Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
11 años de Cine 9009 en línea.
El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).
jueves, 9 de agosto de 2012
"El ladrón de Bagdad" (1940).
-- "The Thief of Bagdad". Inglaterra. Año 1940.
-- Dirección: Ludwig Berger, Michael Powell, Tim Whelan, los anteriores acreditados, y sin acreditar Alexander Korda, Zoltan Korda y William Cameron Menzies.
-- Actuación: Conrad Veidt, Sabu, June Duprez, John Justin, Rex Ingram, Miles Malleson, Morton Selten, Mary Morris, Bruce Winston, Hay Petrie, Adelaide Hall, Roy Emerton, Allan Jeayes.
-- Guión: Miles Malleson, sobre una historia de Lajos Biró.
-- Banda Sonora: Miklós Rózsa.
-- "El ladrón de Bagdad" en IMDb.
-- "El ladrón de Bagdad" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Bagdad. No el Bagdad de Sadam Hussein ni de Farenheites Nueveonces sino el clásico, el de las 10000000000001 noches. En medio de cancioncitas con violines, propias del cine de aventuras clásico, aparece un ciego pidiendo limosna. El ciego en cuestión las pasa canutas, pero cuando un tipo trata de pasarle gato por liebre y le arroja calderilla falsa, ahí está el perro del hortelano para denunciarlo. Pasa por afuera, en uno de esos carromatos cargados por esclavos, un tipo con una cara de malo maloso que ya te da mala espina, y ordena llevarse al ciego y a su perro. Una vez que se lo llevan, al pobre ciego lo ponen en tortura refinada, con un montón de chicas guapas, y él ciego, el pobre, y demasiado caballero para conocerlas sistema Braille mediante. Ahí cuenta su historia. Resulta que hace tiempo atrás, el hombre era nada menos que... ¡el rey! ¡el califa! ¡el Comendador de los Creyentes! ¡El cappo di tutti cappi! Y cual Buda, decide echarlo a perder yéndose a mezclar con la chusma y disfrazarse como pobre. Pasa lo que pasa, que el visir ve su oportunidad dorada y ordena prenderlo y tratarlo como a un loco. Y el otro, disfrazado como está de pordiosero, nadie lo reconoce como el verdadero verdaderoso rey, califa, esplendor del día, etcétera. El king for a day fool for a lifetime acaba con sus huesos sepultado en un calabozo, listo para la ejecución, pero como no le toman de prisionero especial (¿y cómo, si se supone que el visir debe mentir sobre su identidad?), le asignan como compañero de celda a un rapaz ladronzuelo que se hace con las llaves. Y se fugan. Una vez afuera podrían ir cada uno por su aire, pero como esto es una proto buddy-movie, ahí tenemos a la pareja dispareja, el rey desposeído y el ladronzuelo, listos para vivir grandes y gloriosas aventuras, mientras el príncipe trata de seducir a una princesa y vengarse (bueno, no vengarse, son los '40s, el héroe no puede ser tan deshonorable), y recuperar, mejor digamos, su reino de malos del villano villanoso. La aventura está servida, y... sí, sé que se lo están preguntando. Sale un genio de la botella en alguna parte de la movie, era que no.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Salvo por el más o menos reciente y aislado estreno de "El Príncipe de Persia: Las arenas del tiempo", puede decirse que la fantasía arábiga es, en la Historia del Cine, un gran y extenso lagar. ¿Cuántas pelis sobre el imaginario árabe estilo "Las mil y una noches" recuerdan ustedes? Ahora hagan la prueba, ¿cuántas pelis recuerdan ustedes sobre el imaginario germánico, o sobre el imaginario artúrico, o sobre el imaginario peplumita grecorromano...? A vuelapluma, y sólo por mencionar títulos post-2000, tenemos "Gladiador", "El Rey Arturo", "Beowulf", "La última legión"... Y cuando los persas hacen alguna tímida aparición, es apenas para rellenar el papel de maloh malohoh, como en "300". La razón por la que la rica imaginería... ¿árabe, musulmana, pérsica, indoarábiga...? Póngale el nombre que usted quiera... Esa rica imaginería, decía, la razón por la que se infrautiliza hasta ese extremo (no es que no haya pelis, pero son escasas, y hoy en día no demasiado populares), permanece para mí como un misterio. Lo curioso es que esto no siempre fue así. Cuando surgió la moderna literatura popular, en las novelas baratillas y revistas pulp de finales del XIX y comienzos del XX, la fantasía arábiga tenía un arraigo formidable, y si bien no tan popular como los tempranos romances científicos o las aventuras al estilo de Tarzán o Conan el Cimerio, ni Edgar Rice Burroughs, ni Robert Howard, por mencionar a dos autores pulps bien establecidos (bueno, Tarzán y Conan, ahí tienen), desdeñaron escribir aventuras orientales. Eran puro escapismo, por supuesto, pero así toda la literatura popular, y nadie se queja por eso. Claro, en aquellos tiempos estaba fresco el orientalismo que invadió a los círculos eruditos durante todo el XIX, orientalismo que principió con el esnobismo de algunos preteriluminados del XVIII, se desató con la invasión napoleónica a Egipto en el XIX (la de momias que invadieron la literatura en el XIX es para rellenar tres Museos Británicos y aún crear un ala paralela en el Louvre), y se infiltró a la literatura popular a medida que el colonialismo europeo hacía bueno del exotismo como ingrediente esencial de lo que hoy en día recibe el anticuado nombre de "Modernismo", a comienzos del XX. El cine tampoco fue ajeno a esta tendencia, con pelis como "Una noche en el paraíso", por ejemplo. Incluso esta peli tuvo tres adaptaciones (un "El ladrón de Bagdad" muda de 1924, la que nos ocupa, y un remake llamado también "El ladrón de Bagdad", éste de 1952), y la novela fue publicada en fecha tan tardía como 1924 (su autor, por si interesa, es un tal Achmed Abdullah, quien pese a su seudónimo, en realidad es ruso, ehm...). Quizás el que en 1948 haya surgido un Estado de Israel, y para ojos del sionismo todo lo que huela a árabe pasó a ser el villano del cuento, algo tenga que ver, y el árabe montado en una alfombra voladora en un medio altamente civilizado como era el Califato, fue reemplazado por el terrorista ululante descendido del pastor de cabras subsahariano o algo así, al estilo "Babel". El caso es que "El ladrón de Bagdad" de 1940 responde a esa tendencia fílmica a repetir la fascinación literaria decimonónica por el orientalismo de raigambre arábiga.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Al momento de escribir esta reseña, esta peli ya es una venerable ancianita pasada la setentena, y cosa rara, se conserva tan lúcida y fresca como el primer día. Hay detalles que nos revelan su edad, claro está (esas insufribles canciones romanticonas con violines que hacen de Frank Sinatra un prodigio de modernidad, que cada tanto aparecen, que por suerte no son tantas...), pero en general no tiene nada que envidiarle a una peli de aventuras moderna. La trama es sencilla a más no poder, con un chico guapo que posee un escudero (ladrón infantil, en este caso), y que va al rescate de una hermosa princesa (realmente hermosa en este caso, la chica se llama June Duprez, y eso que el productor Korda quería a nada menos que Vivien Leigh, fresco su éxito de "Lo que el viento se llevó", para el protagónico), que está secuestrada en las garras de un cruel villano. Incluso, porque no digan, hay por ahí más de algún disimulado y no tan disimulado deus ex machina para arreglar algunas situaciones. El hombre detrás del tinglado es Alexander Korda, uno de los más incombustibles productores de pelis de la primera mitad del XX, cuyo cine ha envejecido lo suyo, pero que tenía bien en claro cómo hacer espectáculo con alturas, para los estándares de los '30s y '40s. Y que aquí consigue una producción que es todo un lujo, tanto por el tema tratado (fantasía arábiga) como por el amor al trabajo que demuestran arremangándose acá.
-- En materia de actores, Alexander Korda aquí lo tenía claro. No es el prota quien anima el cotarro, probablemente porque es el típico héroe bello y noble que por lo mismo carece de toda enjundia dramática (a todos nos aburren los perfectitos), sino los otros personajes a su alrededor, y los cuida al máximo. Aunque no desdeñemos al pobre John Justin, que de todas maneras trata de sacarse los zapatos como el prota (además, las escenas en que hace de ciego están notablemente bien interpretadas). No en balde el primer acreditado es el villano, Conrad Veidt, quien compone un visir malevolente y con presencia, pero con su talón de Aquiles en el amor sincero que siente por la chica (en un fragmento llega a inspirar compasión, cuando declara que con todo su poder, porque el tipo es hechicero, para que te veas, podría forzarla a que lo amara, pero él sólo quiere que lo amen por él mismo), y que cuando se pone a hacer joputás, las hace con todas las de la ley, sin retroceder aún ante el asesinato para sus planes (recordemos, eran los '40s, se suponía que los villanos no eran tan sanguinolentos). La chica linda, ya lo dijimos, es una June Duprez presentada con una ingenuidad desarmante, pero que en lo subliminal se esconden algunas escenas de erotismo bastante turbador, en particular cuando debe hacer gemiditos mientras duerme en un "trance de amor" (es lo que tiene la censura, que en rebuscárselas para presentar erotismo consigue hacerlo mucho más morboso, mucho más que poner a la prota en paños menores en "El Rey Escorpión", y eso que ahí Kelly Hu estaba buena). El cuarteto es completado por Sabu, un actor indostánico juvenil celebrado en su época y olvidado en la nuestra (injustamente, cabe decir) que le pone mucho entusiasmo a su rol de ladronzuelo juvenil, y que como típico compañero del héroe, en realidad roba más pantalla que el héroe mismo, aunque sea a punta de sinvergüenzura, ingenio y espíritu de vivir. Y como un cuarteto no está completo si no hay cinco, aquí va el quinto: Rex Ingram, reputado actor afroamericano sacándose los zapatos como un genio burlesco y malaspulgas con todas las de la ley, en un secundario un tanto breve, pero remarcable en grado sumo, con una mala leche a años luz del mucho más bon vivant y ñoño Robin Williams para el "Aladino" de Disney.
-- La puesta en escena es hermosísima. Vale que los FXs estén un poco envejecidos (con todo, esta peli se llevó el Premio Oscar a los Mejores Efectos Especiales en 1940, y con justicia, en una época en que ganarse el Oscar aún era sello de calidad), pero aún se dejan ver. La secuencia en que sale el genio de la botella, por ejemplo, dentro de todo lo que podríamos llamar "primitivismo visual", está ejecutada de una manera que, creo yo, no podrían hacerla tan llamativa hoy en día por mucho CGI que le echen al asunto. Los paisajes, escenarios naturales y escenografías están hechas con todo cuidado y mimo, y si bien a ratos es "muy '40s" (en particular las secuencias a bordo de un barco, calcadita en muchos aspectos a las tantas pelis de piratas del período), en otras partes son prácticamente pintura en movimiento, y de la pintura clásica, si me entienden, como por ejemplo la secuencia del robo del Ojo Que Todo Lo Ve, o los ingenios mecánicos que construye el malévolo visir. Si a todo esto le sumamos una potente banda sonora, cortesía del tremendo Miklós Rózsa (sí, el mismo que unos veinte añitos después deslumbró con "Ben Hur" y "Rey de Reyes", peli esta última cuyo impecable tema de créditos y sus "hosannas" parecen esbozadas en borrador acá), el resultado no puede ser sino magnífico.
-- Secuencias notables. Todas las de John Justin como ciego. Todas las que aparece el perro (sí, un gato escribiendo esto, deben ser muy buenas). Todas las que aparece el visir poniendo cara de malo con dispepsia. La secuencia del genio. La secuencia del Ojo Que Todo Lo Ve.
IDEAL PARA: Ver un clásico indiscutible de la fantasía arábiga, y del cine fantástico en general.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].
-- El joven rapazuelo libera al genio [en inglés, sin subtítulos].
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