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jueves, 31 de enero de 2013
"El hombre con rayos X en los ojos" (1963).
-- "X" (título original en inglés), "El hombre con visión de rayos X" (título en Venezuela). Estados Unidos. Año 1963.
-- Dirección: Roger Corman.
-- Actuación: Ray Milland, Diana Van der Vlis, Harold J. Stone, John Hoyt, Don Rickles.
-- Guión: Robert Dillon y Ray Russell, basados en una historia del segundo.
-- Banda Sonora: Les Baxter.
-- "El hombre con rayos X en los ojos" en IMDb.
-- "El hombre con rayos X en los ojos" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
En una linda oficina, un médico se está haciendo un chequeo médico. Sí, honor entre ladrones. El caso es que el oftalmólogo, porque es un asunto de ojología, se extraña de un nuevo chequeo después de tres meses, y el tipo no tiene molestias ni aparecen síntomas de ninguna clase. Entonces le cae la teja: "Oye, Johnny..." (el prota no se llama Johnny, pero en las pelis yankis siempre hay un Johnny), "no estarás pensando en experimentar con tus propios ojos y te estás haciendo un chequeo para control antes-después, ¿verdad?". Y bueno, se lo piensa, no se lo piensa, se lo vuelve a pensar... y mejor no. Por el minuto. Porque después, el tipo sospechoso de autoexperimentación es abordada por una chica nada más mona, que es doctora y too, ahí es na (y así como vamos va a haber mujeres Presidentas, a donde irá a parar), además es el enlace entre nuestro científico y los empingorotaos que controlan la llave maestra: el presupuesto. Resulta que nuestro científico, para variar un poco en esta clase de pelis, no ha ofrecido progresos visibles, y le quieren cerrar la válvula. El científico entonces decide dar un paso radical: le meterá un suero a... ¡un mono! El suero es en el ojo, y tiene como meta aumentar el poder de la visión. Como el pobre mono acaba con un patatús al cucharón, la chica dice que no, que tiene mucho sushto con el científico, pero éste, dale que nomás, que para qué se es científico si no se es científico loco que rompa con las barreras del conocimiento que el hombre no debería poseer, etcétera. Y el experimento sale a las maravillas: nuestro científico desarrolla la capacidad para ver a través de los objetos, como si tuviera rayos X en los ojos. Si se lo hubiera tomado con calma, se hubiera transformado en un tipo célebre y millonario, vendiéndole millonarios contratos al ejército y a los gremios de investigadores privados, pero el otro va y lo arruina con su temperamento. Los problemas no han hecho sino empezar, y...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Uno podría decir que los años '60s, años de la liberación, años revolucionarios, serían gloriosos para la serie B, que venía existiendo desde los '30s, habida cuenta de que a la serie B generalmente iban las ideas más rupturistas y extrañas, mientras que a la serie A iban los conceptos más conservadores y tradicionalistas (¿invertir millones en una peli rupturista que por lo mismo van a ver cuatro gatos...?). Pero no fue así. Para los '60s, la televisión ya le hacía fiera competencia al cine. Además, los presupuestos para la serie A se habían disparado (culpa de esas pelis de romanos, cuyo epítome sería la gargantuesca "Cleopatra", también de 1963), y los grandes estudios habían perdido el monopolio de las cadenas de salas para distribución propia. En adelante, la serie B iba a arreglárselas sobreviviendo con cinematografía extranjera (esos entrañables peplum y spaghetti western hispanoitálicos, o el karate made in Hong Kong) y la explotation. Curiosamente, uno de los supervivientes en medio de la desbandada de la serie B fue Roger Corman. ¿La receta? Presupuestos más holgados (no tanto como la serie A, pero harto más que la B tradicional), recursos a temáticas clásicas (Edgar Allan Poe, típicamente), y un acabado más artístico (que los telones pintados de fondo eran más bonitos, vamos). "El hombre con rayos X en los ojos" refleja un poco esta evolución (bueno, sin Edgar Allan Poe de por medio). Rodada en 1963, es en muchos sentidos una de las últimas pelis de la hornada Atompunk de los '50s. Y un pequeño clásico, gracias a su particular enfoque dramático.
¿POR QUÉ VERLA?
-- No se puede decir que el fuerte de la peli sea su guión. Se nota que los guionistas agarraron algún manual de medicina, aunque sea para que uno de sus personajes diga que la visión humana va de los tantos a los tantos armstrongs, pero a cambio tenemos un rosario de inconsistencias ya no físicas (después de todo, la premisa hay que aceptarla tal cual), sino puramente lógicas, como por ejemplo el funcionamiento de los ojos de rayos X (pareciera que la famosa percepción de rayos X traspasa cosas o no a según la conveniencia del guionista). Pero obviando esa parte, al menos la gente a cargo de esto se esfuerza. Más allá de los momentos explotation (la fiesta en que nuestro prota ve a las mujeres desnudas por debajo de su ropa, seguramente muy erótica y morbosa en los '60s pero hilarante en la actualidad), la peli es consistente a la hora de desarrollar la decadencia del personaje. Ray Milland (el marido que quería asesinar a Grace Kelly en "La llamada fatal" de Hitchcock) salva bien la papeleta como un científico cada vez más atrapado dentro de su propia invención, y el elenco de secundarios a su alrededor se defiende bien. La dirección de Roger Corman es acertada, y consigue crear ese efecto desasosegante de ver al pobre diablo destruyéndose a sí mismo. La banda sonora, dentro de los cánones y estándares propios de la serie B, tiene empaque. Y el premio de oro es por supuesto para los efectos especiales, incluyendo la nutrida cantidad de fotogramas que nos muestran el mundo desde los ojos del prota, que aunque resultan un poco primarios para los estándares de hoy en día, aún así tienen la belleza de una bonita fotografía y del buen cine en general. Y el final, aunque cae en la ñoñería clásica de la sensibilidad conservadora post-WWII (la religión es la respuesta), cumple con cerrar en punto alto la peli (y no, no diré cómo acaba).
-- Un punto interesante de esta peli, es el tratamiento de la adicción. Repasemos. El tipo se mete un líquido a los ojos, y empieza a mirar el mundo con una visión más penetrante, etcétera. El efecto es transitorio al principio, pero después, cuando experimenta más, sus ojos van cambiando, el efecto es acumulativo, y su visión empieza lentamente a transformarse. La respuesta al problema entonces es fácil: basta con dejar de aplicarse el líquido, rezar porque la transformación no prosiga, y seguir investigando hasta dar con un mecanismo para revertir el proceso. Dinero no iba a faltar, si total, el tipo tiene visión de rayos X, eso paga cualquier posible investigación porque a ver si las pirañas del Gobierno no iban a estar encima de un invento con tanto potencial para la Seguridad Nacional y la fiscalización tributaria y demases (¿se imaginan a los inspectores de Hacienda mirando con rayos X las casas para ver si han construido piscinas no declaradas en la última declaración de impuestos?). Pero el tipo, ¿qué hace? Se esconde y empieza a malvivir como prófugo. Y sigue metiéndose el condenado líquido en los ojos. Ergo, es un adicto. A lo largo de la peli, a pesar de que no tenemos un retrato psicológico del personaje, intuimos que es una persona con carencias, o si no, no se explica su relación tan obsesiva con su investigación. Resulta curioso observar que esta peli, además de ser la clásica metáfora de "el conocimiento prohibido que el hombre no debería saber jamás", también se transforma en un fiel retrato de la mentalidad adictiva, y de la espiral de autodestrucción propia del personaje. O a lo mejor querían decir que los científicos ateos agnósticos son también gente borde enferma con problemas de personalidad. A saber con eso. Interesante de todas maneras.
IDEAL PARA: Ver una de serie B que, más allá de algunas falencias, se mantiene con dignidad en el paso del tiempo.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].
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