"Fauteuils d'orchestre". Dirigida por Danièle Thompson. Protagonizada por Cécile de France, Valérie Lemercier, Albert Dupontel, Laura Morante, Claude Brasseur, Christopher Thompson, Dani, Annelise Hesme, François Rollin, Sydney Pollack, Daniel Benoin, Françoise Lépine, Guillaume Gallienne, Christian Hecq, Julia Molkhou. Francia. Año 2006.
¿De qué se trata?
Jessica es una chica francesa (no se dejen engañar por el nombre angloparlante) que un buen día decide salir de la provincia y llegar hasta la Capital, hasta la Ciudad Luz, hasta donde el mundo entero gira y pasa y se ruedan las pelis francesas. Allí, buscando cómo demonios contratarse, en plan pícara al estilo Lazarillo de Tormes (Cécile de France, ¿OK?), consigue el imposible de contratarse en un café elegantoso en el cual nunca jamás han contratado a una camarera mujer hasta que llega ella. En torno al café y sus idas y venidas laborales, empieza entonces a conocer a un grupo peregrino de gentes. Uno de ellos es un compositor que, a pesar de tener una señora inserta en los círculos sociales firulíes, está hastiándose cada vez más de la pajarita del smoking y quiere seguir tocando música, pero desde la provincia y únicamente por eventos de caridad para moribundos portacánceres. Otro es un vejete que después de años y años de acumular una colección de pinturas, esculturas y toda clase de obras artísticas, de un día para otro decide desprenderse de todo eso en un remate, lo que le sienta fatal al hijo, que ya quería echarle mano a todas esas joyitas cuando el vejete pase a mejor vida, y que de paso odia a su madrastra, una tipa más joven que el mismo hijo, y a la que acusa de andar buscando sol para calentarse. Y finalmente tenemos a la loca e hiperkinética actriz que vive, muere, pena y suspira por aparecer en una gran peli de cine, porque ella, verán, es que ella nació para el rol de Simone de Beauvoir, para que se vean, y qué importa estar actuando al periclitado de Feydeau, o ser la jueza estrella en una soap opera franchute. Uno a uno, estos tres grupos de personajes se irán viendo influidos por la filosofía positiva y tiraparriba de nuestra esforzada prota provinciana, que con su desplante y simpatía infundirá nueva y radiante vida en estos aproblemados seres. O eso se supone que debemos creer, al menos.
El espíritu de los tiempos.
Aaaaaahhh, aaaaaahhh, aaaaaahhh... ¿Espíritu de los tiempos? Espíritu de los tiempos nada, dije, estaba demasiado embebido (ad)mirando a Cécile de France... Aaaaaahhh, Cécile... Aaaaaahhh...
¿Por qué verla?
- No a todo guionista deberían dejarlo dirigir su propio guión. El guionista piensa, por supuesto, que su guión es perfecto, y cuando lo ruede, pues bien, probablemente no le cambie ni una coma. Si el tipo es un genio escribiendo o dirigiendo (si en ambos, mejor), estamos a salvo, pero si el tipo es medianamente competente como el común de los mortales y nada más, entonces, Houston, tenemos un problema. En el caso de la peli que nos ocupa, Danièle Thompson es el guionista y director al mismo tiempo (bueh, el guión lo escribió con alguien más, pero es en esencia suyo). Esta peli está bien contada, es eficiente, tiene buenos personajes, pero algo queda en el aire... Esta clase de historias corales siempre importan un riesgo, y ese riesgo es que alguna de las historias, o todas, fallen en resultar interesantes, o bien que el hilvanado entre ellas sea carente de interés. Este es el caso. Porque las tres historias son sencillas y banales, y si bien se dejan ver sin fastidio, tampoco queda la sensación de haber visto cómo reinventaban la rueda al final de todo, precisamente. Y en cuanto al enlace, el personaje de Jessica, es simpatiquísimo a más no poder, pero verán, es que ella casi no interactúa con el resto, como no sea para servir de caja de resonancia de los problemas de los demás, y por lo tanto, como enlace es prácticamente inútil... A cambio, tenemos una película del género "feelin' fine", con tres historias que por ser mínimas y directas al grano, y con un final feliz sin ser rimbombante, deja un buen sabor de boca. Sumando y restando, es una buena peli, realizada con cariño, pero no es la cinta que te va a mostrar los nuevos rumbos del cine ni los misterios impenetrables del Sagrado Templo de la Cinematografía, precisamente.
- Cécile de France. Sin ella, esta peli se hubiera venido abajo como un plomo. Porque si hay algo que levanta esta peli, es el derroche de simpatía y carisma que deja esta francesita, y que contrata vivamente con lo mortecino del resto de los personajes (bien actuados, sí, pero con vivencias más bien deprimentes). A doña Cécile, con sus tempranos 30s muy bien llevados, aparte de su rol central en "Alta tensión" y de su paseo por Hollywood al lado de Jackie Chan en el remake de "La vuelta al mundo en 80 días", ya se había robado cámara en Cine 9009 siendo la coestrella de Gérard Depardieu en "El cantante". Aquí, pese a que su personaje es un nudo entre historias que en definitiva no anuda nada, sus apariciones esporádicas por aquí y por allá alivian la tensión y el drama de las otras historias.
- En cuanto a las historias mismas... La verdad de las cosas es que el grupete alrededor del remate no calienta a nadie, y cuando todo podría despegar, no despega nunca. La historia del pianista que quería vivir es demasiado abrumadora y, por qué no decirlo, reiterativa (ya saben, escena con el pianista quejica quejándose, nueva escena con el pianista quejica quejándose, otra escena más con el pianista quejica quejándose...), aunque el final de esta trama responde al espíritu, como decíamos, "feelin' fine" de la peli, y podemos ya ir sacando los pañuelos palomiteros de rigor. El tercio que le corresponde a la historia de la estrella de TV que quería volar, es por el contrario un punto alto, aunque sea por lo simpático de las neuras de la prota; además, se le hace un más que gran homenaje al incombustible director Sidney Pollack ("Yakuza", "Los tres días del cóndor", "El jinete eléctrico", "Ausencia de malicia", "Tootsie", "Africa mía", "Juegos del destino", "La intérprete"), dándole un pequeño rol nada menos que como un gran (ficticio, claro está) director de cine estadounidense... Ya quiero que me hagan en treinta años más un homenaje así a mí, presentándome como un gran y ficticio comentarista de cine... (soñar es gratis, dicen).
- Y, pues... Cécile de France, otra vez. Lo siento, la adoramos demasiado en esta platea.
IDEAL PARA: ¿...lo notaron? Admiradores de Cécile de France, por supuesto.
¿De qué se trata?
Jessica es una chica francesa (no se dejen engañar por el nombre angloparlante) que un buen día decide salir de la provincia y llegar hasta la Capital, hasta la Ciudad Luz, hasta donde el mundo entero gira y pasa y se ruedan las pelis francesas. Allí, buscando cómo demonios contratarse, en plan pícara al estilo Lazarillo de Tormes (Cécile de France, ¿OK?), consigue el imposible de contratarse en un café elegantoso en el cual nunca jamás han contratado a una camarera mujer hasta que llega ella. En torno al café y sus idas y venidas laborales, empieza entonces a conocer a un grupo peregrino de gentes. Uno de ellos es un compositor que, a pesar de tener una señora inserta en los círculos sociales firulíes, está hastiándose cada vez más de la pajarita del smoking y quiere seguir tocando música, pero desde la provincia y únicamente por eventos de caridad para moribundos portacánceres. Otro es un vejete que después de años y años de acumular una colección de pinturas, esculturas y toda clase de obras artísticas, de un día para otro decide desprenderse de todo eso en un remate, lo que le sienta fatal al hijo, que ya quería echarle mano a todas esas joyitas cuando el vejete pase a mejor vida, y que de paso odia a su madrastra, una tipa más joven que el mismo hijo, y a la que acusa de andar buscando sol para calentarse. Y finalmente tenemos a la loca e hiperkinética actriz que vive, muere, pena y suspira por aparecer en una gran peli de cine, porque ella, verán, es que ella nació para el rol de Simone de Beauvoir, para que se vean, y qué importa estar actuando al periclitado de Feydeau, o ser la jueza estrella en una soap opera franchute. Uno a uno, estos tres grupos de personajes se irán viendo influidos por la filosofía positiva y tiraparriba de nuestra esforzada prota provinciana, que con su desplante y simpatía infundirá nueva y radiante vida en estos aproblemados seres. O eso se supone que debemos creer, al menos.
El espíritu de los tiempos.
Aaaaaahhh, aaaaaahhh, aaaaaahhh... ¿Espíritu de los tiempos? Espíritu de los tiempos nada, dije, estaba demasiado embebido (ad)mirando a Cécile de France... Aaaaaahhh, Cécile... Aaaaaahhh...
¿Por qué verla?
- No a todo guionista deberían dejarlo dirigir su propio guión. El guionista piensa, por supuesto, que su guión es perfecto, y cuando lo ruede, pues bien, probablemente no le cambie ni una coma. Si el tipo es un genio escribiendo o dirigiendo (si en ambos, mejor), estamos a salvo, pero si el tipo es medianamente competente como el común de los mortales y nada más, entonces, Houston, tenemos un problema. En el caso de la peli que nos ocupa, Danièle Thompson es el guionista y director al mismo tiempo (bueh, el guión lo escribió con alguien más, pero es en esencia suyo). Esta peli está bien contada, es eficiente, tiene buenos personajes, pero algo queda en el aire... Esta clase de historias corales siempre importan un riesgo, y ese riesgo es que alguna de las historias, o todas, fallen en resultar interesantes, o bien que el hilvanado entre ellas sea carente de interés. Este es el caso. Porque las tres historias son sencillas y banales, y si bien se dejan ver sin fastidio, tampoco queda la sensación de haber visto cómo reinventaban la rueda al final de todo, precisamente. Y en cuanto al enlace, el personaje de Jessica, es simpatiquísimo a más no poder, pero verán, es que ella casi no interactúa con el resto, como no sea para servir de caja de resonancia de los problemas de los demás, y por lo tanto, como enlace es prácticamente inútil... A cambio, tenemos una película del género "feelin' fine", con tres historias que por ser mínimas y directas al grano, y con un final feliz sin ser rimbombante, deja un buen sabor de boca. Sumando y restando, es una buena peli, realizada con cariño, pero no es la cinta que te va a mostrar los nuevos rumbos del cine ni los misterios impenetrables del Sagrado Templo de la Cinematografía, precisamente.
- Cécile de France. Sin ella, esta peli se hubiera venido abajo como un plomo. Porque si hay algo que levanta esta peli, es el derroche de simpatía y carisma que deja esta francesita, y que contrata vivamente con lo mortecino del resto de los personajes (bien actuados, sí, pero con vivencias más bien deprimentes). A doña Cécile, con sus tempranos 30s muy bien llevados, aparte de su rol central en "Alta tensión" y de su paseo por Hollywood al lado de Jackie Chan en el remake de "La vuelta al mundo en 80 días", ya se había robado cámara en Cine 9009 siendo la coestrella de Gérard Depardieu en "El cantante". Aquí, pese a que su personaje es un nudo entre historias que en definitiva no anuda nada, sus apariciones esporádicas por aquí y por allá alivian la tensión y el drama de las otras historias.
- En cuanto a las historias mismas... La verdad de las cosas es que el grupete alrededor del remate no calienta a nadie, y cuando todo podría despegar, no despega nunca. La historia del pianista que quería vivir es demasiado abrumadora y, por qué no decirlo, reiterativa (ya saben, escena con el pianista quejica quejándose, nueva escena con el pianista quejica quejándose, otra escena más con el pianista quejica quejándose...), aunque el final de esta trama responde al espíritu, como decíamos, "feelin' fine" de la peli, y podemos ya ir sacando los pañuelos palomiteros de rigor. El tercio que le corresponde a la historia de la estrella de TV que quería volar, es por el contrario un punto alto, aunque sea por lo simpático de las neuras de la prota; además, se le hace un más que gran homenaje al incombustible director Sidney Pollack ("Yakuza", "Los tres días del cóndor", "El jinete eléctrico", "Ausencia de malicia", "Tootsie", "Africa mía", "Juegos del destino", "La intérprete"), dándole un pequeño rol nada menos que como un gran (ficticio, claro está) director de cine estadounidense... Ya quiero que me hagan en treinta años más un homenaje así a mí, presentándome como un gran y ficticio comentarista de cine... (soñar es gratis, dicen).
- Y, pues... Cécile de France, otra vez. Lo siento, la adoramos demasiado en esta platea.
IDEAL PARA: ¿...lo notaron? Admiradores de Cécile de France, por supuesto.
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