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domingo, 11 de junio de 2006
"X-Men III: La batalla final" (2006).
-- "X-Men: The Last Stand". Estados Unidos. Año 2006.
-- Dirección: Brett Ratner.
-- Actuación: Hugh Jackman, Halle Berry, Ian McKellen, Famke Janssen, Anna Paquin, Kelsey Grammer, Rebecca Romijn, James Mardsen, Shawn Ashmore, Aaron Stanford, Vinnie Jones, Patrick Stewart, Ben Foster, Dania Ramirez, Ellen Page.
-- Guión: Simon Kinberg y Zak Penn.
-- Banda Sonora: John Powell.
-- "X-Men III: La batalla final" en IMDb.
-- "X-Men III: La batalla final" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Las aguas están revueltas. Los Hombres X no lo pasan muy bien porque su líder Cíclope, en vez de tragarse virilmente las lágrimas por su amorcito perdido (Jane Grey, muerta en la entrega anterior, se la pasa llorando como una magdalena por los rincones. Su archinémesis Magneto no está mucho mejor, porque está en fuga permanente, y para colmo, su brazo derecho Mystique fue capturada por el Gobierno. Y si creían que con esto los mutantes tenían las manos llenas, pues hay más. Una nueva amenaza se cierne sobre los mutantes: un chico en cuyo entorno inmediato desaparece toda clase de poder, habilidad o capacidad mutante, ha sido reclutado por una empresa farmacéutica para crear la cura contra el gen X. Algunos mutantes se pliegan y buscan una cura para su "enfermedad", mientras que otros, orgullosos de ser superiores a los simples peatones de la calle, se preparan a resistir, por la violencia si es preciso. Y aún se pone peor: Jane Grey resucita al mejor estilo Jason Vorhees (sí, saliéndose del lago en que quedó sumergida en la entrega anterior), pero cuando lo hace, lo hace con un poder telequinético que está radicado no en su mente consciente, sino en un vasto subcontinente mental que se cobija bajo la personalidad alternativa de Fénix (sí, Jane no era tan buenita como se veía... o como las envidiables formas físicas de Famke Janssen hacían ver). Ahora, los hombres X deben lidiar con la doble amenaza de Magneto, quien pretende la aniquilación completa de la "cura", y de Fénix, tan poderosa que es capaz de ponerse frente a frente con el profesor Charles Xavier y hacerle guapos, y quedar quítame el polvo del camino de ello.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
En el año 2000, y después del receso de los clásicos Superman y Batman, la película "X-Men" inició la moda de los filmes de superhéroes, trayéndonos consigo la avalancha Marvel de "Spiderman", "El Castigador", "Hulk", "Daredevil", más alguna secuela y spin-off adicional. "X-Men II" repitió el éxito, así es que debía ser completada la trilogía. Una tercera entrega que se veía como problemática, porque Bryan Singer, director de las dos primeras, había hecho suyos los personajes como nadie, pero para la tercera dijo "no" porque se iba a hacer la nueva entrega de cierto patriota yanki de capa voladora que le teme a la kriptonita (llevándose a James Mardsen, "Cíclope", de paso; véase para ello "Superman regresa"). La labor recayó en Brett Ratner, quien tiene entre sus créditos "Una pareja explosiva" y secuela (y viene una tercera), y "Dragón rojo"; o sea, director discreto y eficiente. El resultado no es todo lo bueno que podría haber sido, pero tampoco todo lo catastrófico que más de alguien se esperaba. Si "X-Men" era una película incrustada en el ocaso de la Era Clinton, con vientos de fascismo circulando solapadamente por los corredores, éste filme es muy Era Bush, ya que plantea de manera bastante cruda dos problemas éticos modernos: ¿cómo evitar que el exceso de poder lleve al abuso del mismo?, y ¿es posible crear barreras de contención entre comunidades de seres humanos, si la ciencia moderna es perfectamente capaz de demoler esas barreras... o de crear otras nuevas...?
¿POR QUÉ VERLA?
-- El guión cumple solventemente con lo que se espera de una película que es anunciada como "la última de la trilogía". Es decir, los personajes de las entregas anteriores se encuentran finalmente con su destino, y para algunos de ellos, no diremos cuáles, ese destino es la muerte. Lo que no evita algunos vicios de marketing como, por ejemplo, introducir algunos nuevos mutantes porque sí, sin que resulten un gran aporte a la trama (léase Arcángel o Juggernaut). Y he aquí el problema de la peli: una historia tan embrollada resuelta en una hora y cincuenta minutos, queda a ratos en borrador grueso, sin mucha sutileza en el desarrollo de personajes y todo eso que hace grande a una historia cualquiera, no sólo una de superhéroes. Y aunque en estricto rigor no quedan cabos sueltos, lo cierto es que queda más de alguna hilacha suelta en la densa trama de la alfombra mutante, que podría llevar eventualmente (¿por qué no?, el negocio manda) a una cuarta parte. Por lo pronto es casi oficial que se rodará una película basada en el personaje de Wolverine...
-- Vemos en escena un complejo dilema ético. Después de todo, si Fénix pudo nacer dentro de la mente de Jane Grey, fue porque el Profesor Xavier hizo algo que no debía. Lo hizo con las mejores intenciones del mundo, y nunca creyó que las cosas pudieran salir mal... pero salieron mal. Los refunfuños de Magneto porque Xavier se la pasa sermoneándolo para que "vuelva al buen camino", están más que justificados, porque el jefe de los hombres X resulta al final ser un simple ser humano, que puede verse sutilmente tentado, arrastrado por las hebras del poder... ¿Cuántas veces no nos hemos encontrado con sangrientos dictadores convencidos de que sus actos eran el designio de Dios para grandeza de su pueblo, del que se consideran la fuente de su felicidad...?
-- El elenco está sólido, como ya es tradición en la saga, aunque sus actuaciones desmerecen un poco (pareciera ser que Singer es mejor director de actores que Ratner, más preocupado de la espectacularidad y los efectos especiales, para que nos entendamos). Ian McKellen roba cámara allí donde va, como de costumbre, y si Patrick Stewart no le hace oposición, es porque en definitiva su personaje no aparece con todo el protagonismo que tenía en las películas anteriores. Jackman, Berry y Paquin están aceptables en sus roles, y las grandes sorpresas son Rebecca Romijn, que compone una Mystique aún más fiera y letal que en las entregas anteriores, si es que cabía, y la novata Ellen Page, que en su brevísima aparición como Kitty Pride se roba la pantalla a todo lo ancho. ¿El lunar negro? Famke Janssen, cuyo personaje no había tenido mucho que hacer en "X-Men" y "X-Men II", como pasivo objeto de deseo de Cíclope y Wolverine, pero que ahora, al gravitar media película sobre ella, demuestra lastimosamente que su talento actoral no está a la altura de su belleza pectoral (¿les gustó mi horripilante versito?). La mala noticia es que, después de seis años desde la primera, es notorio que el Padre Tiempo ha pasado por Janssen, Berry, Paquin y Romijn, y ya no se ven tan suculentas como en la primera parte, lo que puede pasar por venial en una saga normal y corriente, pero que en una de superhéroes, en donde se supone por convención del género que las chicas son siempre bonitas, siempre curvilíneas, y siempre de 25-30 aunque su primera aparición en la historieta haya sido el siglo pasado, es un demérito, ¿no?
IDEAL PARA: Ver en qué termina el asunto ése de los mutantes.
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