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jueves, 28 de junio de 2012

"La princesa que quería vivir" (1953).


-- "Roman Holiday". Estados Unidos. Año 1953.
-- Dirección: William Wyler.
-- Actuación: Gregory Peck, Audrey Hepburn, Eddie Albert, Hartley Power, Harcourt Williams, Margaret Rawlings, Tullio Carminati, Paolo Carlini, Claudio Ermelli, Paola Borboni, Alfredo Rizzo, Laura Solari, Gorella Gori, Heinz Hindrich, John Horne.
-- Guión: Ian McLellan Hunter y John Dighton, sobre una historia atribuida al primero, aunque original de Dalton Trumbo, sin acreditar este último para evitarle la persecusión por parte del Comité de Actividades Antiamericanas.
-- Banda Sonora: Georges Auric.

-- "La princesa que quería vivir" en IMDb.
-- "La princesa que quería vivir" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En una Europa que todavía se las daba de Gran Dama y Señora (ésta es una de esas pelis postguerrerosas en que no se ve WWII por ninguna parte), y más concretamente en Roma, Ciudad Eterna donde las haya, hay una princesa que, como es tradición en muchas partes, es cualquier cosa menos gobernanta, porque ya ven, hay gente tan frustrada en esta vida que se allegan a los que son más y les empiezan a leer toda la cartilla de deberes y responsabilidades, y la princesa que debería mandar como señora y reina, en realidad viene a ser otra lacaya más de esos que tratan de empinarse mandoneando a los que mandan. El caso es que tiene un colapso nervioso y revienta, y medio ida por una inyección de ésas para subirte el ánimo (diga NO a las drogas...), acaba por deslizarse palacio afuera, y metida en medio de la noche de Roma. La recoge un tipo medio tunante que se la lleva a su departamento, y que aunque la pilla media sobre el borde de la olla, decide no echársela entre pecho y espalda, miren que caballerito él (seis décadas después, en estos tiempos de fotos de tías borrachas en bolas, vaya uno a saber), y la deja dormir sin problemas. Como son los '50s y la gente leía en vez de mirar fotos, el tipo no la reconoce, a pesar de ser periodista. Pero cuando va a la agencia noticiosa y se entera por primera plana de que la princesa ha desaparecido, con así peazo foto para estrujársela por la cara, él se dice algo así como: "¡Rediantres, todos preguntándose por la princesita, y yo la tengo tan cobijadita en mi departamento!". Y el tipo, en vez de ir y sacarle una bendita entrevista, empieza a marrullar alrededor de ella, a seguirla, a hacerse el encontradizo... Todo para escribir su columna de "un día de la princesa dando vueltas por la calle". ¿Conseguirá el periodista llevar a cabo su frío e inflexible plan, a costa de la princesita que quería vivir? ¿O acaso la ternura y los ojazos de gato de Audrey Hepburn terminarán por comérselo vivo...? Hagan sus apuestas, señores, que como ya sabemos, la Audrey es mucha Audrey...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Los '50s. La década que golpeó a un Estados Unidos que quería vivir con pastel de manzana en una ventana de los suburbios, y en vez de eso tuvo que bancarse a los beatniks, al rock'n'roll y a Betty Page. En Europa se vivió distinto pero igual. O sea, venían saliendo de la Segunda Guerra padre, se habían hundido en Neorrealismo hasta las prusias, y lo que quedaba de antes del hundimiento (las monarquías, el inefable Pío XII) se lanzaron a una vida inercial y glamorosa teñida de nostalgia por los buenos y viejos tiempos en que había un lugar para cada hombre y cada hombre en su lugar. ¡Si se armó el escándalo de los demonios cuando la yanki ésa, la Grace Kelly, que aparecía en pelis como "La llamada fatal" luciendo atrevidos camisones, llegó a la Costa Azul a rodar "Para atrapar al ladrón", y acabó no sólo encamándose con Rainiero de Mónaco, sino además CASÁNDOSE con él! Bueno, en su favor digamos que todavía no pasaban por la humillación aún más suprema de que Estefanía de Mónaco se dejara agarrar por la espalda por el guardaespaldas, o peor aún, se masturbara llorando al lado de una piscina, o incluso aún peor si es que cabe, dedicara su terrible hilillo de voz a una desafortunada y por suerte corta carrera de cantante. Pero en fin, volviendo a los '50s, ahí tenemos a las pobres monarquías europeas, las escasas supervivientes del Diluvio Universal, tratando de mantenerse tan compuestitas y tan... er... elizabetianas, por decirlo así, que Isabel II de Inglaterra fue coronada en aquellos años. Era material demasiado tentador como para dejarlo pasar, y efectivamente no lo dejaron pasar. De manera que rodaron esta peli premonitoria de lo que después sería Estefanía de Mónaco. Con el plus de que Audrey Hepburn tiene de lejos más clase que la monegasca ésa.

¿POR QUÉ VERLA?

-- La verdad es que esta comedia, dirigida por William Wyler himself (el tipo que algunos años después podrá decir 'me gané once Oscares por "Ben Hur", a ver quién se hace esa de nuevo... ah, hola James Cameron'...), ha envejecido lo suyo. No es culpa de la peli, por cierto. La idea de una princesa escapándose para vivir la vida loca allá afuera podía tener su encanto en los '50s, pero hoy en día, después de que le supimos millones de cosas a Diana, a Estefanía, etcétera, como que la cosa ya no suena tan impactante. Para colmo la fotografía en B/N tira pa'trás que es un gusto, dándole un look incluso más anticuado todavía. Además, cuando la cosa arranca de verdad (o sea, cuando la princesa y el periodista unen fuerzas para empezar sus vacaciones romanas, que es el núcleo de la trama) ya ha pasado como una hora de las dos que dura. Pero se le perdona. Después de todo, éste es el primer rol estelar de la que después sería la gran y única y nunca igualada Audrey Hepburn. Verla en esta peli es decir que nació para el rol de princesa. Quienes nunca hayan visto una peli con la Hepburn simplemente no saben qué es tener en la pantalla frente a ti, a una mujer de un carisma arrollador y una simpatía a prueba de balas. A su lado, el mismísimo Gregory Peck luce bastante disminuido, e incluso uno se pregunta qué le ve una chica como ella a un tipejo como él (lo siento, Gregory, te queremos mucho y has tenido una gran carrera actoral, pero no siempre se gana, y ésta es una de ésas). Además, por una vez en la vida tratándose de una comedia romántica, el final es inesperado, y bien mirado, es el mejor final de todos los posibles que podían escribir y escenificar.

IDEAL PARA: Conocer o seguir conociendo a la gran Audrey Hepburn.

3 comentarios:

  1. Si todas las princesas fueran así no me importaría dejar a un lado mis convecciones republicanas...

    (Audrey Hepburn + Gregory Peck)* William Wyler = Obra Imprescindible.

    Un saludo gatuno

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  2. Se nota que la IIGM no existe en esta película. Pues acabada la conflagración, los italianos no sólo abolieron la monarquía, sino que echaron a la familia real del país y de hecho sus descendientes aún no pueden ingresar a él. Y todo porque a Víctor Manuel se le hizo al ver a Mussolinni con su caravana de peregrinos a las puertas de palacio en 1922.

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  3. A EL BUENO DE CUTTLAS: Tratándose de Audrey Hepburn... Princesa o cualquier otro rango social desde sirvienta doméstica hasta Emperatriz de la India es completamente aceptable, jejejé.

    A GALO NOMEZ: Me diera la idea de que el viejo Vittorio Emanuelle o como se escriba, iba más o menos allí donde calentaba el sol. Y claro, los italianos le dijeron en masa que el sol calienta bien tibiecito en el extranjero...

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