"Wallis & Edward". Dirigida por Dave Moore. Protagonizada por Joely Richardson, David Westhead, Lisa Kay, Helena Michell, Stephen Campbell Moore, Simon Hepworth, Bill Champion, Monica Dolan, Debora Weston, Aleksas Kazanavicius, Clifford Rose, Margaret Tyzank, Miriam Margolyes, David Calder, Richard Johnson. Inglaterra. Año 2005.
¿De qué se trata?
En una fiesta cualquiera, coinciden Eduardo, príncipe heredero de la corona británica, y los Simpson, que no son los Simpsons de Springfield, pero tanto más diera, porque estos otros Simpson son igual de, ejem, poco aristocráticos (para colmo son yankis, algo que a la nobleza british le da urticaria). Cuando se encuentran la señora Wallis Simpson y Eduardo, saltan chispas. Al poco tiempo, ambos empiezan a verse, y el marido de ella, en vez de sentirse ofendido, la empuja y empuja como carnada, porque verás, ¡tener de amigo nada menos que al príncipe heredero a cualquiera le viene bien! Y se va confiadamente de viaje de negocios a América, dejando atrás a su señora, muy confiado, que el lobo cuide la carnicería... Pasa lo que tiene que pasar, y con escándalo, porque los británicos bien soportan que el príncipe tenga alguna, ejem, diversioncilla para el rato, pero que sea discreto y privado, y que no lo ande ventilando por todas partes, menos que se trate de una mujer casada, y para peor, divorciada. Y si el país no la acepta, pues bien... ¿elegirá el príncipe heredero, ahora flamante rey cuando muere su padre, quedarse con la corona, o con el amor de su vida...?
El espíritu de los tiempos.
En 1936, la noticia de la muerte del rey Jorge V recorrió al mundo. Pero más comidillo fue la aventura del príncipe Eduardo, ahora rey Eduardo VII, con una divorciada norteamericana. La historia tenía todos los ingredientes (gente de la alta, sexo, poder, intrigas) y era cuestión de tiempo antes de que la TV se fijara. Durante años, desde 1988, la versión definitiva de la historia fue "La mujer que él amó", hecha para la televisión (al igual que la que estamos comentando), con Anthony Andrews como Eduardo, y con nada menos que Jane Seymour, eso es lujo, como Wallis Simpson. Hacer otra versión podría parecer una insensatez, pero se atrevieron. Y como el atrevimiento a veces paga, esta versión resultó bastante buena. Un poco menos glamorosa, quizás (y es que Joely Richardson, por muy hermana de Natasha Richardson e hija de Vanessa Redgrave que sea, no es Jane Seymour), pero con sus puntos fuertes.
¿Por qué verla?
- En realidad, tanto por realización como por suntuosidad, pasa como otro telefilme al uso, con actuaciones buenas, pero no descollantes, y con enfoques de cámara que tratan de disimular un poco los recortes de presupuesto en vestuario, ambientación y escenografía. Pero tiene un gran punto fuerte: el guión. Hay diálogos y parlamentos que son la envidia de cualquier escritor. Si usted quiere ser escritor, hágase un favor y vea esta película, porque puede aprender mucho sobre cómo poner personajes en perspectiva con diálogos certeros y pulidos, sin caer en la afectación ni la mordacidad. Como por ejemplo cuando Enrique VII pregunta si un hombre no tiene derecho a estar con la mujer que ama, y Stephen Baldwin, el Primer Ministro, replica: "usted no es un hombre, es el Rey de Inglaterra". O como cuando tratan de convencer a Enrique de ceder, y éste dice: "si te ofrecieran la corona de Inglaterra mañana, a cambio de dejar a tu mujer y a tus hijos, ¿lo harías?". O cuando Enrique le dice a su padre aún vivo que cuando está fuera de sus deberes... y éste le interrumpe diciendo: "¡Nunca estás fuera de tus deberes!". Y ni hablar de la perla de diálogo final de Wallis Simpson, que introduce una notable ambigüedad por la cual cabe preguntarse si estaba enamorada del rey, o más bien de su corona...
IDEAL PARA: Ver una más que notable recreación de un evento histórico, hecha con empeño y espléndidamente guionizada.
¿De qué se trata?
En una fiesta cualquiera, coinciden Eduardo, príncipe heredero de la corona británica, y los Simpson, que no son los Simpsons de Springfield, pero tanto más diera, porque estos otros Simpson son igual de, ejem, poco aristocráticos (para colmo son yankis, algo que a la nobleza british le da urticaria). Cuando se encuentran la señora Wallis Simpson y Eduardo, saltan chispas. Al poco tiempo, ambos empiezan a verse, y el marido de ella, en vez de sentirse ofendido, la empuja y empuja como carnada, porque verás, ¡tener de amigo nada menos que al príncipe heredero a cualquiera le viene bien! Y se va confiadamente de viaje de negocios a América, dejando atrás a su señora, muy confiado, que el lobo cuide la carnicería... Pasa lo que tiene que pasar, y con escándalo, porque los británicos bien soportan que el príncipe tenga alguna, ejem, diversioncilla para el rato, pero que sea discreto y privado, y que no lo ande ventilando por todas partes, menos que se trate de una mujer casada, y para peor, divorciada. Y si el país no la acepta, pues bien... ¿elegirá el príncipe heredero, ahora flamante rey cuando muere su padre, quedarse con la corona, o con el amor de su vida...?
El espíritu de los tiempos.
En 1936, la noticia de la muerte del rey Jorge V recorrió al mundo. Pero más comidillo fue la aventura del príncipe Eduardo, ahora rey Eduardo VII, con una divorciada norteamericana. La historia tenía todos los ingredientes (gente de la alta, sexo, poder, intrigas) y era cuestión de tiempo antes de que la TV se fijara. Durante años, desde 1988, la versión definitiva de la historia fue "La mujer que él amó", hecha para la televisión (al igual que la que estamos comentando), con Anthony Andrews como Eduardo, y con nada menos que Jane Seymour, eso es lujo, como Wallis Simpson. Hacer otra versión podría parecer una insensatez, pero se atrevieron. Y como el atrevimiento a veces paga, esta versión resultó bastante buena. Un poco menos glamorosa, quizás (y es que Joely Richardson, por muy hermana de Natasha Richardson e hija de Vanessa Redgrave que sea, no es Jane Seymour), pero con sus puntos fuertes.
¿Por qué verla?
- En realidad, tanto por realización como por suntuosidad, pasa como otro telefilme al uso, con actuaciones buenas, pero no descollantes, y con enfoques de cámara que tratan de disimular un poco los recortes de presupuesto en vestuario, ambientación y escenografía. Pero tiene un gran punto fuerte: el guión. Hay diálogos y parlamentos que son la envidia de cualquier escritor. Si usted quiere ser escritor, hágase un favor y vea esta película, porque puede aprender mucho sobre cómo poner personajes en perspectiva con diálogos certeros y pulidos, sin caer en la afectación ni la mordacidad. Como por ejemplo cuando Enrique VII pregunta si un hombre no tiene derecho a estar con la mujer que ama, y Stephen Baldwin, el Primer Ministro, replica: "usted no es un hombre, es el Rey de Inglaterra". O como cuando tratan de convencer a Enrique de ceder, y éste dice: "si te ofrecieran la corona de Inglaterra mañana, a cambio de dejar a tu mujer y a tus hijos, ¿lo harías?". O cuando Enrique le dice a su padre aún vivo que cuando está fuera de sus deberes... y éste le interrumpe diciendo: "¡Nunca estás fuera de tus deberes!". Y ni hablar de la perla de diálogo final de Wallis Simpson, que introduce una notable ambigüedad por la cual cabe preguntarse si estaba enamorada del rey, o más bien de su corona...
IDEAL PARA: Ver una más que notable recreación de un evento histórico, hecha con empeño y espléndidamente guionizada.
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