Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
11 años de Cine 9009 en línea.
El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).
domingo, 14 de enero de 2007
"Happy Feet: El pingüino" (2006).
-- "Happy Feet" (título original en inglés), "Happy Feet: Rompiendo el hielo" (título en España), "Happy Feet: Trencant el gel" (título en catalán). Australia / Estados Unidos. Año 2006.
-- Dirección: George Miller.
-- Actuación: Voces de (en el original inglés) Elijah Wood, Brittany Murphy, Hugh Jackman, Nicole Kidman, Hugo Weaving, Robin Williams, Johnny A. Sánchez, Carlos Alazraqui, Lombardo Boyar, Jeff García, Fat Joe, Magda Szubanski, Miriam Margolyes, Elizabeth Daily, Alyssa Shafer.
-- Guión: Warren Coleman, John Collee, George Miller y Judy Morris.
-- Banda Sonora: John Powell.
-- "Happy Feet" en IMDb.
-- "Happy Feet" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
La Antártica, el lugar más gélido de la Tierra. Los pingüinos Emperador se reunen para su ritual de apareamiento, el cual es bastante peculiar, tratándose de una especie animal, porque se ponen a cantar como una Beyoncé cualquiera, y el más afinadito se lleva a la reina. Aparejado cada pingüino con su pingüina, se disponen a pasar el inclemente invierno, siempre vigilados por el atento gran manitú, gran orodanga, gran espíritu o gran lo-que-sea de los pingüinos. El huevo no debe caerse, no debe caerse, no debe caerse, pero... ¡epa! Uno de los huevos sí rueda. Pero no pasó nada, ¿verdad? El chiquiturrín sigue vivo, ¿verdad? Pues sí, pero verán... el crío sale con un problemilla: no sabe cantar. Sólo se le ocurre dar algunos pasitos de baile. Con lo cual, el pobre está condenado a ser un paria, porque así como en la secundaria eres un don nadie si no eres bueno para los deportes, pingüino que no sabe cantar es pingüino sin posibilidad alguna de, esteeeee... pues, ya saben de qué. Además, el pobre transmite en varias frecuencias sobre alienígenas que son como pingüinos, pero sin aletas y con narices chatas, y empieza a incubar la esperanza de toparse algún día con uno DE ESOS. El pobre pingüino las pasa crudas, la sufre, la sufre, finalmente se va de la comunidad, y encuentra entre otra raza de pingüinos todo el calor humano o pingüinés (lo de "calor" es un decir, tratándose de esas latitudes) que sus camaradas raciales son incapaces de proporcionarle. El pingüino ha estado obsesionado desde pequeño con una atractiva pingüina, y ahora se pondrá en campaña para hacer lo imposible para conquistarla. Aunque eso signifique hacer trampa. Aunque eso signifique tratar de bailar en vez de cantar. Aunque eso signifique ser expulsado de la comunidad y averiguar el gran misterio de la desaparición de los peces, e incluso exponer su propia vida para redimir a los porfiados pingüinos emperadores de sus pecados (amén).
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Por allá por mediados de 2006, empezó a salir un trailer sobre una película ignota. El trailer no podía ser más mamón si hubiera querido: se trataba de un pequeño pingüinito bailando tap. Vale, como sinopsis está bonito, pero, ¿rellenar hora y media de filme con eso? ¿Es acaso una broma? Además, el tema de los pingüinos emperador y su ciclo reproductivo tipo "la hago el más difícil y qué", ya había sido tocado por "La marcha de los pingüinos", y en esa especie de docudrama ya habían incurrido en ñoñerías varias que le daban bien poco prestigio al tema. Por eso, la gran sorpresa se produjo cuando la película debutó nada menos que en el primer lugar de la taquilla yanki en su primer fin de semana, imponiéndose incluso al acorazado fílmico de la temporada, el estreno de "Casino Real" de James Bond. Y es que "Happy Feet" no se trataba sólo de la odisea de un pingüinito bailando tap. La historia tiene elementos ecológicos, sin pecar de ecologicismo, es un drama mucho más sólido que otras películas pretendidamente dramáticas, y tiene protagonistas carismáticos sin caer en lo cargante de hacerlos más dulces que la vida. Y además conecta muy bien con el espíritu de la época, en particular por el énfasis que pone en la religión, un tema no demasiado tratado en los filmes "para niños", o cuando se hace, en un tono marcadamente apologético.
¿POR QUÉ VERLA?
-- George Miller. Aunque parezca increíble, este hombre no venía de las factorías de dibujos animados, sino de lugares absolutamente distintos, y su no muy abundante filmografía comprende filmes que difícilmente pasarían como "para todo público", incluyendo "Mad Max", "Mad Max 2", "Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno", "Las brujas de Eastwick" y "Un milagro para Lorenzo". Sí, el hombre de los Mad Max fue el mismo que rodó esta peli de dibujos animados. Y se nota. "Happy Feet" tiene una crudeza y una densidad dramática que poseen muy pocos filmes "para niños", pegados en la moralina de que todo tiene que ser lindo y bonito para que los niños no vean el lado feo y sucio de la vida; no es que las pelis de Disney sean de nuestra entera devoción, pero si algo había en claro para Walt Disney (cuando él producía los filmes Disney, antes de ser criogenizado), es que una buena película tiene que tener drama, sí o sí, aunque sea para niños, y eso también lo entendió el señor Miller, por suerte. Por cierto, si su niño llora, por favor, sáquelo al pasillo.
-- La religión. Decíamos que pocas veces las películas para niños tocan la religión, y si lo hacen, es con un tono apologético hecho aposta para congraciarse con las altas jerarquías cristianas o judías (léase "El príncipe de Egipto", por ejemplo). En "Happy Feet", por el contrario, hay una crítica no demasiado disimulada contra todo el aparataje religioso: los ancianos que tiranizan a la comunidad de los pingüinos emperador lo hacen en nombre de la tradición y del Unico Dios, que por supuesto tiene forma de pingüino (todos saben que el Unico Dios tiene forma de gato, de eso palabra del General Gato), mientras que el pingüino que funge de gurú New Age en otra comunidad aprovecha la religión para, ejem... mojarla, digámoslo con todas sus letras. A propósito, cuando los protagonistas llegan al lóbrego, oscuro y siniestro asentamiento humano, ¿qué es lo primero que ven...? Una pequeña iglesia parroquial con su correspondiente cementerio. En esta película, todo lo relacionado con la religión es negativo, y está vinculado a la manipulación de las masas, la ambición enfermiza de poder, el desprecio por el entorno, y etcétera. Hay que tener valor para hacer algo así, y colarlo como "una para niños".
-- Por si lo anterior fuera poco, ésta es una excelente película musical. Sigue, por supuesto, el manual de los musicales a la pata de la letra, incluyendo el joven distinto e incomprendido en su talento, la chica popular que lo quiere, pero no lo quiere, el grupo de ancianos que no comprenden las manifestaciones culturales de "esta juventud de hoy en día, no como cuando nosotros éramos jóvenes"... y etcétera. Y lo hace bien.
-- Carga dramática. Hay una cierta tendencia en las películas infantiles del último tiempo a limar los peligros, de manera que los héroes, al no tener que habérselas con amenazas tan grandes, terminan por desdibujarse y desperfilarse. Eso no ocurre aquí. Mumble, el protagonista, a pesar de ser un simple pingüino, y bailarín para colmo, se perfila desde ya como uno de los grandes héroes fílmicos de la década. Y es que un personaje debe tener vena heroica para afrontar todas las pellejerías que este pobre pasa, que lo llevan a casi perder la vida varias veces, enfrentarse a una fuerza maligna simplemente arrolladora, y a casi perder la cordura cuando finalmente cae en las garras del mal. Y su triunfo final (vamos, si sabían que ganaban los buenos, ¿o no?) es más que una simple victoria personal, es una verdadera apoteosis en la cual se impone el bien y la concordia por todo lo alto.
-- Escenas memorables. La noche de incubación de los pingüinos emperador (noche semestral, como corresponde a la Antártica). Todas las escenas con Mumble chiquitito. El primer nado. Arrojarse en el hielo. La secuencia en la "base alienígena". Y etcétera, sin adelantar más para no estropear el suspenso.
IDEAL PARA: Ver una película de animación que con justicia merece un lugar en el Top Ten de animadas de la década.
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