11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

miércoles, 11 de febrero de 2009

"Límite de seguridad" (1964).


-- "Fail-Safe". Estados Unidos. Año 1964.
-- Dirección: Sidney Lumet.
-- Actuación: Dan O'Herlihy, Walter Matthau, Frank Overton, Ed Binns, Fritz Weaver, Henry Fonda, Larry Hagman, William Hansen, Russell Hardie, Russell Collins, Sorrell Booke, Nancy Berg, John Connell, Frank Simpson, Hildy Parks.
-- Guión: Walter Bernstein, basado en la novela de Eugene Burdick y Harvey Wheeler.
-- Banda Sonora: No hay.

-- "Límite de seguridad" en IMDb.
-- "Límite de seguridad" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Parece un día como cualquiera otro. Pero no, hay un tipo que tiene pesadillas con la tauromaquia, con ser un matador, qué caray (ya ven, los ezpañoleh tienen la culpa...), y por eso las cosas no irán bien, que a la mala suerte no hay que llamarla que viene solita. Hay también un sujeto nada más mírenme-soy-académico, que pontifica sobre los riesgos y amenazas de una guerra nuclear, y que cuando una señora le echa los tejos para recibir guerra nuclear allí por donde ninguna mujer se deja meter un ICBM, la envía con cajas destempladas a tomar aire. El de las pesadillas y el académico, medio coincidirán en los sucesos del día porque uno es piloto de la USAF (United States Air Force, entérense un poquito), y el otro es asesor o algo así, del Gobierno de los Estados Unidos en materias relacionadas con seguridad nuclear, geopolítica, etcétera. En paralelo hay una visita de un par de señorones del Congreso, que creen que porque los elige el Pueblo tienen derecho a meterse donde mandan sus narices, y que llegan a tiempo para presenciar un desastre. Porque las computadoras (sí, ésas mismas, las que funcionan con cintas magnetofónicas que avanzan y retroceden, y son alimentadas con tarjetas perforadas, ñomi-ñomi) anuncian una inminente amenaza nuclear contra los Estados Unidos. ¡Señores, empieza lo bueno! ¡Orden a todos los cazabombarderos nucleares al límite de seguridad para preparar el pepineo nuclear contra la URSS! Aclaremos el panorama. Aer-aer-aer... No, no pasa nada. Falsa alarma, señores. El Doomsday postergado otro día, gracias a Dios. Era sólo una falla de la computadora. Así es que, a arreglar la supercomputadora (no sé si "super-" por capacidad de cálculo, pero por tamaño, al menos...). Y en medio de todo ese proceso de arreglo, la computadora hace un ¡ay! y su quejido llega hasta uno de los bombarderos, y la computadora a bordo del bombardero interpreta: AVANCEN. De esta manera seis bombarderos Vindicadores cruzan el límite de seguridad y se internan con rumbo a la Unión Soviética, dispuestos a bajar el precio de los pepinos de temporada en el mercado soviético. El pánico es de órdago, y el asunto llega hasta el Presidente de los Estados Unidos, que como buen americano no ha aprendido nunca otro idioma que el inglés, y por lo tanto depende de los servicios de un traductor para parlare la bella lingua di los rossos. A los rojos, menuda la gracia que les hace tener a seis bombarderos enemigos, cada uno armado con dos bombas nucleares de veinte megatones cada uno, en espacio aéreo soviético. Bueno, pero tienen que creerme, dice el Presidente yanki (no es George W. Bush, claro está). Los rusos no se fían. Viene entonces la colaboración del gobierno yanki para derribar a sus propios boys que se han tomado su misión con exceso de celo, todo por seguir a la pata de la letra el protocolo de operaciones que le han enseñado a respetar a la pata de la letra, justamente. Pero a medida que pasan las horas, los yankis se dan cuenta para su propia desgracia, que han creado una red operativa de aviones, computadoras y hi-tech demasiado mortíferamente eficiente, y que los tovarich al otro lado de la Cortina de Hierro no podrán hacer nada. De manera que el Presidente de los Estados Unidos, ante la inminencia de que Moscú reciba una rosa nuclear y pase a ser una ciudad roja de verdad, empieza a barajar las alternativas más extremas para impedir que el meltdown atómico de Moscú se transforme en una Tercera Guerra Mundial...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

El 06 de Agosto de 1945, la Historia de la Humanidad cambió para siempre. El hiroshimazo enviado por los good guys a Japón, demostró que la Humanidad podía destruirse. La mayor seguridad que tuvo la Humanidad entonces, es que los dos bandos supervivientes, el de los rojos soviéticos, y el de los rojiazulesblancos yankis, tenían los dos "el arma", y el que disparaba primero moría segundo. Aún así, cada bando quería forzar el juego al máximo sin desatar el nudo atómico. Y vinieron las crisis: China, Berlín, Indochina, Suez, Cuba... Hasta el fatídico mes de Octubre de 1962 en que los heroicos protas de "Trece días" debieron lidiar con la inminencia de una Tercera Guerra Mundial, al meterse en el zapato chino de tratar de parar el envío de trigo nuclear desde Ucrania hasta la Cuba de Fidel, chico. En ese minuto, el novelista Eugene Burdick, que algo daba que hablar con una novela de gran desarrollo y final insultantemente bajo mínimos llamado "La novena ola", unió fuerzas con el académico Harvey Wheeler para escribir la novela "Límite de seguridad". Con todo, no era la primera novela sobre el tema, ya que un tal Peter George había escrito antes una novela llamada "Alerta roja". Inspirados por la peli "La hora final" de Stanley Kramer, una de las primeras que lidiaba con el tema del día después (a su vez basada en una novela de un tal Nevil Shute), Columbia Pictures compró ambas novelas, la del tándem Burdick/Wheeler y la de George. La segunda, la de Peter George, se convirtió en "Doctor Insólito", adaptada como comedia negra por Stanley Kubrick a pesar de que el texto original es un drama, y estrenada antes por exig... perdón, quise decir, "petición" del señor Kubrick. La otra se convirtió en lo que ahora nos ocupa, en la peli de Sidney Lumet. La peli de Lumet recibió excelentes críticas, pero fue un fracaso de taquilla. Quizás influyó que "Doctor Insólito" es más divertida, tiene más lecturas y posee más garra (a pesar de que el argumento de las novelas originales es casi idéntico, tanto que Peter George demandó a Harvey Wheeler y a Eugene Burdick por plagio, demanda que fue rechazada por los tribunales), fue estrenada dos años antes, y para colmo coincidió con la Crisis de los Misiles, mientras que "Límite de seguridad" llegó tarde a la fiesta. Una lástima, porque "Límite de seguridad" es una peli apreciable, pero se diga lo que diga, quedará para siempre como la segundona detrás de "Doctor Insólito". Es lo que tiene hacer una peli buena a la sombra de una genial: la buena termina por no parecer muy buena.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Partamos por Sidney Lumet. En esas fechas había rodado cosas como "Doce hombres en pugna" o "Largo viaje del día hacia la noche", pero aún estaban lejanos los días de gloria en que le daría cuerpo y acabado a "Serpico", "Asesinato en el Expreso de Oriente", "Tarde de perros", "Network: Noticias que matan" o "El veredicto" (bueno, también ha rodado cosas como "Las cintas de Anderson" o "Un extraño entre nosotros", y es que nadie es perfecto tampoco). No es el director por el cual uno hubiera apostado en primer lugar para una peli de tensión política en los altos mandos. Pero funciona. Y bien. Todo gracias a ese toque gélido y espartano del cine de Lumet, que deja hablar a los personajes y los convierte en motor de la tensión dramática. Esta peli, por ejemplo, deliberadamente prescinde de cualquier banda sonora. Nada. No hay música incidental, nadie enciende la radio, nadie siquiera silba para aliviar la tensión. De esta manera, el ambiente frío y burocrático de las oficinas mal iluminadas se torna aún más agobiante y claustrofóbico (es una buena peli, pero no se les ocurra verla cuando estén downspirited o podrán salir de la habitación arrastrándose por debajo de la puerta). Está rodada por completo en blanco y negro, en una época en que ya nadie rodaba así, y esto aumenta aún más el aspecto de escultura neoclásica que tiene la trama. Adicionalmente, Lumet se centra de manera casi obsesiva en el núcleo de personajes yankis, repartidos entre el Presidente, la sala de comandos, el Pentágono, y la carlinga del avión. Sabemos de los rusos sólo porque oímos una voz parloteando algo por el Teléfono Rojo, pero lo que dicen, lo sabemos porque hay un traductor. SIGUE SPOILER GRUESO A CONTINUACIÓN HASTA EL FINAL DEL PÁRRAFO. Y cuando finalmente revientan las bombas, no vemos las explosiones, pero las adivinamos, una porque oímos un espantoso chirrido por un teléfono, y la otra por un juego de montaje que nos da a entender que la bomba ha explotado, y que los muertos no son estadísticas en un tablero ni un mero McGuffin, sino gentes de verdad cuyas vidas grandes o pequeñas son miserablemente segadas porque sí. FIN DEL SPOILER.

-- El elenco está brillante. Henry Fonda pone toda su bonhomía en el angustiante rol del Presidente de los Estados Unidos, al mando de la nación más poderosa y militarizada de la Historia, al cual se le hace trágicamente evidente que ni todo su poder podrá impedir el desastre. Lo acompaña como traductor nada menos que un jovencísimo Larry Hagman, un año antes de consolidarse como el Mayor Nelson de "Mi bella genio" y una década antes de "Dallas", y una vida entera antes de estropearse el caracho y el hígado por su devoción hacia los altos espíritus (los del alcohol, claro está). Pero la gran sorpresa es tener a nada menos que a Walter Matthau, actor que en la memoria popular tiende a estar más asociado a comedias, interpretando a un bismarckiano/kissingeriano asesor que con una política de halcón, opina que debería aprovecharse el accidente y la obviedad de que los rusos responderán, para lanzar todas las fuerzas de los Estados Unidos y hundir a la Unión Soviética en una sepultura nuclear de una vez por todas (además, su diálogo inicial, según el cual el futuro postnuclear pertenece a los archiveros y a los presidiarios, y que ambos intentarán utilizar sus respectivas fortalezas para barrer al bando contrario, es simplemente delirante).

-- ¿Qué queda al final del día? Si esto fuera otra peli sobre un error atómico, con "Doctor Insólito" nos bastaría. Pero aunque la historia y premisa son similares (y no serían idénticos porque Stanley Kubrick se apartó notablemente del material de base), los énfasis son distintos. La visión de Kubrick, mesiánicamente ensimismados con los misterios de la vida, la muerte y la resurrección, tiene un regusto al absurdo de la existencia humana en general. Al final, en lo de Kubrick no importa demasiado que estalle o no la Tercera Guerra Mundial, porque de todas maneras los seres presentados son, de una manera u otra, lo suficientemente renacuajos para que no importe mucho si viven o mueren. En lo de Lumet, en cambio, es evidente el valor concedido a la vida humana, remacha varias veces la necedad de entregarse amarrado de pies y manos a máquinas automatizadas que bien pueden jugarnos una mala pasada simplemente porque son máquinas y las máquinas procesan, pero no piensan, y cuando por toda la mecánica de cuestiones puestas en juego pareciéramos olvidar que no se trata de equilibrio de fuerzas entre personajes, Lumet se encarga de recordarnos con detallitos sueltos por aquí y por allá (alguna alusión a las familias, los sueños y visiones, las confidencias del traductor, etcétera) que los metidos en el lío son seres humanos, y son criaturas que van a sufrir horrendamente si sucede todo lo macabro que podría llegar a suceder. Al final, toda la frialdad discursiva de la peli, en estética y en sonido (no hablemos de banda sonora, que no hay, ya he dicho) tiene por objeto no hacernos olvidar que estamos frente a personas, sino todo lo contrario, que lo único importante en medio de máquinas y computadoras son esos seres humanos a los que nunca debió olvidarse en primer lugar. Es este valor humanista, independientemente de cuánto pueda una persona valorar la vida humana o no, lo que le confiere a esta peli un valor único, frente a su competencia no sólo anterior, sino también superior, pero que tiene un sello bastante diferente.

IDEAL PARA: Ver un clásico del género de la tensión internacional, con calma y detención.

OTRAS PÁGINAS SOBRE "LÍMITE DE SEGURIDAD":

-- Crítica: Fail-Safe en Arlequín.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli, que no será muy informativo, pero sigue siendo el trailer, joer... [en inglés, sin subtítulos].



-- Inicio de la peli [en inglés, sin subtítulos].

2 comentarios:

Secutor dijo...

de esta película me pasó algo raro, me gustó más la versión nueva que la vieja, o sea, esta versión no me gustó, en especial el papel de Walter Matthau (Groteschelle)está mejor resuelto (al menos en guión, no sé si en actuación)en la versión nueva, lo mismo el del coronel loco en el bunker de la montaña Nevada, en la versión nueva es solo un tipo que cree fervientemente en su ideario y sus argumentos son difíciles de rebatir para el momento que están pasando

General Gato dijo...

No tengo cómo comparar porque no he visto la versión nueva, pero si vale la pena, habrá que estar al corriente. No sucede a menudo, pero no sería tampoco la primera vez que el remake termina siendo superior al original...

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