"The jacket". Dirigida por John Maybury. Protagonizada por Adrien Brody, Keira Knightley, Kris Kristofferson, Jennifer Jason Leigh, Kelly Lynch, Brad Renfro, Daniel Craig, Steven Mackintosh, Brendan Coyle, Mackenzie Phillips, Laura Marano. Estados Unidos / Alemania. Año 2005.
¿De qué se trata?
Tenía 27 años la primera vez que morí... Irak, 1991. Un soldado yanketa que no cree en el horror de la guerra a su alrededor, comete el trágico error de acercarse a un niño, sin haber visto esos documentales Nat Geo sobre el terrorismo, en donde aparecen niños con armas, sin armas, con brazos, sin brazos... Recibe un balazo, lo dan por muerto... Pero no, no estaba muerto. Su mente queda gravemente lesionada, eso sí. Regresa a Estados Unidos, sweet Estados Unidos, y le pasan dos cosas clave. Primero, se detiene a reparar un automóvil, cosa que la niñita chica que lo tripula se lo agradece, pero la madre, una drogo de cuidado, lo echa a patadas. Luego, se topa con un fulano que lo mete en un lío gordo, cuando hace comer plomo a un polizonte. Por lo del policía le hacen cargar el muerto, pero como está medio tocado, lo echan al hospital psiquiátrico. La cárcel era mejor: en el hospital le aplican un tratamiento de tipo "necesita una conciencia, lo haremos salir de un nuevo útero", y no se les ocurre nada más inteligente que meterlo a una caja guardacadáveres de la morgue. El tratamiento, eso sí, tiene un efecto secundario: lo mete en alucinaciones raras, lo hace vivir en 2007, o sea, quince años en el futuro, lugar en donde se reencuentra con la niña chica del automóvil, que ahora ha crecido en el envidiable envase de Keira Knightley. Ahora, ambos emprenden una carrera contra el tiempo para averiguar la verdad sobre esos misteriosos viajes: ¿son una alucinación, son la realidad...?
El espíritu de los tiempos.
A pesar de "La máquina del tiempo" de 1960, el cine de paradojas temporales había tenido pocos exponentes antes de "Terminator" y "Volver al futuro". Mezclar eso con una historia de psiquiátrico que te haga dudar sobre si el viaje en el tiempo es cosa real, o es tu mente la que está friéndose dentro de tu cráneo, es algo que quedó para "Doce monos", y más recientemente, para "El efecto mariposa". "Regresiones" es una mezcla de todas estas películas, pero con un detalle que la hace muy "principios del XXI": la cuestión de la identidad personal. La gran pregunta es si el tipo de verdad está muerto y ha resucitado milagrosamente (una y otra y otra vez, podríamos decir), o si es como el prota de "Sin miedo a la vida", que se creía a sí mismo muerto, pero que en realidad nunca murió. Sumémosle a eso el asunto de los desperfectos en el cerebro, y los lapsus sin memoria alguna, y terminamos de construir un protagonista que, bien mirado, carece por completo de identidad propia. Lo que nos lleva a la cuestión de qué diablos es un ser humano, si acaso la sumatoria de todos sus recuerdos, y si alguien sin memoria puede aún considerarse a sí mismo una persona propiamente tal (habíamos visto algo así recientemente en "Más allá de la muerte"). O sea, es la clase de películas que esperaríamos en un tiempo actual en el cual hace rato que Internet y la World Wide Web disolvieron el concepto ilustrado dieciochesco de "un ser humano = una persona" en un montón de nicknames, Yahoo!ID, GMailID, etcétera, que no se correlacionan para nada con el internauta detrás.
¿Por qué verla?
- Lo dicho. Es una buena película sobre el problema de la identidad, sobre qué hace a un ser humano ser un solo todo como persona, en medio de la ola de recuerdos dispersos y alucinaciones que todos, en mayor o menor grado, tenemos metidos dentro de la cabeza. Ya por eso merece aplausos.
- Adrien Brody. El hombre se especializa en papeles un tanto bordas, y aquí se repite el plato. Juegos de cámara aparte, lo cierto es que gran parte del terror de la experiencia de estar abovedado en una morgue es responsabilidad del señor Brody, y de sus ojitos inquietos que consiguen transmitir un sufrimiento que ni Miguel Angel, el de la Sixtina, oigan. Keira Knightley acompaña bien y, para no decir una cosa por otra, el papel que interpreta está de verdad para babearse, sin mostrar demasiado (quizás eso ayude, ya que la pobre es en realidad un saquito de huesos, si me preguntan, aunque por otra parte dicen que la escena de sexo era más larga, y la cortaron porque a los betatesters del público no les gustó... ¡imbéciles!). Kris Kristofferson, idos ya sus días de galán setentero (y de galán maduro ochentero), compone un rol algo plano, pero funcional, y que impone presencia. Mención honorífica se llevan también dos veteranas que en los '90s iban de sexies, y a quienes los años han pasado la cuenta, pero se las apañan para mantenerse en roles de interés, como son Jennifer Jason Leigh y Kelly Lynch.
- El trabajo de edición es interesante, aunque más al comienzo, donde importaba mostrar el estado de confusión del prota, que al final, en donde el asunto se encauza dentro de una historia romántica más normalita.
IDEAL PARA: Amantes del cine romántico con premisa sobrenatural, y con un poco de sobresalto.
¿De qué se trata?
Tenía 27 años la primera vez que morí... Irak, 1991. Un soldado yanketa que no cree en el horror de la guerra a su alrededor, comete el trágico error de acercarse a un niño, sin haber visto esos documentales Nat Geo sobre el terrorismo, en donde aparecen niños con armas, sin armas, con brazos, sin brazos... Recibe un balazo, lo dan por muerto... Pero no, no estaba muerto. Su mente queda gravemente lesionada, eso sí. Regresa a Estados Unidos, sweet Estados Unidos, y le pasan dos cosas clave. Primero, se detiene a reparar un automóvil, cosa que la niñita chica que lo tripula se lo agradece, pero la madre, una drogo de cuidado, lo echa a patadas. Luego, se topa con un fulano que lo mete en un lío gordo, cuando hace comer plomo a un polizonte. Por lo del policía le hacen cargar el muerto, pero como está medio tocado, lo echan al hospital psiquiátrico. La cárcel era mejor: en el hospital le aplican un tratamiento de tipo "necesita una conciencia, lo haremos salir de un nuevo útero", y no se les ocurre nada más inteligente que meterlo a una caja guardacadáveres de la morgue. El tratamiento, eso sí, tiene un efecto secundario: lo mete en alucinaciones raras, lo hace vivir en 2007, o sea, quince años en el futuro, lugar en donde se reencuentra con la niña chica del automóvil, que ahora ha crecido en el envidiable envase de Keira Knightley. Ahora, ambos emprenden una carrera contra el tiempo para averiguar la verdad sobre esos misteriosos viajes: ¿son una alucinación, son la realidad...?
El espíritu de los tiempos.
A pesar de "La máquina del tiempo" de 1960, el cine de paradojas temporales había tenido pocos exponentes antes de "Terminator" y "Volver al futuro". Mezclar eso con una historia de psiquiátrico que te haga dudar sobre si el viaje en el tiempo es cosa real, o es tu mente la que está friéndose dentro de tu cráneo, es algo que quedó para "Doce monos", y más recientemente, para "El efecto mariposa". "Regresiones" es una mezcla de todas estas películas, pero con un detalle que la hace muy "principios del XXI": la cuestión de la identidad personal. La gran pregunta es si el tipo de verdad está muerto y ha resucitado milagrosamente (una y otra y otra vez, podríamos decir), o si es como el prota de "Sin miedo a la vida", que se creía a sí mismo muerto, pero que en realidad nunca murió. Sumémosle a eso el asunto de los desperfectos en el cerebro, y los lapsus sin memoria alguna, y terminamos de construir un protagonista que, bien mirado, carece por completo de identidad propia. Lo que nos lleva a la cuestión de qué diablos es un ser humano, si acaso la sumatoria de todos sus recuerdos, y si alguien sin memoria puede aún considerarse a sí mismo una persona propiamente tal (habíamos visto algo así recientemente en "Más allá de la muerte"). O sea, es la clase de películas que esperaríamos en un tiempo actual en el cual hace rato que Internet y la World Wide Web disolvieron el concepto ilustrado dieciochesco de "un ser humano = una persona" en un montón de nicknames, Yahoo!ID, GMailID, etcétera, que no se correlacionan para nada con el internauta detrás.
¿Por qué verla?
- Lo dicho. Es una buena película sobre el problema de la identidad, sobre qué hace a un ser humano ser un solo todo como persona, en medio de la ola de recuerdos dispersos y alucinaciones que todos, en mayor o menor grado, tenemos metidos dentro de la cabeza. Ya por eso merece aplausos.
- Adrien Brody. El hombre se especializa en papeles un tanto bordas, y aquí se repite el plato. Juegos de cámara aparte, lo cierto es que gran parte del terror de la experiencia de estar abovedado en una morgue es responsabilidad del señor Brody, y de sus ojitos inquietos que consiguen transmitir un sufrimiento que ni Miguel Angel, el de la Sixtina, oigan. Keira Knightley acompaña bien y, para no decir una cosa por otra, el papel que interpreta está de verdad para babearse, sin mostrar demasiado (quizás eso ayude, ya que la pobre es en realidad un saquito de huesos, si me preguntan, aunque por otra parte dicen que la escena de sexo era más larga, y la cortaron porque a los betatesters del público no les gustó... ¡imbéciles!). Kris Kristofferson, idos ya sus días de galán setentero (y de galán maduro ochentero), compone un rol algo plano, pero funcional, y que impone presencia. Mención honorífica se llevan también dos veteranas que en los '90s iban de sexies, y a quienes los años han pasado la cuenta, pero se las apañan para mantenerse en roles de interés, como son Jennifer Jason Leigh y Kelly Lynch.
- El trabajo de edición es interesante, aunque más al comienzo, donde importaba mostrar el estado de confusión del prota, que al final, en donde el asunto se encauza dentro de una historia romántica más normalita.
IDEAL PARA: Amantes del cine romántico con premisa sobrenatural, y con un poco de sobresalto.
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