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jueves, 6 de junio de 2013

"Muertos vivos" (1956).


-- "Invasion of the Body Snatchers" (título original en inglés), "La invasión de los ladrones de cuerpos" (título en España), "La invasión de los usurpadores de cuerpos" (título en Venezuela).
-- Dirección: Don Siegel.
-- Actuación: Kevin McCarthy, Dana Wynter, Larry Gates, King Donovan, Carolyn Jones, Jean Willes, Ralph Dumke, Virginia Christine, Tom Fadden, Kenneth Patterson, Guy Way, Eileen Stevens, Beatrice Maude, Jean Andren, Bobby Clark.
-- Guión: Daniel Mainwaring, con aportes sin acreditar de Richard Collins, sobre la novela serializada de Jack Finney.
-- Banda Sonora: Carmen Dragon.

-- "Muertos vivos" en IMDb.
-- "Muertos vivos" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En un manicomio de alta seguridad, un médico muy empingorotao aparece para hablar con un paciente que está cucufato. Cuando le preguntan para hacerle la pericia psiquiátrica de rigor, éste comienza a referir su larga historia en forma de flashback. Volvemos así en el tiempo hasta uno de esos suburbios tan eisenhowerianos de los '50s, en que las personas caminan bien trajeadas por la calle y se saludan todas con todas y nadie deja la puerta cerrada porque quién diablos te iba a atracar (¡qué tiempos aquellos!). De pronto el médico del lugar (el loquito del comienzo que está haciendo el flashback, cuando aún estaba sano y bueno) regresa, interrumpiendo un congreso médico, para atender una inesperada oleada de pacientes. Entre ellos hay un niño con ataques de histeria porque su madre no es su madre (para qué voy a escucharle, si para eso soy médico y sé) y una chica adulta a la que no van a tratar con tanta condescendencia porque es adulta y además está buena (Carolyn Jones en sus mejores años, y sí que eran mejores), pero que dice que su tío no es su tío. Lo que inicialmente parece ser una oleada de histeria masiva, se irá tornando más misterioso cuando aparezca un cuerpo con rasgos faciales no demasiado definidos, y sin huellas digitales. Como si estuviera a medio formar. La invasión ha comenzado, y no importa lo que ustedes hagan, terrícolas, su planeta está conde-na-doooooo...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Quizás sea ocioso repetirlo acá en Cine 9009, pero los '50s fueron la década por excelencia de la Ciencia Ficción de serie B, particularmente de la vertiente más paranoica (ellos están afuera y quieren infiltrarse). La Ciencia Ficción fílmica obró así como un catalizador inofensivo (después de todo es sólo Ciencia Ficción, eso no puede suceder en la realidad, ¿verdad?) de los miedos y terrores subconscientes de la Era Eisenhower, en que los yankis querían olvidar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, la lucha contra los totalitarismos, el Macartismo y la Guerra Fría, yéndose a vivir a los limpios y asépticos suburbios en los cuales podían instalar esa maravillosa novedad que era la televisión para ver programas sanos y buenrollistas como "I Love Lucy". Por eso, el contraste entre todo ese espíritu jovial del amo de la casa entrando por la puerta y anunciándose con un sonriente "¡Querida, llegué...!", y pelis como "Ultimátum a la Tierra" o "La Humanidad en peligro", es bastante grotesco. En el fondo, todas esas pelis hablan del terror cetrino de esos pobres ciudadanos de perder todo aquel bonito estándar de vida que se habían ganado tan duramente después de apalear nazis en Europa. Desde siempre que el novelista y el guionista de la peli dijeron que "Muertos vivos" (horrorosa traducción argentina del original "Invasion of the Body Snatchers", que literalmente vendría siendo "Invasión de los ladrones de cuerpos", como correctamente se la tradujo en España) no tenía nada que ver con la paranoia macartista o anticomunista. Pero aún así, la peli conectó con ese miedo terrible, y muy propio del siglo XX, de perder la propia identidad, de verse disuelto y convertido en hombre masa, sea al servicio del macartismo, al del comunismo, o por último, al de la sociedad de consumo. Razón por la cual la premisa se adaptó después a diferentes tiempos y preocupaciones sociopolíticas, y en sus sucesivos remakes funcionó con mayor o menor éxito como metáfora de la pesadilla postnixoniana de los '70s ("Los usurpadores de cuerpos" de 1978), de la neurótica corrección política buenrollista de los tempranos '90s ("Usurpadores de cuerpos" de 1993), y de la bushiana guerra contra el terror ("Invasores" de 2006). Y habrá un quinto y un sexto y un séptimo y un enésimo remake en tanto exista esa dicotomía entre "nosotros los buenos y libertarios" versus "ellos los que tratan de alienarnos".

¿POR QUÉ VERLA?

-- Sin ser una de las cúspides de la Historia del Cine, esta peli se defiende muy bien y es icónica dentro de su terreno: lo que podríamos llamar el cine paranoico. Pocas pelis de ésas que se especializan en meternos miedo al cuerpo respecto de "el enemigo externo" son tan paranoicas y tenebrosas como ésta. En la mayor parte de las pelis, el enemigo aparece allá afuera, y viene a golpear las fronteras en donde estamos cómodamente instalados. Acá, el enemigo ya traspasó la frontera, y podría ser cualquiera: tu vecino, tu marido, tu madre. Probablemente ése es uno de los terrores máximos que puede experimentar el ser humano, el que todo tu medio ambiente que conoces y mantienes bajo control, de pronto se transforme en algo extraño sin que llegues a saberlo a ciencia cierta (el principal temor probablemente debamos adjudicárselo a la disolución de tu propia mente o cuerpo, en clave cronenberguiana, si me preguntan). Para el Estados Unidos de los '50s el comunismo representaba eso precisamente, el reemplazo de una sociedad en donde podías ser como querías (claro, te iban a llegar pullas si te vestías al modo extravagante de "Rebelde sin causa" o "El salvaje", pero por lo menos no te ibas a ir al Gulag o a algún pabellón de cancerosos), por otra en que eres un rostro sin cuerpo, apenas un dígito dentro de una estadística en el siguiente Plan Quinquenal. Pero sigue siendo un miedo muy actual y presente. Hoy en día los que van de rebeldes por la vida, no son precisamente tipos creativos, y en vez de buscarse su propio camino, buscan asimilarse a la rebelión de otros, y así van surgiendo las tribus urbanas y tal. Este terror a la uniformidad que te roba la individualidad es lo que tan bien explota la peli. Una de las escenas más espeluznantes es cuando el prota tiene una confrontación verbal con gentes que ya han sido convertidas, y ellos defienden con argumentos brillantes por qué los protas deberían renunciar a su Humanidad y dejarse invadir así como todo el resto del pueblo, y resulta que esos argumentos son cuando menos bastante atendibles (al final los protas deciden quedarse humanos porque los sentimientos y emociones y todo eso que "nos hace humanos" y etcétera, pero los dimes y diretes te hacen cuando menos vacilar un poco). ¿No suenan esos argumentos que usan los usurpadores de cuerpos, como algo que dirían muchos bienintencionados vecinos tuyos? "Para qué vas a ser diferente, mejor sé igual que los demás y sé feliz", "Renuncia a pensar por ti mismo para que así podamos tener un mundo en que todos estemos de acuerdo y nadie pelee con nadie y se extingan las guerras". Es lo que te dice todos los días la publicidad de las multitiendas cuando tratan de que te endeudes comprando a crédito la moda de la temporada con el dinero plástico, adquiriendo cosas que realmente no necesitas con dinero que todavía no tienes, un absurdo que los usurpadores de cuerpos (ahora los de la vida real) te repiten y te machacan hasta el cansancio con imágenes de bellas y felices modelos en bikini para que no hagas justamente eso, pensar en el absurdo de todo eso, y seas un hombre masa más. La peli podrá ser de 1956, y podrá reflejar un tipo de paranoia bien diferente, pero hoy en día por desgracia es más actual que nunca.

-- Desde el punto de vista formal, esta peli es, cómo decirlo... La verdad es que ha envejecido su resto. Está hecha con la estética, la fotografía, las actuaciones y la música propias de la serie B cincuentera de toda la vida, y esto como que le hace un poco de daño, porque tanto se ha trivializado esa clase de miedo (si hasta en "Marcianos al ataque" se cachondeaban de la musiquilla siniestra de esas pelis), que cuesta sumergirse en la trama. De seguro que la peli provocó más de algún susto en sus días. Ahora invita a la reflexión, es cierto, pero no creo que se pueda decir que asuste. ¡Demonios, si hasta en la a estas alturas del partido vetusta "Gremlins", en una escena se ve un televisor encendido en que están transmitiendo la peli! Aún así, la peli remonta lo que podríamos llamar su "cincuentaneidad" y se sostiene gracias en primer lugar (sin seguir ningún orden en particular) a la esforzada dirección de Don Siegel, siempre fiel a imprimirle pulso y tensión narrativas a las secuencias de suspenso y acción (no en balde, uno de los actores que mejor lucirán bajo la batuta de Don Siegel será Clint Eastwood haciendo de duro en "Mi nombre es violencia", "Dos mulas para la Hermana Sara", "Escape de Alcatraz", y la icónica e imprescindible "Harry el Sucio", ahí es nada), y en segundo término a un puñado de actores que se deja la camiseta sacando adelante sus roles (Kevin McCarthy a la cabeza, brillante como el médico que parte muy chulo y muy mijo y a medida que va transcurriendo la acción se va desmoronando psicológicamente, y el resto acompañando muy bien). Lo único que lastra considerablemente a la peli es su estructura de flashback, impuesta por los Estudios Warner para que el final fuera un poco más optimista, pero que rompe visiblemente el esquema de la peli (la información sobre el grado de desarrollo de la invasión que se nos presenta en el marco narrativo del "tiempo presente" difiere grandemente con todo lo que se nos ha presentado o insinuado en el flashback, aunque siempre se puede justificar porque después de todo, el tipo ha sufrido un colapso nervioso, y puede que su memoria no funcionara muy bien).

IDEAL PARA: Ver una peli que, con las limitaciones propias de las convenciones narrativas de su género y época, sigue siendo terriblemente actual.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].


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