11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

domingo, 13 de enero de 2008

"Doctor Insólito" (1964).


-- "Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb". Inglaterra. Año 1964.
-- Dirección: Stanley Kubrick.
-- Actuación: Peter Sellers, George C. Scott, Sterling Hayden, Keenan Wynn, Slim Pickers, Peter Bull, James Earl Jones, Tracy Reed.
-- Guión: Stanley Kubrick, Terry Southern y Peter George, basados en el libro de este último.
-- Banda Sonora: Laurie Johnson.

-- "Doctor Insólito" en IMDb.
-- "Doctor Insólito" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Estamos en la Guerra Fría. Los malvadísimos soviéticos han desarrollado el arma del juicio final, con la cual la Humanidad entera podría ser arrasada. De manera paralela, el comandante de una base aérea perdida en algún lugar de Yankilandia ha decidido enviar a todos sus bombarderos a echarle una peinadita radiactiva al territorio soviético. Todo parecía ser un ejercicio de rutina, pero lo que no saben es que el militar en cuestión tuvo la genial ocurrencia de pensar por sí mismo en vez de obedecer órdenes, y esos pensamientos lo llevaron a considerar que sus ideas sobre la estrategia soviética para provocarle impotencia a través del envenenamiento del agua, son verdaderas. Y que la mejor manera de evitar eso y volver a recuperar sus preciados fluidos corporales, es utilizando un resquicio administrativo para lanzar un ataque nuclear en toda regla sin autorización del Presidente de los Estados Unidos, y atrincherándose en su base hasta que los sovis terminen convertidos en sombras chinas contra la pared. Ahora, el Pentágono tiene tan solo unas pocas horas para evitar que el mundo entero marche hacia la Tercera Guerra Mundial, y tendrán que colaborar... ¡con los soviéticos! ...para que eso no pase...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Desde 1945 en adelante, la tensión geopolítica mundial había ido escalando. Si te llevas Europa del Este, yo meto misiles en Turquía. Si metes misiles en Turquía, yo me apodero de China. Si tomas China, yo me quedó con Indochina. Si te quedas con Indochina, te sacamos con indochinos en el trasero a ti y a tus siervos de la gleba los franchutes. Si me sacan de Indochina, armo la de Dios es Cristo en Israel. Si me siguen fregando con Israel, meto misiles en Cuba. Si metes misiles en Cuba, invado Cuba. Si invades Cuba, invadimos Alemania. Si invades Alemania, invadimos Europa del Este. Si invades Europa del Este, vuelan las cabezas nucleares. Si vuelan las cabezas nucleares tuyas, vuelan las nuestras. Bien, creo que se entiende el concepto. En 1962 estuvimos a punto: fue el año de la Crisis de los Misiles, y el año al que arribó Kevin Costner en su máquina del tiempo para investigar su futura "Trece días". Algo después, en 1964, ya plenamente consciente el cine de que había que criticar y demoler a como dé lugar a los defensores del MAD (Mutually Asegured Destruction), salieron dos películas sobre cómo el sistema de equilibrio nuclear se puede ir al demonio. Una de ellas fue "Límite de seguridad" (AKA "Punto límite" en España) de Sidney Lumet, que era la versión "seria" del tema; la otra es la presente "Doctor Insólito", que era la versión en clave de comedia negra. Aunque digámoslo con todas sus letras: es lo suficientemente negra, negrísima más bien, como para que nadie, a no ser alguien demasiado descerebrado, se ría.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una de las más brillantes películas de Stanley Kubrick. La premisa básica puede parecer demodé, debido a que la Guerra Fría ya terminó, pero por detrás hay otra premisa aún mayor, que nunca perderá actualidad: ¿qué pasa cuando al perro bravo se le pasa la mano con su bravata, y recibe respuesta...? El incidente nuclear es desatado por un general desquiciado y obsesionado con sus fluidos corporales, pero después de ver la reacción de la plana mayor del Gobierno y los militares yankis, y del enviado más o menos plenipotenciario de los soviéticos, queda más que claro que nuestro heroico defensor de los fluidos corporales es en realidad un caso extremo de un tipo de locura psicótica delirante paranoide que está extendido a todos los niveles. Esta película es uno de los más feroces alegatos antimilitaristas en el cine de todos los tiempos, y se las arregla para presentar cuánta estupidez, demencia, imbecilidad y cretinismo hay en la defensa mesiánica y a ultranza de la patria, llegando a medios tales que terminarán por destruir esa misma patria a la que tanto dicen venerar.

-- Es literalmente, una película obscena. La película tiene una fotografía terriblemente fría y objetiva, lo que acentúa el clima gélido de la misma, pero al mismo tiempo, tiene una enorme cantidad de chistes sexuales. No se necesita tener el cerebro en demasiada putrefacción para ver que en la peli al menos, lanzar la bomba atómica es un orgasmo. Los militares que intervienen son todos impotentes o tienen algunas extrañas perversiones sexuales (¿no es fálico acaso sentarse encima de la bomba para arrojarla, como si se estuviera montando en un rodeo tejano?), y mientras más nazis, tanto peor (en ese sentido, el Doctor Insólito es de antología). Y el gran final, con la explosión nuclear acompañada de una sensual canción francesa al mejor estilo de Edith Piaf, es literalmente un orgasmo que estalla (ya, vale, conté el final, pero aún así véanla que vale la pena, ¿OK?).

-- Es puro Stanley Kubrick. Aún no rodaba sus cintas más clásicas ("2001: Odisea del espacio" o "La naranja mecánica"), pero ya era bien visible el tono frío y arcangélico de sus producciones posteriores. Pero no incurría (todavía) en ese feo vicio kubrickiano de alargar indefinidamente las tomas sólo para que se viera más poético (¡era manera segura de cargarse "Barry Lyndon", y lo hizo igual!).

-- Peter Sellers. Desempeña nada menos que TRES roles en esta película, y lo hace de tal manera que es casi imposible reconocerle entre uno y otro, si no es con previa advertencia. El más normalito de ellos es el Presidente de los Estados Unidos, que como único civil estadounidense en toda la película, es la voz de la sensatez y la razón. Pero también es el lugarteniente que trata de detener a como dé lugar a su superior jerárquico, el tipejo ése de los fluidos corporales (lo repito harto para dejar clara la idea), con trucos y salidas que parecen una especie de borrador de su personaje más célebre, el Inspector Clouseau. Y finalmente está su papel más grande y delirante, con el cual está apenas cinco míseros minutos en pantalla, y por los cuales, si no hubiera hecho nada más, se hubiera inmortalizado sin remedio: el Doctor Insólito. Este inválido ex nazi es por sí misma una de las más pirotécnicas actuaciones que ha entregado el cine jamás, y su delirante plan eugenésico nazi para preservar la raza humana (especialmente los estadounidenses, como Raza Superior) es de antología. Hay que ver cómo le brillan los ojitos al general que interpreta George C. Scott cuando descubre que dentro del plan tendrá una decena de concubinas para él solo (y uno puede preguntarse si la actuación del generalmente extraordinario George C. Scott es así de buena, o si de verdad está entusiasmado el actor de sólo pensarlo).

-- Aunque no es una película para reirse, hay algunos chistes cargados de ironía y mala leche. No puedo dejar de mencionar el diálogo inicial en el cual el general interpretado por George C. Scott es llamado de urgencia al Pentágono para resolver la crisis, y como está en el baño, contesta su secretaria y amante, que se pone muy cariñosa TAMBIÉN con su interlocutor de la línea telefónica... O la pelea que se desata cuando el embajador ruso trata de aprovechar la crisis para tomar algunas fotitos del interior del lugar, que es resuelta por un diálogo salvaje del Presidente: "¡Caballeros, no pueden ustedes pelear aquí! ¡Este es el Cuarto de la Guerra!".

IDEAL PARA: ¿Reirse? No. ¿Angustiarse? Un poco. ¿Cuestionarse un par de cosas sobre el mundo y sus demonios? Sí, definitivamente sí.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que la canción final no es francesa ni nada tiene que ver con Edith Piaf. Es una canción inglesa y estuvo de moda en la segunda guerra pues habla de que algún día las parejas, los familiares o los hijos volverán a encontrarse con los suyos al final de la guerra. Es todo un icono en Inglaterra

Randjody dijo...

La canción se llama "We'll meet again", y -cantada por Vera Lynn- apareción en un musical del mismo nombre en 1943.

Volviendo a la película, concuerdo con muchas cosas de las que dijo, general, pero con otras no.

Para mí, es una de las mejores películas de Kubrick, director que se anduvo paseando por muchos géneros y prácticamente de todos salió airoso y con su pequeña joyita.

¿Que no es para reírse? ¡Para nada! ¡Es una de las mejores comedias de todos los tiempos!. Claro, no es de risa facil (y hay que tener su buena cuota de humor negro) ni es para hacerlo a carcajadas, pero ¿el discurso explicativo del general interpretado por Sterling Hayden sobre la contaminación del agua? ¿la secuencia cuando el capitán Mandrake trata de llamar a la Casa Blanca y tiene que pedir cambio en una expendedora de Coca-Cola? ¿frases inmortales como la que mencionó usted, de "¡No peleen, esto es el Salón de Guerra!"? ¡Buenísimas!

Además, de los tres personajes que interpretó Sellers, el más desdibujado es Strangelove. Está bien, son todos un tanto "borde", neuróticos y esquizos, pero encontré que el doctor estaba -aún así- sobreactuado. Bien por Peter, pero el que el personaje que le da título a la película aparezca sólo cinco minutos no quiere decir necesariamente que sea el mejor (para mí, el mejor personaje es el general de George C. Scott).

Por otra parte, lo sexual de la cinta se nota desde el inicio. ¿O me va a decir acaso que los dos aviones de los créditos iniciales no están fornicando?...

Saludos, mi general.

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