Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
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domingo, 23 de marzo de 2008
"Antes de partir" (2007).
-- "The Bucket List". Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Rob Reiner.
-- Actuación: Jack Nicholson, Morgan Freeman, Sean Hayes, Beverly Todd, Rob Morrow, Alfonso Freeman, Rowena King, Annton Berry Jr., Verda Bridges, Destiny Brownridge, Brian Copeland, Ian Anthony Dale, Jennifer Defrancisco.
-- Guión: Justin Zackham.
-- Banda Sonora: Marc Shaiman.
-- "Antes de partir" en IMDb.
-- "Antes de partir" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Hoy por hoy, los tiburones están por todas partes. Nadan en Wall Street, se alimentan en Silicon Valley, y por qué no, desbordan en las piletas del negocio hospitalario. El problema de putear un servicio por un miserable puñadito de miles de millones de dólares, es que alguna vez tú mismo puedes llegar a usar uno de esos servicios. Uno de estos depredadores estilo ISAPRE de pronto descubre que también puede enfermarse, y se fastidia de lo lindo cuando descubre que acaba en uno de sus propios hospitales. Bueno, pero al menos no habrá que ahorrar en él, ¿no? Quiere lo más caro y lo mejor. El problema es que eso significa un autogolpe a las políticas corporativas de su propia empresa, basada en "dos camas por habitación", médicos para casi nadie, y candidatos por oposición para el cargo de bazofia como comida. De manera que por motivos de imagen corporativa, se ve forzado a compartir habitación con un completo extraño, que resulta ser un mecánico negro. Como es usual en estas pelis de autosuperación personal, nuestro wallstritito enfermo tiene mucho dinero y cosiacas lindas, pero todavía tiene que aprender de la vida, cosa que nuestro otro enfermo terminal ya ha hecho, aunque no posee el dinero, porque verán, el dinero no necesariamente hace la felicidad, etcétera. El caso es que ambos empiezan a hacerse amiguetes, aunque sea porque el par de vejetes terminales no tienen nada mejor que hacer. Al gerente gerentoso le llega entonces el diagnóstico de que, sin importar qué tan podrido en plata esté, igual pasará al otro barrio en poquito tiempo. Por lo que, en un arranque de magnanimidad, ordena que el pobre mecánico, que ha estado pidiendo qué diablos pasa durante todo ese tiempo, le den también de una buena vez su diagnóstico. Y, sorpresa, también va a pasar a mejor vida. De manera que el millonario, en un alarde de desafío ante lo inevitable, decide que se va a despedir de la vida a lo grande, que para eso ha estado juntando tanto dinero y no para una tumba faraónica. Ambos amiguetes se embarcarán entonces en el viaje de sus vidas (literalmente), descubrirán el mundo, y lo más importante, se descubrirán a sí mismos en el proceso...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
No importa qué tanto tiempo pase, no importa cuál sea el momento histórico, no importa qué tan alegre sea la vida de alguien, siempre existe esa necesidad de ser consolados respecto de los males de la existencia. O sea, si te va mal en la vida, por qué diablos te va mal, y si te va bien, lástima que algún día la fiesta se vaya a acabar, con un buen ataque si tienes suerte, y con una enfermedad degenerativa terminal en el peor (y entonces maldecirás haber heredado o amasado tanta fortuna, porque todo ese dinero se invertirá en pagarte un tratamiento costoso e inútil para mantenerte un poquitito más con vida, tirado en un lecho de agonizante, mientras que si tuvieras menos dinero, dejarían que te murieras en paz). Mientras las cosas sigan siendo así, y no hay muchas señas de que esto vaya a cambiar de manera demasiado dramática en lo futuro, las pelis sobre "qué significativa es la vida y cómo la desperdiciamos" seguirán teniendo un mercado. Era así en tiempos de "Qué bello es vivir", sigue siendo así en tiempos de "Antes de partir", y seguirá así hasta que el Homo Sapiens deje de ser Homo Sapiens, o invente algo más entretenido que el cine, lo que suceda primero.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Rob Reiner. No es el director favorito de los culturetas, y con razón. Después de todo, sus pelis oscilan entre el simplemente contar una buena historia (cosa ésta que hace muy bien), y el hacer esto mismo pero con "mensaje significativo" adicional. Su trayectoria incluye pequeñas piezas de orfebrería como "Esto es Spinal Tap", "Quédate conmigo", "La princesa prometida", "Cuando Harry conoció a Sally", "Misery", "Cuestión de honor", "Mi querido Presidente"... La última década no ha sido indulgente con él, y ahí tenemos fiascos o éxitos discretos como "La historia de nosotros", "Alex y Emma", "Dicen por ahí...". Esta peli nos muestra que Reiner no estaba moribundo, ni tampoco era un viejito chuñusco refiriéndoles historias a los nietos que no le interesan a nadie. Consigue aquí su alquimia acostumbrada de ser gracioso sin caer en la payasada (no mucho, por lo menos, y es que eso del par de viejitos viviendo hasta el extremo...), de ser significativo sin caer en el melodrama barato, y de narrar bien el cuento sin excesiva pirotecnia. Los resultados son discretos, por supuesto, pero ya saben: si sabio es el hombre que conoce su potencial, más sabio es quien conoce sus limitaciones. Una vez más, Rob Reiner demuestra tener conciencia de no estar hecho para alcanzar las más altas cumbres fílmicas, no trata de abusar de sí mismo, confía en su propio oficio, y sale relativamente indemne de la prueba. Queda así demostrado que a veces, menos es más...
-- La peli se sustenta casi por completo en el carisma de sus protagonistas. Tenemos a Jack Nicholson como el ricacho cuyos millones no lo salvarán del gélido abrazo de la Parca. Y a diferencia de otros roles suyos en los últimos años (décadas, incluso), trata de dejar de lado sus manierismos que lo hacen parecer más "Jack Nicholson en el rol del Personaje X" en vez del Personaje X en cuestión, y no intenta robarse la peli. Bueh, no demasiado, al menos. Llega incluso al extremo de... (¿lo diré? Sí, lo diré) ...de ser entrañable. A su lado tenemos la presencia del siempre grande Morgan Freeman, haciendo más o menos su rol de siempre (ya sabemos, el negrito buena gente y medio filósofo), aquí llevado al extremo, pero es que Freeman es mucho Freeman, y Will Smith a pelar patatas en un regimiento, hijo mío. De hecho, es por ellos que se dejan ver escenas tan grotescas como los dos viejitos cancerosos terminales tirándose en paracaídas o haciendo el mongo sobre cacharritos deportivos. Y cuando vienen las escenas significativas, estos dos saben hacerlas especiales y emotivas, sin pecar de sensiblería o lacrimogenia. Maestría, que le llaman.
-- En cuanto a la historia misma, ¿qué decir? Son dos viejitos encontrando aquello que es significativo en sus vidas. No hay nada impredecible, no hay grandes sorpresas ni vueltas de tuerca. O casi. Porque cuando confeccionan la lista de últimos deseos, meten tres de ellos que uno no sabe cómo demonios se van a cumplir sin forzar la historia (besar a la mujer más bella del mundo, ayudar a un completo extraño, contemplar algo majestuoso), y conforme transcurre la peli, de una manera o de otra, estas cosas se cumplen, y además de una manera bella y con significado.
-- Un bonito final. No un final grande ni espectacular, ni bigger than life. No un final Hollywood style. Simplemente un final tranquilo, sin melodrama, sin estridencias.
IDEAL PARA: Redescubrir que la vida está en los detalles.
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