Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
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jueves, 15 de septiembre de 2011
"La novia vestía de negro" (1968).
-- "La mariée était en noir" (título original en francés), "The Bride Wore Black" (título para distribución internacional en inglés). Francia / Italia. Año 1968.
-- Dirección: François Truffaut.
-- Actuación: Jeanne Moreau, Michel Bouquet, Jean-Claude Brialy, Charles Denner, Claude Rich, Michael Lonsdale, Daniel Boulanger, Alexandra Stewart, Sylvine Delannoy, Luce Fabiole, Michèle Montfort, Jacqueline Rouillard, Paul Pavel, Gilles Quéant, Serge Rousseau.
-- Guión: François Truffaut y Jean-Louis Richard, basados en la novela de Cornell Woolrich.
-- Banda Sonora: Bernard Herrmann.
-- "La novia vestía de negro" en IMDb.
-- "La novia vestía de negro" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Una chica vestida con un sexy traje blanco de noche a pleno día (ya saben a quién le copió Catherine Tramell) llega a un elegante y lecorbuseriano edificio de departamentos, preguntando por fulanito de tal. Al poco se hace evidente que ella no lo conoce, y su intento por infiltrarse fracasa. Fulanito está a punto de casarse, pero la chica no ceja. Con perfecto espíritu de mantis religiosa, avanza recto hacia él cuando está la ceremonia. El tipo trata de conversar con ella, pero ella se hace la misifú, que te digo quien soy, que no te digo, que yo soy la hembra en control aquí. De pronto, la chica suelta una bufanda. El tipo sale por el balcón a buscarla, mientras ella le promete que si se la recupera, le dirá todo. Pobre desgraciado, está a punto de aprender quién realmente es ella... por las malas.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
François Truffaut es uno de los directores más interesantes vinculados a toda esa renovación fílmica francesa conocida como la Nouvelle Vague. A diferencia de unos comienzos que coqueteaban con la herencia del neorrealismo italiano ("Los 400 golpes"), Truffaut se diferenció de otros reaccionarios y carcas que abominaban de todo lo yanki por principio, porque somoh europeoh jolines, y no tuvo complejos en asumir que parte importante de la herencia cultural sigloveintesca, quizás la más importante, era la que venía de lo yanki, y en particular de Hollywood. Claro que en clave distendida e irónica, que una cosa era asumir el legado cultural hollywoodense, y otra muy distinta tomárselo en serio, si faltaba más que un cultureta se rebajara a divertir a la multitud como un pantomimo de feria. Eso explica que Truffaut no haya tenido complejos no sólo en rodar policiales de broma ("Disparen sobre el pianista"), Ciencia Ficción distópica ("Fahrenheit 451", y es que no iba a rodar algo basado en Robert Heinlein, que no llega a tanto el cariño tampoco), o elegantes cachondeos al cine sexy hollywoodense ("La sirena del Mississipi"), sino que además se atrevió a actuar en un rol secundario... ¡en "Encuentros cercanos del tercer tipo", a las órdenes del ese entonces jovencito chico estrella Steven Spielberg! "La novia vestía de negro" nació también como un ejercicio de broma. En aquel tiempo, Truffaut se había encontrado con Alfred Hitchcock, que en esos años ya estaba en decadencia y trataba de sobrevivir pasándose al cine de espías modernizado a lo James Bond (había rodado "La cortina rasgada" y estaba a poco de comenzar "Topaz"), pero que si bien denostado en Estados Unidos porque ya no producía tanto dinero (están majaretas, estos yankis...), en Francia había encontrado un nuevo nicho de admiradores, porque claro, resulta que el cine de Hitchcock, pletórico de toda clase de desviaciones sexuales y hecho para ponerle carne de gallina al público, resulta que ahora le habían descubierto un nuevo valor, que era antiburgués, anticapitalista, una profunda crítica social dentro del sistema producida desde dentro de las mismas contradicciones del sistema burgués que blablablá, y por lo tanto, Hitchcock había subido por el escalafón desde el grado de artesano eficiente al de artista del cine, grado militar del que desde ese entonces no ha sido defenestrado. Truffaut se entusiasmó entonces en producir una "a la Hitchcock", y para rematar la faena, adaptó una novela de nada menos que Cornell Woolrich, tipo en el que antes el propio Hitchcock se había basado para rodar "La ventana indiscreta". Lo que resultó fue una cosa que el propio Truffaut después se encargaría de desdeñar como una de sus pelis más débiles. Y es que lo que se suponía era un homenaje, a las últimas termina siendo más una parodia que otra cosa. Aún así, probablemente por este humorismo involuntario, "La novia vestía de negro" permanece como una de las pelis más populares de Truffaut. Bueno, "popular" al menos en el milieu que sabe que existe cine más allá de Michael Bay. Esta peli tiene por lo tanto el récord de abrir la temporada de caza y saqueo respecto de Hitchcock. Porque a ver cuántos directores no se han forrado imitándole el estilo, el pulso y la pulcritud guionística (¿alguien dijo M. Night Shyamalan?).
¿POR QUÉ VERLA?
-- Si esperas ver un ejercicio de hitchcockismo aquí, ya puedes irte olvidando. Lo que en Hitchcock está trabajado como un pulcro mecanismo de relojería, acá es bastante más chapucero, por más que Truffaut trata de tomar el enfoque del suspenso sicológico que Hitchcock a su vez había tratado de aplicar particularmente en "Psicosis" (bien) o "Marnie la ladrona" (más o menos). Pero si se ve de manera distendida y con sentido del humor, los despropósitos mayúsculos de esta peli se disfrutan a cien. A diferencia de la elegancia y el overtopismo del cine yanketa, Truffaut tiene bien en claro que está rodando en Francia para "gente como uno", y por lo tanto ese aire flamboyante de Hitchcock en ambientación proleta le da un toque único y especial. A las últimas te olvidas que estás viendo un ejercicio de estilo, y lo rocambolesco de la peli termina por ganarte a punta justamente de eso, de qué despropósito mayúsculo vendrá después. No quiero abundar porque me va a tomar el detallar la trama, y acá lo mejor es adentrarse virgen a la misma. Sólo digamos que es una historia de venganza por parte de una mujer fuerte, y que está muy bien llevada por el cachondo de Truffaut. Además, ¡cuenta con un soundtrack de Bernard Herrmann! ¡Sí, señores, el mismo tipo que musicalizó las mejores pelis de Hitchcock! (y que en esos años ya no trabajaba para el Amo del Suspenso, después de pelearse brutalmente ambos en el rodaje de "La cortina rasgada"). Demasiado divertida como para entrar por la puerta grande de los libros del cine indispensable (esos cánones y listados siempre son elaborados por señorones que ponen pelis serias para dejar claro que ellos también lo son, y así verse más respetables), pero precisamente por eso, mucho más disfrutable que la mayor parte del cine francés de su tiempo y época (o ya puestos, del cine francés de cualquier tiempo y época, que en estirados, a los franchutes no se las gana nadie).
IDEAL PARA: Amantes del cine policial, del cine francés, del cine divertido, y de las mujeres de armas tomar.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].
Si Truffaut pudo erigirse como el gran cineasta que hoy se le considera, es porque temprano abandonó los absurdos postulados de la nouvelle vague -origen y centro de la incontable cantidad de desaciertos que se cometieron en la pantalla grande durante los sesenta- y se lanzó a rodar en su propio estilo, que no es otro que el principio básico del cine argumental: saber narrar una historia. Una gran diferencia con ese petulante de mierda de Jean-Luc Godard, que es un artista extraordinario "para una media docena de elegidos", como diría Nicanor Parra. Y a quien algunos en Latinoamérica, como Littin, por desgracia acabaron lavándole las patas.
ResponderBorrarCompletamente de acuerdo, como misa para católico. La Nouvelle Vague fue una buena cosa en tanto sirvió para desestabilizar un poco el cine y romper la dinámica de la narrativa convencional de Hollywood en las tres décadas anteriores, pero también fue utilizado como pretexto para unas idas de olla que por suerte hoy en día están felizmente en el olvido. Y no veo muchos que las echen de menos, precisamente.
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