"Dragones: Destino de fuego". Dirigida por Eduardo Schuldt. Protagonizada por (las voces de) Elva Alcandré, Bruno Ascenzo, Rómulo Assereto, Saskia Bernaola, Katia Condos, Javier Echevarría, Gian Marco, Paul Martin, Roberto Moll, Silvia Navarro, Gianella Neyra, Jesús Ochoa, Ricardo Velásquez. Perú. Año 2006.
¿De qué se trata?
Después de una batalla épica en grado sumo, librada en lo profundo de unas cavernas, en donde hay dragones y más dragones, un huevito de dragón queda suelto. Este es encontrado virtualmente por accidente, por una pareja de cóndores en la Cordillera de Los Andes (o eso deberíamos suponer). Y lo crían como su hijo, junto con una pareja de odiosos hermanastros cóndores. Ignorantes todos ellos de que están incubando nada menos que a un dragón, los hermanastros se burlan y ríen del supuesto cóndor por lo feo que es. Aún así, el condorcito feo se las arregla para encontrar amistad en un puma y en una libérnaga (y yo qué sé sobre qué demonios es una libérnaga, la película venía así). Aún así, su vida siendo joputado por los jorobones hermanastros sigue adelante, así es que en un intento por descubrir la verdad de su propio origen, desciende a las grutas, y encuentra un medallón mágico, gracias al cual aparece una radiante dragona en el firmamento. De este modo, el condorcito feo se transforma en un radiante cisn... perdón, dragón. La dragona le enseña que es el príncipe de los dragones, que es el Elegido por una antigua profecía para liberar a su pueblo, y se lo lleva para entrenamiento (para irritación de la libérnaga, claro está). Aquello de descubrir que es alguien VIP en el mundo, le hace muy mal al dragón, porque se vuelve pretencioso, matón y arrogante, y por ende, en nuevas y sucesivas aventuras, descubrirá el valor de la humildad, la sencillez, el respeto por la naturaleza... y después bajará a las grutas, a patear traseros de villanos.
El espíritu de los tiempos.
La llegada de los efectos especiales por computadora marcó un antes y un después en la historia del cine por muchas razones. Una de las principales es, por supuesto, que ya no hay excusas para que grupos extrahollywoodenses, como gente europensis o sudacas, no puedan rodar películas sobre ciertos temas que requieren bastantes FXs. Esto es, por supuesto, una maldición para aquellos quienes habían hecho de necesidad virtud, y creían que el cine sudaca debía seguir hablando sobre borrachos, vagos y marginales de toda clase, con una artesanía espartana, para oponerse a la maquinaria hollywoodense. En los últimos años, por tanto, la industria fílmica latinoamericana ha ido penetrando poco a poco en el terreno de la animación, contando historias que, si bien tienen un cierto regusto local, tratan de ser filmes universales, no enquistados en el chovinismo latinaca: ahí están películas de animación tradicional y en 3D como "Patoruzito", "Ogú y Mampato en Rapa Nui" o "Piratas del Callao". Es precisamente esta última la que fue dirigida por el mismo señor que ahora reincide en esto de la animación, con "Dragones: Destino de fuego". El resultado es... ejem... ¿cómo decirlo? Bien, supongo que la sinceridad es el mejor camino. Esta película tiene sus fortalezas y sus debilidades.
¿Por qué verla?
- En general, puede decirse que es una película entrañable no porque sea una vigorosa obra de arte, o siquiera un filme con buena artesanía, sino precisamente porque carece de esas virtudes. Está hecha con más intenciones que resultados, y por eso mismo, tiene el regusto de aquello hecho con cariño, desde el corazón, o por lo menos, con muchas más entrañas que los filmes de animación medin Hollywood, cuya última hornada, al menos, es sólo un pálido reflejo de aquella verdadera edad de oro que se vivió en los '90s ("Aladino", "El rey león", "El príncipe de Egipto", "HomiguitaZ", "Shrek"...). Y es que a pesar de la animación deficiente o lo estereotipado del argumento, por no hablar de situaciones incoherentes (al comienzo se dice que los cóndores se alimentan de carne y por ende se da por quebrado el tabú de no poner a un animal comiéndose a otro en una peli infantil, y al instante siguiente, aparece un puma conversando apaciblemente con unas llamas, en vez de comérselas), hay soluciones muy interesantes que levantan poderosamente el nivel: por ejemplo, la acción está ambientada en Los Andes y la jungla (¿amazónica?), y por ende, integra elementos míticos latinoamericanos, con un tino enormemente mayor, o al menos con más carisma que ese deplorable intento Disney por hacer algo similar, que fue "Las locuras del Emperador"; el reino de los dragones, por su parte, no está en ningún Walhalla celestial, sino en lo profundo de la Tierra.
- Que la trama sea tan arquetípica es, curiosamente, un punto a favor. Se trata básicamente de la historia del héroe que es perseguido en su infancia, descubre que es el Elegido, se entrena para su misión, y finalmente derrota a las fuerzas del Mal. O sea, estamos frente al enésimo Cristo Skywalker. Este apego a la fórmula tradicional es, curiosamente, no un punto en contra sino uno a favor: no tratan de disimular esta historia detrás de ropajes densamente intelectualizantes, y viajan de regreso a lo básico, al cuento de hadas clásico y tradicional, con versión de Cenicienta y el Patito Feo en clave folklórica incluido.
- La libérnaga. Vaya uno a saber qué clase de bicho es éste, pero la verdad de las cosas es que cuando aparece, anima bastante el cotarro. Puro carisma, que le llaman.
IDEAL PARA: Disfrutar sin mayores complicaciones.
¿De qué se trata?
Después de una batalla épica en grado sumo, librada en lo profundo de unas cavernas, en donde hay dragones y más dragones, un huevito de dragón queda suelto. Este es encontrado virtualmente por accidente, por una pareja de cóndores en la Cordillera de Los Andes (o eso deberíamos suponer). Y lo crían como su hijo, junto con una pareja de odiosos hermanastros cóndores. Ignorantes todos ellos de que están incubando nada menos que a un dragón, los hermanastros se burlan y ríen del supuesto cóndor por lo feo que es. Aún así, el condorcito feo se las arregla para encontrar amistad en un puma y en una libérnaga (y yo qué sé sobre qué demonios es una libérnaga, la película venía así). Aún así, su vida siendo joputado por los jorobones hermanastros sigue adelante, así es que en un intento por descubrir la verdad de su propio origen, desciende a las grutas, y encuentra un medallón mágico, gracias al cual aparece una radiante dragona en el firmamento. De este modo, el condorcito feo se transforma en un radiante cisn... perdón, dragón. La dragona le enseña que es el príncipe de los dragones, que es el Elegido por una antigua profecía para liberar a su pueblo, y se lo lleva para entrenamiento (para irritación de la libérnaga, claro está). Aquello de descubrir que es alguien VIP en el mundo, le hace muy mal al dragón, porque se vuelve pretencioso, matón y arrogante, y por ende, en nuevas y sucesivas aventuras, descubrirá el valor de la humildad, la sencillez, el respeto por la naturaleza... y después bajará a las grutas, a patear traseros de villanos.
El espíritu de los tiempos.
La llegada de los efectos especiales por computadora marcó un antes y un después en la historia del cine por muchas razones. Una de las principales es, por supuesto, que ya no hay excusas para que grupos extrahollywoodenses, como gente europensis o sudacas, no puedan rodar películas sobre ciertos temas que requieren bastantes FXs. Esto es, por supuesto, una maldición para aquellos quienes habían hecho de necesidad virtud, y creían que el cine sudaca debía seguir hablando sobre borrachos, vagos y marginales de toda clase, con una artesanía espartana, para oponerse a la maquinaria hollywoodense. En los últimos años, por tanto, la industria fílmica latinoamericana ha ido penetrando poco a poco en el terreno de la animación, contando historias que, si bien tienen un cierto regusto local, tratan de ser filmes universales, no enquistados en el chovinismo latinaca: ahí están películas de animación tradicional y en 3D como "Patoruzito", "Ogú y Mampato en Rapa Nui" o "Piratas del Callao". Es precisamente esta última la que fue dirigida por el mismo señor que ahora reincide en esto de la animación, con "Dragones: Destino de fuego". El resultado es... ejem... ¿cómo decirlo? Bien, supongo que la sinceridad es el mejor camino. Esta película tiene sus fortalezas y sus debilidades.
¿Por qué verla?
- En general, puede decirse que es una película entrañable no porque sea una vigorosa obra de arte, o siquiera un filme con buena artesanía, sino precisamente porque carece de esas virtudes. Está hecha con más intenciones que resultados, y por eso mismo, tiene el regusto de aquello hecho con cariño, desde el corazón, o por lo menos, con muchas más entrañas que los filmes de animación medin Hollywood, cuya última hornada, al menos, es sólo un pálido reflejo de aquella verdadera edad de oro que se vivió en los '90s ("Aladino", "El rey león", "El príncipe de Egipto", "HomiguitaZ", "Shrek"...). Y es que a pesar de la animación deficiente o lo estereotipado del argumento, por no hablar de situaciones incoherentes (al comienzo se dice que los cóndores se alimentan de carne y por ende se da por quebrado el tabú de no poner a un animal comiéndose a otro en una peli infantil, y al instante siguiente, aparece un puma conversando apaciblemente con unas llamas, en vez de comérselas), hay soluciones muy interesantes que levantan poderosamente el nivel: por ejemplo, la acción está ambientada en Los Andes y la jungla (¿amazónica?), y por ende, integra elementos míticos latinoamericanos, con un tino enormemente mayor, o al menos con más carisma que ese deplorable intento Disney por hacer algo similar, que fue "Las locuras del Emperador"; el reino de los dragones, por su parte, no está en ningún Walhalla celestial, sino en lo profundo de la Tierra.
- Que la trama sea tan arquetípica es, curiosamente, un punto a favor. Se trata básicamente de la historia del héroe que es perseguido en su infancia, descubre que es el Elegido, se entrena para su misión, y finalmente derrota a las fuerzas del Mal. O sea, estamos frente al enésimo Cristo Skywalker. Este apego a la fórmula tradicional es, curiosamente, no un punto en contra sino uno a favor: no tratan de disimular esta historia detrás de ropajes densamente intelectualizantes, y viajan de regreso a lo básico, al cuento de hadas clásico y tradicional, con versión de Cenicienta y el Patito Feo en clave folklórica incluido.
- La libérnaga. Vaya uno a saber qué clase de bicho es éste, pero la verdad de las cosas es que cuando aparece, anima bastante el cotarro. Puro carisma, que le llaman.
IDEAL PARA: Disfrutar sin mayores complicaciones.
1 comentario:
Meh, con su comentario de "se trata básicamente de la historia del héroe que es perseguido en su infancia, descubre que es el Elegido, se entrena para su misión, y finalmente derrota a las fuerzas del Mal", iba a decir Moisés...
Saludos, general.
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