11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 24 de septiembre de 2009

"Las vírgenes suicidas" (1999).


-- "The Virgin Suicides". Estados Unidos. Año 1999.
-- Dirección: Sofia Coppola.
-- Actuación: James Woods, Kathleen Turner, Kirsten Dunst, Josh Hartnett, Michael Paré, Scott Glenn, Danny DeVito, A.J. Cook, Hanna Hall, Leslie Hayman, Chelse Swain, Anthony DeSimone, Lee Kagan, Robert Schwartzman, Noah Shebib, Hayden Christensen, Giovanni Ribisi (narrador en off).
-- Guión: Sofia Coppola, basada en la novela de Jeffrey Eugenides.
-- Banda Sonora: Air.

-- "Las vírgenes suicidas" en IMDb.
-- "Las vírgenes suicidas" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Esta es una de esas pelis "X años atrás", que en este caso son 25, y como la peli es de 1999, podemos situarnos cómodamente en 1974. Todo bonito, todo plácido, pequeña comunidad linda pija aristócrata yanki... Hasta que a una niñita Lisbon se le ocurre tratar de despacharse al otro mundo. Desde que los Lisbon se mudaron al barrio, éste se revoluciona con las cinco chicas Lisbon, todas en esa edad terrible en que se transforman en monstruos de autorreferencia, o sea los 13-17, más o menos (algunas después no evolucionan, siguen siendo monstruos autorreferentes y se transforman en protagonistas de la farándula o en cineastas culturetas, pero eso es aparte). Bueno, estaba en lo de las chicas Lisbon. Las pobres viven recluidas con esas terribles criaturas republicanas que son sus padres, muy conservadores ellos y también muy querendones: la clase de viejos que te dicen que te quieren mucho y te miman mucho, pero de refilón te insinúan que las reglas son las reglas, y te las imponen con todo caramelo para que te sientas muy mal por romperlas y quebrarle el corazón a papi. Resulta que después de haber tratado de cepillarse, el psicólogo, con esa calma "yo lo sé too, pa' eso soy psicólogo", da la recomendación genial de armarle una fiesta a la más chica. Los papis, que son muy querendones, bueno, por qué no, a pesar de que eso de las fiestas, pues no, miren, no sé, a las fiestas llegan hombres, qué van a decir nuestros vecinos... Y en medio de la fiesta, resulta que la criatura festejada tiene el mal gusto de retirarse, subir a su habitación, y hacer el Coyote arrojándose al vacío. El asunto queda caratulado como accidente, pero la familia aguanta estoicamente, porque como lo dije, son republicanos de pro, ultracatólicos conservadores, así es que todas esas penitas hay que pasarlas sin aspavientos, qué van a decir los vecinos, joer. Pero ya al comienzo de esta peli nos han advertido, porque es una de esas tipo "recuerdo que en mi niñez"... Las otras cuatro también están en la picota, y a la larga también acabarán suicidándose. Qué desperdicio, ñap. Y no me digan que no lo sabían, si por algo el título habla de vírgenes y de suicidas, ¿eh?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Esta peli estará asociada de manera inmortal, para bien o para mal (probablemente más para mal, y eso a riesgo de alienarme los afectos de los culturetas de pro), a la hercúlea y nepótica figura de Sofia Coppola, la cineasta que sería una más del montón de no ser por los buenos oficios de su papi, el poderoso Francis Ford Coppola, que quién sabe cuantos palillos habrá movido en Hollywood (quizás no tantos como se piensa), pero de que llevaba a su criatura a las fiestas de Hollywood para que se enchufara con productores y actores, no me creo que no lo hiciera. Ya desde bebita, papá Francis, con empeño ítaloamericano, le había marcado el camino haciendo que interpretara al bebé del cappo di tutti cappi Michael Corleone en "El Padrino" (luego dicen que la vida no imita al arte), y luego de algunos berruntes por aquí y por allá, la terminó reclutando en reemplazo de Winona Ryder en "El Padrino III". La maniobra nepótica no funcionó demasiado bien, Sofia Coppola se llevó la rechifla de su vida, y desde entonces juró que nunca más iba a ponerse delante de una cámara a ser abucheada así: lo suyo iba a ser estar DETRÁS de la cámara y mandar a los demás lo que tienen que hacer, que para algo tengo sangre italiana y soy una Coppola, per la Madonna santa (es lo que tienen los italianos: en su Patria no ganan una guerra ni con la ayuda amistosa de los Panzerdivisionen, y en el extranjero quieren ganarlas todas). Después de algunos años vagando por el limbo, la buena estrella volvió a sonreir a Sofia Coppola, cayéndole en las manos este guión. Hagamos un poco de memoria sobre cómo eran las cosas en 1999. En aquel tiempo en que el Presidente de los Estados Unidos gozaba felaciones en horarios de oficina y los britrockeros caminaban sobre las aguas, estaba muy de moda en el flanco contracultureta un individualismo extremo de fuerte tendencia depresiva (en el 2000, tres cuartos de lo mismo, pero con la estética animé imponiéndose progresivamente sobre la oscuridad DarkGothEMO). Una peli como "Las vírgenes suicidas", ambientada en el middle-'70s (década fetiche para los '90s, y si no díganselo a Nirvana, que se copió medio catálogo de Kiss y el Punk) tenía que caer en terreno fértil. Que el resultado sea asfixiantemente cultureta, y decididamente sobrevalorado, es lo de menos. Lo importante es que otra vez la Bambina De Los Mios Occhios, la No Tan Bella Ragazza Coppola, estaba otra vez al tope de la bandera. Después de la autorreferencialidad de "Las vírgenes suicidas" vendría la autorreferencialidad de "Perdidos en Tokio" y "María Antonieta". Aunque quizás, pensándolo bien, no sea tan malo. Después de todo, sin la Madrina Coppola, quizás no estaríamos hoy en día hablando de Kirnsten Dunst o Scarlett Johansson...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Existen dos clases de obras de arte. Una de ellas es la que dice "no miren al Mensajero, el Mensaje es importante", que tratan de entregarte un mensaje y que lo digieras bien digerido. En las otras te dicen "el Mensaje es intrascendente, adora al Mensajero", que son las clásicas obras culturetas de quienes se creen tan inteligentes, que tienen una excelsa opinión de todo zurullo que se les ocurra cagar, y no comprenden que el resto a lo mejor prefiera zurullos un poco más almibarados y con más polvo de rosas, por favor... Bien, después de esta disertación coprofágica, ¿dónde cae la Coppola? Exacto, cae del lado cultureta. Todas sus pelis tratan sobre pobrecitas mujeres incomprendidas, que no son frívolas ni tontas según ellas mismas (¿y según quién más?) sino que tienen una sensibilidad exquisita que deben esconder dolorosamente del mundo debido a las malignas gentes alrededor que las reprimen con su incomprensión. Este conflicto se repite calcado entre las hipersensibles hijas Lisbon y sus ultraconservadores padres en "Vírgenes suicidas", entre la pobrecita esposa joven de "Perdidos en Tokio" con su distante marido, y entre la frívola no-tan-tonta-déjenme-ser reina adolescente versus la Malvada Corte de Versalles en "María Antonieta". Esto es, por supuesto, calcado a la biografía de la Coppola, a quien en su juventud nunca le reconocieron sus berrinches artísticos, que creció en medio del individualismo alternativo cultureta noventero, y que ahora se desquita torturándonos con sus doncellas insufriblemente buenas, insufriblemente sensibles, insufriblemente incomprendidas, etcétera. Bueno, al menos las vírgenes suicidas tuvieron los cojones (o los ovarios, mejor dicho) de suicidarse, algo que no pudieron hacer la prota de "Perdidos en Tokio" ni María Antonieta. Si partimos de estas coordenadas, es fácil adivinar por qué esta peli impresiona por su acabado técnico, pero a medida que transcurre, se va desinflando progresivamente hasta que dudemos sobre qué demonios trata de decirnos en realidad. No pierdan el tiempo tratando de entenderla: no hay Mensaje. O si acaso hay alguno, es el siguiente: no maltraten a las chicas adolescentes desvalidas con sentimientos, que algún día podrían crecer y transformarse en cineastas que los castigarán infligiéndoles pelis egóticas y autorreferentes como las de Sofia Coppola. En esto del Culto al Líder, al menos Stalin lo hacía con más pompa e himnos más entretenidos...

-- La historia, ¿qué decir de la historia...? Tengo entendido que no sólo adapta una novela, sino que es una adaptación muy fiel a la novela. Maldición. Generalmente cuando adaptan novelas al cine, las destazan y destripan hasta convertir grandes monumentos literarios (o al menos decentes pasarratos) en bazofias intragables que para colmo se cagan en el mensaje (segunda vez que saco una referencia coprológica reseñando una de Coppola, ¿será alguna clase de señal?). En este caso, que por una vez en la vida hubiéramos agradecido que se le faltara el respeto a la novela y se traicionara su esencia en pos de hacer algo más condensado y con sentido, optan por seguirla a la pata de la letra. Hasta la mitad de la peli, todo marcha más o menos bien. Tenemos sus arranques culturetoides por parte de la Coppola, pero todo luce más o menos en control. Uno puede aceptar que el psicólogo sea una caricatura porque aparece dos segundos y listo (Danny De Vito, cagándose en... ahí está otra vez la referencia coprológica... cagándose en su rol de "La guerra de los Roses"). Uno puede aceptar que el suicidio de la primera chica no tenga explicación. Uno puede tomar como una advertencia sobre el monumental ego de Sofia Coppola, que la primera suicida le diga al médico "usted nunca ha sido una chica de trece años", con autorreferencialidad insufrible, porque todas esas mocosas son exactamente así (a ratos pareciera que la Coppola nunca superó los trece). Pero hay una progresión narrativa, y los hechos se van concatenando con cierta lógica. Pero después de la secuencia de la fiesta, más o menos a mitad de peli, el asunto se torna de una imbecilidad manifiesta, y los personajes se empiezan a comportar todo lo forzados que pueden para que entendamos bien el mensaje (repito: no putear a las niñas hipersensibles, pobrecitas ellas). Al final, como nos lo prometieron al principio de la peli, las chicas se suicidan, y la gran sensación que queda no es tragedia ni sufrimiento, sino "¡¡¡AL FIN!!!". Sí, la ví entera, así ustedes no tienen que hacerlo.

-- El acabado técnico es, como decíamos, impecable. Al menos. Sofia Coppola opta por una narración discreta y tranquila, sin alardes de gran cineasta, en lo que a este rubro se refiere. Las actuaciones son bastante buenas, destacando por supuesto los sempiternos Kathleen Turner y James Woods como los padres conservadores que esconden la manopla de hierro debajo del guante de terciopelo. Pobre Woods, verse obligado por el guión a hacer el mongo oliendo y hablándole a unas plantitas en el Colegio, en una de las escenas más cretinas de todo el filme. Kirnsten Dunst está ahí para poner caritas, y si bien se ve sabrosa en algunas escenas, en otras destaca su físico asténico, y bueno... Ah, sí, estaba hablando de su perfomance como actriz... Bueno, su físico se ve asténico, quedémonos en eso. Josh Harnett aparece lo justo y preciso, hecho un crío. Las otras cuatro chicas Lisbon están casi para hacer bulto, justificando de este modo la penosa carrera posterior de las cuatro actrices que les dan vida (es un decir). En general las actuaciones son eficientes, pero sirven a personajes, ¿cómo decirlo? sin verdadera substancia. ¿Por qué? Lo repito: no están ahí para transmitir ningún personajes, sino que son Peones movidos por la Gran Ajedrecista Coppola para mostrarnos que es la futura Kasparov o algo así. Qué vergüenza. En cuanto a la banda sonora, está aceptablemente bien. (Por cierto, ¿cómo es que padres setenteros tan ultraconservadores dejaron al personaje de Kirnsten Dunst tener un disco de esos malditos satánicos de Kiss?).

-- ¿Qué queda al final del día? La sensación de haber visto una peli a punto de ser buena, a punto de ser especial, a punto de ser cálida... A punto de no ser porque para pasar a ese nirvana de los bienaventurados cinematográficos, primero debemos inclinarnos frente al altar monolito de Sofia Coppola. Si lo hacemos, entonces gozaremos de la gracia de vernos bendecidos en la comunión espiritual cultureta con los valores individualistas y de tolerancia emocional que predica la peli. Parece que la Suprema Pontífice Coppola no ha aprendido que las mejores pelis son las que consiguen ese mismo efecto, pero permitiendo rodear al director por varios caminos para apreciar mejor la obra final desde el propio punto de vista. No es casualidad que la peli termine con una Fiesta Asfixia: al final nosotros somos los asfixiados. Por lo menos, no he visto nunca a nadie tan consecuente que diga "¡Amo la peli de las vírgenes suicidas de nuestra Diosa Coppola!" y después haya ido corriendo a inhalar monóxido de carbono hasta la muerte por anoxia...

IDEAL PARA: Llevar oro, incienso y mirra a los altares de Sofia Coppola y dárselas de cultureta entre ciertos círculos post-Grungies.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].

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