cambio. O el sacerdote amenazando cada dos por tres con las penas del infierno a todos los que no cumplan su reverendo capricho, que por casualidades del destino, misteriosos son los caminos del Señor, también es el capricho divino, miren qué conveniente. Con todos esos mimbres, vamos a ver al final cómo sale tejido el cesto...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
A rebufo del grande espectáculo a la Hollywood, que entre los '50s y los '60s les dio por el the biggest the best y nos atronó con Cides, Benhures, Reyesdereyes y etcétera, el cine británico mantuvo la compostura señorial alejada de la vulgaridad midwest de su revoltosa progenie americana, y produjo un puñado de muy buenas pelis históricas: "El león en invierno", "Ana de los mil días", el "Ricardo III" de 1955, "Un hombre de dos reinos"... Más modestas en presupuesto que sus compañeras estadounidenses, eran también menos estridentes y épicas, más centradas en las ideas y en lo intelectual. ¡A tanto llegó esta moda, que en el otoñal 1970 se permitieron el lujo de hacer una peli ambientada en un escenario tan poco recurrido fílmicamente como es la Guerra de los Treinta Años! Bueno, no es casualidad que esta guerra no sea muy tocada por el cine. Al cine épico le gustan los héroes con los cuales el espectador pueda identificarse (y llenar las arcas, claro, si es negocio a fin de cuentas), y es difícil ver en psychos joputas como Wallenstein, militares interruptus como Gustavo Adolfo II de Suecia (el mismo del Vasa, el coitus interruptus de la arquitectura naval), o maquiavelos como Richelieu, un modelo de heroísmo con el que llenar salas. Pero como existía una novela previa, y muy miserable tiene que ser la novela escrita en el mundo anglosajón (o muy aprensivo su titular de droit d'auteur) que no tenga siquiera su serie B, había camino libre para realizar esta peli. Hecha con espíritu de cine histórico sesentero aunque ya estábamos entrando en la década de 1970. Pero bien hecha. Con toda la pachorra británica para hacer cine que piense. De hecho, luego de verla me quedé pensando en por qué no ha tenido mayor difusión. Hay pelis consideradas clásicas y canónicas del cine histórico que tienen mucha menor enjundia que ésta. Quizás tenga algo que ver su filosofía de "contra blancos y negros", porque ni católicos ni protestantes quedan bien parados. Haciendo memoria, no recuerdo haber visto en TCM Classic pelis que sean demasiado críticas con la religión (todo lo contrario, si es que exhiben "Rey de reyes" hasta fuera de temporada religiosa...).
¿POR QUÉ VERLA?
-- Esta peli es un más que vigoroso ataque contra la religión organizada. La Guerra de los Treinta Años fue uno de los peores y más vergonzosos episodios de fanatismo religioso que se recuerden. En la época, la Iglesia Católica, tridentina y ultramontana a decir basta en esos años, condenó a arresto domiciliario perpetuo a Galileo Galilei y despidió a todos músicos casados de sus capillas (no es chiste, el único que se salvó fue Palestrina porque era... ¡¡¡PALESTRINA, DEMONIOS!!!). En el campo protestante no lo hacían mejor, quemando iglesias y altares a destajo por su prurito iconoclasta (bueno, tienen razón, a mí eso de que la veneración a las estatuas de la Virgen no es adoración sino "hiperdulía", como rezan los teólogos, me huele a más a pirueta lingüística que a otra cosa). Y ambos lados quemaban brujas con toda felicidad (la madre del astrónomo Johannes Kepler, en esos años, estuvo a punto de carbón para hoguera). La peli aprovecha bien ese contexto, en que nadie puede decir "¡oigan, se están pasando de anticlericales!" porque de verdad las cosas eran así en esos años, para fustigar a la religión como fuente de odio, miseria, fanatismo e ignorancia para el pueblo. Vemos a un sacerdote católico convencido de que tiene poder sobre la vida y la muerte porque Cristo mismo le ha hablado (¿dónde quedó eso de que no hay que ser soberbio por la vida?), y por tensar demasiado la cuerda es que acaba como acaba. Vemos a un padre de familia que está dispuesto a vender a su hija como prostituta para los soldados (¿vender, dije? ¡Regalar, en verdad!) a cambio de una indulgencia plenaria por los pecados de la chica, y como dice él con toda la ingenuidad del mundo: "¿qué padre no querría la salvación eterna para su hija?". Vemos el odio entre católicos y protestantes por cuestiones tan baladíes como un altar puesto más allá o más acá, o una iglesia más o menos plantada en el lugar. El cine en general no es demasiado valiente para denunciar los males de la religión porque los grandes productores temen no el infierno, claro está, sino que los grupos religiosos hagan boicot contra sus productos, y en ese sentido, es encomiable que una peli como ésta aproveche tan a cabalidad el contexto histórico en que se sitúa, para poner certeramente el dedo en la llaga sobre las enormes calamidades que las religiones organizadas, con su sicótica pretensión de poseer la verdad y las llaves de toda posible salvación humana, han desatado en sus peores días contra el mundo.
-- La peli es también un complejo desarrollo de cómo funciona la mecánica del poder. En la aldea, el poder está claramente en manos del terrateniente y el sacerdote. Llega la banda mercenaria, y ésta tiene la opción de arrasar la aldea (pan para hoy, hambre para mañana) o de enseñorearse sobre ella con la fuerza de las armas y la bendición de los poderes establecidos. Escogen la segunda alternativa, y nuestros novi homines empiezan todo un complicado juego de componendas políticas. El terrateniente y el sacerdote, maldita sea si tienen que ceder cuotas de poder a estos brutos recién bajados del caballo, pero qué remedio, así viene la mano y con ella hay que blufear. El juego del poder nunca es simple, siempre hay demasiadas manos codiciando el pastel, y eso en la peli es transparentemente claro. La voz de la razón aquí viene siendo el profesor, pero incluso él es un personaje débil, un tanto timorato, y que por no tener dinero (como el terrateniente), armas (como el Capitán) o influencia moral (como el sacerdote), no puede hacer absolutamente nada por sí mismo. Y el Capitán, el otro gran coprota de la peli, el que a ratos se gana toda nuestra simpatía, en realidad no es exactamente un pan de Dios. De hecho, llegadas las circunstancias puede ser más que un joputa, exactamente igual que todos los demás. Por decirlo con más rudeza: en esta peli no hay buenos. Sólo hay gente que se las compone para subir o mantenerse arriba de la rueda, y gente que es aplastada por ella. Punto. Como en la vida real, miren ustedes.
-- ¿Hace cuánto que no veía una peli con tan buenos diálogos como ésta? Hay pelis que de tarde en tarde saltan con alguna línea ingeniosa, o peor, tratan de crearse una línea ingeniosa y meterla machaconamente para darse un barniz intelectualoide (ahí tienen eso de "la vida es como una caja de chocolates..." en "Forrest Gump"). Pero pocas pelis tienen diálogos completos bien armados como ésta. Todo lo que dicen los personajes es inteligente (inteligentemente escrito, se entiende, que no todos los personajes son listos, en realidad). El guionista y director es James Clavell, que ya había escrito el guión de "La mosca" (la original de la que Cronenberg hizo después un remake, entendámonos), y ya había escrito/dirigido "El gran escape" y "Al maestro con cariño". Poco prolífico, pero contundente. Quizás sea ésta su obra fílmica más densamente intelectual, y en el territorio de los pesos pesados se defiende bastante bien.
-- Las actuaciones son más que estupendas, notables. Michael Caine es el Capitán, y alrededor suyo todo empalidece, haciendo muy empático a un personaje que es sobre el papel un tipo bribón y despreciable. Vogel, el profesor, viene interpretado por Omar Sharif, que actúa muy bien, pero se queda un poco corto frente a la maestría de Caine, además de que contratar a un actor de origen semita para interpretar a un profesor germano es un miscasting absoluto, por mucha caracterización que le echen. El terrateniente es Nigel Davenport, siempre reptiliano y sinuoso, mientras que Per Oscarsson se luce como el fanático sacerdote católico de la comunidad, siempre amenazando con el infierno y el castigo eterno y otras lindezas. Completan las damas, la siempre buenorra Florinda Bolkan como la amante del terrateniente que, nada más ver llegar al Capitán, se deslumbra por el brillo de las armaduras, y Madeleine Hinde como la virginal chica que pasa del simplón galán que la pretende, y se ve seducida por la inteligencia del profesor (aunque no la ayuda mucho que el guión desmejore tanto al profesor, pero en fin...).
-- Mencionemos por último la banda sonora, que abusa un tanto de los coros gregorianos, pero que tiene empuje épico allí donde corresponde, y compone un hermoso y simple tema romántico como contrapunto. El responsable es, quién lo diría (y no lo parece, en realidad), el buen John Barry, famoso por haberle dado soundtrack a y-tantas pelis Bond, desde "El satánico Doctor No" en adelante.
IDEAL PARA: Ver una peli con todas las credenciales para ser un clásico del cine, y relegada injustamente por ignotas razones al más infecto de los ostracismos.
VIDEOS.
-- El Capitán y el profesor hablan sobre Dios y la masacre de Magdeburgo [en inglés, subtítulos en francés].
-- La fe ciega contra la razón [en inglés, subtítulos en francés].
2 comentarios:
Buenas
Devolviendo la visita y de paso también felicitarte por tu blog. Lo he incluido en mi lista de "Blogs sobre cine" y he añadido un enlace a tu crítica en mi entrada dedicada a esta película.
Tampoco se muy bien porque esta película es tan desconocida. Es una coproducción entre los británicos y hollywood, y lo más curioso es que la distribuidora es Buena Vista, que pertenece al grupo Disney. En mi opinión no creo que se trate sólo del tema que trata y de su tono profundamente anti-religioso, sino que creo que hay otros factores que también pueden ser adicionados. Hay otras películas que también discuten sobre el mismo tema y aunque no sean yanquis no por ello no dejan de ser famosas (Me viene a la cabeza "El séptimo sello"), al menos en Europa y otros lares. Quizás también haya influido el hecho de que es una historia muy sombría y deprimente con poco lugar para la esperanza.
Un saludo
Ahí sí que el asunto se torna misterioso para mí. ¿Buena Vista distribuyó una peli completamente antirreligiosa? Y si lo hizo, ¿cómo es que sigue siendo una gran desconocida hoy en día? Quizás tengas razón, se trata simplemente de una peli demasiado deprimente para ser popular. Bueno, supongo que podemos añadir: es una peli para valientes... En fin.
Y he devuelto el enlace peli-a-peli, además de enlazar el blog en el blogroll.
Estamos aguardando el regreso. Saludos.
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