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domingo, 22 de junio de 2008
"Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal" (2008).
-- "Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull". Estados Unidos. Año 2008.
-- Dirección: Steven Spielberg.
-- Actuación: Harrison Ford, Cate Blanchett, Karen Allen, Shia LaBeouf, Ray Winstone, John Hurt, Jim Broadbent, Igor Jijikine, Alan Dale.
-- Guión: David Koepp, basado en una historia de George Lucas y Jeff Nathanson, basados a su vez en los personajes creados por Philip Kaufman y George Lucas, basados en su vez en las seriales de matiné de los '40s, basados a su vez en las novelas de acción africana del XIX, basados...
-- Banda Sonora: John Williams.
-- "Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal" en IMDb.
-- "Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Nevada, 1957. Premonitoriamente, ya se ponen a gritar en esos años "Russians are coming!!! Russians are coming!!!". La malvada y fetish Irina Spalko, doctora en esto y aquello (¡en Parapsicología, demonios! ¿Qué sigue, una carrera profesional de cinco años para graduarse de rabdomante?), brazo derecho de Stalin (¿no que se había muerto en 1953? ¿No que habían fusilado al buen Laurent Beria? ¿No que estamos en plena Era Kruschev?), con su piquete de malvados rojos ingresa al Hangar 51, y para buscar información utiliza a su rehén estrella: Indiana Jones. El objetivo es un misterioso estuche de plástico que guarda a un individuo bien quieto y rígido, con consistencia de pastrami, que por estar en el Area 51 probablemente no sea demasiado humano, que digamos (no, no se ve al young Fox Mulder rondando por ahí). La cosa termina bastante mal, porque verán, estamos en plena Era Eisenhower y el Macartismo va viento en popa (pero, pero, pero... ¿no que McCarthy se lo habían cargado en 1952...?). Aquejado por toda clase de sospechas de antiamericanismo y esas cosas, el hombre que evitó a la Humanidad la apertura del Arca de la Alianza es ahora un catedrático sin cátedra, que por sus vacaciones forzadas no le queda más que hacerle caso a un rebelde estilo Marlon Brando, que anda con una motocicleta con esos gorritos que en esa época se veían tan yo hago mis propias reglas, y en la nuestra tan ridículos y old fashioned (sí, emos, algún día su rebelde atuendo victorian black será visto como "eso que usaban mis abuelos para parecerse a mis tatarabuelos"). El joven responde al nombre de Mutt (nunca mejor dicho lo de "responde", porque parece nombre de perro, y en inglés es de hecho el nombre de una raza de perro). Y le dice que un antiguo colega de Indiana Jones está desaparecido/secuestrado/en-problemas, y el papá de Indiana no es porque ése buscaba el Santo Grial y éste busca las calaveras de cristal (todos los arqueólogos monomaníacos encuentran su camino hasta Indiana, así no se puede tener vida), y además porque ya están matando de antemano al venerable Sean Connery, enterrando a su personaje (al fiel Marcus Brody también, pero ése porque de verdad el actor se murició). Bien, resulta que Indiana Jones se la tiene jurada a los rusos por haberlo puesto en pastelón, así es que cuando nota que los esbirrros rrrojos de la KGB están tras la pista de Mutt, Indiana se les suma, porque joer, él no será James Bond, pero cuando un problema requiere látigo, ahí está Indiana, y Betty Page a freir páginas cincuenteras... De este modo tenemos a Indiana Jones embarcado en una nueva carrera para descifrar el misterio de Francisco de Orellana y las calaveras de cristal, que lo pondrá nuevamente en la ruta de su archinémesis Irina Spalko...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Después de esa resaca seria y adusta que fue el cine setentero, la audiencia estaba lista otra vez para el entretenimiento banal e insubstancial. George Lucas y Steven Spielberg abrieron el camino con sus respectivas fantasías cósmicas "La guerra de las galaxias" y "Encuentros cercanos del Tercer Tipo", que mezclaban sabiamente el espíritu de los matinales del '40, la serie B del '50, el hippismo pseudoZen de los '60 y un premonitorio aire New Age '80s que creó toda una epidemia de pelis basadas en el espacio exterior. Pero quien no tiene ningún éxito quiere uno, y el que tiene uno quiere dos, así es que se juntaron el par de coleguetes para decidir qué hacer a continuación, que no se ponen todos los hueos en la misma cesta, joer, y hay que diversificar el portafolio para prosperar. Y decidieron hacerla de oro mezclando a un prota estilo James Bond, siempre al filo del imposible sin despeinarse, con las seriales de matiné de antaño (¡otra vez!), pero ésta vez las de arqueólogos, estilo "La daga del rey Salomón", "Los peligros del Nyoka" y cosas añosas por el estilo (¿se preguntaban de dónde salió la expresión "el año del ñauca"...?). Lo de James Bond no les quedó tan resultón porque la gracia es perpetrar una del agente secreto cada dos años y a veces en años consecutivos (tres ahora, y es que se han puesto más finolis, los productores), mientras que en lo de Indiana Jones hubo tres en ocho años ("Los cazadores del Arca Perdida", "Indiana Jones y el Templo de la Perdición" ahora elevado a nivel de créditos el prota, e "Indiana Jones y la última cruzada"), y después la franquicia entró en un bien merecido receso, ya que en realidad no daba mucho más de sí tampoco. Lo siento por los frikis de toda la vida que consideran a Indiana Jones como el súmmun de la Cultura Judeocristiana, aquello por lo que las generaciones han gemido y estado de parto, pero (sin mirar en menos tampoco, que la saga tiene su venerabilidad) también existen otras cosas... Bueno, si supieran que existen otras cosas no serían frikis, tampoco. Vuelvo a lo que comentaba: Indiana Jones no daba para una cuarta peli, en esos tiempos por lo menos, porque si tan mal resultaba sacarlo de su entorno desierto/nazis para llevarlo a algo tan parecido como jungla/Indostán (y eso que "Indiana Jones y el Templo de la Perdición" también bebía de matinales, en este caso del viejo cine imperialista indostánico de la primera mitad del XX), el riesgo de aburrir por reiteración era enorme. No es por nada que en "La momia 3" amenazan con hacer viajar al prota a China... Es lo que tiene elegir como objeto a cazar reliquias tan sagradas como el Arca de la Alianza o el Santo Grial: que si les pones algo mínimamente menos sagrado, como la Piedra Sankara, adorada por todos esos supersticiosos paganos que prefieren adorar a un dios que muere y resucita como Rama en vez de creer en la muy respetables y venerada revelación del dios que muere y resucita como Cristo en el Cristianismo, pues que el gancho no es lo mismo. En ese sentido, meter a Indiana Jones al frigorífico (¡no sólo figuradamente!) era una buena opción para no manchar el legado de la saga, magnífico en su épica aventurera, pero tan poco, ¿cómo decirlo...? Tan poco '90s... (ya saben: cine indie, grungies, mirarse el ombligo...). Pero más tarde o más temprano, si venían pelis resucitamuertos como "Duro de matar 4.0", "Rambo: Regreso al infierno" o "Rocky Balboa", era inminente que saliera una cuarta de Indiana Jones. A este paso, capaz que rueden "Y dónde está el piloto 3000: Se nos acabaron las ideas"...
¿POR QUÉ VERLA?
-- Partamos por el valor más obvio que podría tener la peli. ¿Es un buen aditamento a la franquicia de Indiana Jones considerada como un todo? La respuesta es un rotundo sí. Muchos podrán salir decepcionados porque hay cosas que no se condicen con el Indiana Jones ochentero: los CGI (prometieron que no los iban a usar, pero en algunos casos, ni modo, qué remedio...), la falta de cierto sentido del humor, un Indiana Jones que simplemente ya no está en edad para el wir tanzen und wir springen... Pero por otra parte, conserva el espíritu más genuino de la saga, de poner a un aventurero invencible (¡y es que, qué caray, ni la edad puede con él!) en una entretenida misión arqueológica que lo llevará a enfrentarse con fuerzas más allá de nuestro mundo. Quizás lo único que desentona, y que le da un carácter un tanto raro a la peli, es que por primera vez el poder al que se confronta Jones no es místico como el Arca de la Alianza, las Piedras Sankara o el Santo Grial, sino tecnológico, porque desde el comienzo queda más que clara la relación entre las famosas calaveras de cristal y una eventual presencia extraterrestre en la Tierra (¿por qué otra cosa si no, iban a perpetrar el delito de violación de domicilio nada menos que en el Hangar 51, como un Mulder y Scully cualquieras...?). Pero esto, que algunos recalcitrantes mistogogos y masoretas del Indianajonismo podrían verlo como una impía traición contra lo más sagrado de la saga, los más inteligentes de nosotros lo vemos como una oportunidad de ampliar ésta hacia nuevos horizontes. No mucho tampoco, que se trata de darle un aromilla de nuevo para contar en definitiva lo mismo de siempre, que nueve décimos de la cultura postmoderna es exactamente eso. Pero en fin.
-- Relacionado con lo anterior: en esta peli, Indiana Jones da el salto desde el cuento folklórico de hadas (bueno, de arqueólogos y poderes místicos) hasta la cosmología. Y no me refiero porque los extraterrestres sean invitados de piedra a la saga, sino porque es la primera vez que se establece un vínculo recio con pelis anteriores de la saga. Sí, ya sé que el personaje de Salah y el de Marcus Brody habían aparecido en la primera y la tercera, pero esto es casi anecdótico, porque de dichos personajes, a pesar del cariño que de hecho el espectador de "Los cazadores del Arca Perdida" e "Indiana Jones y la última cruzada" llega a tomarles, lo que sabemos no pasa de lo anecdótico (a saber, que ayudaron alguna vez a Indiana Jones y sobrevivieron para contar el cuento, que él es Indiana Jones y no Harry el Sucio o Jack Bauer). En cambio, acá se toman derechamente elementos de pelis anteriores, y muy en concreto de "Los cazadores del Arca Perdida", para contar "la mañana después" de dicha historia (de hecho, el Arca del Convenio hace un cameo por ahí... ¡y sin cobrar! Esa es la mejor parte). Es decir, con esta peli empieza a hacerse exégesis del mito de Indiana Jones, algo que los eruditos y enciclopedistas podrían empezar a agrupar en un cuerpo mitológico coherent... ¡No, por favor, no me interrumpan con ese ladrillazo a la jeta que fueron "Las crónicas del joven Indiana Jones"! Mi tío el gato Sinforoso se las quedó viendo, y del coma terminal subsiguiente no salió nunca más. Además, qué tanto suspenso tenían, si ya sabíamos que al final tenía que sobrevivir a todas sus peripecias de joven porque de lo contrario, ¿quién era el Indiana Jones de las pelis, un impostor...?
-- Irina Spalko. Sí, Belloq era un cabronazo, el tipo pintarrajeado de la segunda (¿alguien recuerda su nombre?) era claramente un sociópata como sólo de una raza inferior puede esperarse, y la rubiecita de la tercera estaba más rayada que pared de perrera, pero Irina Spalko tiene ese no sé qué, que qué se yo... Sí, viene interpretada por Cate Blanchett, pero no se agota allí el asunto. Tiene su morbo verla vestida de uniforme soviético, tanto más porque a diferencia del uniforme nazi, el de la intelligentzia estalinista era mucho más opaco y mortecino, y por lo tanto, mucho más fetish. Al final de la peli, queda un cierto regusto a "sí, qué gran villana, podría haber sobrevivido para otra". Bueno, no es que fuera la más peligrosa de todas (hay que ver como Indy se la columpia de la manera más indigna... en combate armado sobre vehículos, no se piense otra cosa). Pero de imponer una nueva moda, la impone. No puedo evitar pensar que su inspiración bebe directamente de Rosa Klebb, villana Bond muy bien recordada por los fanáticos de la saga (sintomáticamente, "Desde Rusia con amor", la peli en donde Rosa Klebb hace su aparición y desaparición magistral, es de 1963, mientras que "Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal" está ambientada cerquita, apenas seis años antes, en 1957...). Como homenaje, está más que bien (¿así era Rosa Klebb de joven...? Mmmmmm...).
-- Con Harrison Ford poniéndose añoso, no era cosa de poner a su personaje otra vez a perseguir nazis, salvo que lo pusieran camino a descubrir el Vril-Ya en Nueva Suabia o algo por el estilo. Pero por otra parte, eso implicaba abandonar la exitosa fórmula Indy/desierto/nazis por una mucho más incierta Indy/macartismo/estalinismo. Si las primeras de Indiana Jones podían encajar débilmente en el Dieselpunk (bueno, no tanto como "Capitán Sky y el mundo del mañana", si es que no llega a tanto el fanatismo tampoco), ésta bebe más bien de la serie B cincuentera y del Atompunk (explosión atómica y extraterrestres incluidos). Era un salto al vacío, y comprensiblemente los pergenios detrás del asunto (Steven Spielberg y George Lucas, por si se han olvidado) estaban nerviosos por el resultado. George Lucas llegó a declarar, antes de que las críticas salieran, que no iba a prestar atención a las críticas negativas, una buena operación de salud mental después de haberse tragado mamadera de palos por su desastrosa "La amenaza fantasma". Pero si uno se olvida de la cosa mística y se deja llevar por el Atompunk desembozado, es una estupenda revisión de ese tipo de cine. Porque la verdad, los elementos puestos en juego (motoristas rebeldes sin causa, arqueólogos, el Area 51, extraterrestres, macartismo, estalinismo, nativos sudacas) podían no encajar, y encajan de lo más bien. La fórmula es, por supuesto, citar sin exagerar. Aquí funciona. Es una rareza ver una de Indy Atompunk, y de hecho se ha criticado a esta peli por meter extraterrestres, como si meter al cajón de espíritus incineradores que era el Arca del Convenio fuera mucho más lógico, pero tampoco se les ha ido la brocha en el pintado (bueno, puedo imaginar a Spielberg diciéndole a Lucas: "¡Quita tus sarmentosas y starwaseras manos de Indy y déjalo respirar, hombre!"). En todo caso, por la rareza, saldríamos más que beneficiados de una quinta parte. O no. Depende. El trío creativo (Spielberg/Lucas/Ford) ha tenido buen cuidado de no putear la saga. A ver si el Alzheimer no les juega una mala pasada en contrario (¡oh, sí, pongamos al hijo de Indiana Jones en una de Cyberpunk ochentero...! Ah, perdón, eso se llama Lara Croft).
-- Démosle crédito también a John Williams. Lejanos están los días en que este hombre creaba sus partituras inmortales para "Tiburón", "Superman", "La guerra de las galaxias" o (citada otra vez) "Los cazadores del Arca perdida", y aún más lejanos los días en que era... ¡¡¡Johnny Williams, creador del tema de "El túnel del tiempo"!!! Y se nota. Porque aparte de abusar de los coros en el "Duel of the fates" de "La amenaza fantasma" y de dárselas transcribiendo y obligando a sus coristas a regurgitar en sánscrito, lo cierto es que su carrera musical en los últimos años (¿décadas?) había ido de menos a peor (¿quién otro que no sea fanático de Harry Potter se descargaría el trabajo de John Williams para esa saga?). Pero aquí está de regreso, no diré en plena forma, pero cómodo de regresar a lo viejo, a lo clásico, a su querido tema de la Marcha de los Cazadores ("Raiders' March"). El soundtrack no tiene secuencias memorables, pero sí acompaña muy bien. Eso está bien, al final del día.
-- En el balance final, quizás el sentimiento común es la nostalgia. Para todos los involucrados (Lucas, Spielberg, Ford, Williams), ésta podría ser la última vez que trabajen en conjunto para la saga. Se rumorea una quinta, pero vaya uno a saber cuándo el Hollywood lifestyle vaya a pasarle la cuenta a alguno. Es una de Indy testamentaria, casi crepuscular. Quizás la imagen más poderosa de toda la peli sea ese Indiana Jones otoñal, más fuerte que la vida, cerca de cierto electrodoméstico que no espoilearé, sobreviviendo a toda una explosión nuclear, nada menos. Así de indestructible resultó Indiana Jones, que casi una generación después no sólo sigue en activo, sino que además es capaz de convocar a legiones de espectadores. Pero también el tiempo pasa. El envejecimiento llega. Y el grupo ya no está para esos trotes. Siguen haciendo bien su trabajo, y pueden disimular el cansancio de los años de circo porque la saga de Indiana Jones siempre fue de aventuras y nada más, y nadie espera que sea una gran y filosófica reflexión sobre la multiplicidad semiótica de la metamodernidad. Pero sí tiene ese algo crepuscular. Hay un aire a William Munny, el prota interpretado por Clint Eastwood en "Los imperdonables". Esa peli era el fin de una era, el del Western como género épico prototípicamente yanketa. Esta peli también es casi el final de una era, el testamento de las seriales de matiné (coincidentemente, con el advenimiento de la televisión, estas seriales dominicales dejaron de producirse justamente en los '50s en que se ambienta la peli), uno de los bastiones fundamentales del cine desde que éste es cine. Para las nuevas generaciones que ven a los '90s como ese tiempo arcaico en que tenías que optar entre hablar por teléfono o conectarte a Internet porque una función de la línea telefónica te liquidaba la otra, y para las cuales esos panelitos iluminados en las paredes de la Estrella de la Muerte starwasera es algo propio de la era cinezoica, los elementos propios de las seriales (la limpieza moral de los buenos versus la villanía de los malvados, el cliffhanger, la espera entre episodio y episodio, el universo romántico de arqueólogos versus nazis) simplemente se salen de su horizonte histórico (si es que con Internet y YouTube se puede hablar de la existencia -aún- de un horizonte histórico). Y por último, las mismas cosas que hacía Indiana Jones, las hace Lara Croft con más tecnología y con más bubies. Sic transit omnia gloria mundi...
IDEAL PARA: Seguidores de Indiana Jones y amantes del popcorn de calidad.
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VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].
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