"The final cut". Dirigida por Omar Naïm. Protagonizada por Robin Williams, Mira Sorvino, Jim Caviezel, Mimi Kuzyk, Stephanie Romanov, Thom Bishops, Genevieve Buechner. Canadá /Alemania. Año 2004.
¿De qué se trata?
Alan es un exitoso editor de implantes de memoria. ¿Editor de qué? De implantes de memoria. Me explico: se supone que en un futuro cercano, a los bebés antes de nacer se les implanta un chip orgánico que graba video y audio de toda la vida en primera persona (como Doom o Quake, pero sin sangre). Al morir el individuo, ese chip se rescata, con todas las horas y vivencias del individuo, y se edita para hacer una breve cintita que va a ser exhibida en memoria del difunto. Alan no tiene duda moral alguna sobre su trabajo: a él le pagan una enorme cantidad de dinero por hacer no una crónica histórica fidedigna del difunto, sino un panegírico que no muestre nada de los aspectos más turbios y siniestros del sujeto en cuestión. Hasta que de pronto, en una de esas memorias, aparece alguien de su pasado. Alguien por quien se siente sumamente culpable. Alguien por el cual se ha transformado en una especie de "devorador de pecados", consumiendo en sí mismo los pecados de aquellos quienes fallecen y cuyas memorias debe procesar, viviendo esas vidas oscuras como una expiación para su propia falta. En la búsqueda de la verdad, Alan no sólo se enfrentará a sus demonios personales, sino que además, tendrá que hacerle el quite a una organización de fanáticos cuasirreligiosos que andan tras la memoria en cuestión, porque son activistas que les interesa exponer las actividades ilegales de la empresa para la cual el muertito trabajaba en vida. Y son activistas que no se detendrán ante nada...
El espíritu de los tiempos.
Desde novelas como "Jinetes de la antorcha" de Norman Spinrad (1974), y muy en particular desde "Neuromante" de William Gibson (1984), y en el cine desde filmes como "Proyecto Brainstorm" (1983), el tema de la posibilidad de tratar al ser humano, a la esencia humana, como un mero acopio de datos que puede procesarse a la bruta mediante un ordenador capacitado para trabajar con datos de cualquier clase, con el software adecuado, ha abierto un nuevo filón científico, filosófico y ético, el cual ha sido bastante aprovechado por el cine. Así, se reactualiza el viejo debate sobre qué es el ser humano en última instancia: ¿tenemos a una persona completa si reunimos todos los datos que conocemos sobre ella? ¿Es el todo de un ser humano, más que la suma de sus partes (en este caso, de sus minutos de existencia uno por uno)? Una película como "Más allá de la muerte", que retrata todos estos temas anteriormente tocados en otras cintas, pero ahora de una manera mucho más autoconsciente, era sólo cuestión de tiempo.
¿Por qué verla?
- Trata muy bien el problema filosófico de fondo, sin caer en el discurso pedante, aburrido o pseudointelectual. En la película vemos como toda una persona es reducida a memoria por un chip, y luego, toda esa memoria es aún más reducida para una remembranza que es preparada por técnicos que trabajan con la frialdad de un matarife faenando ganado, inconscientes de que trabajan con la esencia humana, y que para colmo, no debe ser fiel a la verdad histórica (es más, a veces es deseable que no lo sea), sino que debe servir a los intereses de quien pone el dinero para hacer la remembranza. Y se solaza en el análisis de las consecuencias de procesar a una persona de esta manera, apareciendo una florida fauna alrededor. Así, vemos a personas que trabajan en esto porque es su negocio; a las que lo hacen y están perdidas en la búsqueda espiritual de sí mismos; a las que pagan y ni siquiera se dan cuenta de que están reconstruyendo el universo a su alrededor, antojadas porque todo sea como ellas quieren; a las que se resisten y buscan oponerse por todos los medios a esta invasión al cofrecillo privado del ser humano; a las que quieren preservar su propia intimidad por pudor; a las que hacen negocio trabajando con tecnología diseñada para anular a la anterior tecnología... Todos con sus cinco minutos que explican mejor lo que otros cineastas invierten en una película entera.
- Las actuaciones están en su punto. Robin Williams, inmerso por completo en su cruzada para redimirse de sus actuaciones como payaso con corazón, ofrece un interesante rol como un personaje a quien el pasado ha aplastado de tal manera, que ya ni siquiera califica como "alma torturada", sino un ser completamente anodino. Mira Sorvino, ya cercana a la cuarentena, se perfila como una belleza madura, y se roba la cámara en los pocos minutos que interviene en ella. Jim Caviezel, tratando de espantarse la maldición del "killer role" de cuando interpretó a Jesús en "La Pasión de Cristo", está realmente odioso como una especie de fanático antitech que con su obcecación está destruyendo justamente aquello que busca preservar con su jihad. Y la familia Bannister (Stephanie Romanov, la madre, y Genevieve Buechner, la hija) hacen un adecuado contrapunto como personas tan perdidas en su propio dinero y posición, que prefieren hacer caso omiso de todo aquello que se sale de los esquemas que ellos mismos han prefijado, tratando de reconstruir toda una vida como si fuera montar una casita de muñecas.
- El tratamiento del filme es muy interesante. Aunque su temática es de sci-fi, su ambientación pasa perfectamente por contemporánea, renunciando a presentarnos imágenes del "mundo futuro" que, de todas maneras, quedarán obsoletas cuando ese mundo futuro llegue. Los efectos especiales apenas se notan, tan integrados como están a la trama de la película. O sea, es una película en donde los FXs están al servicio de la trama, y no al revés. Las ambientaciones son perfectamente actuales, lo que le añade un toque incluso más irreal a todo (en la época del filme, se supone que los chips más antiguos tienen cerca de 80 años, y es claro que con la tecnología actual eso no se puede). Una irrealidad que conviene mucho, porque aunque no es una película de tipo "cuestiona la realidad", como "Mátrix" o "Piso 13", sí es un filme sobre los permanentes intentos de reescribir la historia. La ambientación actual, intencionadamente lejos de los cánones del cyberpunk, potencia mucho ese aspecto. Incluso la máquina del editor, en vez de ser una ultraconsola estilo "Sentencia previa", tiene en realidad un diseño arcaico que lo emparenta con las primeras monstruosas máquinas para trabajar en la TV con tubos y a blanco/negro.
- Es una película sobre la banalidad de todas las cosas. En definitiva, todo el lío de los chips de memoria sirven no para el bienestar de la Humanidad, sino como una frivolidad de los millonarios, emperrados en su lucha en definitiva estéril por doblarle la mano a la muerte. Su patético fracaso es pariente cercano de esos esfuerzos por construirse un ataúd en el espacio para ser llevado por el transbordador espacial y similares. Y eso, la película lo rescata muy bien. SINIESTRAMENTE bien, si me preguntan.
IDEAL PARA: Reflexionar un poco sobre qué demonios es el ser humano, o lo que queda de él, en una época en donde hasta su más remota intimidad puede ser tratada como una masa amorfa de datos.
¿De qué se trata?
Alan es un exitoso editor de implantes de memoria. ¿Editor de qué? De implantes de memoria. Me explico: se supone que en un futuro cercano, a los bebés antes de nacer se les implanta un chip orgánico que graba video y audio de toda la vida en primera persona (como Doom o Quake, pero sin sangre). Al morir el individuo, ese chip se rescata, con todas las horas y vivencias del individuo, y se edita para hacer una breve cintita que va a ser exhibida en memoria del difunto. Alan no tiene duda moral alguna sobre su trabajo: a él le pagan una enorme cantidad de dinero por hacer no una crónica histórica fidedigna del difunto, sino un panegírico que no muestre nada de los aspectos más turbios y siniestros del sujeto en cuestión. Hasta que de pronto, en una de esas memorias, aparece alguien de su pasado. Alguien por quien se siente sumamente culpable. Alguien por el cual se ha transformado en una especie de "devorador de pecados", consumiendo en sí mismo los pecados de aquellos quienes fallecen y cuyas memorias debe procesar, viviendo esas vidas oscuras como una expiación para su propia falta. En la búsqueda de la verdad, Alan no sólo se enfrentará a sus demonios personales, sino que además, tendrá que hacerle el quite a una organización de fanáticos cuasirreligiosos que andan tras la memoria en cuestión, porque son activistas que les interesa exponer las actividades ilegales de la empresa para la cual el muertito trabajaba en vida. Y son activistas que no se detendrán ante nada...
El espíritu de los tiempos.
Desde novelas como "Jinetes de la antorcha" de Norman Spinrad (1974), y muy en particular desde "Neuromante" de William Gibson (1984), y en el cine desde filmes como "Proyecto Brainstorm" (1983), el tema de la posibilidad de tratar al ser humano, a la esencia humana, como un mero acopio de datos que puede procesarse a la bruta mediante un ordenador capacitado para trabajar con datos de cualquier clase, con el software adecuado, ha abierto un nuevo filón científico, filosófico y ético, el cual ha sido bastante aprovechado por el cine. Así, se reactualiza el viejo debate sobre qué es el ser humano en última instancia: ¿tenemos a una persona completa si reunimos todos los datos que conocemos sobre ella? ¿Es el todo de un ser humano, más que la suma de sus partes (en este caso, de sus minutos de existencia uno por uno)? Una película como "Más allá de la muerte", que retrata todos estos temas anteriormente tocados en otras cintas, pero ahora de una manera mucho más autoconsciente, era sólo cuestión de tiempo.
¿Por qué verla?
- Trata muy bien el problema filosófico de fondo, sin caer en el discurso pedante, aburrido o pseudointelectual. En la película vemos como toda una persona es reducida a memoria por un chip, y luego, toda esa memoria es aún más reducida para una remembranza que es preparada por técnicos que trabajan con la frialdad de un matarife faenando ganado, inconscientes de que trabajan con la esencia humana, y que para colmo, no debe ser fiel a la verdad histórica (es más, a veces es deseable que no lo sea), sino que debe servir a los intereses de quien pone el dinero para hacer la remembranza. Y se solaza en el análisis de las consecuencias de procesar a una persona de esta manera, apareciendo una florida fauna alrededor. Así, vemos a personas que trabajan en esto porque es su negocio; a las que lo hacen y están perdidas en la búsqueda espiritual de sí mismos; a las que pagan y ni siquiera se dan cuenta de que están reconstruyendo el universo a su alrededor, antojadas porque todo sea como ellas quieren; a las que se resisten y buscan oponerse por todos los medios a esta invasión al cofrecillo privado del ser humano; a las que quieren preservar su propia intimidad por pudor; a las que hacen negocio trabajando con tecnología diseñada para anular a la anterior tecnología... Todos con sus cinco minutos que explican mejor lo que otros cineastas invierten en una película entera.
- Las actuaciones están en su punto. Robin Williams, inmerso por completo en su cruzada para redimirse de sus actuaciones como payaso con corazón, ofrece un interesante rol como un personaje a quien el pasado ha aplastado de tal manera, que ya ni siquiera califica como "alma torturada", sino un ser completamente anodino. Mira Sorvino, ya cercana a la cuarentena, se perfila como una belleza madura, y se roba la cámara en los pocos minutos que interviene en ella. Jim Caviezel, tratando de espantarse la maldición del "killer role" de cuando interpretó a Jesús en "La Pasión de Cristo", está realmente odioso como una especie de fanático antitech que con su obcecación está destruyendo justamente aquello que busca preservar con su jihad. Y la familia Bannister (Stephanie Romanov, la madre, y Genevieve Buechner, la hija) hacen un adecuado contrapunto como personas tan perdidas en su propio dinero y posición, que prefieren hacer caso omiso de todo aquello que se sale de los esquemas que ellos mismos han prefijado, tratando de reconstruir toda una vida como si fuera montar una casita de muñecas.
- El tratamiento del filme es muy interesante. Aunque su temática es de sci-fi, su ambientación pasa perfectamente por contemporánea, renunciando a presentarnos imágenes del "mundo futuro" que, de todas maneras, quedarán obsoletas cuando ese mundo futuro llegue. Los efectos especiales apenas se notan, tan integrados como están a la trama de la película. O sea, es una película en donde los FXs están al servicio de la trama, y no al revés. Las ambientaciones son perfectamente actuales, lo que le añade un toque incluso más irreal a todo (en la época del filme, se supone que los chips más antiguos tienen cerca de 80 años, y es claro que con la tecnología actual eso no se puede). Una irrealidad que conviene mucho, porque aunque no es una película de tipo "cuestiona la realidad", como "Mátrix" o "Piso 13", sí es un filme sobre los permanentes intentos de reescribir la historia. La ambientación actual, intencionadamente lejos de los cánones del cyberpunk, potencia mucho ese aspecto. Incluso la máquina del editor, en vez de ser una ultraconsola estilo "Sentencia previa", tiene en realidad un diseño arcaico que lo emparenta con las primeras monstruosas máquinas para trabajar en la TV con tubos y a blanco/negro.
- Es una película sobre la banalidad de todas las cosas. En definitiva, todo el lío de los chips de memoria sirven no para el bienestar de la Humanidad, sino como una frivolidad de los millonarios, emperrados en su lucha en definitiva estéril por doblarle la mano a la muerte. Su patético fracaso es pariente cercano de esos esfuerzos por construirse un ataúd en el espacio para ser llevado por el transbordador espacial y similares. Y eso, la película lo rescata muy bien. SINIESTRAMENTE bien, si me preguntan.
IDEAL PARA: Reflexionar un poco sobre qué demonios es el ser humano, o lo que queda de él, en una época en donde hasta su más remota intimidad puede ser tratada como una masa amorfa de datos.
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