11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

lunes, 19 de febrero de 2007

"La máquina del tiempo" (1960).


-- "The Time Machine". Estados Unidos. Año 1960.
-- Dirección: George Pal.
-- Actuación: Rod Taylor, Alan Young, Yvette Mimieux, Sebastian Cabot, Tom Helmore, Whit Bissell, Doris Lloyd.
-- Guión: David Duncan, basado en la novela de H.G. Wells.
-- Banda Sonora: Russell García.

-- "La máquina del tiempo" en IMDb.
-- "La máquina del tiempo" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Comienzos de 1900, una época que ya en tiempos de la peli en comento era añeja. Un grupo de amiguetes muy estiradotes y eduardianos llegan de visita. El anfitrión, eso sí, no está. Los invitados protestan por la enorme descortesía, y lo hacen como buenos hijos de la Rubia Albión, pero cuando la anciana ama de llaves anuncia que puede empezar la comilona sin que llegue el anfitrión, por expresas instrucciones de éste, el grupete no se hace de rogar. Y de repente... ¡¡CHAS!! ...se abre la puerta y aparece el anfitrión, con la camisa descosida como un indy jones de rebajas, y muy alterado. Uno de los amigos le pide que cuente su historia con calma, porque "tiene todo el tiempo del mundo". Y el otro, con esos ojos medidativos y perdidos en el horizonte que vienen muy bien en el cine cuando alguien va a empezar a contar un relato, dice "es verdad, tengo todo el tiempo en el mundo"... Refiere entonces como cinco días antes, el último de 1899, ha convocado a esos mismos amiguetes, y les ha hablado sobre una máquina del tiempo. Después de una prolija explicación pseudoeinsteniana, sólo obtiene risotadas, consejos de buena crianza ("no se enfebrezca tanto, mi amigo, que se va a enfermar", y cosas así), y preguntas sobre el potencial del invento para ser aplicado en la guerra imperialista británica (ni que fueran industriales yankis). Fastidiado de que el siglo XIX/XX sea tan estrecho de miras como para entenderle, decide entonces usar su máquina para viajar al futuro. Después de descubrir que el mundo se irá progresivamente al demonio durante el siglo XX, arriba nada menos que a 800 mil años en el futuro, y descubre... ¿El Paraíso Terrenal...? ¿El infierno de Dante...? Un poco de ambas cosas, porque en el futuro hay una sociedad de lindos arios rubios y de ojos azules, y otra que...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En 1895, un inglés de finales del imperio victoriano, de clase media, y convicciones políticas cercanas al fabianismo (o sea, lo que hoy en día sería un socialista de asados de fin de semana en el barrio alto) publicó su opera prima, cual era "La máquina del tiempo". Esta obra, del posteriormente prolífico Herbert George Wells, estaba destinada a transformarse en uno de los libros más importantes de todos los tiempos, ya que era el primer relato en el cual el viaje temporal se hacía mediante máquinas y no por magia o extraños pactos con criaturas sobrenaturales, sentando así uno de los temas capitales de lo que después llegaría a llamarse "ciencia ficción"; esto, sumado a su exquisito estilo literario, y a una trama llena de aventuras, y con un trasfondo social y filosófico sumamente hondo. No es casualidad entonces que desde siempre hayan querido llevarla al cine, de una manera o de otra. Quien se llevó el palo al agua fue George Pal, hombre con un zutantrástico currículum que en la dirección incluía incontables cortos para Bugs Bunny, y en la producción algunos de los grandes clásicos de la CF de los '50s, incluyendo "Mundos en colisión", "Destino: la Luna" y "La guerra de los mundos". Perteneciente a una generación de cineastas que, aunque preocupados por ganar dinero en la taquilla, mostraban algo de preocupación por no corromper (demasiado) el material literario original, la adaptación de Pal resultó ser enormemente respetuosa al texto de Wells, aunque un tanto menos sobre su espíritu. Y es que Wells ha sido siempre un escritor complicado para el cine: atrae por una parte el que sus obras sean canónicas (la primera invasión extraterrestre en "La guerra de los mundos", el primer experimento científico de invisibilidad en "El hombre invisible"), pero su vena corrosiva e izquierdoide hace difícil de pasar el trasfondo metafísico. Y George Pal, estadounidense ortodoxo a fin de cuentas, se ve obligado a introducir algunos sutiles cambios en la trama, para evitar al Wells más crítico social, algo que siempre ha herido la sensibilidad pequeñoburguesa de los yankis. La película está más ajustada en realidad a los miedos propios de los '60s (la aniquilación de la raza humana por cortesía de un bombazo nuclear), que a la sensibilidad críticobritánica wellsiana, pero aún así mantiene un carácter contestatario que es muy propio del autor de la novela original.

¿POR QUÉ VERLA?

-- La novela original tiene un argumento buenísimo y muy original, dentro del género "viajero del tiempo perdido en el siglo chorropetecientos", y la película es enormemente fiel al argumento buenísimo y muy original. ¿Más comentarios...?

-- Consecuencia de lo anterior. Esta película es una crítica feroz a cierto dogma liberal (bien mantenido por las grandes corporaciones petroleras actuales) de que el progreso es eterno y hasta el infinito. Otras civilizaciones tan buenas como la nuestra han caído antes, ¿por qué no iba a hacerlo aquella en la que vivimos? Y no se necesita ningún empujón externo para ello, basta que nosotros metamos el dedo en el botón nuclear, en vez del botón del expendedor de snacks, y estamos listos. Aún sin el discurso social de Wells, sigue siendo una premisa aterradora. "Terminator" no inventó nada (y los robots de Terminator tienen más que un simple aire de familia a los morlocks, en más de un sentido, para que vean que James Cameron no inventó nada).

-- El diseño visual. La máquina del tiempo es todo lo vistosa que se puede. Los efectos de aceleración del tiempo cuando se produce el viaje son notablemente buenos, a pesar de su simplicidad casi rústica (cámara acelerada y nada más). Y el mundo futuro luce realmente como un mundo casi alienígena para nuestro entendimiento normal, incluyendo una ominosa esfinge que... no, no contemos más, para maantener el suspenso arriba.

-- El vigoroso ritmo narrativo. A diferencia de las peripecias de películas contemporáneas, que mantuvieron al público en su día sentado al borde de la butaca, pero que hoy en día produciría algunos bucólicos bostezos, los eventos del filme aún consiguen emocionar. Tanto, que se comen con zapatos al remake de 2002, y eso que para éste le metieron una serie de elementos nuevos para hacerla aún más espectacular, con resultados en definitiva mediocres.

IDEAL PARA: Ver una adaptación fílmica hecha con la altura de miras necesaria para respetar la obra original, en vez de "rejuvenecerla" y "modernizarla" para el ignaro público actual.

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