"Enchanted". Dirigida por Kevin Lima. Protagonizada por Amy Adams, Patrick Dempsey, James Mardsen, Idina Menzel, Susan Sarandon, Julie Andrews, Timothy Spall, Rachel Covey, Samantha Ivers, Matt Servito, Joseph Siravo, Michaela Conlin, Jeff Bennett (voz), Kevin Lima (voz). Estados Unidos. Año 2007.
¿De qué se trata?
Lalalí, lalalá, hay una bruja que quiere apoderarse del Reino (como siempre); una antigua profecía dice (como siempre) que perderá el Reino a manos de su encantadora hijastra (como siempre); la bruja manda entonces a su hijastra a confinamiento en lo más hondo del bosque (como siempre); la hijastra quiere conocer el verdadero amor (como siempre) y canta una bella canción para ello (como siempre), la cual lleva a un valeroso príncipe a encontrarse con ella (como siempre) y casarse (como siemp... ¡esperen, no llegan a casarse!). El Príncipe y la Princesa están a punto de casarse en el primer cuarto de hora de metraje, y ahorrarse el prolijo trámite de hora y media de peli Disney, cuando la bruja juega su última carta: empuja a la Princesa a un universo diabólico y encantado en el cual no existe el Amor Para Siempre, y en que todos son unos aprovechados egoístas, y en el cual las pelis Disney con linda música y sueños de amor romántico son para consumo de masas alienadas... ¡La Nueva York post 9-11! La bella princesita pasa entonces por una tonelada de apuros, porque ya verán el forrazo que es andar con un vestido lleno de capas de tul, cada una más suave y crujiente que la anterior (si, ya lo sé, Amy Adams está comestible como una galleta, ñomi ñomi). ¡Pero no se preocupen! Allí está nada menos que una niña pequeña, que aún cree en los sueños y en el Viejito Pascuero, que cuando ve a la chica decide que ella es una princesa de cuento, y que sí, papá, llevémosla a la casa porque necesita nuestra ayuda. El papá es un estirado y desengañado por la vida, que hace un GUAU VAYA REGALO a su hijita (eso fue sarcasmo, claro está), y que cree a la fulana haciendo el loco con sus ademanes de princesa, una especie loca y potencialmente sicótica, pero como no puede negarle nada a su hijita, pues bien, llevará a la princesa-loca a su departamento. Con lo que las cosas se precipitarán. Porque el príncipe parte en busca de la princesa, el papá de la chiquilla deberá lidiar con su novia ahora celosa de que su novio esté alojando princesas de cuento en su casa, la bruja envía a su propio acólito a liquidar de una vez por todas a la dichosa princesa (algo que debió hacer desde el principio, y es que las villanas Disney están más que necesitadas de leer "El Príncipe" de Maquiavelo)... y Pip, la ardilla amigui de la princesa, por estar en el mundo real... ¡Ya no habla!
El espíritu de los tiempos.
Son tiempos difíciles para los cuentos de hadas. Históricamente, éstos han servido a varios propósitos, algunos de ellos bastante diferentes, por no decir contrapuestos entre sí. Por una parte, forman parte de las esperanzas milagreras del campesinado, un escapismo hacia un mundo de ilusión en donde todo se arregla con la Fuerza (sí, ya sé lo que están pensando, "La guerra de las galaxias" es también un cuento de hadas, sólo que vestido con ropaje futurista, y eso lo he dicho unas sepetecientas veces... ¡si hasta hay una Princesa!). Por la otra, son un mecanismo de conformismo social, ya que la experiencia del éxito vicario purga la necesidad por exigir cambios sociales, de una manera que resulta inocua para las clases dirigentes. Por otra, son una manera encubierta de hacer algunas feroces sátiras sociales (lean desapasionadamente y en su contexto un cuento cualquiera de Charles Perrault, y ya verán cómo hacía arar en el piso a los aristócratas franceses del XVIII... algo que harán con armas menos literarias y de manera mucho más mortífera los revolucionarios de 1789). ¿Qué significa entonces que el hipertecnificado y postmodernista siglo XXI ya no crea en los cuentos de hadas? Y una pregunta más espinosa... ¿en verdad hemos dejado de creer? Vean lo que pasó con Shrek el Ogro. Se suponía que "Shrek" era la peli de cuentos de hadas para acabar con las pelis de cuentos de hadas, la que iba a dar vuelta a todos los cánones y clichés del género, pero después hicieron una "Shrek 2" en la que aún había voluntad paródica, y después una "Shrek Tercero" en la que teníamos un nuevo cuento de hadas, contado de la misma engolosinada manera de toda la vida... (y además, mal). Parece ser que mientras vivamos en una sociedad en donde un solo fulano como Bill Gates tiene tanta fortuna como una nación africana cualquiera entera, mientras en Chile haya gente que pueda comprarse helicópteros privados mientras otros apenas malviven con menos del sueldo mínimo y sin contrato de trabajo por escrito, mientras en Estados Unidos hayan reventones de burbujas bursátiles que arrastren pérdidas de cien mil millones de dólares para empresas de telecomunicaciones sin que éstas se despeinen en tanto hayan toneladas de inmigrantes sin documentación trabajando por apenas la comida y el techo, los cuentos de hadas seguirán siendo necesarios. O esa gente desamparada cree en algo, o habrá revolución social; y en ese caso, 1789 será apenas una fiesta de fuegos de artificio. En ese sentido, una peli como "Encantada", que busca al mismo tiempo parodiar y homenajear a los cuentos de hadas clásicos, es casi una misión imposible, destinada al fracaso desde el comienzo. Hercúleos son los esfuerzos que sus creadores llevaron a cabo para conseguir superar esta contradicción casi insuperable. Y por Dios que lo lograron. Si la medida de un éxito viene determinada por la medida del problema a afrontar, entonces ésta es sin lugar a dudas la peli más exitosa de la entera primera década del 2000.
¿Por qué verla?
- Primero que nada, una cuestión de perspectiva. La idea de "personajes de universo de ficción que cruzan la lógica de su universo con el universo real" ha sido explotada ya en pelis. La versión sórdida y cultureta fue la injustamente olvidada "Cool World". La versión para pelis de acción del mismo principio fue "El último héroe en acción" (si, la peli en que Arnold Schwarzenegger debía lidiar con un niñato insufrible que era fanático de sus pelis). Ambas pelis fracasaron por lo mismo: la gente no va al cine a ver el universo real sino uno ficticio en donde los romances funcionan y los malvados mueren al final, y si metes al mundo real en la ecuación, todo el valor escapista de la peli se pierde... salvo que al mundo real apliques las mismas convenciones del género y con eso desvirtúas que se trata del mundo real. "Encantada" tiene la inteligencia de abordar este problema creando mutuas interacciones entre los personajes del mundo real y los del mundo pasteloso Disney, y por lo tanto consigue darle fuerza y realismo a una premisa que, bien mirada, no tenía por donde funcionar. Punto a favor.
- Nunca pensé que llegaría el día en que diría esto, pero acá va: es una peli ñoña a más no poder, y ése es su mayor encanto. Sí, por una vez en la vida la ñoñería es un gran punto a favor. Porque la peli parte como una sátira a los cuentos de hadas, y una sátira a ratos enormemente corrosiva, pero termina en un final pasteloso a más no poder. ¿Y saben qué? Funciona. No me pregunten por qué. Quizás es la necesidad de creer que aún existe Dios en este mundo. Pero funciona. No pregunten razones. Esto es magia. Y esta peli la tiene. A raudales. No es una peli Disney hecha por fórmula, después de tomos y tomos con resultados de megaestudios de mercado. Rinde homenaje a lo mejor y más rancio de la tradición Disney, y lo hace con energía. El tributo a "Blancanieves y los siete enanitos" es una más que brillante actualización del original, y para públicos post-2000 podría pasar que a ratos superara al cartoon de 1937 (por otra parte, seamos justos, no podríamos llegar a tan bella techumbre si alguien setenta años antes no hubiera echado los cimientos de la casa). A pesar de ser una peli Disney, estamos en las antípodas de la comedia por la comedia, y tenemos pura y genuina emoción aquí.
- La sátira social aquí es despiadada. La labor de desmentir cuentos de hadas apenas tiene su inicio en escenas como el Príncipe de cuento haciendo el mongo a lo largo y ancho de Nueva York. Algunas escenas son enormemente crudas y duras, mucho más que las pelis gore de mostrar destripamiento y cosas así. El diálogo en el cual la Princesa se entera de que en este mundo el amor no es para siempre, y de que existen divorcios, es hincadientes a más no poder. Y no digamos la actitud que todo el mundo asume ante la Princesa o el Príncipe, cuando los ven tan ingenuotes en nuestro mundo moderno. Al final de la peli resulta que ganan la magia y el romance, vale, pero un final tan pasteloso, ¿no será en realidad un deus ex machina supremo, un recurso habilidísimo que hasta a los ejecutivos de Disney se les pasó entre líneas, para refregarnos en la cara que "esto en definitiva es demasiado bello para ser así"...? Eurípides era un maestro de esta técnica, pero por supuesto que los altos ejecutivos de Disney no han visto nunca una obra teatral de Eurípides, y menos aún se han tomado la molestia de leerle. El significado del deus ex machina final en donde al final el amor y la bondad vencen, es materia abierta a interpretaciones, por supuesto; no sería la primera vez que alguien en una obra de arte dice mucho más de lo que quería dejar escapar...
- Las actuaciones son brillantes. Amy Adams se roba la peli, indiscutiblemente, como la Princesa Giselle (qué nombre tan icónico, si me preguntan); su rol está hecho tan pasteloso como se supone que debería serlo, pero sin caer en el amaneramiento ni la actitud pelolais; si tuviera que buscar algún equivalente a su personaje y modos de actuación, tendría que remontarme hasta los lejanos días de juventud de Barbara Eden, cuando ésta interpretaba a la carismática Jennie en "Mi bella genio" (¡ahí tienen su idea del millón de dólares, genios! ¡Y gratis!). Patrick Dempsey está también notable como el joven padre de familia que está inmerso en "la realidad" y por lo tanto "se niega a creer"; quizás sea un chiste entre líneas que este tipo haya protagonizado años atrás su propia peli pastelosa, el clásico teenager ochentero "Novia se alquila" (sí, veinte años antes de "Encantada", él era el tipo que prefería alquilar a la chica popular de la escuela en vez de comprarse un telescopio). James Mardsen parece autoparodiar su rol de varias otras pelis (fue Cíclope en "X-Men" y el tercero del triángulo en "Superman regresa"), y la verdad es que lo hace con un sentido del humor magnífico (aunque vamos a ver si no se está interpretando a sí mismo en definitiva); pareciera ser que tratando de meterse en roles dramáticos, James Mardsen nos está negando al gran cómico que existe dentro suyo. Susan Sarandon como la malvada Reina Narissa, aunque aparece al final de la peli, demuestra porque ella es ¡¡¡Susan Sarandon!!!, así, con exclamativos, y las chicas de los teams playeros a cavar zanjas; si querían hacer una Reina ezque-Villana de Blancanieves, no podían haberse buscado una mejor actriz, y su casting fue básicamente darle al clavo. La no muy conocida Idina Menzel, por su parte, en su rol de apoyo (es la chica futura madrastra de la niña que cree en princesas) aporta su granito de arena a un rol que en principio es bastante repelente, pero que por el camino va demostrando que también puede humanizarse su poquito. Timothy Spall compone un gran esbirro tonto-con-sentimientos, y es imposible detestarlo (y ya sabemos que estos esbirros tontos son detestables no por villanos sino por tontos). Y Rachel Covey completa el elenco principal como la chica que creía en princesas, y que ¡sorpresa! ¡No resulta ser una repelente mocosa sabelotodo! Bueno, sí, un poco, pero no se nota demasiado cargada la mano.
- Grandes hallazgos de guión. La ardilla Pip, que al pasar al mundo real pierde la capacidad de hablar, y que a diferencia de otros pastelosos "mejores amigos de la prota" del Disneyverso, tiene carisma y se roba la peli con cada aparición suya. La sátira/homenaje a la escena de "Blancanieves y los siete enanitos" en donde la Princesa recluta a punta de gorgoritos a una fuerza de trabajo animal para limpiar el departamento. La impecable lógica de cuentos de hadas que el Príncipe y la Princesa desarrollan en el mundo real, con las terribles y desopilantes consecuencias que son de imaginar.
- Un último punto. Las versiones de caricatura de los personajes SON los personajes, y no hay diferencias entre ambos. ¿Estoy diciendo lo obvio, acaso? ¿Es que el buen General Gato se ha vuelto senil? Oh, no. Estoy pensando en el fiasco que significó "Cool World", peli no tan mala como para estar relegada al olvido, pero no tan buena tampoco como para tenerla de icónica, y que falló en un importante pivote: el personaje de caricatura que la protagoniza es terriblemente sexy en el dibujo, pero al pasar al mundo real, a pesar de tomar el cuerpo de la por entonces muy apetecible Kim Basinger, se veía terriblemente deslavada, por la pretensión de los animadores de conferirle un look de historieta en vez de recrearla como la bomba sexy que se supone su personaje era (con el correspondiente horrible maquillaje que la hacía parecer un cross over de geisha japonesa con callejera ochentera). Aquí vemos a una Princesa que en su versión de dibu animado es la viva réplica de tantas y tan señaladas Princesas Disney, y que en su versión de Amy Adams sigue viéndose encantadora y sexy, aunque luzca un tanto avejentada (33 años al momento de rodar la peli, una edad harto más elevada que el período nubil de una Princesa Disney que se precie); pero en fin, no vamos a fijarnos en esos detalles teniendo tantas otras cosas que admirar de la peli, ¿verdad?
IDEAL PARA: Ver, más que una parodia, un gran homenaje al cine Disney de toda la vida, al cine Disney de alturas... Y con más de algún elemento corrosivo para alimentar la inteligencia sutil.
¿De qué se trata?
Lalalí, lalalá, hay una bruja que quiere apoderarse del Reino (como siempre); una antigua profecía dice (como siempre) que perderá el Reino a manos de su encantadora hijastra (como siempre); la bruja manda entonces a su hijastra a confinamiento en lo más hondo del bosque (como siempre); la hijastra quiere conocer el verdadero amor (como siempre) y canta una bella canción para ello (como siempre), la cual lleva a un valeroso príncipe a encontrarse con ella (como siempre) y casarse (como siemp... ¡esperen, no llegan a casarse!). El Príncipe y la Princesa están a punto de casarse en el primer cuarto de hora de metraje, y ahorrarse el prolijo trámite de hora y media de peli Disney, cuando la bruja juega su última carta: empuja a la Princesa a un universo diabólico y encantado en el cual no existe el Amor Para Siempre, y en que todos son unos aprovechados egoístas, y en el cual las pelis Disney con linda música y sueños de amor romántico son para consumo de masas alienadas... ¡La Nueva York post 9-11! La bella princesita pasa entonces por una tonelada de apuros, porque ya verán el forrazo que es andar con un vestido lleno de capas de tul, cada una más suave y crujiente que la anterior (si, ya lo sé, Amy Adams está comestible como una galleta, ñomi ñomi). ¡Pero no se preocupen! Allí está nada menos que una niña pequeña, que aún cree en los sueños y en el Viejito Pascuero, que cuando ve a la chica decide que ella es una princesa de cuento, y que sí, papá, llevémosla a la casa porque necesita nuestra ayuda. El papá es un estirado y desengañado por la vida, que hace un GUAU VAYA REGALO a su hijita (eso fue sarcasmo, claro está), y que cree a la fulana haciendo el loco con sus ademanes de princesa, una especie loca y potencialmente sicótica, pero como no puede negarle nada a su hijita, pues bien, llevará a la princesa-loca a su departamento. Con lo que las cosas se precipitarán. Porque el príncipe parte en busca de la princesa, el papá de la chiquilla deberá lidiar con su novia ahora celosa de que su novio esté alojando princesas de cuento en su casa, la bruja envía a su propio acólito a liquidar de una vez por todas a la dichosa princesa (algo que debió hacer desde el principio, y es que las villanas Disney están más que necesitadas de leer "El Príncipe" de Maquiavelo)... y Pip, la ardilla amigui de la princesa, por estar en el mundo real... ¡Ya no habla!
El espíritu de los tiempos.
Son tiempos difíciles para los cuentos de hadas. Históricamente, éstos han servido a varios propósitos, algunos de ellos bastante diferentes, por no decir contrapuestos entre sí. Por una parte, forman parte de las esperanzas milagreras del campesinado, un escapismo hacia un mundo de ilusión en donde todo se arregla con la Fuerza (sí, ya sé lo que están pensando, "La guerra de las galaxias" es también un cuento de hadas, sólo que vestido con ropaje futurista, y eso lo he dicho unas sepetecientas veces... ¡si hasta hay una Princesa!). Por la otra, son un mecanismo de conformismo social, ya que la experiencia del éxito vicario purga la necesidad por exigir cambios sociales, de una manera que resulta inocua para las clases dirigentes. Por otra, son una manera encubierta de hacer algunas feroces sátiras sociales (lean desapasionadamente y en su contexto un cuento cualquiera de Charles Perrault, y ya verán cómo hacía arar en el piso a los aristócratas franceses del XVIII... algo que harán con armas menos literarias y de manera mucho más mortífera los revolucionarios de 1789). ¿Qué significa entonces que el hipertecnificado y postmodernista siglo XXI ya no crea en los cuentos de hadas? Y una pregunta más espinosa... ¿en verdad hemos dejado de creer? Vean lo que pasó con Shrek el Ogro. Se suponía que "Shrek" era la peli de cuentos de hadas para acabar con las pelis de cuentos de hadas, la que iba a dar vuelta a todos los cánones y clichés del género, pero después hicieron una "Shrek 2" en la que aún había voluntad paródica, y después una "Shrek Tercero" en la que teníamos un nuevo cuento de hadas, contado de la misma engolosinada manera de toda la vida... (y además, mal). Parece ser que mientras vivamos en una sociedad en donde un solo fulano como Bill Gates tiene tanta fortuna como una nación africana cualquiera entera, mientras en Chile haya gente que pueda comprarse helicópteros privados mientras otros apenas malviven con menos del sueldo mínimo y sin contrato de trabajo por escrito, mientras en Estados Unidos hayan reventones de burbujas bursátiles que arrastren pérdidas de cien mil millones de dólares para empresas de telecomunicaciones sin que éstas se despeinen en tanto hayan toneladas de inmigrantes sin documentación trabajando por apenas la comida y el techo, los cuentos de hadas seguirán siendo necesarios. O esa gente desamparada cree en algo, o habrá revolución social; y en ese caso, 1789 será apenas una fiesta de fuegos de artificio. En ese sentido, una peli como "Encantada", que busca al mismo tiempo parodiar y homenajear a los cuentos de hadas clásicos, es casi una misión imposible, destinada al fracaso desde el comienzo. Hercúleos son los esfuerzos que sus creadores llevaron a cabo para conseguir superar esta contradicción casi insuperable. Y por Dios que lo lograron. Si la medida de un éxito viene determinada por la medida del problema a afrontar, entonces ésta es sin lugar a dudas la peli más exitosa de la entera primera década del 2000.
¿Por qué verla?
- Primero que nada, una cuestión de perspectiva. La idea de "personajes de universo de ficción que cruzan la lógica de su universo con el universo real" ha sido explotada ya en pelis. La versión sórdida y cultureta fue la injustamente olvidada "Cool World". La versión para pelis de acción del mismo principio fue "El último héroe en acción" (si, la peli en que Arnold Schwarzenegger debía lidiar con un niñato insufrible que era fanático de sus pelis). Ambas pelis fracasaron por lo mismo: la gente no va al cine a ver el universo real sino uno ficticio en donde los romances funcionan y los malvados mueren al final, y si metes al mundo real en la ecuación, todo el valor escapista de la peli se pierde... salvo que al mundo real apliques las mismas convenciones del género y con eso desvirtúas que se trata del mundo real. "Encantada" tiene la inteligencia de abordar este problema creando mutuas interacciones entre los personajes del mundo real y los del mundo pasteloso Disney, y por lo tanto consigue darle fuerza y realismo a una premisa que, bien mirada, no tenía por donde funcionar. Punto a favor.
- Nunca pensé que llegaría el día en que diría esto, pero acá va: es una peli ñoña a más no poder, y ése es su mayor encanto. Sí, por una vez en la vida la ñoñería es un gran punto a favor. Porque la peli parte como una sátira a los cuentos de hadas, y una sátira a ratos enormemente corrosiva, pero termina en un final pasteloso a más no poder. ¿Y saben qué? Funciona. No me pregunten por qué. Quizás es la necesidad de creer que aún existe Dios en este mundo. Pero funciona. No pregunten razones. Esto es magia. Y esta peli la tiene. A raudales. No es una peli Disney hecha por fórmula, después de tomos y tomos con resultados de megaestudios de mercado. Rinde homenaje a lo mejor y más rancio de la tradición Disney, y lo hace con energía. El tributo a "Blancanieves y los siete enanitos" es una más que brillante actualización del original, y para públicos post-2000 podría pasar que a ratos superara al cartoon de 1937 (por otra parte, seamos justos, no podríamos llegar a tan bella techumbre si alguien setenta años antes no hubiera echado los cimientos de la casa). A pesar de ser una peli Disney, estamos en las antípodas de la comedia por la comedia, y tenemos pura y genuina emoción aquí.
- La sátira social aquí es despiadada. La labor de desmentir cuentos de hadas apenas tiene su inicio en escenas como el Príncipe de cuento haciendo el mongo a lo largo y ancho de Nueva York. Algunas escenas son enormemente crudas y duras, mucho más que las pelis gore de mostrar destripamiento y cosas así. El diálogo en el cual la Princesa se entera de que en este mundo el amor no es para siempre, y de que existen divorcios, es hincadientes a más no poder. Y no digamos la actitud que todo el mundo asume ante la Princesa o el Príncipe, cuando los ven tan ingenuotes en nuestro mundo moderno. Al final de la peli resulta que ganan la magia y el romance, vale, pero un final tan pasteloso, ¿no será en realidad un deus ex machina supremo, un recurso habilidísimo que hasta a los ejecutivos de Disney se les pasó entre líneas, para refregarnos en la cara que "esto en definitiva es demasiado bello para ser así"...? Eurípides era un maestro de esta técnica, pero por supuesto que los altos ejecutivos de Disney no han visto nunca una obra teatral de Eurípides, y menos aún se han tomado la molestia de leerle. El significado del deus ex machina final en donde al final el amor y la bondad vencen, es materia abierta a interpretaciones, por supuesto; no sería la primera vez que alguien en una obra de arte dice mucho más de lo que quería dejar escapar...
- Las actuaciones son brillantes. Amy Adams se roba la peli, indiscutiblemente, como la Princesa Giselle (qué nombre tan icónico, si me preguntan); su rol está hecho tan pasteloso como se supone que debería serlo, pero sin caer en el amaneramiento ni la actitud pelolais; si tuviera que buscar algún equivalente a su personaje y modos de actuación, tendría que remontarme hasta los lejanos días de juventud de Barbara Eden, cuando ésta interpretaba a la carismática Jennie en "Mi bella genio" (¡ahí tienen su idea del millón de dólares, genios! ¡Y gratis!). Patrick Dempsey está también notable como el joven padre de familia que está inmerso en "la realidad" y por lo tanto "se niega a creer"; quizás sea un chiste entre líneas que este tipo haya protagonizado años atrás su propia peli pastelosa, el clásico teenager ochentero "Novia se alquila" (sí, veinte años antes de "Encantada", él era el tipo que prefería alquilar a la chica popular de la escuela en vez de comprarse un telescopio). James Mardsen parece autoparodiar su rol de varias otras pelis (fue Cíclope en "X-Men" y el tercero del triángulo en "Superman regresa"), y la verdad es que lo hace con un sentido del humor magnífico (aunque vamos a ver si no se está interpretando a sí mismo en definitiva); pareciera ser que tratando de meterse en roles dramáticos, James Mardsen nos está negando al gran cómico que existe dentro suyo. Susan Sarandon como la malvada Reina Narissa, aunque aparece al final de la peli, demuestra porque ella es ¡¡¡Susan Sarandon!!!, así, con exclamativos, y las chicas de los teams playeros a cavar zanjas; si querían hacer una Reina ezque-Villana de Blancanieves, no podían haberse buscado una mejor actriz, y su casting fue básicamente darle al clavo. La no muy conocida Idina Menzel, por su parte, en su rol de apoyo (es la chica futura madrastra de la niña que cree en princesas) aporta su granito de arena a un rol que en principio es bastante repelente, pero que por el camino va demostrando que también puede humanizarse su poquito. Timothy Spall compone un gran esbirro tonto-con-sentimientos, y es imposible detestarlo (y ya sabemos que estos esbirros tontos son detestables no por villanos sino por tontos). Y Rachel Covey completa el elenco principal como la chica que creía en princesas, y que ¡sorpresa! ¡No resulta ser una repelente mocosa sabelotodo! Bueno, sí, un poco, pero no se nota demasiado cargada la mano.
- Grandes hallazgos de guión. La ardilla Pip, que al pasar al mundo real pierde la capacidad de hablar, y que a diferencia de otros pastelosos "mejores amigos de la prota" del Disneyverso, tiene carisma y se roba la peli con cada aparición suya. La sátira/homenaje a la escena de "Blancanieves y los siete enanitos" en donde la Princesa recluta a punta de gorgoritos a una fuerza de trabajo animal para limpiar el departamento. La impecable lógica de cuentos de hadas que el Príncipe y la Princesa desarrollan en el mundo real, con las terribles y desopilantes consecuencias que son de imaginar.
- Un último punto. Las versiones de caricatura de los personajes SON los personajes, y no hay diferencias entre ambos. ¿Estoy diciendo lo obvio, acaso? ¿Es que el buen General Gato se ha vuelto senil? Oh, no. Estoy pensando en el fiasco que significó "Cool World", peli no tan mala como para estar relegada al olvido, pero no tan buena tampoco como para tenerla de icónica, y que falló en un importante pivote: el personaje de caricatura que la protagoniza es terriblemente sexy en el dibujo, pero al pasar al mundo real, a pesar de tomar el cuerpo de la por entonces muy apetecible Kim Basinger, se veía terriblemente deslavada, por la pretensión de los animadores de conferirle un look de historieta en vez de recrearla como la bomba sexy que se supone su personaje era (con el correspondiente horrible maquillaje que la hacía parecer un cross over de geisha japonesa con callejera ochentera). Aquí vemos a una Princesa que en su versión de dibu animado es la viva réplica de tantas y tan señaladas Princesas Disney, y que en su versión de Amy Adams sigue viéndose encantadora y sexy, aunque luzca un tanto avejentada (33 años al momento de rodar la peli, una edad harto más elevada que el período nubil de una Princesa Disney que se precie); pero en fin, no vamos a fijarnos en esos detalles teniendo tantas otras cosas que admirar de la peli, ¿verdad?
IDEAL PARA: Ver, más que una parodia, un gran homenaje al cine Disney de toda la vida, al cine Disney de alturas... Y con más de algún elemento corrosivo para alimentar la inteligencia sutil.
2 comentarios:
Se me hace una película muy disfrutable, la dosis exacta entre ñoñez (admitamos que todos tenemos nuestro corazoncito) y auto parodia, sin llegar a los extremos... Amy Adams... (suspiro)... princesa súbita!... jejeje
Es el rol de su vida para Amy Adams. Al tiempo me caí de lomo cuando la vi tendida de lencería negra en la precuela de "Juegos sexuales"... ¡¡¡PRINCESA SÚBITA, SÍ!!!
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