11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

domingo, 16 de septiembre de 2012

"No" (2012).


-- "No". Chile / Francia / Estados Unidos. Año 2012.
-- Dirección: Pablo Larraín.
-- Actuación: Gael García Bernal, Alfredo Castro, Antonia Zegers, Diego Muñoz, Néstor Cantillana, Luis Gnecco, Jaime Vadell, Marcial Tagle, Manuela Oyarzún, Alejandro Goic.
-- Guión: Pedro Peirano.
-- Banda Sonora: No tiene.

-- "No" en IMDb.
-- "No" en la Wikipedia en español.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Antes que nada quería mencionarles... lo que van a ver a continuación está enmarcado dentro del actual contexto social. Pensamos que Chile está maduro para esto. Le damos al PLAY y tenemos... ¿la alegría ya viene? ¡Sí, tenemos la alegría ya viene: LA PUBLICIDAD DE LA BEBIDA FREE! (mis mayores me han dicho que se trató de crear una alternativa a la Coca Cola llamada Free por aquellos años). Los exec, no muy convencidos, porque el spot publicitario es demasiado radical. O sea, ¿qué es eso de promocionar el espíritu libre entre los jóvenes? ¿Qué es eso de que una bebida los incite a la rebelión? ¡¡¡QUE ESTAMOS EN DICTADURA, MIERDA!!! (me refiero a 1988, no a la actualidad, sólo por si algún despistado pudiera confundirse...). Además, el comercial tiene un mimo, y por supuesto, nadie quiere a un mimo promocionando su producto, ni aunque sea el condenado Marcelmarsó. En fin, el caso es que a nuestro publicista lo llaman de manera media tránsfuga a que vea una campaña distinta. La del NO. Porque la dictadura militar de Augusto Pinoch... ¿sí, aló? Un momento, tengo una oferta de trabajo. En fin, lo que decía: el gobierno de mi general Pinochet, se quiere legitimar de cara a la opinión pública extranjera, y va a convocar a... ¡un plebiscito! Y para eso le van a dar a la opción NO una franjita de mierda de quince minutos como a las dosmiltrescientas para que ningún chileno de pro la vea, que sólo los marxistas subversivos andan despiertos a esa hora. A nuestro tipo le presentan la campaña del NO, y se queda abismado: es una cosa llorona, lacrimógena, charanguera y trutruquienta en blanconegro recordando que debes votar NO porque... ¡hay muchos muertos que deben ser vengados! Nuestro joven la pesca que nadie va a estar interesado en eso porque, bueno, ya es tétrico vivir con miedo a los malvados marxistas comeniños que complotan contra el gobierno de mi gener... er, discúlpenme un momentito, llamada telefónica... ¿no hay trabajo? Bien, váyanse a freir monos, humanos de mierda. En fin, vuelvo con ustedes. Decía que ya es tétrico vivir con miedo a los héroes que resisten contra la brutal dictadura militar, para que además te lo recuerden en una franja política que parece una pesadilla kafkianoleninista. Nuestro joven las para y decide que venderá un nuevo concepto: si había asociado la bebida Free con la rebelión, ahora asociaría el NO con... ¡la alegría! Y ya tienen a un montón de tipos saltimbanqueando con eso de "Chiiileee... lalegríayavieeeneee...". ¿Conseguirá un grupo de esforzados publicistas hacer entrar en vereda a esos izquierdosos de quenas y charangos y trutrucas para crear una campaña que de verdad venda la opción NO? ¿Conseguirán de paso derribar a la truculenta dictadura militar de Augusto Pinochet...? ¿Se abrirán las anchas alamedas y construirán una sociedad más solidaria, más humanitaria (o gatunitaria), más genuina y libre...? Bueno, a esa última ya saben la respuesta. Que si fuera afirmativa, no estarían las calles de Chile incendiándose en 2012, caramba.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Les reventaré el final. La historia del plebiscito ya la referí en Siglos Curiosos (leer el posteo "El más importante plebiscito en la historia de Chile"). El resumen es el siguiente: después del colapso de 1973, la economía más o menos iba recuperándose y los chilenos estaban más reconciliados con la dictadura militar, porque, joer, muertos habrán, pero ahora tenemos dinero en los bolsillos, además esos sucios marxistas se lo tenían merecido por... bueno... por marxistas, eso es... hasta que vino el colapso económico de 1981, la gente volvió a salir a las calles, y el gobierno de Pinochet llevó a cabo un gran acuerdo nacional con algunos líderes de la oposición para... no lo van a creer... ¡cumplir con el cronograma que el mismo gobierno se había fijado en la Constitución de 1980! Ya saben, cositas como convocar a un plebiscito en 1988 para ver si se le renovaba a Pinochet el mandato por ocho años más. La izquierda, no muy convencida, porque nadie creía que Pinochet convocara a un plebiscito para perder (de hecho, ha trascendido después que cuando ganó el NO, estuvo al borde del autogolpe). Pero después de que la vía armada cayó en el desprestigio con el fracasado atentado contra Pinochet en el Cajón del Maipo en 1986, y en las subsiguientes represalias contra los miristas que fue la Operación Albania, los politicastros de la vía moderada tuvieron su oportunidad, y decidieron emplearse a fondo en la campaña del NO. Consiguiendo lo que parecía imposible: Pinochet perdió. Los momios, haciendo de flaqueza virtud, alabando al general por haber entregado el poder graciosamente (eso y un poco de presión internacional y del empresariado ayudó, claro). Los izquierdosos, transformando esa batallita en la gesta épica que le contaron como cuento de niños a todo Chile durante los veinte años de la Concertación ("...pero es que oigan, lo de Pinoché fue pior..."). Y al final del camino, con la Concertación derribada porque muchos chilenos de medio pelo se sintieron identificados con el marketing de Piñera y votaron por él en 2010, vino un cineasta llamado Pablo Larraín a contar una peli más o menos definitiva sobre la historia del NO. Por supuesto que no le vamos a pedir al hijo de Hernán Larraín (destacado prohombre de la UDI, la Unión Demócrata Independiente, partido político que tiene dos de tres palabras sin correspondencia con la realidad) que haga una apología de los rojos detrás del NO. Pero después de "Tony Manero" y "Post Mortem", Larraín muestra que una vez más se siente como pez en el agua deconstruyendo y reconstruyendo los años del pinochetismo. Ahora le falta un biopic de la Lucía, y estamos oleados y sacramentados. Total, si anda "La dama de hierro" circulando allá afuera...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Pensemos en qué hubiera pasado si esta peli hubiera sido una de esas inspiracionales de Hollywood, estilo "Invictus" o "La lista de Schindler". Hubiéramos visto alguna que otra escena para mostrarnos lo malo malísimos que son los pinochetistas, para luego pasar a ese núcleo de desesperados-pero-nobles adversarios que, en nombre de principios políticos democráticos y humanitarios eternos en el tiempo y en el espacio, hubieran librado una batalla inspiracional para arrastrar consigo a todo un país, y obtener una victoria moral sin precedentes que también es un triunfo del espíritu humano. Incluso hasta estoy viendo las palabras del trailer: "un país bajo estado de sitio... una nación con miedo... un grupo de hombres dispuestos a todo... por la esperanza". Bien, esa peli NO es "No". "No" es una peli absolutamente carente de épica. ¿Es falta de interés, en aburrida? En absoluto, ése es el punto. "No" es una crónica desapasionada de cómo la historia en general, y esa historia en particular que fue la batalla por la franja televisiva del NO, no se mueve por los afanes de grandes prohombres de ojos llorosos haciendo lo humanamente imposible por el bien y la justicia, sino que es manejada por intereses, pequeñeces y mezquindades varias. "No" no es una historia del bien contra el mal, no es una historia de la nobleza contra la miseria humana, sino una historia de dos bandos enfrentados, ambos carentes por completo de superioridad moral. El prota es un publicista que si bien tiene un pasado conflictivo con la dictadura (es hijo de un exiliado y él mismo estuvo algunos añitos en el extranjero), está metido en el chollo no por tratarse de la madre de todas las batallas o por un ajuste de cuentas con los fachos (aunque algo de eso hay, pero muy poco), sino porque es un desafío personal y profesional. El tipo, para que nos entendamos, va de campaña en campaña, de Free al NO y del NO a "Bellas y audaces" (una mugrosilla-pero-popular teleserie de los '80s en Chile, para mis lectores extranjeros), asumiendo cada una de ellas como un producto publicitario más. Incluso hasta el discurso de apertura es siempre el mismo. La campaña se dirige a un Chile que en realidad no está rabioso ni revolviéndose contra la dictadura, sino que la acepta con una resignación casi pastoral, porque como lo ejemplifica la escena con una doméstica a la que le preguntan por qué va a votar que SI, es cierto que hay muertos y detenidos desaparecidos, pero ella está bien, tiene su trabajito, y su hijo va a la universidad, así es que todo el resto puede irse al demonio. Los rojos que quieren convertir el NO en una campaña del terror por su parte son un grupo de retrógrados que están convencidos de ser la divina justicia, y aceptan una campaña fresca y novedosa que no esté basada en convertir a Pinochet en un personaje de terror por pragmatismo y a regañadientes (magistral la escena en que uno de los susodichos se levanta de su asiento e increpa la liviandad de la campaña como una falta de respeto a los combatientes que han caído luchando contra la dictadura... lo que es una verdad a medias, pero también es de una ceguera manifiesta y una incapacidad de conectar con lo que los cientistas políticos llaman ampulosamente "el Chile real", y eso por no hablar de la medio-señora del prota que mira la campaña con desdén porque "sólo van a ayudar a legitimar al viejo, hay que ir a la lucha armada compañero"). El otro lado no es retratado de mejor manera: ven la campaña como un trámite molesto pero necesario, no le ponen ningún esfuerzo al tema porque es carrera ganada (según ellos, y ya ven), y demuestran a cada paso el desprecio absoluto que sienten por la generalidad de Chile, creyéndose unos iluminados con derecho a hacer lo que se les antoja, alcanzando su desprecio patronal no sólo a los marxistas, sino incluso a sus propios empleados (de antología es la escena en que después de acabada la campaña del SI los jerifaltes se reúnen para celebrar, pero a ninguno parece ocurrírsele invitar nada menos que al jefe de la campaña publicitaria que se ha descrestado por la causa, porque bueno... es un empleado y punto, no es "uno de nosotros"). Dentro de este contexto, la victoria final del NO tiene un regusto amargo: no han ganado los buenos, sino la opción menos peor. Cambiará el sistema político, habrá democracia, pero después de la saludable explosión de alegría después de 17 años de andarse gachito y quietecito, la vida del común de la gente seguirá más o menos igual. Nuestro heroico publicista saldrá de la campaña del NO únicamente para ir a otra campaña distinta, sin que haber sido el principal inspirador de la misma le sirva para nada más que una marquita en el currículum. La crítica de esta peli es bastante evidente: vivimos en un Chile 2012 en donde las cosas siguen siendo igual que en la dictadura, con un grupo de apatronados haciendo lo que se les antoja y un grueso de la población a quien eso le importa poco o nada porque, bueno, al menos hay plata en el bolsillo para comprar el pan diario. La victoria del NO de ninguna manera representa el paso hacia un Chile diferente, y toda la campaña publicitaria del NO acerca de que "la alegría ya viene" resultó tan falaz como cuando te venden cigarrillos con la promesa subliminal de que eso te hará más sexy y tendrás minas con silicona y bikini a bordo de un yate. Eso, esta peli lo retrata la mar de bien.

-- La peli basa su reciedumbre en un guión acerado y cargado de detalles. Esos socialistas de champaña hablando por "el pueblo" mientras hacen un asado en una cabaña a orillas del mar y con una sirvienta... Esa intervención de un coronel de la República para sacar a una subversiva de la cárcel porque, bueno, hubo una llamada telefónica de por medio y el coronel andaba de buen humor ese día... Ese contraste entre el final de la campaña del NO con un montón de gente reunida en plan amistoso, versus el final de la campaña del SI con su jefe de campaña con las luces apagadas y sin más compañía que un conserje silbando anodinamente la canción del NO... Esa secuencia de miedo en que los ágiles de la CNI siembran el pánico... Esos cameos (Patricio Bañados. ¡Patricio Aylwin!). El guión por supuesto que incurre en las idealizaciones, dramatizaciones y simplificaciones propias de toda recreación histórica en el cine que se precie de tal. Así, buena parte del contexto histórico de esta peli es arrojado por la borda. No una mala cosa necesariamente: un extranjero puede perfectamente ver esta peli sin estarse perdiendo de nada por desconocer mayores detalles de la historia del pinochetismo (y si no, las brevísimas guías de este comentario y del mencionado posteo de Siglos Curiosos deberían ayudarle, claro, ehm). Este guión es una rara perla dentro del cine chileno, uno en donde cada escena cuenta, cada diálogo es significativo, y en donde absolutamente nada sobra. Ojalá más guionistas chilenos fueran así de buenos.

-- La reconstrucción histórica es espectacular. Viendo esta peli diera la idea de que en verdad estamos inmersos en 1988. Desde la fotografía media amarillenta hasta las locaciones, el vestuario y los objetos físicos, todo remite a esa época. Si hay gazapos (y en esta clase de pelis siempre los hay), no me di cuenta. Lo que a veces saca un poco de ambiente es el montaje, a base de la socorrida cámara en mano y cortando los diálogos en mitad de líneas o de réplica porque, vamos, Pablo Larraín es un artista, claro, no le vamos a pedir que monte de esa manera clásica que remite al Hollywood de la edad dorada porque eso es demasiado comercial, ¿no? (Pero descuiden: el director que otrora nos hizo padecer "Fuga" es ahora un hombre nuevo, y aprendió a dirigir por el camino). Pero son minucias. Lo importante es que es un 1988 que se siente 1988. Y punto.

-- El trabajo de los actores es magistral. Gael García Bernal está más que bien como el prota, un tipo más o menos anodino, con algunas tímidas inclinaciones culturetas, y una vida familiar medio a pedazos. Alfredo Castro, el simbionte de Pablo Larraín (vamos, ha actuado en cuatro de cuatro, si ya parecen siameses), está notable como el jefe del prota, arribista y estirado, que a su vez se aboca a la campaña del SI: aunque es un "villano", es probablemente el tipo de convicciones más sinceras en la peli, además de que cuando su subordinado está en la hora de la necesidad, acude solícito a ayudarle. Antonia Zegers saca bien su rol de comunacha histérica. Y el otro que se roba cada una de sus apariciones es Jaime Vadell regresando de entre los muertos para interpretar a Sergio Fernández, el temible ministro del Interior de Augusto Pinochet, con un talante afablemente maligno que hasta infunde su poco de miedo y todo (tiene algo de gracia que este Jaime Vadell haya sido un abogado progreta metido a soldado en "Caliche sangriento"... vueltas del cine).

IDEAL PARA: En lo particular, ver una interesante crónica y crítica de la transición chilena a la democracia, y en lo general, otra demostración de que la Historia cuando está transcurriendo tiene mucho de mezquindad y después cuando se rememora tiene mucho de mistificación.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en español].

2 comentarios:

Galo Nomez dijo...

A propósito de lo que se dice en uno de los párrafos, hay muchas personas que vivieron en la década de 1970 y que son enfáticos en afirmar que el grueso de las personas no tenía idea alguna de lo que estaba pasando con el control a los opositores en plena dictadura y el asunto de la DINA y las desapariciones forzadas. De hecho, cabe consignar que las protestas contra Pinochet tuvieron un trasfondo económico, ya que surgieron como respuesta a la crisis de 1981.

General Gato dijo...

Tengo más o menos entendido lo mismo, en parte porque aunque existían los familiares de detenidos desaparecidos, mucha gente no se sentía inclinado a creerles porque eran comunistas comeniños vendidos al oro de Moscú etcétera. Aunque tampoco es que conozca la época tan a fondo para asegurarlo a fe cierta. Pero sí que las protestas masivas contra Pinochet empezaron después de la crisis del '81, eso sí, por aquello de que el dólar ya no costaba 39 pesos (qué tiempos aquellos...), y motivaron el famoso gran acuerdo nacional entre el gobierno y la oposición de la época, que marcaron el cronograma del regreso a la democracia. El resto es historia (y tratándose de algunos de los protas, de historieta también...).

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