11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

domingo, 9 de septiembre de 2007

"Duro de matar 4.0" (2007).


-- "Live Free or Die Hard". Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Len Wiseman.
-- Actuación: Bruce Willis, Timothy Oliphant, Justin Long, Maggie Q, Cliff Curtis, Jonathan Sadowski, Andrew Friedman, Kevin Smith, Yorgo Constantine, Cyril Raffaeli, Chris Palermo, Mary Elizabeth Winstead, Sung Kang, Zeljko Ivanek, Christina Chang.
-- Guión: Mark Bomback, basado en una historia suya y de David Marconi, inspirados por un artículo de John Carlin.
-- Banda Sonora: Marco Beltrami.

-- "Duro de matar 4.0" en IMDb.
-- "Duro de matar 4.0" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Unos computines se dedican a trabajar con sus misteriosos, arcanos y cabalísticos códigos de programación, mientras pasa la secuencia de créditos. Lamentablemente, los "accidentes" suceden, uno de los computines termina volado hasta el heavenware por cortesía de una bomba en su computador. Pero los misteriosos vuelageeks no saben que uno de los chicos target recibe un ángel de la guardia especial: la policía encarga como favor especial el ir por su búsqueda, a... ¡¡¡CHACHÁAAANNNN!!! John McClane. El hombre acaba de fracasar en un intento por cabronear al chico con el que sale su hija, que ahora está grandecita y casi adulta, y sacó la bocota y actitud de papá corazón, aunque no es demasiado apegada a él, que digamos. Así es que McClane, fastidiado, viaja a su cometido, sólo para encontrarse en la necesidad de desarmar por las malas (dejando cuerpos para la morgue, si es preciso) a un puñado de tipos armados hasta los dientes (¿es que nadie en las de Duro de Matar anda trayendo una pistolita de agua...?). McClane lleva al computín superviviente hasta la policía, sólo para enterarse de que en el intertanto se ha producido la más espectacular secuencia de choques múltiples en la historia de los amenazados Estados Unidos, y que eso tiene que ver con un ataque cibernético en toda regla, nada menos que contra la sección del FBI encargada de luchar contra el cibercrimen (con funcionarios públicos como éstos)... McClane se huele por supuesto que el asunto tiene que ver con la lista de los computines muertos, y el geekie, por su parte, descubre de inmediato la operación de los villanos. Pero como el equivalente yanki de la Brigada del Cibercrimen no piensa detenerse a conversar con McClane porque tiene problemas más urgentes que atender (la clásica miopía policial contra la cual McClane y todo héroe renegado al uso desde Harry el Sucio hasta Jack Bauer ha tenido que pelear toda su puñetera vida), pues bien, McClane tendrá que salir a hacer yippee ki yay mo por su cuenta, luchando contra la más grande agresión cibernética contra los Estados Unidos en la historia, pateando unos cuantos traseros, y... pues bien... ya se imaginan el resto.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Hace muchos años atrás, en 1988, en una época en la cual la música se escuchaba en casetes de audio y los Stallones, los Schwarzeneggers y los Norris caminaban sobre la faz de la Tierra, un tipo llamado Bruce Willis, que hasta entonces había destacado por hacer fundamentalmente comedias ("Cita a ciegas", por ejemplo), dio con el rol que iba a catapultarlo al estrellato cinematográfico. El toque Willis no iba por los músculos, sino por la actitud de permanente mala leche de su personaje, el detective John McClane, un tipo vulgar y corriente que tiene el raro talento para estar en el lugar equivocado y en el momento equivocado, y se ve en la necesidad de meterse a héroe y patear traseros... (pensándolo bien, es como Batman: al final nadie se cree que sea un simple y puñetero ser humano). La operación rindió frutos y dio para dos secuelas más ("Duro de matar II" y "Duro de matar: La venganza"), pero por diversos motivos, la cuarta parte se fue retrasando, retrasando, y nunca más se supo de ella. Es que eran los '90s, la década del míromeelombligo y el existencialismo fatalista, y ya no había lugar para los clásicos héroes ochenteros que lo arreglaban todo por la vía directa (y dolorosa también). Pero después los '80s se pusieron de moda, ¡y de qué modo! En particular porque George W. Bush, se diga lo que se diga, sigue siendo una versión descafeinada de Ronald Reagan (claro que a Reagan le bajó el cretinismo senil DESPUÉS de haber sido Presidente). En cierto modo, los Jack Bauer y similares son una reversión de los viejos Harry el Sucio, Marion Cobretti, John McClane... así es que... ¿por qué no traer a los viejos y auténticos...? Ya Sylvester Stallone se subió a la nave con "Rocky Balboa", la simpática conclusión de la saga del boxeador que derribó el Muro antes que Gorbachev, y si también viene Harrison Ford poniéndose otra vez los pantalones de Indiana Jones, entonces por qué no... así es que John McClane regresó en gloria y majestad (a este paso, capaz que Schwarzie ruede "Comando 2"). Y después de ver "Duro de matar 4.0" queda claro una verdad sacrosanta como la Biblia con salpicaduras de óleos bautismales: los Vin Diesel y los Jason Statham no fueron nunca el verdadero relevo de los duros antiguos, sino apenas un perchero en donde éstos pusieron a descansar el traje un ratito, hasta la siguiente vez en que los malos de verdad se lanzaran a las andadas otra vez.

¿POR QUÉ VERLA?

-- A ver, vamos por parte. Si andan buscando una secuela de "Duro de matar", quizás salgan un tanto decepcionados. Han pasado doce años desde "Duro de matar: La venganza", la tercera parte de la saga, que suman más que los siete años entre ésa y la "Duro de matar" original, y la verdad es que los años pasados se notan. A diferencia de las pelis de James Bond, en las cuales no ha habido parones de importancia (salvo entre "Licencia para matar" y "Goldeneye", de 1989 y 1995 respectivamente), y por lo tanto han mantenido una continuidad de estilo y una envidiable adaptabilidad a los nuevos tiempos, en este caso los doce años sí se notan. En cuanto a estética y espíritu, "Duro de matar 4.0" tiene bien poco que ver con las dos primeras de la saga, como no sea el personaje protagónico, que por otra parte no tiene ningún otro rasgo característico como no sea el cinismo y la mala leche permanente; además, parte de la magia de las dos primeras era la utilización del espacio cerrado (un edificio y un aeropuerto) como battlefield para el choque entre el héroe reluctante y los terroristas bellomijos, elemento que descartaron en la tercera, y no se preocuparon de recuperar en la cuarta (en ésta, John McClane se mueve más que el infeliz que tenía por misión perseguir a Carmen Sandiego). Ahora, si hacemos abstracción del hecho de ser una secuela de "Duro de matar" y yabah dabah dabah, pues bien, es una película de acción hecha y derecha, con nervio y fibra, y eso se agradece en una temporada particularmente anémica para el cine palomitero (por favor, no me hagan recordar "Piratas del Caribe 3" o "Spiderman 3", y en particular "Transformers"). Y estrenada con mucha menor publicidad, gracias a Dios, aunque a lo mejor eso ayuda a no hacerse muchas espectativas...

-- Len Wiseman. Este hombre no tiene un currículum muy extenso, pero nos ha entregado esas dos perlitas del fantástico de acción post 2000 que son "Inframundo" y su secuela "Inframundo: La evolución". Aquí demuestra claramente que aquello no fue chiripazo (echarse a Kate Beckinsale tampoco, suponemos), sino que de verdad es un director con acero líquido corriendo por las venas. "Duro de matar 4.0" es una coctelera en donde se mezcla el cine de acción de toda la vida (la escena del avión parece un homenaje a "Mentiras verdaderas"), con algunos añadidos más o menos sutiles de la estética cyberpunk post Matrix. Y la mezcla funciona sin reventar el laboratorio, sin abusar de efectos especiales, ni menos para poner a los protas a hacer el Matrix (¡¡¡COF COF!!! "Los Angeles de Charlie"... ¡¡¡COF COF!!! "Yo, robot"... ¡¡¡COF COF!!!) o alguna práctica cinematográfica más deleznable aún.

-- Bruce Willis. El hombre es adorable cuando puede, y horripilante cuando quiere (no quiero recordar su intervención en "El chacal" o en "Misión: Seguridad máxima", por no hablar del improbable psicólogo que ofreció en "El color de la noche"), pero su capacidad para moverse entre los registros de la comedia y la acción le dan a John McClane un sabor especial, que aquí vemos otra vez en gloria y majestad. Ahora bien, si me permiten un poco de reflexión con mala leche, no pude evitar pensar, considerando que nuestro querido Bruce ya pasó la cincuentena, qué debemos creer realmente de él, si está más o menos en forma como John McClane pateando traseros en "Duro de matar 4.0", o si está decadente y acabado como el prota de "16 calles"... Chi lo sà!!!

-- Los secundarios están ahí para hacer bulto, como corresponde, porque el espectáculo principal es Willis/McClane haciendo una fantasmada tras otra. Pero son bultos que se ven bien enfardados. Timothy Oliphant es un digno contrapunto, un villano sin carcajadas maníacas ni exhabruptos de chico malo (bueno, no muchos), y que quizás no se vea demasiado temible, pero sí cumple con estar bien pirado. Justin Long como el computín en riesgo es un personaje más bien inane, pero tampoco estorba mucho ni se esfuerza por ser el alivio cómico, de manera que bienvenido a bordo, chico. Maggie Q, la chica de curvas peligrosas en "Misión Imposible III", compone a una más que improbable esbirra segunda al mando después del villano, consumada hacker y buena para las patadas (¿en qué tiempo entrenó para ser un as en las dos cosas?), pero como se ve sexy y ésta es, a fin de cuentas, una película palomitera, se lo perdonamos (por cierto, en ese ceñido traje se ve un poco anoréxica). La joven Mary Elizabeth Winstead (23 añitos), por su parte, es un más que afortunado casting para interpretar a la boquifloja Lucy McClane; de sólo pensar que el rol podría haber ido a dar a Jessica Simpson, siento algo parecido a un escalofrío, y no de placer orgásmico precisamente. Y mención especial con honores se merece Kevin Smith, interpretando a un fofo y obeso computín enclaustrado en el sótano de la casa de su madr... perdón, en su "command center", en un gran homenaje al incombustible director de cosillas como "Ratas de mall" o "Chasing Amy" (estrenada en Chile con el infame título de "El lado oscuro del amor").

-- Diálogos para el bronce. En abundancia. "¿Mai? ¿Chica asiática, le gusta patear a la gente...? Sí, la última vez que la vi estaba en..." (no completo la frase para que la gocen en directo). Y el premio gordo es la burrada grandísima que se manda John McClane frente a Warlock, el Maestro Jedi, cuando éste le pregunta "Oh, ¿así que eres fanático de Fett...?", y McClane contesta: "No, yo siempre fui fanático de Star Wars...".

IDEAL PARA: Ver caminando otra vez entre los vivos (y en buena forma) a nuestro antihéroe de los '80s (bueno, nuestro segundo, después de Harry el Sucio).

4 comentarios:

Martín dijo...

Yo creo que es una excelente película de acción (me engancho cada vez que la repiten en el cable), y que además es una muy buena adaptación de la franquicia a los tiempos actuales. Un detalle que me llamó la atención es que en ésta, McClane depende muchísimo de su "ayudante". Me explico: en la primera, el policía gordo le sirve como descanso entre matanza de malos, y poco más. En la segunda, el controlador del aeropuerto le enseña algunos aspectos de cómo funciona, y el otro tipo le dice cómo llegar a los lugares claves, pero se las hubiera podido arreglar sin demasiados problemas. En la tercera, el samaritano le ayuda y comparte sus desventuras, pero tampoco es muy necesario que digamos. Pero en cambio en la cuarta, ¿cómo diablos habría hecho Mcclane para comunicarse, o para saber dónde ir? Antes que eso, ¿habría sabido lo que pasaba, si no era por el computín? Por eso digo que en esta película es mucho más dependiente de su ayudante que en las anteriores.

General Gato dijo...

Concuerdo. Es una muy recomendable peli de acción, y también me ha enganchado cosa mala cuando la han repuesto, incluso cayendo ahí por zapping y todo. En cuanto a McClane, el personaje ha ido envejeciendo en conjunto con el actor que lo encarna, y creo que eso le ha hecho mucho bien a la saga como un todo, o a esta entrega a lo menos. Ojalá que rueden DdM 5 antes de que Bruce Willis esté demasiado achacoso para andar a los saltos por ahí...

Martín dijo...

Por ahí escuché que ya la están haciendo: "A Good Day... for Die Hard"

General Gato dijo...

Después de una profunda y acuciosa investigación (léase, echarle un vistazo a la Wikipedia), me he enterado de que sí, de que viene la DdM 5. Y pensar que Mel Gibson rechazó hacer Mad Max 4 porque se sentía demasiado viejo para el rol...

Seguidores