"Carrera, el príncipe de los caminos". Dirigida por Cristián Galaz. Protagonizada por Diego Casanueva, Javiera Díaz de Valdés, Sebastián Layseca, Daniel Muñoz. Chile. Año 2007.
¿De qué se trata?
"Doña Javiera Carreeeera bailaba la resfalosa... vamos a ver la Patria que nace, vamos a ver, vamos a veeeeeer...". Lo siento, no pude resistir la tentación de poner esa tonada popular chilena. Pero ahora, al grano. Es el año 1811. Los valientes y heroicos patriotas chilenos están divididos. Algunos quieren un gobierno moderado y mamón. Pero otros, los valientes, los de pelo en pecho, como José Miguel Carrera, quieren nada menos que LA LIBERTAD, para darle a los españoles por el culo y quedarse con todo el cotarro, por supuesto (la segunda parte no se dice en voz alta, claro está, por aquello del decoro político, el servicio público, el desinterés personal, etcétera). Pero José Miguel Carrera resulta tener más entusiasmo que habilidad militar, fracasa en el asedio de Chillán, y finalmente, cuando los realistas invaden Santiago, tiene que emigrar al otro lado de Los Andes, a Mendoza. Principia ahí su calvario, porque Carrera tiene la mala idea de andar de genio por la vida, sin percatarse de que Chile ya tiene amo, en forma de una tenebrosa mafia llamada la Logia Lautarina, y que quienes no son bendecidos con la pertenencia a la Masonería no tienen nada que hacer en el gobierno de la Patria, y la democracia al carajo (miren lo poco que ha cambiado Chile en casi 200 años). Convence a los yankis, a punta de doloridas chúplicas, que le dejen partir con una expedición, y...
El espíritu de los tiempos.
El gobierno de José Miguel Carrera, o mejor dicho la dictadura de Carrera, es uno de los períodos más complicados de la historia chilena. ¿Qué demonios pretendía Carrera en verdad? La cuestión no está zanjada, porque como resultaron vencedores sus adversarios los o'higginistas, partidarios de Bernardo O'Higgins, el retrato que nos han legado de Carrera es, como mínimo, tenebroso. Parece ser cierto que Carrera era un pijo de la socialité, y que se arropó con los colores de la libertad para justificar su propia ambición personal, pero eso no lo hace peor que los de la Logia Lautaro, que hicieron más o menos lo mismo, pero coludidos los unos con los otros, y con mejores resultados por ello. Quizás su crimen capital no fue ser ambicioso, sino el no disimularlo, como O'Higgins y San Martín. Asombrosamente, hay ciertos círculos historiográficos que aún hoy se dicen carrerinos, y siguen adelante una polémica, bastante artificial por cierto, con los llamados o'higginianos, y que a ningún chileno con deuda hipotecaria a 20 años (o sea, casi todos) realmente le interesa. Para darles gusto, había entonces que meter en el proyecto de "Héroes, la gloria tiene su precio", después de "O'Higgins, vivir para merecer su nombre", una biografía de Carrera, para compensar. Y tenemos aquí el... ejem... resultado.
¿Por qué verla?
- ¿Diremos que por ser una adaptación histórica de un personaje clave en la independencia chilena? Veamos. En todo biopic, la clave es tener un biografiado con una vida in crescendo, que termine con algo grande, con un reventón final. Rodar la vida de Aníbal el Cartaginés, por ejemplo, no tiene gracia, porque muy importante habrá sido él (¡estuvo a punto de tumbar a Roma, la de HBO!), pero el momento cumbre de su carrera es el cruce de los Alpes con los elefantes, y eso está al comienzo de su campaña militar, y el resto es una lata de indecisiones y derrotas sin mucho gusto. En cambio, la de Jesús es fácilmente adaptable, porque termina a lo grande, con una bonita crucifixión y resurrección. Y ya ven, hay más versiones de la vida de Jesús que de la de Aníbal (por eso, y por otras razones, ejem). La de José Miguel Carrera se parece más a la de Aníbal que a la de Cristo, porque después del cruce de los Andes en 1814, Carrera fue descendiendo de patriota chileno a refugiado en Mendoza, de refugiado en Mendoza a mendigo en Estados Unidos, y de mendigo en Estados Unidos a forajido en la pampa. Por cierto, bautizar a un mijochulo de la aristocracia santiaguina que descendió a montonero pampino como "Príncipe de los caminos" tiene delito, porque más maricón no puede sonar; cuando quiera dejar la redacción de Cine 9009 y pararme en la calle como puto gay, me voy a trasvestir con el nombre comercial de "Príncipe de los caminos" para agarrar clientela. En fin, volviendo a Carrera, a la dificultad de material inicial se suma un guión que, digámoslo derechamente, es una putada. Parte con una escena supuestamente muuuuu profunda en la que vemos a un escorpión matarse a sí mismo, y después nos mostrarán a ese dichoso escorpión majaderamente una y otra vez, para que hasta el espectador más tonto se entere de que Carrera era un autodestructivo (los más inteligentes ya lo habíamos notado). Luego entramos en plena dictadura de Carrera, con lo que nos escamotean algo tan sucio como que Carrera llegó a ser dictador a punta de dos golpes de estado consecutivos, algo que podría desteñirlo como héroe (y la serie se llama "Héroes, la gloria tiene su precio", ¿no?). Con lo que si sabes de historia chilena entiendes y te defiendes con el in media res, pero si no, mala suerte, carajo. El guión pasa a matacaballo algunas peripecias militares, para darle algo de espectacularidad al asunto, pero tan rápido que no alcanza a generar tensión. Luego, a mitad de historia, el asunto cobra vuelo porque vemos al Carrera más íntimo, con problemas familiares, etcétera. Pero luego, cuando Carrera desciende a jefe de montoneras, el asunto se alarga tediosamente otra vez, hasta llegar a un final literal a los textos de historia, que trata de remontar el timbre heroico, pero sin resultados. Y fin. Pasemos en puntillas por el derroche que significa no haber mostrado a Javiera Carrera en pantalla, por haber escamoteado una escena tan vendedora como era el fusilamiento de Juan José Carrera y Luis Carrera (sabemos que mueren cuando le cuentan la noticia a su hermano José Miguel, y punto), por no haber aprovechado de mostrarle como un libertario hablando con Fray Camilo Henríquez sobre "La Aurora de Chile", por haber pasado a la carrerita por el primer escudo patrio y por la libertad de vientres, por no haber aprovechado el momento de tensión dramática, militar y épica que fue el asedio de Chillán... O sea, que a pesar de lo difícil del material histórico de base, había zapallos con los cuales hacer sopaipillas, y si éstas no resultaron no fue por culpa del vegetal, sino de los que organizaron la fritanga.
- La gente... Qué decir de ellos, están realmente fatal. Cristián Galaz, otrora niño prodigio del cine chileno, que se apuntó un tanto con "El Chacotero Sentimental" y que después andaba reclamando que los piratas de DVD le arruinaban el negocio, y que se fue lentamente por el despeñadero con la teleserie "Hippies" (no, no se llamaba "Hippies, la marijuana tiene su precio"), acá terminó de estrellarse. Y no nos alegramos, porque Cristiancito tenía talento, así es que nuestros mejores parabienes para que se levante y nos brinde algo mejor para la próxima. Diego Casanueva, por su parte, compone un José Miguel Carrera chulo y prepotente, lo que le resulta bastante bien, pero se le olvida además darle un lado humano, y las escenas con su esposa tienen nula química. Daniel Muñoz se roba la película otra vez en sus escasas apariciones como un San Martín fatuo y displiscente, repitiéndose el plato con el personaje desde "O'Higgins, vivir para merecer su nombre", y además tiene los mejores diálogos, pero es demasiado poco para salvar el dinero pagado (¿cuál? Lo exhibieron en televisión abierta, y yo no voy a ir corriendo a comprarme el DVD). En resumen, la vida de Carrera fue un lento hundimiento, y este biopic sobre Carrera también, lo que es una lástima, porque de que se esforzaron, se esforzaron.
IDEAL PARA: Chicas a quienes les caliente Diego Casanueva, y fanáticos completistas de "Héroes, la gloria tiene su precio" (eso sería frikada, y no la de los starwaseros).
¿De qué se trata?
"Doña Javiera Carreeeera bailaba la resfalosa... vamos a ver la Patria que nace, vamos a ver, vamos a veeeeeer...". Lo siento, no pude resistir la tentación de poner esa tonada popular chilena. Pero ahora, al grano. Es el año 1811. Los valientes y heroicos patriotas chilenos están divididos. Algunos quieren un gobierno moderado y mamón. Pero otros, los valientes, los de pelo en pecho, como José Miguel Carrera, quieren nada menos que LA LIBERTAD, para darle a los españoles por el culo y quedarse con todo el cotarro, por supuesto (la segunda parte no se dice en voz alta, claro está, por aquello del decoro político, el servicio público, el desinterés personal, etcétera). Pero José Miguel Carrera resulta tener más entusiasmo que habilidad militar, fracasa en el asedio de Chillán, y finalmente, cuando los realistas invaden Santiago, tiene que emigrar al otro lado de Los Andes, a Mendoza. Principia ahí su calvario, porque Carrera tiene la mala idea de andar de genio por la vida, sin percatarse de que Chile ya tiene amo, en forma de una tenebrosa mafia llamada la Logia Lautarina, y que quienes no son bendecidos con la pertenencia a la Masonería no tienen nada que hacer en el gobierno de la Patria, y la democracia al carajo (miren lo poco que ha cambiado Chile en casi 200 años). Convence a los yankis, a punta de doloridas chúplicas, que le dejen partir con una expedición, y...
El espíritu de los tiempos.
El gobierno de José Miguel Carrera, o mejor dicho la dictadura de Carrera, es uno de los períodos más complicados de la historia chilena. ¿Qué demonios pretendía Carrera en verdad? La cuestión no está zanjada, porque como resultaron vencedores sus adversarios los o'higginistas, partidarios de Bernardo O'Higgins, el retrato que nos han legado de Carrera es, como mínimo, tenebroso. Parece ser cierto que Carrera era un pijo de la socialité, y que se arropó con los colores de la libertad para justificar su propia ambición personal, pero eso no lo hace peor que los de la Logia Lautaro, que hicieron más o menos lo mismo, pero coludidos los unos con los otros, y con mejores resultados por ello. Quizás su crimen capital no fue ser ambicioso, sino el no disimularlo, como O'Higgins y San Martín. Asombrosamente, hay ciertos círculos historiográficos que aún hoy se dicen carrerinos, y siguen adelante una polémica, bastante artificial por cierto, con los llamados o'higginianos, y que a ningún chileno con deuda hipotecaria a 20 años (o sea, casi todos) realmente le interesa. Para darles gusto, había entonces que meter en el proyecto de "Héroes, la gloria tiene su precio", después de "O'Higgins, vivir para merecer su nombre", una biografía de Carrera, para compensar. Y tenemos aquí el... ejem... resultado.
¿Por qué verla?
- ¿Diremos que por ser una adaptación histórica de un personaje clave en la independencia chilena? Veamos. En todo biopic, la clave es tener un biografiado con una vida in crescendo, que termine con algo grande, con un reventón final. Rodar la vida de Aníbal el Cartaginés, por ejemplo, no tiene gracia, porque muy importante habrá sido él (¡estuvo a punto de tumbar a Roma, la de HBO!), pero el momento cumbre de su carrera es el cruce de los Alpes con los elefantes, y eso está al comienzo de su campaña militar, y el resto es una lata de indecisiones y derrotas sin mucho gusto. En cambio, la de Jesús es fácilmente adaptable, porque termina a lo grande, con una bonita crucifixión y resurrección. Y ya ven, hay más versiones de la vida de Jesús que de la de Aníbal (por eso, y por otras razones, ejem). La de José Miguel Carrera se parece más a la de Aníbal que a la de Cristo, porque después del cruce de los Andes en 1814, Carrera fue descendiendo de patriota chileno a refugiado en Mendoza, de refugiado en Mendoza a mendigo en Estados Unidos, y de mendigo en Estados Unidos a forajido en la pampa. Por cierto, bautizar a un mijochulo de la aristocracia santiaguina que descendió a montonero pampino como "Príncipe de los caminos" tiene delito, porque más maricón no puede sonar; cuando quiera dejar la redacción de Cine 9009 y pararme en la calle como puto gay, me voy a trasvestir con el nombre comercial de "Príncipe de los caminos" para agarrar clientela. En fin, volviendo a Carrera, a la dificultad de material inicial se suma un guión que, digámoslo derechamente, es una putada. Parte con una escena supuestamente muuuuu profunda en la que vemos a un escorpión matarse a sí mismo, y después nos mostrarán a ese dichoso escorpión majaderamente una y otra vez, para que hasta el espectador más tonto se entere de que Carrera era un autodestructivo (los más inteligentes ya lo habíamos notado). Luego entramos en plena dictadura de Carrera, con lo que nos escamotean algo tan sucio como que Carrera llegó a ser dictador a punta de dos golpes de estado consecutivos, algo que podría desteñirlo como héroe (y la serie se llama "Héroes, la gloria tiene su precio", ¿no?). Con lo que si sabes de historia chilena entiendes y te defiendes con el in media res, pero si no, mala suerte, carajo. El guión pasa a matacaballo algunas peripecias militares, para darle algo de espectacularidad al asunto, pero tan rápido que no alcanza a generar tensión. Luego, a mitad de historia, el asunto cobra vuelo porque vemos al Carrera más íntimo, con problemas familiares, etcétera. Pero luego, cuando Carrera desciende a jefe de montoneras, el asunto se alarga tediosamente otra vez, hasta llegar a un final literal a los textos de historia, que trata de remontar el timbre heroico, pero sin resultados. Y fin. Pasemos en puntillas por el derroche que significa no haber mostrado a Javiera Carrera en pantalla, por haber escamoteado una escena tan vendedora como era el fusilamiento de Juan José Carrera y Luis Carrera (sabemos que mueren cuando le cuentan la noticia a su hermano José Miguel, y punto), por no haber aprovechado de mostrarle como un libertario hablando con Fray Camilo Henríquez sobre "La Aurora de Chile", por haber pasado a la carrerita por el primer escudo patrio y por la libertad de vientres, por no haber aprovechado el momento de tensión dramática, militar y épica que fue el asedio de Chillán... O sea, que a pesar de lo difícil del material histórico de base, había zapallos con los cuales hacer sopaipillas, y si éstas no resultaron no fue por culpa del vegetal, sino de los que organizaron la fritanga.
- La gente... Qué decir de ellos, están realmente fatal. Cristián Galaz, otrora niño prodigio del cine chileno, que se apuntó un tanto con "El Chacotero Sentimental" y que después andaba reclamando que los piratas de DVD le arruinaban el negocio, y que se fue lentamente por el despeñadero con la teleserie "Hippies" (no, no se llamaba "Hippies, la marijuana tiene su precio"), acá terminó de estrellarse. Y no nos alegramos, porque Cristiancito tenía talento, así es que nuestros mejores parabienes para que se levante y nos brinde algo mejor para la próxima. Diego Casanueva, por su parte, compone un José Miguel Carrera chulo y prepotente, lo que le resulta bastante bien, pero se le olvida además darle un lado humano, y las escenas con su esposa tienen nula química. Daniel Muñoz se roba la película otra vez en sus escasas apariciones como un San Martín fatuo y displiscente, repitiéndose el plato con el personaje desde "O'Higgins, vivir para merecer su nombre", y además tiene los mejores diálogos, pero es demasiado poco para salvar el dinero pagado (¿cuál? Lo exhibieron en televisión abierta, y yo no voy a ir corriendo a comprarme el DVD). En resumen, la vida de Carrera fue un lento hundimiento, y este biopic sobre Carrera también, lo que es una lástima, porque de que se esforzaron, se esforzaron.
IDEAL PARA: Chicas a quienes les caliente Diego Casanueva, y fanáticos completistas de "Héroes, la gloria tiene su precio" (eso sería frikada, y no la de los starwaseros).
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