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jueves, 13 de septiembre de 2007

"Portales, la fuerza de los hechos" (2007)


"Portales, la fuerza de los hechos". Dirigida por Roberto Sepúlveda. Protagonizada por Carlos Concha, Paola Giannini, Paulina García, Luis Gnecco, Ingrid Isensee, Roxana Campos, Marcial Edwards, Gabriela Medina, Juan Falcón, Maricarmen Arrigorriaga, Pablo Schwartz, Pablo Krogh, Hugo Vásquez, Cristián Carvajal. Chile. Año 2007.

¿De qué se trata?
Llega... ÉL... THE MAN... THE HERO... THE CHILEAN NATION BUILDER... ¡¡¡DIEGO PORTALES!!! Llega él, como digo, a Quillota, y entre otras cosas nombra a un tal Vidaurre como coronel y jefe de estado mayor en Quillota. A ese gran honor, Vidaurre contesta con un pequeño movimiento envolvente de tropas, que atrapa a Portales y a su amigo el Coronel Necochea. Ambos van a dar con sus huesos al calabozo. Como Vidaurre ha dicho que está deponiendo a un tirano, Necochea lo encara y le reprende que cómo va a ser un tirano el hombre que ha construido la nación chilena casi desde las cenizas (siempre dicen lo mismo, los que defienden a los tiranos). A lo que Vidaurre contesta que es fácil construir una nación compacta cuando se le da la baja a la mitad de ella (siempre dicen lo mismo, los que atacan a los tiranos). Portales escucha este diálogo, y se pone a recordar en forma fragmentaria lo que ha sido su vida. Cuando tomaron preso a su señor padre. Cuando quería encamarse con su prima doña Chepita (y después, cuando se casó y se la echó dos veces... dos fueron al menos, porque nacieron dos niños). Y cuando los niños y después la famosa Chepita pasaron al "patio 'e los callos". Cuando una vez viudo se puso a gozar de otras mujeres. Cuando se metió con doña Constanza de Nordenflycht y le encargó otra tanda de niñitos, esta vez sin casarse. Cuando entró a ser ministro y se transformó en el azote de la inmoralidad y las costumbres pecaminosas (léase chinganas y otras diversiones nocturnas varias). Y ahora, cuando está a punto de ser fusilado por una panda de amotinados malagraecíos que no saben valorar lo que nuestro Ubermensch criollo ha dado por su patria...

El espíritu de los tiempos.
Diego Portales es, sin lugar a dudas, una de las figuras históricas chilenas más controvertidas. Hay dos buenas razones para esto. En primera, el propio Portales era un hombre de carácter contradictorio y tendencias psicológicas más o menos revueltas. En segunda, fue el hombre que organizó la patria chilena (por lo cual lo bendicen los nacionalistas, con Augusto Pinochet en primera fila), pero al precio de cagarse en la mitad de la patria para así tener que ordenar nada más que la otra mitadita (por lo cual es odiado por toda la historiografía de centroizquierda hacia la zurda, léase Gabriel Salazar, Sergio Villalobos, etcétera). ¿Quién fue Portales, el Gran Organizador o el Gran Tirano...? ¿Cómo fue que llegó a encumbrarse hasta la cúspide del autoritarismo criollo chileno un hombre con costumbres personales tan reprochables para los cánones de la época? (No sólo tenía una relación de mancebía, sino que además la quiebra del estanco, el monopolio que tomó sobre el tabaco y los naipes en 1823, fue uno de los mayores escándalos financieros en toda la histroia patria chilena). No es raro que Diego Portales haya sido adorado como un fetiche por don Augusto Pinochet, quien a cada paso pretendía rememorar sus fazañas y fastos (con resultados bastante mediocres, porque Portales habrá sido un cabrón, pero al menos tenía intelecto), y sea vendido en la Educación Primaria Obligatoria como uno de los héroes de Chile. Por lo que su inclusión en el ciclo de "Héroes: La gloria tiene su precio", al lado de "O'Higgins, vivir para merecer su nombre", "Carrera, el príncipe de los caminos" y "Rodríguez, el hijo de la rebeldía", era casi inevitable. Así es que tenemos el cuarto biopic de "Héroes: La gloria tiene su precio", dedicado a su genio y figura hasta la sepultura, con todo lo conflictivo que esto resulta.

¿Por qué verla?
- Me gustaría decir que por su valor historiográfico. Desgraciadamente, como las entregas anteriores, no es el caso. Como en los tres biopics anteriores, el de Portales adolece de un tratamiento caprichoso del material. Vamos por partes. A diferencia de nuestros tres biografiados anteriores (Bernardo O'Higgins, José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez), la vida de Diego Portales transcurre no durante la independencia, sino en la etapa inmediatamente posterior, y el propio Portales no fue militar, por lo que un biopic suyo difícilmente puede sustentarse en la espectacularidad de ver a una tropa de soldados cosiéndose a bayonetazo limpio en un campo de batalla, como no sea mostrar en segundo plano la Batalla de Lircay (1831, la que decidió el triunfo de los conservadores sobre los liberales o "pipiolos", y aseguró la dictad... perdón, el régimen portaliano). Cualquier intento por darle suspenso a un biopic sobre Portales debe salir entonces del suspenso económico y político, un poco mezclando "Dallas" con "The West Wing", porque Portales fue tanto político como hombre de empresa (un pésimo hombre de empresa, pero hombre de empresa al fin y al cabo). Los guionistas tuvieron la inteligente idea de partir por el final, por la muerte épica y heroica (Portales asesinado por los traidores a la Patria, ¡final con aromas a santidad!), y mostrar la vida del patibulado en retrospectiva. ¿Y qué muestran? Pues bien, el arresto de su padre durante la niñez, después sus andanzas con la Chepita, sus peleas con Dios (¡¡!!), y algo de su pasar como ministro, incluyendo su actitud estilo Darth Vader de salir a quemar chinganas con los polis al lado. Nótese lo que falta: ni una sola mísera alusión a la cuestión del estanco, que le significó incluso tener que fugarse al Perú para no afrontar un juicio por quiebras e incluso la cárcel (el biopic no lo dice y no lo puede decir, pero Constanza de Nordenflycht era peruana, Portales la conoció allá, y ella se vino a Chile fugándose de su familia para perseguir a su amado chilenito), nada sobre la guerra civil de 1830 a 1831 (quizás para no dar la impresión de que Portales era un golpista que llegó a ser triministro de Estado, copando tres de las seis carteras del gobierno de José Joaquín Prieto, apoyado por una milicia paramilitar y ciudadana que era su cohorte pretoriana particular), muy poco sobre su papel de ministro de estado, casi nada sobre su rol preponderante en la guerra contra Perú que a él le tocó declarar en 1836 (ocasionada entre otras cosas, por la guerra comercial entre Valparaíso y el Callao, que él mismo ayudó a encender creando en Valparaíso los almacenes francos), y por lo tanto, queda en la nebulosa el motivo del complot para matarlo. Claro, todo esto se "justifica" porque tratan de vender a Diego Portales como un héroe, sin un "lado B" que lo ensombrezca (¿acaso el ciclo no se llama "Héroes: La gloria tiene su precio"?), pero, ¿queda en verdad Diego Portales como un gran personaje histórico, en este biopic? Dudosamente, porque apenas explora los resortes psicológicos de un personaje tan complejo y peculiar, y aunque queda bien claro por qué odia a Dios, el espectador casual y sin conocimientos históricos puede quedar completamente in albis sobre cómo demonios un hombre en apariencia probo y recto, termina convertido en un caudillo prepotente, una eminencia gris o un poder en las sombras, o peor aún, un dictador sin el título de tal, y aún así seguir siendo un héroe respetable... No puede decirse que el trabajo de los guionistas no haya sido esforzado, en particular tomando el riesgo de contar la historia de Portales como una larga serie de flashbacks desde el momento de su muerte, pero esta estructura más compleja, idónea para introducir un poco de reflexión sobre la vida portaliana, simplemente se les escapa de las manos, y no saben qué hacer con ella. Espero que a los guionistas no los hayan cortado demasiado verdes de la escuela de cine...
- Respecto de las actuaciones... ¿qué decir...? No mucho, en verdad. El que se lleva la palma es, por supuesto, el gran Luis Gnecco, conocido por lo general por papeles de comedia, pero que aquí hace un estupendo rol como el Coronel Necochea. A cambio, Carlos Concha como Diego Portales está demasiado estatuario y para la pose; puede que el Portales histórico haya sido así (y me da la impresión de que muy probablemente, porque es la psicología propia de los caudillos autoritarios), pero las razones que mueven el psiquismo de Portales no están bien explicadas, o mejor dicho no están explicadas casi en lo absoluto, y por lo tanto es difícil justificar una actuación tan encorsetada y falta de naturalismo. Las actrices femeninas en general no tienen mucho peso, ni por el guión, ni tampoco porque se esfuercen mucho. Particularmente penosa resulta la actuación de Ingrid Isensee como Constanza de Nordenflycht, que en ningún minuto exhibe lo que se supone debería ser una pasión arrolladora por un hombre que, bien mirado, se supone que la ha preñado y hecho madre varias veces sin casarse con ella, un crimen imperdonable para aquel tiempo, en el cual muy pocas jovencitas incurrían, por lo que se deduce que doña Constanza debió tener un carácter mucho más fogoso que lo mostrado por la deslavada interpretación de Ingrid Isensee.
- Mención aparte para la banda sonora. No es una maravilla, y de hecho es bastante plana y repetitiva. Pero con dos o tres acordes consigue crear ambientación. Bien por el chico de la banda sonora, sea quien haya sido.
- Dura poco más de una hora y media, y es por tanto el biopic más corto de los cuatro que se han emitido. Por suerte, porque los anteriores pecaban en muchos casos de ser excesivos, y suplicaban a gritos por un trabajo de edición un poco más drástico.

IDEAL PARA: ...¿seré tan cruel de decir "saltársela"...?

2 comentarios:

  1. Hasta ahora la película de Portales ha resultado ser, por lejos, la peor de la saga "Héroes" de Canal 13. No sólo por la falta de rigor o datos históricos (la película omite toda turbia etapa de empresario de Portales), sino también por la forzada actuación del protagonista y unos diálogos demasiado rígidos y esquematizados.
    A partir de esto, y respondiendo tu pregunta fina, creo que no, que no serías cruel si dijeras que es ideal para saltársela.

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  2. Amén, hermano. Y a rogar porque algún día tengamos una peli sobre Diego Portales que sea decente... (Soñar no cuesta nada, dicen).

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