11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 20 de marzo de 2008

"Expiación, deseo y pecado" (2007).


-- "Atonement". Inglaterra / Francia. Año 2007.
-- Dirección: Joe Wright.
-- Actuación: Keira Knightley, James McAvoy, Saoirse Ronan, Romola Garai, Vanessa Redgrave, Harriet Walter, Patrick Kennedy, Brenda Blethyn, Juno Temple, Charlie von Simson, Felix von Simson, Jackson Quincey, Pierrot Quincey, Benedict Cumberbatch, Danny Mays.
-- Guión: Christopher Hampton, basado en la novela de Ian McEwan.
-- Banda Sonora: Dario Marianelli.

-- "Expiación, deseo y pecado" en IMDb.
-- "Expiación, deseo y pecado" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Inglaterra, 1935, la Era de las Pelis de Epoca. Estamos en una casa aristocrática, como corresponde a las pelis de época (¿cuántas pelis inglesas de época ha visto usted, que transcurran íntegramente en ambiente proleta...?). El dramatis personae cubre a la clásica familia bien, y al chulo sirviente que es pobre-pero-buen-chato (por una vez en la vida, no hay mayordomo a la vista). El chulo sirviente es hijo de la cocinera, que como buena madre proleta es querendona a tope con su hijillo, y además, con sentimientos de perfecta filantropía para con los mangoneados por el darwinismo social, el patrón le financiará los estudios de Medicina. Desgraciadamente, nadie ha previsto lo que el par de chicas de la casa hará. Porque existen dos pizpiretas hermanas, que miran al chico por encima del hombro, como al tipo de la baja al que le pagan los estudios, pero como todos sabemos y estas pelis sobre distinciones sociales nos enseñan, eso es sólo una careta porque ambas viven más que un poco perturbadoramente preocupadas de los ires y venires del individuo en cuestión. Sucede que la hermana mayor se saca la ropa y queda en paños menores, en público, delante del chico, y la hermana menor, que lo ve todo, se imagina lo más sucio de lo sucio. Y se queda callada, porque la chica es mimada, malpensada y una perfecta futura "¡Ay, no quiebro un huevo!". Pero esto desata una serie de desgraciadas coincidencias, que llevan a lo inevitable: la hermanita menor termina acusando al chico de haberle infligido a una visitante de la casa, lo que la beatería victoriana llamaba "una ofensa peor que la muerte", y todos los aristocratachos miran al pobrecillo tipo injustamente acusado con la mirada de censura stalinista de tipo "por Dios, cómo es posible, y nosotros que lo criamos de potrillo...", y las vidas de todos se separan. Los años pasan, estalla la Segunda Guerra Mundial, y en medio de la conflagración mundial del mundo, las vidas del triángulo amoroso pasteloso folletinesoso encontrarán finalmente su destino. O no.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

A comienzos del XXI, Ian McEwan es uno de los escritores más respetados dentro de la intelligentzia británica. Sobre sus virtudes como escritor no me cabe pronunciamiento, porque la verdad es que no he leído nunca nada suyo, ni tengo planes de hacerlo en un futuro cercano, porque cuando los eruditos en su torre de marfil dicen "¡eso es!", hay altísimas probabilidades de que eso no sea, y como los eruditos en su torre de marfil dicen "¡eso es!" de Ian McEwan, pues bien, por puro criterio probabilístico... Es lo que llamo el Síndrome Bacon: durante todo el XVI, Galileo Galilei desarrolló el método científico, junto con otra parvada de esforzados científicos, y luego de que todo el campito estuvo abonado, llegó Francis Bacon, dijo "¡yo inventé el método científico y le dije a los científicos como debían trabajar!", y pasó a la historia el muy cretino, pasando por gran agricultor mostrando cosechas que otros araron, sembraron, regaron, abonaron, cosecharon y llevaron al mercado para vender. Bueh, a lo mejor Ian McEwan es un gran escritor, y me lo estoy perdiendo por prejuicioso, vaya uno a saber, pero a veces, entre tantos pecadores más de algún justo termina pagando. Pero en fin, de regreso en la obra. Según he leído en reseñas por aquí y por allá, McEwan es muy alabado por escribir obras muuuuuu profundas, que exploran grandes personajes con soberbias construcciones literarias. Quizás sí, quizás no. Lo cierto es que con esas cartulinas se pueden fabricar afiches de propaganda, así es que cuando salió a la venta su novela "Expiación", hubo ruido de sables respecto de una pronta adaptación cinematográfica. Después de todo, la historia tenía varios materiales vendibles: aristocracia británica (el material con que se confeccionan las estiradetes pelis inglesas de toda la vida), historia de época, tema sexual de por medio (pero bien reprimidito, para no darle suponcio a las veteranas esposas de los veteranos críticos de cine de toda la vida), la Segunda Guerra Mundial (mola para el trailer, ¿no?), y un final con un retortijón para dejar contento a los intelectualófagos de toda la vida (claro que para vueltas de tuerca como ésa, mejor véanse cualquier adaptación fílmica de Philip K. Dick, y esto, a dar por el ya-saben-dónde). Y para hacer más calada la sandía, llamaron a la dupla de oro conformada por el director Joe Wright y la actriz Keira Knightley, que ya se había cubierto de gloria con "Orgullo y prejuicio". El problema es que Ian McEwan, presumiblemente ávido de dinamitar su propio sitial intelectualoide en un gesto de titánico autodesprecio artístico, decidió que él sería el productor de la peli, para que fuera adaptada como corresponde, lo que muy probablemente se haya traducido en "igualita a la novela", lo que siempre es un casus belli contra la platea: aquello que funciona en lo literario, no siempre funciona en lo fílmico (registros distintos, ¿vale?), y pretender una adaptación literal de una obra literaria al cine es una imposibilidad ontológica (¡hey, pude meter la palabra "ontológico"! Ahora sí que paso por cultureta). Y así es como nos fue...

¿POR QUÉ VERLA?

-- En general, tiene todos los elementos propios del cine "de época", incluso bastante by the book. O sea, ambientaciones suntuosas, vestidos amplios, grandes escenarios, etcétera. Si eres la clase de persona que alucina con esos elementos, pues aquí estás en tu salsa. Aunque por otra parte, digámoslo desde ya, también el apartado visual de "El paciente inglés" era deslumbrante, y miren ustedes qué anémica resultó ser la peli... No ayudan tampoco los alargues de la peli (hubieran podido recortar harto de la guerra, y no hubiéramos perdido demasiado, incluso la peli hubiera sido más ágil), ni tampoco los ridículos alardes audiovisuales (ese plano secuencia en una sola toma de 10-y-algos minutos de duración en Dunquerque carecía de toda finalidad narrativa, como no sea el puro y simple exhibicionismo "babéense y dénme el Oscar"). Pero en fin, saltando esas muestras de megalomanía narrativa, tenemos una peli solvente desde el punto de vista audiovisual, y eso siempre se agradece, aunque sea porque peor nos va cuando tenemos que ver un telefilme "de época"; esta solvencia audiovisual, a ratos, consigue incluso que superemos lo desprolijo del guión, que a veces pareciera tratarse de tal personaje, para enterarnos después de que no era sobre ese personaje sino sobre ese otro, y después nos enteramos que tampoco era sobre ese otro sino un tercero, y entonces para qué nos gastamos tanto con los otros dos primeros personajes si no se trataba de ellos el asunto, y... Bueh, me estoy alargando, así es que pasemos a otra cosa, mejor.

-- El nivel de las actuaciones en general es bueno, incluso superlativo. Saoirse Ronan se ha acaparado todos los elogios, e incluso consigue imponerse fácilmente sobre Keira Knightley, lo que es decir, porque la Knightley entrega una buena interpretación como suele ser su costumbre (bueno, casi siempre, y es que no quiero acordarme de "Piratas del Caribe 3"...). Pero esta peli cae en una trampa. Hay tres actrices interpretando a la hermana menor desde su temprana y repipi niñez hasta su enfermiza (y no sólo en sentido físico) ancianidad, y aunque las tres la rompen cada una por su cuenta, no parecieran querer ponerse de acuerdo para ser el mismo personaje. Uno suele aceptar que en una peli, un mismo personaje sea interpretado por dos o tres actores cuando hay que mostrarlo en varias etapas de su vida, pero por lo general, se trata de flashbacks o flashfowards, y en todo caso la evolución del personaje simplemente no era tan trascendente como la historia, y de ahí que uno no sea tan exigente y se autoescamotee que River Phoenix tenía un parecido más bien light con Harrison Ford en "Indiana Jones y la última cruzada". Pero aquí se trata del personaje, y para colmo, es una de esas pelis de "los gestos y silencios valen tanto como las palabras y la acción", así es que cada gesto que es propio de cada actriz, y que es diferente de las otras dos, se nota aún más. Cada una de las tres interpreta al mismo personaje, la hermana menor (Saoirse Ronan de chica, Romola Garai de adulta, y Vanessa Redgrave de anciana), pero cada una lo interpreta a su manera, y las sutilezas actorales entre una y otra se notan, y no es cosa de achacarlo al "el personaje evolucionó con los años", porque una cosa es la evolución psicológica, y otra cosa son los tics gestuales que las personas cargan a veces por toda la vida. Pero en fin, olvidando ese detalle, las tres se llevan la palma, cada una corriendo en su propia dirección, pero se la llevan... (Según rumores, habrían usado las tres un entrenador para que la manera de hablar de las tres fuera similar... bueno hubiera sido usar otro entrenador para ponerlas de acuerdo en los gestos de cada una).

-- Mención especial para la banda sonora. No es nada que no se haya escuchado en otra parte, en principio (ya sabemos: violines, piano...), pero en algunos pasajes, se ve complementada con el ruido de una máquina de escribir marcando el ritmo, algo muy apropiado considerando que el personaje central de la peli es una escritora, un pequeño toque de genialidad dentro de una peli más bien convencional y sin grandes sorpresas.

-- El giro final le da un buen sentido a la peli, y le perdonamos muchos de sus exhabruptos narrativos a cambio de esa vuelta de tuerca final. Sin embargo, debemos ser indulgentes. Quizás Ian McEwan creyó haber descubierto algo muuuuuu profundo, muy trascendente o muy significativo en el final que encontró para la peli. Pero si hubiera leído a Philip K. Dick, o "Niebla" de Miguel de Unamuno, o hubiera visto "Más extraño que la ficción", se habría dado cuenta que lo suyo no es sino una variante de algo muy viejo y muy visto (o a lo mejor los leyó y los vio, pero se hizo el desentendido, para no dispararse en la base de su pedestal de estrellita intelectualoide british, vaya uno a saber...). Lo peor es que hay gente que lee o ve estas cosas, y dicen de buena fe, partiendo de su propia ignorancia, "¡Oh, sí, inventó la rueda!", cuando ella ya estaba de largo inventada en nuestro sufrido e intelectualoidetizado mundo...

IDEAL PARA: Público adorador de las pelis de época con un delicado barniz intelectualoide.

2 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Interesante crítica de uno de los films que más prometían para llevarse los Oscar aunque se haya quedado con las manos vacías. Saludos!

General Gato dijo...

Bueno, bueno, mis lectores habituales habrán reparado en que tengo una opinión bastante displiscente con respecto a los Oscares. Y es que si bien alguna vez se supone que premiaban lo más granado y mejor del cine hollywoodense, ahora están entrampados en lo políticamente correcto y las maquinarias corporativas. En fin, quizás "Expiación" hubiera sido carne de Oscar hace algunos años atrás, incluso en los '90s, pero parece que hoy por hoy, los vientos políticos soplan en otra dirección. En fin, el mundo es como es...

Saludos.

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