"Music and lyrics". Dirigida por Mark Lawrence. Protagonizada por Hugh Grant, Drew Barrymore, Haley Bennett, Brad Garrett, Kristen Johnston, Campbell Scott, Scott Porter, Nick Bacon, Andrew Wyatt, Dan McMillan, Tom Foligno, Zak Orth, Brooke Tansley, Daniel Stewart Sherman, Aasif Mandvi. Estados Unidos. Año 2007.
¿De qué se trata?
En los '80s los PoPs eran grito y plata, con un videoclip pegadizo y hortera llamado "Pop goes my heart" (la letra decía algo así como "no quería enamorarme, pero mi corazón hizo ¡pop!..."), tan pegostioso que servidor puede dar fe de haber salido del cine tarareando la dichosa melodía. Pero esos lindos tiempos pasaron. Ahora, esos carcamales musicales sólo son llamados para eventos como "La batalla de los '80s", un programa de TV en donde los grandes de antaño se calzan guantes de boxeo, y... creo que entienden el concepto. En medio de esa decadencia, y peor aún, en medio de esa carestía monetaria para uno de los prohombres de PoP, aparece una oportunidad dorada. Una niñata candidata a revelación pussypop de la temporada, con un físico vagamente reminiscente de American Idol y un airecillo a lo Shakira, pero en versión indostánica en vez de árabe, ha sufrido un hondo drama existencial después de haber roto una relación que duró la dilatada cantidad de dos meses, y al encontrar consuelo en una frase de un maharishi, quiere una canción con esa frase. Y la encarga al antiguo ídolo de PoP, por el cual siente una honda admiración (si es que hay algo de hondo en esa chica de pensamiento superficial y curvas anoréxicas, claro está). El problema es que nuestro heroico cantante, pues bien, hace años que no compone algo nuevo, porque no en balde se gana la vida en presentaciones de tipo "¡¡felicidades generación 1987!!", hasta que por esos accidentes del destino que sólo ocurren en las comedias románticas, una linda joven que le riega las plantas (en sentido literal, ¡no sean malpensados, por favor!) descubre tener talento para escribir letras. De modo que una nueva dupleta musical de oro ha nacido, y ahora ambos deberán trabajar contra el tiempo para componer la dichosa canción, además de aprender sobre ellos mismos, superar las dificultades del pasado, separarse y volverse a encontrar... lo de siempre, vamos.
El espíritu de los tiempos.
La Edad de Oro de la Historia de la Música es el período comprendido entre el primer disco de Depeche Mode en 1981, y el "Tactical neural implant" de Front Line Assembly. Cualquiera otra cosa que les digan, ese fulano no sabe de música. Están por supuesto The Beatles, The Rolling Stones, The Who, Jethro Tull, Black Sabbath, Mozart, Beethoven y Vivaldi, pero la misión de aquellas generaciones que gimieron y estuvieron de parto, fue llevar a cabo la preparatio evangelica que culminó en la gran revelación que significó el "Speak and Spell" de Depeche Mode, y su esquizo "Just can't get enough". Después de años de sequía en donde tuvimos que aguantar la horrorosa actitud autocomplaciente y autoflagelante de los grungies ("¡oh, mírame, qué mal me siento, mira cuán sublime es mi dolor autorreferente! ¡El mío, dije, no el tuyo!"), perpetuada ad memoriam por el cine indie y pelis más o menos de culto como "El cuervo", he aquí que otra vez hemos regresado a tu santo nombre Sion, hemos vuelto a las raíces, "ya viene la fuerza de los ochentas"... Algo que ya a finales de los '90s se olían, con filmes como "La mejor de mis bodas" (curiosamente, también con Drew Barrymore, en aquellos años en la división detox del cine), pero que fue en el 2000 que estalló con fuerza.
¿Por qué verla?
- Si fuiste un fan de los '80s, ésta es tu película. No porque esté plagada de referencias y guiños a la época, sino porque las alusiones están en su justa medida, ni una más ni una menos. El videoclip de "Pop goes my heart" es simplemente para desternillarse de risa, con su escenario con cuadraditos blancos y negros, o con la secuencia íntegra del hospital (¡yo he visto eso en un video de la época, estoy seguro de haberlo visto, pero ¿en cuál...?!). La historia de PoP es alusión más que directa a las peleas medio homoeróticas de la dupleta de Tears For Fears, con algún toque WHAM! para que no digan después por ahí. Pero el momento más triunfal es por supuesto cuando tocan, así a santo de nada y como simple musiquilla ambiental en una celebración de "20 años de la generación '87", el tema "NeverEnding Story", de Limahl (recién salidito en esos años de Kajagoogoo... ¡cuántos recuerdos!).
- En cuanto a comedia romántica... Pues bien, el señor Marc Lawrence escribió antaño "Miss Simpatía" y "Miss Simpatía 2: Armada y fabulosa", además de dirigir (y escribir) otra de Sandra Bullock, esta vez junto a Hugh Grant, "Amor a segunda vista"... Pero pueden creerme que aquí está mejor y más refinado. No tuvo a Michael Caine que le salvara el barco como en "Miss Simpatía", pero a cambio Drew Barrymore hace bastante bien lo suyo (que es más o menos lo de siempre en las comedias románticas a la medida de Barrymore, con escena de humor físico con tropezón y caída incluida). Y Hugh Grant... pues bien... no es muy honroso lo que diremos de él, pero es que en verdad, DE VERDAD da el tipo de personaje que ha estado vegetando en el limbo de sus éxitos de antaño, y acepta de lo más bien que su cuarto de hora ya pasó; quizás sea el rol actoral de su vida, y quizás lo sea porque básicamente se esté interpretando a sí mismo... (¡qué lejanos sus tiempos como secundario pijo en "Perversa luna de hiel"!). También roba cámara indiscriminadamente la novatísima Haley Bennett, como la cantante Cora, consiguiendo que su personaje se vea como eso precisamente, un personaje, y no una simple caricatura de Britney Spears (a pesar de los chistes y alusiones que son de rigor en un guión que se mete con estos temas musicales). O sea, tenemos una película que se atreve a confiar en el capital más fuerte de todos, los personajes, una verdad del tamaño de los Jardines Colgantes de Babilonia que los productores de Hollywood tienen la mala costumbre de olvidar (y pagan un alto precio por eso, muchas veces).
- Diálogos muy bien cuidados. Como la genial contestación de Grant a Barrymore, cuando ella le representa que le han hecho una declaración tierna, en particular viniendo de un hombre con los pantalones apretados: "es que llevan la sangre hasta mi corazón".
- A veces, como quien deja caer un pedacito de tomate de una pizza italiana, escondido en los recovecos de la trama, hay alguna pequeña joyita lista para ser descubierta. En esta película, se trata de uno de los mejores diálogos que he escuchado jamás, sobre la naturaleza de componer una canción. Cuando las dos mitades del tándem creativo están componiendo la canción, ella explica exactamente aquello que las banditas de garage nunca entienden, y por eso fracasan: que una canción se compone de dos partes, que la música es el enganche o la presentación, pero luego viene la letra, y la letra es el verdadero mensaje que soporta la música... un consejo gratis que da la película, y para los despistados que lo pasaron por alto, repetido claro y fuerte por su seguro servidor el General Gato... así es que si eres un guitarrista de garage, YOU'RE READING IN CINE 9009 NOW, THEN NO MORE EXCUSES, LOSER!!!
IDEAL PARA: Fanáticos de las comedias románticas, nostálgicos de los '80s, y en general quienes quieran ver una película buena y relajada a secas.
¿De qué se trata?
En los '80s los PoPs eran grito y plata, con un videoclip pegadizo y hortera llamado "Pop goes my heart" (la letra decía algo así como "no quería enamorarme, pero mi corazón hizo ¡pop!..."), tan pegostioso que servidor puede dar fe de haber salido del cine tarareando la dichosa melodía. Pero esos lindos tiempos pasaron. Ahora, esos carcamales musicales sólo son llamados para eventos como "La batalla de los '80s", un programa de TV en donde los grandes de antaño se calzan guantes de boxeo, y... creo que entienden el concepto. En medio de esa decadencia, y peor aún, en medio de esa carestía monetaria para uno de los prohombres de PoP, aparece una oportunidad dorada. Una niñata candidata a revelación pussypop de la temporada, con un físico vagamente reminiscente de American Idol y un airecillo a lo Shakira, pero en versión indostánica en vez de árabe, ha sufrido un hondo drama existencial después de haber roto una relación que duró la dilatada cantidad de dos meses, y al encontrar consuelo en una frase de un maharishi, quiere una canción con esa frase. Y la encarga al antiguo ídolo de PoP, por el cual siente una honda admiración (si es que hay algo de hondo en esa chica de pensamiento superficial y curvas anoréxicas, claro está). El problema es que nuestro heroico cantante, pues bien, hace años que no compone algo nuevo, porque no en balde se gana la vida en presentaciones de tipo "¡¡felicidades generación 1987!!", hasta que por esos accidentes del destino que sólo ocurren en las comedias románticas, una linda joven que le riega las plantas (en sentido literal, ¡no sean malpensados, por favor!) descubre tener talento para escribir letras. De modo que una nueva dupleta musical de oro ha nacido, y ahora ambos deberán trabajar contra el tiempo para componer la dichosa canción, además de aprender sobre ellos mismos, superar las dificultades del pasado, separarse y volverse a encontrar... lo de siempre, vamos.
El espíritu de los tiempos.
La Edad de Oro de la Historia de la Música es el período comprendido entre el primer disco de Depeche Mode en 1981, y el "Tactical neural implant" de Front Line Assembly. Cualquiera otra cosa que les digan, ese fulano no sabe de música. Están por supuesto The Beatles, The Rolling Stones, The Who, Jethro Tull, Black Sabbath, Mozart, Beethoven y Vivaldi, pero la misión de aquellas generaciones que gimieron y estuvieron de parto, fue llevar a cabo la preparatio evangelica que culminó en la gran revelación que significó el "Speak and Spell" de Depeche Mode, y su esquizo "Just can't get enough". Después de años de sequía en donde tuvimos que aguantar la horrorosa actitud autocomplaciente y autoflagelante de los grungies ("¡oh, mírame, qué mal me siento, mira cuán sublime es mi dolor autorreferente! ¡El mío, dije, no el tuyo!"), perpetuada ad memoriam por el cine indie y pelis más o menos de culto como "El cuervo", he aquí que otra vez hemos regresado a tu santo nombre Sion, hemos vuelto a las raíces, "ya viene la fuerza de los ochentas"... Algo que ya a finales de los '90s se olían, con filmes como "La mejor de mis bodas" (curiosamente, también con Drew Barrymore, en aquellos años en la división detox del cine), pero que fue en el 2000 que estalló con fuerza.
¿Por qué verla?
- Si fuiste un fan de los '80s, ésta es tu película. No porque esté plagada de referencias y guiños a la época, sino porque las alusiones están en su justa medida, ni una más ni una menos. El videoclip de "Pop goes my heart" es simplemente para desternillarse de risa, con su escenario con cuadraditos blancos y negros, o con la secuencia íntegra del hospital (¡yo he visto eso en un video de la época, estoy seguro de haberlo visto, pero ¿en cuál...?!). La historia de PoP es alusión más que directa a las peleas medio homoeróticas de la dupleta de Tears For Fears, con algún toque WHAM! para que no digan después por ahí. Pero el momento más triunfal es por supuesto cuando tocan, así a santo de nada y como simple musiquilla ambiental en una celebración de "20 años de la generación '87", el tema "NeverEnding Story", de Limahl (recién salidito en esos años de Kajagoogoo... ¡cuántos recuerdos!).
- En cuanto a comedia romántica... Pues bien, el señor Marc Lawrence escribió antaño "Miss Simpatía" y "Miss Simpatía 2: Armada y fabulosa", además de dirigir (y escribir) otra de Sandra Bullock, esta vez junto a Hugh Grant, "Amor a segunda vista"... Pero pueden creerme que aquí está mejor y más refinado. No tuvo a Michael Caine que le salvara el barco como en "Miss Simpatía", pero a cambio Drew Barrymore hace bastante bien lo suyo (que es más o menos lo de siempre en las comedias románticas a la medida de Barrymore, con escena de humor físico con tropezón y caída incluida). Y Hugh Grant... pues bien... no es muy honroso lo que diremos de él, pero es que en verdad, DE VERDAD da el tipo de personaje que ha estado vegetando en el limbo de sus éxitos de antaño, y acepta de lo más bien que su cuarto de hora ya pasó; quizás sea el rol actoral de su vida, y quizás lo sea porque básicamente se esté interpretando a sí mismo... (¡qué lejanos sus tiempos como secundario pijo en "Perversa luna de hiel"!). También roba cámara indiscriminadamente la novatísima Haley Bennett, como la cantante Cora, consiguiendo que su personaje se vea como eso precisamente, un personaje, y no una simple caricatura de Britney Spears (a pesar de los chistes y alusiones que son de rigor en un guión que se mete con estos temas musicales). O sea, tenemos una película que se atreve a confiar en el capital más fuerte de todos, los personajes, una verdad del tamaño de los Jardines Colgantes de Babilonia que los productores de Hollywood tienen la mala costumbre de olvidar (y pagan un alto precio por eso, muchas veces).
- Diálogos muy bien cuidados. Como la genial contestación de Grant a Barrymore, cuando ella le representa que le han hecho una declaración tierna, en particular viniendo de un hombre con los pantalones apretados: "es que llevan la sangre hasta mi corazón".
- A veces, como quien deja caer un pedacito de tomate de una pizza italiana, escondido en los recovecos de la trama, hay alguna pequeña joyita lista para ser descubierta. En esta película, se trata de uno de los mejores diálogos que he escuchado jamás, sobre la naturaleza de componer una canción. Cuando las dos mitades del tándem creativo están componiendo la canción, ella explica exactamente aquello que las banditas de garage nunca entienden, y por eso fracasan: que una canción se compone de dos partes, que la música es el enganche o la presentación, pero luego viene la letra, y la letra es el verdadero mensaje que soporta la música... un consejo gratis que da la película, y para los despistados que lo pasaron por alto, repetido claro y fuerte por su seguro servidor el General Gato... así es que si eres un guitarrista de garage, YOU'RE READING IN CINE 9009 NOW, THEN NO MORE EXCUSES, LOSER!!!
IDEAL PARA: Fanáticos de las comedias románticas, nostálgicos de los '80s, y en general quienes quieran ver una película buena y relajada a secas.