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jueves, 6 de agosto de 2009

"El Fantasma de la Opera" (1943).


-- "Phantom of the Opera". Estados Unidos. Año 1943.
-- Dirección: Arthur Lubin.
-- Actuación: Nelson Eddy, Susanna Foster, Claude Rains, Edgar Barrier, Leo Carrillo, Jane Farrar, J. Edward Bromberg, Fritz Feld, Frank Puglia, Steven Geray, Barbara Everest, Hume Cronyn, Fritz Leiber, Nicki Andre, Gladys Blake.
-- Guión: Samuel Hoffenstein, Hans Jacoby, John Jacoby y Eric Taylor, sobre la novela de Gaston Leroux.
-- Banda Sonora: Edward Ward.

-- "El Fantasma de la Opera" en IMDb.
-- "El Fantasma de la Opera" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

El inspector Raoul llega al Teatro de la Opera de París, sólo para descubrir que su amada Christine ha encontrado un nuevo buen amigo. Según la pizpireta, no pasa nada, pero el nuevo amigo, que es nada menos que el tenor del asunto, canta a la legua que sus intenciones no son tan puras, ehm... Raoul se mosquea y empieza a armar escenitas, porque verán, se supone que Christine lo debía amar a él... Y ella sin decidirse, que sí, que quería a Raoul, pero pasaron tiempo separados y el tal Anatole es tan simpático y dije... Abstraída como está en ser la mujer sonrisal y dejarse querer de aquí y de allá, Christine no se da cuenta de que tiene un tercer enamorado. Un vejete que es violinista en la Opera, y que ya está en la edad de retiro (y que lo retiran, de hecho). El tarado se ha embarcado en la idea de ayudar a Christine clandestinamente, pagándole clases de canto sin que ella sepa, con la torpe y adolescencial idea de que ella alguna vez caerá en sus manos por el agradecimiento y todo eso (qué hombre cretino, por el amor de Bastet...). Sin trabajo y sin ahorros, su única salida es conseguir que le publiquen una ópera en la que ha estado trabajando. El problema es que el editor de marras es un malparido que básicamente se defeca en los compositores, y ni siquiera tiene interés en ver el asunto. Pero hay quien comprende que tienen una potencial obra de genio, y para convencer al editor, consigue que nada menos que Franz Liszt himself (bueno, un actor que lo interpreta, en realidad) interprete la obra. En mala hora, porque el compositor enamorao de Christine cree que le están plagiando su obra, y el asunto degenera en batalla campal. De ella, le echan nada menos que ácido a la cara. Con espantosos alaridos inhumanos, sale arrancando y se refugia en las alcantarillas. Ahora, nuestro buen amigo ha dejado la carcasa atrás, y se ha convertido en... ¡¡¡CHACHÁN...!!! ¡¡¡EL FANTASMA DE LA ÓPERA!!! ¡Oh, y ahora, quién podrá proteger a Christine! Bueno, ahí está el par de galanes, por falta de uno que hiciera...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En 1910, en plena Belle Epoque, el escritor francés Gaston Leroux asustó a los bisabuelitos de los EMOgóticos con una novela llamada "El Fantasma de la Opera", en la cual refería el romance del misterioso Fantasma de la Opera de París, por la angelical y bella cantante Christine. Ya en 1925 se rodó un "Fantasma de la Opera", versión silenciosa obviamente, con Lon Chaney, pero habría que esperar hasta el ciclo de terror de los Estudios Universal ("Frankenstein", "La momia", "Drácula", "El hombre invisible" y las inevitables secuelas...) para una nueva y ahora sí más o menos definitiva aproximación al personaje. O eso debería haber sido. Durante muchos años, "El Fantasma de la Opera" de 1943 permaneció como la versión canónica de lo que debía ser el personaje, a la que se ciñó más o menos "El Fantasma de la Opera" de 1989, y con la cual "El Fantasma de la Opera" de la Hammer no pudo contender (y eso que la peli de la Hammer tenía sus méritos). Sólo con la suntuosísima y muy bien ejecutada adaptación del musical de Andrew Lloyd Weber ("El Fantasma de la Opera" de Joel Schumacher, en 2004) nos encontramos con un producto incluso más definitivo. Y es que el Fantasma de la Opera como personaje literario o fílmico es difícil. En el fondo, es la vieja historia de la oscuridad tratando de seducir a la luz, y un tema así no puede sino hacer saltar a las plateas, en particular en tiempos moralmente fuertes en los cuales se supone que todos son buenos y decentes, y jamás contemporizarían con un villano como ése. Por eso hubo que esperar hasta la explosión darkgoth de los últimos '90s y tempranos 2000s para tener un Fantasma como realmente debe ser. En 1943, con "los buenos" peleando contra Hitler y con nadie identificándose con ser malo, el horno no estaba para fantasmas de ninguna clase, ni hitlerianos ni operísticos ni de otro tipo. No en balde el cóctel de monstruos de la Universal floreció tan abiertamente en los '30s (el miedo al totalitarismo que se sentía en el aire) y se apagó en los '40s (el miedo era ya demasiado grande para ser algo disfrutable, ni siquiera mediante la catarsis del cine). Y "El Fantasma de la Opera" de 1943 fue rodada casi como un canto de cisne, llegando tarde a la hornada. Y con un peso dramático muy inferior a las mucho más imaginativas versiones de Drácula, de Frankenstein, etcétera, pergueñadas en la década anterior.

¿POR QUÉ VERLA?

-- De partida tiene un valor histórico. Fue durante muchos años (¡61, hasta la versión del 2004!) la versión definitiva del personaje. Incluso "El Fantasma de la Opera" del año 2004 le debe su poco en estética a esta versión de 1943, incluyendo por supuesto la máscara que usa el Fantasma para cubrirse su rostro (a diferencia de la máscara de papel maché del "Fantasma de la Opera" de la Hammer, que trata de ser algo novedoso y rupturista con la tradición fantasmaoperesca). A pesar de que la calidad intrínseca de esta peli a ratos queda en deuda, es de tal modo icónica que es inevitable para entender la evolución del cine de terror, a través de uno de sus personajes más representativos. Parte importante del mérito debemos adjudicárselo a Arthur Lubin, el director, quién aunque traicionó el concepto de terror propio de la obra original para convertirlo en un folletineo romanticioso con un espantoso triángulo amoroso (cuadrado, deberíamos decir), al menos consigue darle a la peli un cierto tono de fantasía que la mantiene a flote en todo lo que no sean escenas de comedia chusca (por Bastet, esa resolución del triángulo amoroso...). Digamos en beneficio del señor Lubin que en su currículum se apuntan algunas joyitas del cine de ambientación arábiga, como "Alí Babá y los cuarenta ladrones", "Una noche en el paraíso" y el pequeño clásico de aventuras "El ladrón de Bagdad". Si sólo Francia se pareciera un poco más al Califato Abasida...

-- Claude Rains. Uno le puede perdonar a esta peli la pésima adaptación de la novela, que cambia el argumento y lo hace para peor (y de meter con calzador a Franz Liszt como "secundario de lujo" ya ni hablemos), a cambio de ver a este gran actor, que por lo general batallando desde roles secundarios allí donde va deja estela de grandeza actoral ("El hombre invisible", "Las aventuras de Robin Hood", "Caballero sin espada", "El halcón de los mares", "Casablanca", y un largo etcétera). Claude Rains interpreta al Fantasma, y lo hace con un hálito tan trágico, que lo avasalla todo, incluyendo a ese Raoul degradado de vizconde en la novela a inspector de policía en la peli, a ese Anatole metido de postizo en la trama, a esa Christine cuyo físico fuertemente teutónico y su avispez tienen poco que hacer con el carácter ingenuo y etéreo que se le supone al personaje, y a todo el cambio en la trama de por qué el Fantasma deviene en Fantasma. La peli se demora su buena hora en explicarnos cómo surge el Fantasma, pero no importa, porque todo ese rato de latazo viene sostenido por la fuerte presencia del drama personal que nos transmite Claude Rains. Al final, es fácil empatizar con este pobre individuo que es víctima tanto de su propia ingenuidad como de las tragedias sucesivas que lo van azotando, y que lo arrinconan. Tanto, que a veces queda poco comprensible que un ser tan tierno y querible como ése, devenga en un asesino a sangre fría como es el Fantasma.

-- La música. El soundtrack de la peli es estupendo. Generalmente los soundtracks tienden a envejecer rápido porque responden a los gustos de tal o cual generación y no se componen precisamente para la eternidad, de modo que esperaríamos decepcionarnos del soundtrack de 1943 y encontrarlo risible, defecto que lastraría visiblemente una peli que gira precisamente en torno a personajes músicos, y de música de calidad, no de Ricardo Arjona. Pero no. El soundtrack de la peli de 1943 es poderoso por todo lo alto. Incluso la opción de reemplazar la ópera final ("Don Juan Triunfante" en la novela, y también en "El Fantasma de la Opera" de 2004) por una pieza sobre los tártaros, se sostiene sobre piezas musicales que se ajustan bien al folclor ruso. En los hechos, más de algún acorde, cambiándole el ritmo de las notas, me suena a las canciones que en los momentos correspondientes de la trama compuso Andrew Lloyd Weber para su musical... (pero el musical de Lloyd Weber es 40 años posterior a esta peli). Como sea, el soundtrack de esta peli sigue siendo muy bueno. Salvo si exceptuamos la primera secuencia, claro está. Pero el resto es muy bueno.

IDEAL PARA: Ver al abuelito de los Fantasmas de la Opera, interpretado magníficamente por el abuelito de los actores secundarios de Hollywood.

POSTEO PUBLICADO IN MEMORIAM SERGIO MEIER (1966-2009).

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].



-- El futuro Fantasma de la Opera toca el violín [en inglés, sin subtítulos].
 

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