-- Dirección: Robert Redford.
-- Actuación: Robert Redford, Shia LaBeouf, Julie Christie, Susan Sarandon, Nick Nolte, Chris Cooper, Terrence Howard, Stanley Tucci, Richard Jenkins, Anna Kendrick, Brendan Gleeson, Brit Marling, Sam Elliott, Stephen Root, Jackie Evancho.
-- Guión: Lem Dobbs, basado en la novela de Neil Gordon.
-- Banda Sonora: Cliff Martinez.
-- "La ley del silencio" en IMDb.
-- "La ley del silencio" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Los '60s. Rome is burning, son... Bueno, no Roma, Estados Unidos. Vietnam. La guerra que nadie quería, salvo el complejo industrial militar. En medio de todo eso surgieron grupos activistas que empezaron a practicar TERRORISMO en Estados Unidos. Salto en el tiempo, como medio siglo (joer, cómo pasa el tiempo). Una fulana de ésas está a punto de entregarse, cuando, sorpresa, van y la arrestan. Aparte de la repercusión mediática y too, dos tipejos (uno de ellos Robert Redford himself, así es que intuimos que esto es IMPORTANTE) van y hablan sobre las cosas. Oye, anda y defiéndela ya que eres abogao. El otro no, que no, que no soy bueno en esas causas, etc. Mientras tanto, un periodista joven afronta la clásica escena "bronca del jefe" porque no ha dao el golpe noticioso etc. Y qué hace el periodista. Como ha tenío una follamiga en el FBI, va y le hace un par de preguntas (hmmm... ahora que lo pienso...), y a ella se le va la lengua con un nombre. El periodista sigue la pista (Shia LaBeouf, tratando de mantenerse vigente, y su cara en esta peli lo denota), y llega por supuesto hasta el Redford. El abogao, como buen abogao, se ve que se conoce todos los trucos del oficio, y hace finta maestra tras finta maestra. Pero el periodista, erre con erre que ahí hay algo, y se pone a investigar todavía más profundo. Y de pronto, porque es más listo que el hambre el jodío, le cae la teja. ¡El abogao en realidad está usando un nombre falso! ¡Y bajo su verdadera identidad, ÉL TAMBIÉN ERA UNO DE LOS TERRORISTAS QUE ESTABA METÍO EN EL AJO! Ahora, la cacería del hombre por el hombre, tanto por parte del periodista tratando de encontrar la verdad como por parte del FBI ávido de mandarse el golpe noticioso de la semana, ha comenzado, todo mientras nadie se figura qué está planeando en realidad el Robert Redford. ¡¡¡PORQUE LOS '60S NUNCA MORIRÁN!!! Bueno, mientras haya alguien vivo de los '60s, eso es. Que los Testigos decían algo sobre 1914, pero ahora están de lo más callao el piojo respecto del tema...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
En el Jurásico del cine, por allá por los '60s y '70s, hubo una época en donde el cine... ¡no sólo era entretención! ¡No sólo eran robots gigantes golpeándose hasta la muerte! ¡No sólo eran aburridísimas tomas interminables made in Corea, Japón o Irán! ¡No era hipster! Figúrense que se rodaba cine... ¡con contenido político! ¡De crítica social! Uno de los dinosaurios de aquella época es Robert Redford, que en sus tiempos fue el galanazo que hizo mojarse las br... er... suspirar a todas las doncellas de aquel tiempo, sí, eso es. Con el paso del tiempo, Robert Redford en vez de comprometerse y tal, se ha ido por una senda independiente, e incluso le dio para fundar el Festival de Sundance, caso claro de cómo las mejores intenciones pueden pervertirse, como que lo que partió para financiar el cine independiente se terminó transformando en una cueva de gafapastas y hipsters que hace de la etiqueta "GANADORA DEL FESTIVAL DE SUNDANCE" un de-lejitos-te-veo de marca mayor a la hora de ir a ver una peli (bueno, hay criaturas que no, criaturas que van igual, e incluso se sienten atraídos por la etiqueta, pero habrán notado que utilicé la palabra "criatura" en vez de "gente de bien"). Como decíamos, Robert Redford no se ha domesticado exactamente. Algo se debe haber adocenado con los años, por supuesto (la vejez no perdona, y el hombre ya lleva TRES CUARTOS DE SIGLO caminando sobre la Tierra, y contando), y además, aunque sus pelis no son mastodontes de 200 millones de presupuesto, aún así no se las financian los grandes estudios con la mano abierta porque 1.- No tienen explosiones molonas, y 2.- Esa cosa medio política de criticar al sistema o, peor aún, hacer pensar, como que ahuyenta a las audiencias del cine. Después de un par de intentos de hacer un poco de cine más comercial pero "con substancia", de donde salieron "El hombre que le susurraba a los caballos" y "La leyenda de Bagger Vance", se tiró de cabeza otra vez al cine político actualizándose a Irak y Afganistán con "Leones por corderos", y luego metiéndose a las patas de los caballos acerca de la conspiración contra Abraham Lincoln en "El conspirador". Y ahora vuelve con una peli en donde hace su ajuste de cuentas peculiar con los '60s. Su reflexión personal acerca de hacia dónde se fueron los sueños, y en qué están esos sueños ahora. Con críticas mezcladas, y peor aún... con menos de 20 millones de dólares de recaudación. Huele a fracaso comercial en toda regla. Es lo que pasa cuando te metes con temas peliagudos que hagan que se te atragante el popcorn en la garganta, dentro de la sala del cine. Apréndele a Kenneth Branagh, Redford, que el hombre primero se fue a la segura con Shakespeare (la opción cultureta clásica en particular porque salvo por "Anónimo", escenificar a Shakespeare siempre resulta de lo más seguro y aséptico) y luego se prestó para dirigir "Thor". Bueno, quizás aprendió. No en balde, Redford de manera sorpresiva va a estar en "Capitán América: Soldado de invierno". Sospecho que para tomar el sueldo y financiar alguna otra peli, porque de otra manera no se explica. Las cosas que hay que hacer dentro del sistema, para seguir protestando contra el sistema.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Partamos desde la base. Como thriller, "La ley del silencio" es algo débil, no porque le falte tensión dramática, sino porque el guión y la trama en general no termina de encajar bien (el plan del Redford para salir avante es cuando menos un tanto absurdo, y al final todo se arregla de una manera un tanto facilona, quizás demasiado). Si quieres ver un percutante thriller político, pierdes tu tiempo aquí. Pero lo que la peli pierde por ese lado, lo gana por el otro, por lo que pareciera ser el verdadero interés de Redford, un tipo no tan entusiasmado por contar historias como por predicar desde el púlpito (detallito que hizo de "Leones por corderos", peli bastante estimable en algunos respectos, quedar algo débil en otros). Porque el fondo de esta peli son algunas preguntas muy incómodas. ¿Qué pasó con la gente que en los '60s iba a cambiar el mundo? ¿Es cierto que al final el pragmatismo termina por devorar al idealismo? ¿Siguen vigentes los valores y el espíritu de los '60s hoy en día? ¿Ayudó a cambiar el mundo, a hacerlo un poquito mejor? La peli es bastante crítica de la sociedad americana actual, en varios detalles. Buena parte del follón que se arma es provocado (no se muestra de manera TAN directa, pero transpira la peli entera) por una prensa ávida de crear un circo mediático sobre LOS TERRORISTAS, más unos burócratas del FBI felices de DEFENDER LA PATRIA, LA LIBERTAD Y EL AMERICAN WAY OF LIFE. Los idealistas de los '60s que vemos en la peli cometieron un error (un error serio, admitámoslo, se cargaron a un guardia padre de familia durante un atraco bancario), pero medio siglo después, no hay perdón ni olvido para ellos, y deben seguir viviendo en la clandestinidad. Pero no se crea que la peli es partidista. Por supuesto que los héroes con aura romántica son los rebeldes idealistas, pero no se ahorra tampoco algunos palos. La peli deja bien en claro que lo del asalto bancario fue un error, que cruzaron una línea que no deberían haber cruzado, y que en definitiva al entregarse a una actividad criminal, terminaron siendo quizás tan criminales como los genocidas que atacaron a Vietnam, no en lo cuantitativo pero sí en lo cualitativo. El personaje de Redford aquí es la voz de la razón, de la cordura, de la moderación. Aunque su personaje tiene un regusto amargo. Creció, maduró. Se ajustó al sistema, incluso consiguió hacerse parte de una profesión tan acrítica y platelminta como la abogacía. En cierta medida, su personaje es la voz de la cordura en parte porque terminó traicionando los ideales que defendía. De todas maneras, la peli tiene el buen gusto de dejar que cada uno saque sus propias conclusiones, a partir de una amplia paleta en donde no vemos blancos y negros, sino toda una vasta gama de grises, un océano en donde las decisiones éticas nunca son fáciles. La peli no intenta ofrecernos soluciones. Se permite una salida honorable para el prota, pero a título de cruzada y recompensa personal, no un triunfo para la causa, para ninguna causa, ni la de la sociedad ni la de los rebeldes de los '60s. Quizás porque al final del día, cambiar a la sociedad entera es difícil, y lo que quedan son las cruzadas individuales. Y en este punto el cine se cruza con el cineasta y su propia cruzada personal por cambiar el mundo pasito a pasito, o al menos mantener algo, lo mejor, de los ideales de los '60s, siquiera la capacidad de esa época para cuestionar un par de verdades establecidas y atreverse a proponer algo diferente. En definitiva, hemos visto no tanto una peli como un discurso político, pero uno hilvanado con mesura y moderación, sin excesos, sin cargar las tintas. Y esa clase de cine hecha para pensar un poquito después de que han pasado los créditos, en vez del panfleto bruto facistoide de la sala de al lado con muchos robots alienígenas invasores explotando porque SON LOS MALOS Y PUNTO, siempre se agradece. Los pocos humanos y gatos que estamos dispuestos a darle uso a las neuronas, por lo menos.
IDEAL PARA: Ver una interesante reflexión sobre el valor y los límites del idealismo.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, subtítulos en español].
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