11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 17 de enero de 2008

"Leones por corderos" (2007).


-- "Lions for Lambs". Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Robert Redford.
-- Actuación: Robert Redford, Meryl Streep, Tom Cruise, Michael Peña, Andrew Garfield, Peter Berg, Kevin Dunn, Derek Luke.
-- Guión: Matthew Michael Carnahan.
-- Banda Sonora: Mark Isham.

-- "Leones por corderos" en IMDb.
-- "Leones por corderos" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Más o menos al mismo tiempo en diversas partes del mundo (o sea, de noche en Afganistán, casi al mediodía en Washington y empezando la jornada académica universitaria en California), se entrelazan los destinos de varios personajes, porque la Guerra Contra El Terror es tan planetarik que no puede ser contada sino en ese molde ciclópeo que se llama "película coral". En California vemos como un impecable profesor universitario, de los que apestan a doctorado, cita a un estudiante universitario a su oficina, para tener una amena charla sobre lo clásico: qué te inspira en la vida, dónde estás parado, por qué antes tenías tanto interés en mis bellas y apolíneas clases y ahora ya no asistes a ellas; y en el mejor plan "El Conde Lucanor", le cuenta al discípulo desmotivado la historia de dos alumnos que, enardecidos con la retórica incendiaria del profesorcito, deciden ir a enrolarse para pelear en Afganistán. En Washington, de manera paralela, vemos como un prominente congresista, llamado ocho años atrás "la joven y brillante chulopromesa del Partido" (el Partido Republicano, se entiende), le confiere una gran entrevista de nada menos que una hora, y sin las tiburonadas de un asistente de prensa vetando preguntas, a una periodista liberaloide que otrora contribuyó a propulsar su carrera; y en esta entrevista detalla como el Gobierno tiene un brand new plan para derrotar, ¡por fin!, al Terror (si el Terror fuera derrotable, no tendríamos una decena de Pesadillas o de Martes 13, genios...). Y en Afganistán, vemos a los dos soldados que antaño iban a las lecciones del profe universitario de California que ya vimos, siendo enviados a la ordalía militar según el nuevo plan promovido por el congresista republicano al que también ya vimos, y que está siendo cómodamente entrevistado en su oficina con aire acondicionado, en Washington. Al cabo de aproximadamente una hora, los destinos de estos tres grupos humanos habrán quedado decididos. O algo así. Y nosotros seguiremos adelante, supongo, preguntándonos cómo es que todos los controles democráticos fallaron para darle el poder a un... a un... a un... Bueno, a George W. Bush.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Desde que el 11-S, un puñado de jihadistas precipitaron abajo dos grandes torres gemelosas en los Estados Juntos de América, las cosas ya no volvieron a ser iguales. Porque de pronto ese mundo postPerestroika, postMuro-de-Berlín, en que todos éramos amigotes y podíamos sentarnos en el club a decidir cómo iba marchando el mundo, se fue para siempre. Desde el 11-S, el mundo se dividió, una vez más, entre amigos y enemigos. Amigos son los que acatan la Voluntad y los Mandatos del Unico Dios, Nuestra Deidad Suprema el dios totémico Aguila Calva. Enemigos son todos los que se niegan a llevar ofrendas al altar del Unico Dios, Nuestra Deidad Suprema el dios totémico Aguila Calva. A los amigos se los explota calladamente, y ellos deben estar agradecidos de pagar tributo por su propia protección (política Mafia, al mejor estilo "Los Intocables", que la llaman); a los enemigos, como los herejes impíos e idólatras que son, debe perseguírseles, acorralárseles, y ya que las hogueras están pasadas de moda, llevar a cabo campañas de asesinato de imagen o de bombardeo con bombas inteligentes, según sean yankiboys o chicos de la barriada del planeta. Desgraciadamente para los neocon que promovieron esta visión del mundo, que sería peregrina de no ser por la cantidad de muertos de las que con sus ideas fascistas son directamente responsables como criminales y genocidas, el Aguila Calva resultó ser un dios no demasiado poderoso, y sus alas no pudieron cubrir a sus boys en Irak y Afganistán. Llegó entonces la hora en que el pueblo yanki descubrió que a lo mejor, tímidamente, podía protestar, y surgió la oposición silenciosa contra el gobierno. Silenciosa porque está en las encuestas del 2007, en las cuales George W. Bush es un cadáver político, o mejor dicho un zombie político, pero aún así, nadie se atreve a tirar piedras en su contra... o ir al cine a ver esas películas que de tanto criticar al Gobierno, también critican a los Estados Agrupados de América, y ¡ah, no! eso sí que no...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Primera prevención: estamos frente a un tipo de cine muy especial. Esta es una peli de cine político. Recordemos que el cine político tiene una larga tradición en Hollywood ("Sacco y Vanzetti", "Todos los hombres del Presidente", el cine de Oliver Stone, etcétera). El cine político es, por definición, tendencioso, porque su primera pretensión no es realizar grandes obras maestras del arte (aunque incidentalmente puedan serlo), sino servir de vehículo para un determinado mensaje de fondo. Quizás por eso en los '90s se vino abajo; un tipo de cine discursivo y retórico como el cine político de toda la vida no podía mantenerse en una década tan políticamente correcta y preocupada por no pasar a llevar a ningún grupo humano, que hasta le pusieron jefa mujer a James Bond para que no pasara por machista. El cine político sólo vino a resucitar, y eso a medias, con "Fahrenheit 9-11". Desde esta perspectiva, es claro que el grueso de las críticas negativas que recibió esta peli no tienen, en realidad, justificación. No quiero decir que ésta sea una gran peli, ni mucho menos, pero desde luego que no se merecía toda la mala prensa que le achacaron desde diversos medios. Por de pronto, sigue siendo mejor que el 90% de entretenimientos descerebrados que son el cine del 2007 y años inmediatamente precedentes. ¿Y es una buena peli de cine político (no de cine a secas, sino de cine político). La respuesta es positiva. Porque cumple con todo lo que se espera de este tipo de cine: personajes que encarnan posiciones políticas determinadas, debate y argumentaciones, tópicos de actualidad tocados de manera descarnada, y un determinado discurso vehiculado a su través. Todas estas cosas, se las critican a la peli como si fueran defectos, pero apuesto a que si no las hubieran incluido y hubieran hecho las cosas de manera distinta, hubieran criticado a esta peli por ser poco jugada... ¡Palos porque bogas y palos porque no bogas!

-- La estructura de historias múltiples siempre es arriesgada, y es el motivo básico por el cual tantas pelis corales ("Crash" o la sobrevalorada "Magnolia") terminan estrellándose. Si cuentas una historia, basta con hacerla interesante y listo. Si cuentas varias, no sólo todas ellas deben ser interesantes, para que el espectador no se mosquee cuando lo sacas de una y lo metes a otra, sino que todas deben ser interesantes de manera pareja, para que el espectador le guste el espectáculo completo. En ese sentido, podemos decir que la peli es "buena", como promedio entre una historia "muy buena" (la del senador y la periodista), una "buena" (la del profesor universitario en California), y una "mediocre" (la de Afganistán). No debe ser casualidad que la historia más mediocre y menos interesante de todas, la de Afganistán, es justamente la menos política y menos analítica de las tres, porque apela directamente al chantaje sentimental, a mostrarnos con los dos pobres soldaditos, lo malas y crueles que son las guerras, BUAHHH-BUAHHH, asunto que fue mucho mejor tratado en "Fahrenheit 9-11", y sin recurrir a escenas bélicas (y cargando igual o peor la mano en el discurso). El debate entre el profesor universitario y su alumno, por su parte, es interesante debido a que refleja la confrontación entre el ciudadano apático y el ciudadano motivado, aunque se ve lastrado porque la premisa obliga a que el profesor tome una posición de autoridad como profesor, y por lo tanto, su opinión pasa por ser LA opinión de la peli (además, el profe viene interpretado por Robert Redford, que es justamente el director, así es que...). Y el debate entre el congresista neocon y la periodista liberal es interesante en grado sumo, porque aquí las tintas no están cargadas: la periodista arrincona varias veces al congresista con sus preguntas, pero por otra parte, el congresista también le asesta golpes bastante duros a la periodista (brillante es el análisis de la responsabilidad de los mass media en la promoción de la Guerra de Irak). Lástima que este segmento se vea malogrado por un final demasiado cliché (la periodista termina sufriendo una crisis de conciencia y casi renuncia a su golpe periodístico por idealismo, etcétera). Pero en fin.

-- Robert Redford. Hablaremos de él como actor aquí, pero veamos su dirección. Al igual que Clint Eastwood, que pasó de laureado actor a brillante director, Robert Redford ha construido varias películas con un enfoque clásico del cine; es de la vieja escuela, es cierto, pero cuando la nueva escuela es puro pegoteo visual al estilo MTV, se echa de menos a alguien que haga bien las cosas. Como Eastwood. Como Redford. En su currículum como director, el señor Redford tiene "Gente como uno", "El secreto de Milagro", y queda enaltecido por la brillante e injustamente olvidada "Quiz Show: El dilema". Aquí Redford muestra una vez más una mano sólida y firme; no será una peli "artística", claro está, pero está más que bien dirigida, casi sin ripios (como no sea los derivados de un guión a ratos deficiente, pero en fin). Además, consigue el casi imposible de ser discursivo sin sonar panfletario, lo que está más que bien. (Bueno, lo de panfletario, omitamos el sangrante diálogo "Rome is burning, son"...).

-- Las actuaciones son impecables. Robert Redford está más que lucido como profesor universitario. Se pone sobre la tarima, es cierto, aprovechándose de su condición de director, pero luego no la da por sentado, sino que se preocupa de desarrollar un personaje bastante interesante, con algunos trazos mínimos y reveladores; cuántos profesores no hay por ahí, que tratan de ser así de discursivos y pedantes, tratando de guiar e insuflar en sus alumnos el espíritu de la rebelión contra el sistema, y después, cuando algunos de ellos salen demasiado fieles al ideario que se les inocula, prefieren recular y decir "pero es que mira, no sé, no era tan en serio la cosa"... Sería casi un insulto elogiar a Meryl Streep, porque ella siempre está over-the-top, y aquí no es la excepción (incluso consigue que su papel se vea creíble hasta en la muy increíble pataleta final "quiero mi conciencia de vuelta"); también hay su dosis de mordacidad en su personaje, que si bien es "de los buenos" según el discurso de la peli (periodista liberal y anti-Guerra del Terror) y le asesta varios golpes al congresista republicano, también se ve forzada a admitir que su propio trabajo ha contribuido al desastre de la guerra. Y oigan, lean esto, porque no creo llegar a escribirlo de nuevo: Tom Cruise, hasta actúa... ¡Sí, por una vez! En algunas escenas se le sale otra vez el niño chulo que siempre ha sido (a veces pareciera comportarse como el abogado chulomijo de "Cuestión de honor"), pero en otras, hasta te olvidas que estás frente a Tom Cruise y de verdad consigue imitar los ademanes y la arrogancia de los congresistas, sin caer en el estereotipo del político "y si esa periodista no se la traga, pónele una bomba, HAHAHÁ".

IDEAL PARA: Ver cine político de la vieja escuela, adaptada para los nuevos tiempos.

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