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jueves, 14 de enero de 2010

"Más corazón que odio" (1956).


--"The Searchers" (título original en inglés), "Centauros del desierto" (título en España). Estados Unidos. Año 1956.
-- Dirección: John Ford.
-- Actuación: John Wayne, Jeffrey Hunter, Vera Miles, Ward Bond, Natalie Wood, John Qualen, Olive Carey, Henry Brandon, Ken Curtis, Harry Carey Jr., Antonio Moreno, Hank Worden, Beulah Archuletta, Walter Coy, Dorothy Jordan.
-- Guión: Frank S. Rogert, basado en la novela de Alan Le May.
-- Banda Sonora: Max Steiner.

-- "Más corazón que odio" en IMDb.
-- "Más corazón que odio" en la Wikipedia en inglés.

DE QUÉ SE TRATA.

A la pequeña casita en la pradera (en la llanura texana, habríamos de decir mejor) llega el tío Ethan. Pero no se crean que es tío cariñoso y querendón, ¡oh, no! El es tío solterón chapao a la antigua, que viene cuando se le da la real gana y se va cuando tiene a soberano gusto fastidiarse con las pulgas. Son los años siguientes a la Guerra Civil de los Estados Unidos, que como bien nos enseña el cine de Hollywood, es más importante que el Descubrimiento de América y que la máquina de vapor, y por eso se hacen más pelis de eso. En fin, volviendo a ésta. Resulta que alrededor de la cabaña de los Cartwrig... er... perdón, alrededor de la cabaña de los Edwards, rondan los indios comanches, y si las pelis de Hollywood nos han enseñado algo, es que no debes confiar ni en un comanche ni en un klingon, que en cualquier son bárbaros sin honor ni civilización, que a tanto llega su insolencia que incluso se niegan a desalojar sus tierras para que las ocupe el bendito Hombre Blanco. Resulta que mientras el tío Ethan se pone a vagar por ahí para ver qué pasa con los comanches, éstos aprovechan que el héroe de turno anda por allá afuera y atacan a la familia. Y para que quede bien claro que son los malos, se llevan al par de chicas, masacran a todo el resto, y por aquello de hacer ñara-ñara, queman la casa. Compungido de dolor, pero aguantándoselo virilmente, el tío Ethan emprende ahora la cacería de los comanches, para rescatar a su sobrina, junto a una patrulla rápidamente improvisada para los efectos. Al principio se trata de salvarlas, claro, pero a medida que pasan las temporadas, los veranos y los inviernos, el tío le empieza a dar vuelta a las cosas y dice que si la sobrina no ha aparecido ni viva ni en cadáver, es que los Borg del desierto la han asimilado, y por lo tanto, al ser ahora una alienígena, ya no es más su sobrina, así es que cuando la encuentre no la va a salvar sino que le va a ahorrar su penosa vida lejos de la Unica y Sacrosanta Civilización y la va a matar. Esos son tíos, y no el tío putativo que es Wolverine de los X-Men.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Para la década de 1950, el ciclo de los Western estaba entrando en la pendiente de la decadencia. Cuando el cine partió a comienzos del XX, en Estados Unidos se rodaron Westerns a destajo porque en la primera mitad del XX todavía estaban vivos los más viejos cowboys, o bien sus hijos que crecieron escuchando las historias de sus padres o acaso abuelos. Pero ya en la Era Eisenhower, el mito del cowboy mataindios estaba en retirada frente al mito del marine matanazis. Empezó entonces lo que algunos han llamado el Western Revisionista, que toma las ideas y conceptos fundamentales del Western y trata de darlos vuelta su poco. El director John Ford, por esos años de prominente trayectoria, incluyendo también algunos celebrados Westerns ("Fuerte Apache", "Río Grande"), volvió a unir fuerzas con su actor protagónico John Wayne, que junto con Clint Eastwood es sin duda el más grande ícono del Western, y se lanzó a la tarea de adaptar una novela bastante peculiar de Alan Le May, quién para trabajarla había investigado una tonelada de secuestros de "blancas en manos de indios", tema que no estaba muy a tenor de lo que se esperaba del Western clásico, precisamente, en donde la chica secuestrada por los indios siempre era más o menos rescatada por el jovencito de turno (aquí lo de "rápidamente" se transforma en varios años), y por lo tanto no le pasaba absolutamente nada. El resultado es un Western duro y épico, enormemente descarnado, que si bien ha envejecido hoy en día en algunos respectos, en otros sigue siendo una peli maestra. A George Lucas, saqueador insigne donde los haya, sin ir demasiado lejos, no le pareció mala idea apropiarse de toda la secuencia de Ethan regresando a la cabaña de su familia para encontrar que los comanches la masacraron, copiándola en la escena del regreso de Luke Skywalker a su granja en "La guerra de las galaxias", incluso en algunos casos prácticamente plano a plano. Y, entre sacar una nueva copia bastarda y hacer un remake en toda forma, ya sacaron el remake correspondiente ("Desapariciones", con Tommy Lee Jones y Cate Blanchett, que oficialmente no lo es, pero su director Ron Howard dijo varias veces que sí era... quién entiende).

¿POR QUÉ VERLA?

-- John Wayne. Es el duro por antonomasia del Western, y aquí es doblemente duro. Porque su personaje no es un héroe. Cuando mucho, un antihéroe. Es un outsider, alguien que nunca puede estar demasiado tiempo en un lugar porque claramente se siente mal consigo mismo, por razones que nunca quedan bien especificadas, y vierte toda su amargura en contra de quien se le ponga a tiro: con los indios principalmente (es racista hasta el epidídimo), pero no lo hace nada de mal tampoco respecto de su propia familia, a quienes quiere, pero bien a distancia, gracias (lo que no impide que, cuando los masacran, ir a tomarse venganza y hacerlo la obsesión de su vida). Era el hombre ideal para interpretar al personaje, y lo convierte en más que un hombre, es prácticamente un ciclón desatado sobre la llanura. Pocas veces una peli que supuestamente va de aventuras ha tenido un prota de una psicología tan compleja. Y lo mejor: en ningún minuto tenemos diálogos imbéciles explicativos sobre por qué es cómo es, sino que lo vemos a través de su forma de actuar, y por lo que implica cada uno de sus diálogos cortantes. La última escena en la que el personaje aparece (no revelaré el final para no espoilerear nada, mes amis...) es casi inevitable: era casi imposible que las cosas terminaran de otra manera.

-- La búsqueda. No en balde la peli en inglés se llama algo así como "Los buscadores" (en Latinoamérica le pusieron el título para nada exacto, pero al menos fiel, de "Más corazón que odio"; peor les fue en España, en donde le pusieron el bonito y altisonante, pero para nada relacionado, de "Centauros del desierto"). Uno de los leit motiv clásicos de cualquier historia épica, es el tema de buscar alguna cosa. El qué es lo de menos, es un mero mcguffin, pero sirve para que el prota se lance al mundo y busque. Pero, ¿qué revela esta búsqueda sobre el tipo que está buscando? En esta peli, lo que se busca es la sobrina perdida. Sin embargo, llega un minuto, después de pasados algunos años de búsqueda infructuosa, en que el sentido de todo esto se empieza a desperfilar. Casi diríamos que los buscadores se extravían en su propia búsqueda, que dicha búsqueda es un pretexto para mantenerse errando por el desierto por años y años. La búsqueda se transforma en un fin en sí mismo. Como en "Aguirre o la ira de Dios", pero sin todo el lastre de la jeta metafísica de Werner Herzog. Cuando la búsqueda termina, de la manera en que termina (una vez no lo revelaré), pareciera que en verdad nada ha cambiado y que nada ha terminado: los buscadores seguirán buscando eternamente, porque dicho vagabundeo es más bien una exteriorización de lo perdido del alma humana. Con esto no quiero meterme en el berenjenal tecnofilosófico de "la alienación de la individualidad de las personas en la otredad de la filistea Modernidad del siglo XX", tan cara a los renacuajos que fungen de profesores de filosofía pseudomarxista. Decir que esta peli es una metáfora sobre el entero siglo XX es una generalización absurda, y sólo un filósofo diría una estupidez como ésa. Pero sí que esta peli refleja el proceso de extravío que un personaje obsesionado experimenta cuando se le da rienda suelta a su propia obsesión. Pocas pelis han conseguido esto con maestría. Esta es una de ellas.

-- John Ford. Aunque esta peli gira en torno a Ciclón Wayne, la verdad es que John Ford le construye un más que bonito decorado a su alrededor para que se luzca. La llanura de Texas (Utah, en realidad, pero quién se va a fijar en menudencias, si Hollywood cuando quiere representar a Chile o España rueda en México...), la llanura de Texas, decía, se transforma en casi un personaje más (sí, es un cliché, pero por una vez es cierto), acogiendo en su seno a estos buscadores que se la piñan por todo punto cardinal posible en su misión, y la fotografía muy austera ayuda mucho en esto. El melancólico sountrack del incombustible Max Steiner ("King Kong", "Nace una estrella", "Lo que el viento se llevó", "Casablanca", entre más de 250 otros trabajitos más) termina de cerrar el cerco. John Wayne filmaba con rudeza, y aquí consigue darle un carácter muy arisco a la peli. Quizás en el único punto en donde la peli decae lo suyo, es cuando trata de alivianar la carga dándose algún punto de humor, humor que a ratos suena claramente ingenuote para nuestra época, y a ratos es directamente racista, lo que tampoco suena muy bonito ahora. Pero esto dura poco, y cuando el drama vuelve a la carga, lo hace con todo el brío del mundo.

-- Los actores secundarios están muy bien, y brillarían incluso más de no ser por John Wayne. Su compañía es nada menos que Jeffrey Hunter, cinco años antes de que su carrera actoral quedara malamente trunca después de que fuera injustadamente denostada su interpretación de Jesucristo en "Rey de Reyes". Entre las chicas convocadas tenemos a dos pesos pesados como Vera Miles ("Psicosis") y Natalie Wood. Y en general, los miembros del elenco se sacan los zapatos interpretando a una colorida fauna con muy interesantes secundarios alrededor (Hank Worden como Mose Harper roba escena en todas las que aparece).

IDEAL PARA: Ver un Western con flaquezas, sí, pero confeccionado con la madera en que se tallan los clásicos.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].

2 comentarios:

  1. "Centauros del Desierto" es para mi una pieza clave del género western. No sólo vislumbra los temas crepusculares del género que se desarrollarían en décadas posteriores con Peckinpah y Eastwood, sino que además se adentra en el alma atormentada de un John Wayne colosal. Su personaje, Ethan, ha perdido la guerra civil estadounidense y rebosa odio por todos sus poros. Un racismo latente y sombrío hacia los indios llena su mirada, sus gestos y sus palabras. Al fin y al cabo, la búsqueda de su sobrina supone para él un viaje de expiación y redención a través de los desolados parajes de la película.

    Un saludo

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  2. Indiscutiblemente es un hito. Y John Wayne se echa la peli al hombro que es un gusto. Y no sé si "expiación" sea la palabra para lo suyo, porque al final no se lo ve excesivamente redimido tampoco.

    Saludos igualmente.

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