11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

domingo, 1 de julio de 2012

"Sabrina" (1954).


-- "Sabrina". Estados Unidos. Año 1954.
-- Dirección: Billy Wilder.
-- Actuación: Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, William Holden, Walter Hampden, John Williams, Martha Hyer, Joan Vohs, Marcel Dalio, Marcel Hillaire, Nella Walker, Francis X. Bushman, Ellen Corby.
-- Guión: Billy Wilder, Samuel A. Taylor y Ernest Lehman, basados en la obra teatral del segundo.
-- Banda Sonora: Friedrich Hollaender.

-- "Sabrina" en IMDb.
-- "Sabrina" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Long Island, oséase, ese pedacito de Estados Unidos tan refinado y culto que ni siquiera parece Estados Unidos. En tales lares, existe una family muy jai y muy chic, de las que usan billetes de cien dólares como sonaderos si se les acaban los pañuelos de seda de trescientos dólares. En la familia hay dos hermanos, que como mandan la tradición y el lugar común, son como agua y aceite. Porque uno es vivales, bueno para las cosas simples de la vida (jugar polo, el trago, las mujeres... en particular las mujeres... y es el que cae simpático), y el otro un cariacontecido que vive del trabajo, por el trabajo y para el trabajo, que no se ha cimentado América sobre las espaldas de la aristocracia ociosa como los señoritos british, sino sobre el trabajo laborioso y emprendedor. Y en medio de todo eso está el chofer, por supuesto, que el vivales le gusta gozar de la vida al volante de un buen esto o aquello, mientras que el trabajólico es tan trabajólico que no tiene tiempo ni para ponerse él behind the wheel. Y el chofer tiene una hija. La famosa Sabrina del título. Que está estupendona, pero que es desaliñada y se la pasa escondida de los AMOS, por lo que éstos, gustadores de chicas "como uno", no van a fijarse en la pobrecilla. Pero resulta que Sabrina está destinada a viajar a París, a estudiar cocina. A Sabrina, maldita sea si le gusta el asunto, pero como está perdidamente enamorada del vivales, se toma eso como unas vacaciones, en particular después de que un conde esto o aquello le enseña a ser sofisticada y chic. Y como esto no es "Regreso a Eden", ella no regresa después a Long Island a vengarse, sino a vivir su nueva vida como chica sofisticada y elegante. Tanto, que el vivales ahora sí que la mira. Y el trabajólico también empieza a ponerle ojitos, aunque no quiere, porque un capitán está casado con su nave y un gerente con su empresa. ¿Con cuál de los dos se quedará nuestra hermosa patita fea devenida en glamorosa cisne...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Una estrella agoniza. Otra estrella nace. En esta peli se cruzaron por primera y única vez, dos grandes glorias del cine clásico de Hollywood: un por entonces otoñal Humphrey Bogart (que moriría tres años después, a los tempranos 58, víctima del tabaquismo) y una apenas salida del cascarón Audrey Hepburn. Bajo la dirección de Billy Wilder. El rodaje de la peli fue ciertamente accidentado. Por un lado, Humphrey Bogart (hombre conocido por su fuerte carácter) no se llevaba bien con William Holden (por otra parte, sus dos personajes tampoco, así es que eso les sale muy natural). Bogart quería a su esposa Lauren Bacall en el rol, y se mosqueó cuando supo que Audrey Hepburn (que venía de rodar "La princesa que quería vivir") iba a ser su coprota. El rol original de Bogart, por su parte, había sido pensado para Cary Grant, pero éste pasó porque se consideraba muy viejo para ser la pareja romántica de la Hepburn (interesantemente, Cary Grant había declinado también el protagónico de "La princesa que quería vivir"... puede leer los detalles cahuineros en "Cary Grant no quería trabajar con Audrey Hepburn", en su blog amigo Siglos Curiosos por supuesto). Tan desconocida era Audrey Hepburn, que cuando a Hubert de Givenchy le dijeron que le mandaban a una tal Miss Hepburn para que se hiciera unas pruebas de vestuario, ellos se prepararon para recibir a... KATHARINE Hepburn. En medio de todo ese volcán estaba Billy Wilder, director detallista y perfeccionista con el guión hasta lo maniático, y que se la pasaba permanentemente sobregirado de tiempo a la hora de llegar con los guiones listos al estudio, después de retocarlos y trabajarlos una y mil veces (una vez le pidió a la pobre Audrey Hepburn que se hiciera la enferma para darle un diíta de tiempo para terminar un guión). ¿Y quieren saber qué es lo más gracioso de todo? Que la peli, al final del día, no es sino otra cosa que un cuento de hadas, la enésima versión de la Cenicienta pobretona y sin causa que se enamora de un príncipe azul y etcétera. Probablemente no hacían falta tantos fierros para ese andamio, al final del día.

¿POR QUÉ VERLA?

-- La historia de la Cenicienta ha vendido desde los tiempos en que los primeros novelistapitecos caminaban sobre la faz de la Tierra, y seguirá haciéndolo. El 90% de la población es pobre, y va al cine para distraerse, y por lo tanto, para satisfacer a ese 90% de audiencias, se crean a paladas historias sobre chicas pobres que ascienden en la escala social gracias a un chico rico que se fija en ellas, generalmente previo proceso de enchulamiento previo. Los ejemplos van desde "La cenicienta" hasta "Sueño de amor", o peor aún, hasta las telenovelas María-esto o María-aquello que rodaba Thalía cuando era latina y estaba buena. "Sabrina" pertenece a este subgénero de Cinderella Movies, y no vale la pena buscarnos la quinta pata a los felinos. Advertido vas: si no te gustan las pelis de trepas sociales, ésta no es la tuya. ¿Por qué, entonces, siendo una peli tópica y predecible a decir basta, "Sabrina" es consistentemente considerada como un clásico del cine? Simplemente porque si la historia no es original, por lo menos está bien llevada, y todo el mundo acá se moja la camiseta. Billy Wilder, quien estaba en su mejor década y dirigiría algo después dos de las mejores pelis de Marilyn Monroe ("La comezón del séptimo año" y "Una Eva y dos Adanes"), pone toda su maquinaria fílmica al servicio de una historia contada de manera limpia y prístina, marca de fábrica de todo cineasta que se respete a sí mismo. A su cargo tenemos a una Audrey Hepburn quizás no tan encantadora como en otras pelis ("La princesa que quería vivir", "Desayuno con diamantes", "Charada", "Cómo robar un millón"), y es que el blanco y negro le sienta fatal, pero que se las arregla para hacer un personaje absolutamente único e inigualable (personaje que fue la desesperación y tropezón de la pobre Julia Ormond, cuando trató de ser la Hepburn 2.0 en la "Sabrina" del '95). A su lado brilla un Humphrey Bogart prematuramente envejecido (tenía 55 años, pero probablemente ya estuviera haciendo efectos el cáncer pulmonar que acabaría con él a la vuelta de tres años), pero que componiendo un rol muy alejado de sus habituales machos recios y duros ("El bosque petrificado", "El Halcón Maltés", "El sueño eterno", "El tesoro de la Sierra Madre", "El motín del Caine"), un rol enormemente triste e incluso patético, se las arregla para infundirle dignidad y bonhomía hasta darlo vuelta y convertirlo en un gran personaje. William Holden, por su parte, completa el trío protagónico. Sumémosle el ojo clínico de Billy Wilder para el detalle, para pintar la psicología de personajes con apenas cuatro o cinco parlamentos de diálogo, para crear escenas significativas con elementos sumamente banales (la escena en que le enseñan a Audrey Hepburn a romper un huevo... literalmente un huevo de gallina, no piensen mal... es de antología), y tenemos una peli contada con todo el mimo de la gente a quien le gusta maravillar a la audiencia.

IDEAL PARA: Ver la enésima versión de la Cenicienta, pero una versión buena.

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