11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 24 de diciembre de 2009

"El último cuplé" (1957).


-- "El último cuplé". España. Año 1957.
-- Dirección: Juan de Orduña.
-- Actuación: Sara Montiel, Armando Calvo, Enrique Vera, Julia Martínez, Matilde Muñoz Sampedro, Laly del Amo, Aurora García Alonso, Beni Moreno, Luis Orduña, Erasmo Pascual, Consuelo de Nieva, Miguel Fleta, Manolita Guerrero, Antonio Alcázar, Rafaela Aparicio.
-- Guión: Jesús María de Arozamena y Antonio Mas Guindal.
-- Banda Sonora: Juan Solano.

-- "El último cuplé" en IMDb.
-- "El último cuplé" en la Wikipedia en castellano.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Ante nosotros se abre el telón de un retablo cervantino, y una voz de radiolocutor en off nos informa que estamos a punto de ver un homenaje a un mundo que desaparece, el mundo de los cuplés (¡mi Dios, la peli es de 1957, ya lleva cinco décadas a cuestas, y miran a los cuplés como algo pasado de moda!). Pues bien, en ese decadente y franquista 195..., en un cabaret de pésima muerte está la gran estrella María Luján, entregándose tanto al apolíneo arte de la música como al dionisíaco deporte del codo empinado. En ese hundimiento la encuentra un antiguo admirador, que como corresponde al espíritu de la época, expresa su admiración en términos bombásticos y ditirámbicos (ya saben: "en verdad no hay voz tan grande en todo Isr...", perdón, "...en toda España", etcétera). Cual magdalena proustiana, esto abre una catarata de recuerdos, desde 191... (cuán Edgar Allan Poe, esto de esconder el último número del año). En aquellos felices tiempos monárquicos, María Luján era una joven que empezaba a despuntar en el mundo del baile, y además tenía su noviecito. Pero, ¡ay!, la cola del demonio encontró su camino para meterse, y ahí es como descubren a María Luján. Entre la adorable granuja de su tía y su nuevo manejador, se las arreglan para ir dejando en el camino al noviecito, y de paso preparar la carrera de María Luján en los cuplés, arte que ella no quería abrazar porque el cuplé, verán, era para la hez del mundo musical (para ella, zarzuelas y óperas, por favor), pero al final, bueno, así es el mundo y hay que comer... De esta manera comienza una vida llena de resonantes triunfos y ardientes pasiones, con María Luján cada vez más grande que la vida, y al mismo tiempo cada vez más perdida dentro de su propia fama y fortuna... "Behind the Music", vamos.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Para la mayor parte de la gente hubo tonadas medievales, luego música clásica, y después llegó el rock-yeah, y he ahí condensados quince siglos de evolución de la música occidental. ¡¡¡Pobre tonto!!!, diría Mario Baracus. Porque en medio ha existido toda una amplia gama de músicas, como el tango, la polka y más recientemente, gracias a las pelis de Chuck Norris, el gangoso llamado árabe desde lo alto del minarete a la oración. Una de esas músicas, más o menos nativa de Ezpaña (en realidad medio importada, como una buena cantidad de lo que es bueno en Ezpaña, en este caso desde Francia) es el cuplé. El cuplé era para finales del XIX lo que la música tropicaliente para nuestros días: o sea, canciones con una estructura musical simplona, que hablaban sobre sexo (los de la vieja guardia me van a decir que cómo, de qué está hablando Mi General, etcétera, pero en comparación a la zarzuela o a la ópera seria, el cuplé es musicalmente simplón, que más voy a decir, y en cuanto a lo del sexo, es cierto que las letras eran un poquito más elaboradas que "Gasolina" o el ella me bate como si fuera mayonesa, pero el tema es el mismo, e igual de abierto para la censura de la época)... Por su parte, y al revés de los gorgoritos de los cantones de ópera, el cuplé tiene el encanto de lo simple, casi como un haikú japonés. Y como el hip-hop, había cuplés sobre echarse polvos, y otros sobre viscisitud política. Todo eso empezó a desvanecerse más o menos cuando llegó la radio, y el público español tuvo oportunidad de desprovincianizarse y familiarizarse con otros estilos musicales (es lo que tiene el que pierdas todas tus colonias, como le pasó a los ezpañóle en 1898: te olvidas de ser el ombligo del mundo, pares a Ezpaña, escribes unamunadas y descubres que you're not alone in the world). Después vino el paternalismo vigilante de Mi Caudillo, don Francisco Franco, Salvador de Media Ezpaña (a la otra media, la mandó al paredón). El cuplé tenía dos vertientes tocahuevos para Franco: una era la sátira política que ofendía su, ejem, unitarismo institucional, por decirlo así, y la otra vena era esa fijación con "puez, coño, tía buena" (aunque cantado en elegante, claro, pero es que en el idioma que sea, la urgencia sexual es la urgencia sexual), que ofendía su proyecto iglesionacionalista. De modo que por babor o estribor, Mi Caudillo acabó prohibiendo el cuplé, lo que terminó poniéndole la lápida al género. Que han tratado de revivir varias veces, pero con el regusto a fruta congelada de supermercado que tiene cualquier revival: si quieres leer una historia de elfos, anda al original, a Tolkien, y pásate de la "Dragonlance". "El último cuplé" es más que una película: es el digno y gran adiós para un género musical que tuvo sus tiempos de gloria y dejó grandes recuerdos en quienes peinan canas (o que las guardan en un confortable sepulcro, a estas alturas...).

¿POR QUÉ VERLA?

-- Lo dicho. Esta peli es un gran retrato de lo que fue la España cupletera, aquella España popular del XIX, que por ser provinciana y vivir de espaldas a la civilización, desarrolló su propio microclima cultural. Ya para 1957, como la peli se encarga de transmitir sutilmente, toda esa cultura había sido reemplazada por el espíritu franquista de las vacaciones en Marbella; las pelis de Pili y Mili estaban ya a la vuelta de la esquina. Pero este filme es un más que digno colofón. O la primera mitad, por lo menos. La segunda recorre los caminos del Music Hall, en particular cuando María Luján, en el colmo de su triunfo, emprende gira por Estados Unidos y canta después del fin de la guerra en Francia (sí, antes que la Edith Piaf de "La Vie en Rose" fue... ¡¡¡MARÍA LUJÁN!!!).

-- Es también un destacado exponente del género cinematográfico que podríamos llamar "Behind the Music", y que muestra el ciclo triunfo-borrachera-degradación-miseria-regreso-apoteosis de cualquier músico que se precie de tal (un músico que no ha pasado por un triunfo glamoroso al comienzo y luego se haya hundido en los infiernos del alcohol y la droga, no es un músico, no importa qué tan Mendelssohn sea). Sabemos lo mucho que morbiliza a la gente esto de ver a los grandes emborracharse de éxito a barricas, para luego verlos caer y revolcarse, en particular cuando no es mala suerte externa sino que se la andan buscando, y esta peli ofrece de esto. Porque hay que ver lo malagradecía que es la María Luján que le dicen, con los que tratan de apuntalarla en su camino. Y lo de apoteosis final es literal, con ese regreso que ni la Edith Piaf en el Olympia de París, oigan... (además, María Luján hizo su retorno triunfal en una peli de 1957, así es que es tres años antes que la francesa).

-- Sara Montiel. La peli la muestra bella, y además se luce cantando distintas canciones (no sólo cuplés). No puedo describir esto. Mejor prueben a verla. Ni Madonna en sus mejores días, dénlo por hecho. De hecho, en aquellos años Sara Montiel empezaba a triunfar en Hollywood, y se dice estaba liada, ahí es nada, con James Dean (se supone incluso que iba a viajar en ese auto fatal en que James Dean partió a la eternidad). Pero con "El último cuplé" regresó a España, y le fue tan bien que se olvidó de ser la joven promesa de Hollywood siguió haciendo pelis como la gran reina del cine musical ezpañó. Ya sabes lo que dicen: mejor ser cabeza de ratón que cola de león. Lo que Sara Montiel entendió por las buenas, después Penélope Cruz hubo de entenderlo por las malas...

-- Hay ciertas situaciones fílmicas que son de una ingenuidad desarmantes. Para los efectos del melodrama cincuentero estaban bien, pero ahora invitan a una sonrisa condescendiente, o peor aún, a la carcajada postmoderna. Aún así, siguen teniendo su valor justamente por esa naiveté, por el recuerdo de cuando las cosas eran menos complicadas, y bastaba con mostrar una línea férrea desde un tren traqueteando, junto con sobreimpresiones de los nombres de las ciudades, en plan Looney Tunes, para dar a entender que la artista estaba de gira y pasando de triunfo en triunfo. Y ya no digamos ese final hecho para sacarle lagrimitas de emoción a las veteranas... Podrían volver a hacer películas como ésta. Las llamaríamos, no sé... Retromusicalismo.

IDEAL PARA: Hacer ejercicio de nostalgia con un gran musical que viene nada menos que desde... ¡¡¡ESPAÑA!!!

VIDEOS.

-- Sarita Montiel cantando "Tú no eres eso" en la peli [en español, ¿necesitan subtítulos acaso?].

-- Sara Montiel canta "Sus pícaros ojos" [en español].

No hay comentarios.:

Seguidores