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domingo, 31 de mayo de 2015
"Mad Max 2: El guerrero del camino" (1981).
-- "Mad Max 2" (título original en inglés), "Mad Max 2: The Road Warrior" (título para distribución internacional), "Mad Max 2: El guerrero de la carretera" (título en España). Australia. Año 1981.
-- Dirección: George Miller.
-- Actuación: Mel Gibson, Bruce Spence, Michael Preston, Max Phipps, Vernon Wells, Kjell Nilsson, Emil Minty, Virginia Hey, William Zappa, Arkie Whiteley, Steve J. Spears, Syd Heylen, Moira Claux, David Downer, David Slingsby.
-- Guión: Terry Hayes, George Miller y Brian Hannant.
-- Banda Sonora: Brian May (el mismo que musicalizó la primera entrega... y no, lo decimos otra vez, NO el guitarrista de Queen).
-- "Mad Max 2: El guerrero del camino" en IMDb.
-- "Mad Max 2: El guerrero del camino" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Una breve secuencia de precréditos tiene la bondad de introducirnos en ambiente. En la entrega anterior el mundo se estaba yendo al carajo, y aquí ya se ha ido al carajo del todo. Absolutamente. Los chicos listos en las altas esferas decidieron que era buena idea que la lucha por los recursos se resolviera mediante pepinos nucleares. La civilización, ahora kakita. En ese mundo es donde sobrevive Mad Max, que en la entrega anterior era hombre de familia y cobraba su sueldo. Ahora no tiene familia, y en cuanto al sueldo, bueno, ya no hay quien pague salarios, es lo que tienen los mundos postapocalípticos, que la economía laboral se desaparece. También el petróleo y la gasolina, claro, así es que para hacer funcionar los vehículos, obligados a saquear las fuentes preexistentes. En esas vaga que te vaga, que Mad Max se encuentra con una banda de buenos saqueadores de combustible. Luego de la consabida lucha para calentar motores en la audiencia, Mad Max se hace amigo reluctante con un sujeto que tiene un autogiro, y que le revela la ubicación de una refinería cercana. Mad Max viaja hasta la refinería porque, bueno, quizás podrían librarse de una poca de combustible, y además, algo hay que hacer para que la peli no acabe en cinco minutos. Pero al llegar, Mad Max es visto con desconfianza por los explotadores de la refinería, obviamente, que el petróleo tampoco alcanza para tanto. Las cosas podrían acabar muy mal para el bueno de Max, pero la salvación viene en forma de... el grupo de desgraciaos que habían aparecido un rato atrás, y que ahora le van a poner sitio a la refinería. La versión futurista de los apaches asaltando el fuerte está comenzando, y habrán muchos muertos, cercenados, mutilados y otras lindezas varias, cortesía de la era después de que la cagamos en masa.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Rodada con el vuelto del pan, dirigida por un perfecto desconocido como George Miller, protagonizada por un infeliz del que quizás nunca más se sepa y por más señas se llama Mel Gibson, nadie esperaba que "Mad Max" fuera un éxito. Incluso hubo países en donde la segunda parte, la secuela que ahora nos ocupa, fue estrenada como la Mad Max original porque, verán, la primera nunca llegó a sus cines. Pero resulta que su combinación de estética punk, futuro postapocalíptico y lenguaje de Western crepuscular hizo click en alguna parte de los cerebros de la audiencia, y motivó la realización de una secuela. Con mucho más presupuesto, como que en la secuencia de créditos vemos un buen diseño computacional, no la miserable pantalla estilo BASIC ASCII vista en la entrega anterior. Con los buenos nombres a cargo de nuevo: George Miller en la dirección, Mel Gibson en el protagónico, y Brian May en el soundtrack. El resultado fue tan bueno, que vino a crear por sí mismo un subgénero cinematográfico: el de pelis cutres sobre futuros postapocalípticos punk. Más que la primera, inclusive. Después de todo en la primera todavía quedaba sociedad, y por lo tanto postapocalipsis lo que se llama postapocalipsis no era. La segunda, en cambio...
¿POR QUÉ VERLA?
-- "Mad Max 2: El guerrero del camino" marca una enorme mejoría por sobre la primigenia "Mad Max", y es probablemente la mejor de la trilogía original (ponemos lo de "original" por el estreno reciente de "Max Max: Furia en el camino", claro está). Lo más obvio es el presupuesto. Casi toda la acción transcurre en la refinería, que es el set cinematográfico más grande construido en Australia hasta la fecha, y mucho más suntuoso que las ratonas locaciones utilizadas para la primera entrega. George Miller se siente también mucho más cómodo en la dirección, evitando los excesos más ampulosos que hacían chirriar la primera, conteniéndose un poco más, pero sin que eso signifique disminuir el morbo de la violencia desatada ni mucho menos. También se ahorra la pena de presentarnos los personajes, ya que el prólogo es bien informativo de lo necesario que debemos saber. En definitiva, el resultado deviene en una peli con un empaque mucho más sólido. Incluso los personajes están mejor caracterizados y son más entrañables. Kjell Nilsson es un villano imponente, probablemente el mejor villano de peli postapocalíptica que hayamos visto (bueno, no es que el género esté regado de perlas, así es que tan difícil no era tampoco. Pero no deja de ser mérito, por supuesto). Bruce Spence como el tipo del autogiro oficia un poco como contrapunto gracioso de Mel Gibson, pero nunca que llegue al ridículo o la autoparodia que le reste seriedad al conjunto. Michael Preston como el líder de la comunidad también está muy bien, imponiendo la presencia que debemos suponer como necesaria en un mundo que se ha ido al diablo, mientras que Virginia Hey como la mujer guerrera tiene su puntillo. Pero el premio dorado es para Emil Minty como el Chico Feral, actuando como un salvaje absoluto en un mundo que, podemos suponer, no tiene tiempo siquiera para enseñar educación humana a sus vástagos. El argumento no es como para darle demasiadas vueltas: en realidad y como decíamos, es la enésima versión del fuerte de los pioneros o del US Army del XIX, siendo sitiado por los comanches y aislado de toda posible ayuda exterior. Sólo que los comanches son bárbaros punk, y los pioneers son... bueno, son otros bárbaros punk, pero con un poco más de sentido de comunidad, porque de otra manera no podrían hacer funcionar una refinería, es más, no podrían sobrevivir sin terminar matánd... hmmmm... Mejor me dejo de obviedades.
-- Un elemento muy interesante de esta peli, es cómo el personaje de Mad Max ha evolucionado. En la primera era un policía cualquiera, uno bueno y respetado sí, pero no era más que un hombre. En esta entrega, a través de la pérdida y el sufrimiento, y el embrutecimiento correlativo, se ha ido purificando y forjando como un héroe. Un héroe reluctante, sí, pero héroe a fin de cuentas. Pero la peli tiene un punto adicional de mala leche: el narrador de la misma, aunque no nos cuenta sobre su vida, sí nos deja caer algunas cosas desde la que podemos deducir que no es un narrador confiable. El conoció a Max hace muchos años, y quizás lo ha visto más gigante de lo que es. Además, viene de una cultura con una buena dosis de religiosidad. Max ha dejado de ser un hombre normal para pasar a ser una especie de héroe legendario, ha crecido en estatura, pero al mismo tiempo ha ido perdiendo sus contornos reales para empezar su lento camino en la transformación en un mito. Este proceso será llevado hasta su extremo (y con menos talento, todo hay que decirlo) en "Mad Max 3: Más allá de la Cúpula del Trueno").
IDEAL PARA: Ver la madre de las pelis postapocalípticas de escenario descampado, guerreros punks y ultraviolencia.
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