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domingo, 16 de diciembre de 2007

"La carta del Kremlin" (1970).


-- "The Kremlin Letter". Estados Unidos. Año 1970.
-- Dirección: John Huston.
-- Actuación: Bibi Andersson, Richard Boone, Nigel Green, Dean Jagger, Lila Kedrova, Micheál MacLiammóir, Patrick O'Neal, Barbara Parkins, Ronald Radd, George Sanders, Raf Vallone, Max von Sydow, Orson Welles, Sandor Elès, Niall MacGinnis.
-- Guión: Gladys Hill y John Huston, basados en la novela de Noel Behn.
-- Banda Sonora: Robert Drasnin.

-- "La carta del Kremlin" en IMDb.
-- "La carta del Kremlin" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En un Museo hay una típica conversación de Museo. No, no es la típica conversación de museo entre dos enamorados, uno de los cuales se interesa por el arte y el otro quiere ir a ver chicas extranjeras haciendo strip. Es la otra clase de típica conversación, aquella en la que dos espías hacen intercambio de cadenas proteínic... perdón, malditos Simpsons, intercambio de información quiero decir. En ella sale a relucir que se necesita una cierta misiva, la "carta del Kremlin", que vale un dineral, por supuesto. Para extraerla, los servicios de inteligencia occidentales deberán usar a un insider. El problema es que no pasan ni diez minutos de película, y el insider aparece convenientemente muerto en un calabozo del país de los Soviets (hay que ser comunista para ser tan malvado, ¿eh?). De manera que proceden a sacar de circulación a un miembro de la US Navy y enviarlo a un campo de acción diferente, a reclutar un puñado de personas que deberán ejecutar la dichosa misión, es decir, extraer la carta que el insider tocaelarpacelestial ya no puede buscar. El asunto se pone aún más turbio, porque parecen haber algunas turbias conexiones alrededor de esa carta. Como por ejemplo, varios personajes están relacionados con un espía que aparentemente se suicidó en Estambul hace muchos años atrás. Y que está conectado con un misterioso individuo llamado el Highwayman. Y que a su vez están conectados con los servicios de inteligencia rusos, que son más felices haciéndose zancadillas entre ellos para acceder a los círculos del poder soviético, que de ejecutar labores eficientes de contraespionaje. Al final, el asuntillo ése de la carta del Kremlin servirá para que varios personajes tengan su ocasión de ajustar cuentas con su pasado, con sus enemigos y con la Historia. Si es que alcanzan a pasar a la Historia, porque todo buen espía que hace bien su trabajo, nunca quedará registrado en letras grandes al lado de los políticos que se hacen con todo el cotarro después...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En los '60s, con el florecimiento de la saga de James Bond (desde "El satánico Doctor No" de 1962 en adelante), la industria del cine de espionaje cobró nuevos bríos. ¡Si hasta el maestro Hitchcock se apuntó, con "La cortina rasgada"! Eran, claro está, los años del hippismo por una parte, y de cierta distensión en la Guerra Fría (después de la Crisis de los Misiles de 1962); como nadie se creía eso de que la Guerra Fría se distendía, y por otra parte los espías eran todo lo refinados y seductores que esos mugrosos hippies no, pues bien, el escenario estaba servido. El director John Huston también se apuntó a la moda, y parió este producto que... cómo decirlo... es bueno. Es indiscutiblemente bueno. Pero también es muy Huston. Y no es que Huston sea un mal director. Pero es que... es que...

¿POR QUÉ VERLA?

-- John Huston es, con justicia, uno de los grandes maestros del cine. Cualquier director que se atreve a debutar tras las cámaras con una joya como "El halcón maltés", con Humphrey Bogart, se merece por supuesto todo el respeto del mundo, por no hablar de un aparatoso currículum que incluye clásicos indiscutibles como "El tesoro de la Sierra Madre", "Mientras la ciudad duerme", "La Reina Africana", "Moulin Rouge", "Moby Dick", "La noche de la iguana", "La Biblia", "Annie" y "El honor de los Prizzi". Ahora bien, desde un punto de vista más personal, algo hay con el señor Huston, que no consigue entusiasmar a mis bigotes llenos de leche. El hombre es sin duda un soberbio cineasta, de la más clásica escuela, y un formidable narrador de historias, por no hablar de sus personajes duros y curtidos por la vida, pero... a veces tiende a confundir la sobriedad narrativa (en lo que era un maestro) con falta de emocionalidad. Muchas de sus películas tienen este defecto, que empaña muchos de sus logros, y las hacen verse un tanto envejecidas. Uno ve clásicos como "Metrópolis" y "Lo que el viento se llevó", y puede sentirlas como películas que incluso podrían haberse rodado hoy en día, con las salvedades de los escenarios y actores, etcétera, pero con las de John Huston, lucen claramente como de un tiempo antiguo en que todo era más correcto y adocenado. "La carta del Kremlin" no se libra de esto. Es una película formidable de espionaje, sin lugar a dudas, que deja a pelis de espías supuestamente crudas como "El buen pastor", como entretenimientos bienintencionados para niños de todas edades. Pero si, con todo el respeto debido a un Maestro, el señor Huston le hubiera impreso a la historia un poco más de PUNCH... ¡¡¡Por Dios que lo hubiéramos agradecido!!!

-- La traca final. La película parte con un personaje que iba en vías de convertirse en importante, muerto a los diez minutos (bien). Pero luego se diluye en un proceso de reclutamiento de agentes que parece sacada de algún capítulo barato de la "Misión Imposible" sesentera; sólo falta Peter Graves para hacer la ilusión completa. Luego, cuando por fin el grupo va a hacer lo suyo en la Unión Soviética, el asunto se pone movido (echan un camión barranco abajo y explota, hay otro muerto más), pero de nuevo los movimientos de los personajes se vuelven cansinos, casi como si estuvieran en eso del espionaje por hobby, en vez de verlos como tipos sudando la camiseta por sus propias vidas. A esas alturas, la peli ya está invitando al zapping. Pero la media hora final... Un giro que se veía venir de la trama, desata una serie de acontecimientos cada vez más brutales (y no necesariamente en el sentido de "sanguinario"). Y el final... No lo romperé ni por nada del mundo, porque es un gancho a la mandíbula. No creo estar exagerando si incluyo la secuencia final de esta peli como uno de los diez mejores finales de películas que he visto jamás (aunque la película en sí no alcance para esa categoría, pero en fin). Así es que si la ven y consideran que es lenta y tienen ganas de darle al control remoto, la recomendación es que aguanten firmes en sus sitios, como buenos soldados, y la vean hasta el último.

-- Es una peli degenerete. El maestro Huston, aunque no especialista en el terreno del espionaje, no por nada se ganó sus mayores glorias en el viejo y entrañable Cine Noir, con detectives duros de mandíbula apretada y chicas vaporosas que lucen buenas y se portan mal. Y aquí, eso se nota. Ya sabemos que la gracia de las pelis noir es ver como bajo una sociedad ordenada y respetable, se esconden toda clase de depravados que gracias al dinero pueden llevar a cabo sus, ejem, inocentes perversiones. En "La carta del Kremlin" podemos ver así una buena traca de invertidos y travestis, y más de alguna lesbiana pasa por aquí o por allá. ¡Y eso con la censura de 1970! ¡Pero es que estos espías son unos degeneretes! Como la pobrecita ingenua espía a la que su papá le ha dicho "si quieres ser espía como yo, tienes que aprender a ser puta", y como no sabe, va y se acuesta con el apuesto jefe de escuadrón para desflorarse rápido y luego a otra cosa... Y ya no hablemos de Bibi Andersson envuelta en los humos del haschís, pidiéndole a gritos a un chuloputo que la golpee porque para eso le paga... Bueh, Bibi Andersson fue la estrella de "El séptimo sello" y "Fresas salvajes", entre otras pelis de Ingmar Bergman, y supongo que las malas costumbres se pegan (pues sí, Bergman era otro degenerete, ¿o creían que los dizqueintelectuales ven sus pelis por su hondo contenido metafísico?).

-- ¿Ya le echaron un vistazo al elenco? Sí, ya mencioné a Bibi Andersson, una chica Bergman (¡hey, da más crédito ser chica Bergman que ser chica Almodóvar!). Pero por sobre actorazos como Raf Vallone ("La violetera", "El Cid", "Golpe a la italiana", "El Padrino III") o George Sanders ("Rebeca", "Sansón y Dalila", "Eva al desnudo", "El pueblo de los malditos"), debemos destacar a los dos grandes villanos que mueven el cotarro. Porque... ¡miren el tamaño de estos villanos! El peorcillo de éstos es nada menos que el gran Max von Sydow, otro antiguo actor bergmaniano reconvertido para Hollywood, que para Bergman hizo "Fresas salvajes" y "La fuente de la doncella" (sí, en la primera coincidió también con la Andersson), que para generaciones más recientes es el Jesucristo de "La historia más grande jamás contada", el Padre Merrin de "El exorcista" o uno de los villanos de "Los tres días del cóndor", y para los fanáticos de la ciencia ficción es el Emperador Ming de "Flash Gordon", el rey Osric de "Conan el Bárbaro", el planetólogo Kynes de "Dune", y para los adolescentes popcorneros el jefe de Tom Cruise en "Sentencia previa". Sí, adoramos a Max von Sydow con el respeto debido al mesías, porque después de todo fue Jesús, ¿OK? Aquí, von Sydow es un coronel soviético que tiene una esposa que... ¡UFF!, y ya no digamos nada sobre sus trapitos sucios... Y ése es el peorcillo, o sea, ¿quién es aún más grande? Pues sí, señores, no sólo por dimensiones anatómicas es más grande, sino porque es él, el grande (metafóricamente hablando), el único... ¡¡¡ORSON WELLES!!! Sí, el mismo que con 25 años debutó en la dirección, dirigiéndose a sí mismo en la soberbia "El ciudadano Kane", y que después medio pudo filmar algunas pelis a su gusto y tuvo que hacer de garbancero en otras para mantenerse alimentado (el punto más bajo en el que cayó, fue haberle dado voz a Unicron en la peli "Transformers" de 1986... no me vengan los fanáticos a decir nada, la serie de TV ochentera era buena, pero la peli no tiene perdón de Dios, y si opinan lo contrario, vayan a arder a sus propios infiernos, herejes). Sí, tenemos a Orson Welles en una esquina, haciendo una soberbia interpretación como jerarca soviético, y en la otra, a Max von Sydow. Cualquiera bien enterado babearía por ver esa ocasión única en que dos gigantes de la actuación se encontraron el uno al otro y se dieron la réplica. Frente a eso, ¿quién diablos quiere saber sobre el protagonista...?

IDEAL PARA: Ver una película quizás fallida en algunos aspectos, pero aún así de las mejores que se hayan hecho sobre el espionaje jamás.

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