11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

viernes, 19 de enero de 2007

"Inconscientes" (2004).


-- "Inconscientes". España / Alemania / Italia / Portugal. Año 2004.
-- Dirección: Joaquín Oristrell.
-- Actuación: Leonor Watling, Luis Tobar, Alex Brendemühl, Mercedes Sampietro, Núria Prims, Juanjo Puigcorbé.
-- Guión: Dominic Harari, Joaquín Oristrell y Teresa Pelegri.
-- Banda Sonora: Sergio Moure.

-- "Inconscientes" en IMDb.
-- "Inconscientes" en la Wikipedia en castellano.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Para que después no anden hablando mal del General Gato, su seguro maullador y servidor: esta película es difícil de reseñar, porque es básicamente una comedia policial, así es que adelantar demasiados detalles del argumento sería criminal (ése fue el chiste fácil del día). Pero como Cine 9009 no sólo es un blog de cine, sino que es un ESFORZADO blog de cine, tenemos que intentarlo. Así es que aquí va. Es el año 1913. Como bien nos informa una locutora en off, Europa se prepara para la guerra, los químicos alemanes patentan el éxtasis, emerge el sostén en vez del rígido corsé, y un terrorista moral llamado Sigmund Freud alborota a la empingorotada sociedad Belle Epoque con sus incendiarias teorías de que toda nuestra civilización es un intento por sublimar penes y vaginas y sus usos varios. En España, a un par de semanas de que el alborotador Freud visite la península de los machos toreadores y las casquivanas damas de la Montera, un amante maridito desaparece. Su esposa, una bella con vientre de nueve meses y a punto de reventar, llama a su cuñado (es decir, al marido de su hermana) para investigar. Todo queda en familia, porque verán, las dos hermanas son hijas de un afamado neurocirujano que está a punto de retirarse por la puerta triste (tumor cerebral, que le llaman), y los mariditos estaban en competencia por ver quién se quedaba con el puesto del vejete. Pero como el cuñado quiere a la bella en secreto, y como es un bien cumplido caballero ezpañó, la ayuda a encontrar al flamante maridito. En medio, ambos descubren progresivamente que se quieren. También descubren el poder del inconsciente (y es que la bella está chiflada por las teorías de Freud, y es una especie de Madonna Ciccione de las neurociencias de los '10s). Y se enfrentan a varios casos psiquiátricos del desaparecido maridito (a cuál más siquiátrico que el anterior, en verdad), entre los cuales quizás se encuentre la clave del entuerto. Y bien, creo que con eso resumo el primer quintil de la película, y ahí me quedo para no arruinar el final.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

¿Qué hacía el General Gato viendo una película española, siendo tan resabida su alergia contra todo lo fílmico que salga de esa península (Alex de la Iglesia excluído)? En realidad la vio por accidente, porque en ese minuto no había nada mejor en la cartelera. Y quizás eso sea bueno, porque en definitiva esta película es un accidente histórico. Veamos, es una comedia, y es una comedia inteligente (¡y en España, válganme Dios y la Virgen Santísima!). Está bien actuada (¡en España!). Y no tiene grandes elementos temporales o históricos. Es decir, podría haber sido hecha en cualquier minuto desde la década de 1990 en adelante. Aunque sí hay un síntoma de los tiempos, después de todo: que se haga una comedia a costillas de Sigmund Freud, imitando varios de los modismos propios del cine mudo, es señal clara y visible de que sic transit gloria mundi, o para decirlo en términos más claros, de que el psicochamanismo freudiano está definitivamente pasado de moda, en el armario de los recuerdos, junto con el trajebaño de dama hasta los tobillos, el automóvil con motor a manivela y el quitasol para el paseo dominical.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Ya lo dijimos: es una comedia inteligente. Se ríe a carcajadas de la hipocresía social, haciendo un vívido contraste entre el puritanismo de formas exteriores, y las miserias sexuales que ocurren en la rebotica. Y todo eso, sin caer en el discurso moralista pedante. Y es que las situaciones en que los personajes se ven metidos, son delirantes: acaban en medio del mundo de la pornografía (y es que las gorditas desnudas siendo folladas por caballeros de sombrero y levita no le desmerecían en morbo a las pin-ups de ahora), en una fiestecita harto peculiar, en un prostíbulo... Y todo eso, sin presentar las cosas de manera especialmente grotesca (¡sí, de España sale una película que no explota el grotesco barroco pseudoVelásquez!).

-- Las actuaciones son ligeras y aceptables, sin ese exceso de manierismo neurohistérico que poseen la generalidad de las comedias españolas (parte del gran daño que Almodóvar le hizo al cine español posterior). Lo único malo es que al final queda un cierto tufillo a que te saltaste algo, o te perdiste algún chiste: es que se la pasan todo el filme hablando a velocidad de metralleta, y en voz baja. Seguro que la ven mejor los países no hispanohablantes, en donde tengan letreritos o subtítulos.

-- La investigación a lo Sherlock Holmes agarra vuelo. Y bastante vuelo. La cosa parte lento, y durante el primer cuarto de película, uno puede buenamente preguntarse qué demonios hace perdiendo el tiempo viendo eso (o peor aún, en qué demonios vino a gastarse el dinero de la entrada). Pero después, a medida que la cosa se centra en los casos psiquiátricos, el asunto se vuelve delirante. Y la solución final es terriblemente desquiciada, y por una vez en la vida, bastante impredecible (no por completo, pero sí bastante).

-- Secuencias delirantes: el prota tratando de entenderse con una actriz de filmes pornos mudos, la secuencia de la sesión de hipnosis y sus consecuencias, la fiesta entera (no adelantaré de qué va la cosa ni qué pasa ahí), y por supuesto, las secuencias de apertura y término de la película, con un marcado aire nostálgico por lo que a estas alturas del partido ya no es cine de los abuelitos, sino de los bisabuelitos, quizás de los tatarabuelos (saque usted cuentas: para un nativo del año 2000, lo más probable es que 87 años antes haya estado vivo su bisabuelo púber, y su tatarabuelo adulto).

IDEAL PARA: Ver una comedia literalmente digna de psiquiátrico.

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