Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
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domingo, 5 de diciembre de 2010
"Megamente" (2010).
-- "Megamind". Estados Unidos. Año 2010.
-- Dirección: Tom McGrath.
-- Actuación: Voces de (en el original inglés) Will Ferrell, Brad Pitt, Tina Fey, Jonah Hill, David Cross, Justin Theroux, Ben Stiller, Jessica Schulte, Tom McGrath, Emily Nordwind, J.K. Simmons, Ella Olivia Stiller, Quinn Dempsey Stiller, Brian Hopkins, Christopher Knights.
-- Guión: Alan J. Schoolcraft y Brent Simons.
-- Banda Sonora: Lorne Balfe y Hans Zimmer.
-- "Megamente" en IMDb.
-- "Megamente" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Todos los niños quieren explorar el mundo, y nuestro chiquito con ocho días de edad saldrá a explorar... ¡¡¡EL UNIVERSO!!! Porque es enviado a la Tierra en plan Superman, porque también en plan Superman, su planeta hace bye-bye y se va por el tubo de un agujero negro. O se queda suspendido en su horizonte de eventos, qué se yo. El caso es que nuestro chiquitín estaría destinado a grandes cosas, salvo por un detalle: se le interpone en el camino el bebé salido de otro planeta (¿pero qué diablos tienen estos extraterrestres con sus bebés que consideran como seguro enviarlos en balsitas de coco al espacio?), que acaba adelantándose y llegando a un hogar lleno de confort y salud en la Tierra, mientras que nuestro bebé acaba de mascota dentro de la cárcel, y por supuesto, aprende las cosas al revés (el bien es el mal, el mal es el bien, etcétera). Después en la escuela, las cosas no irán mejor: el otro tipo, el jactancioso, el que no es tan inteligente pero hace cosas cool, se transforma en el pet de la títcher y acumula medallas aporreando a su compañero alienígena que es más inteligente, que lo demuestra con su cerebro un tanto bulboso y azul y ya me entienden. Y así crecen: el boy scout volador para transformarse en ¡¡¡METRO MAN!!! salvador de Ciudad Metro (¡sistema métrico decimal, en Estados Unidos! ¡Hasta que aprendieron, bárbaros usadores de pulgadas y yardas!). Su enemigo, por el contrario, confiando en su inteligencia para hacerse un huequito en la sociedad, resuelve dedicarse al mal y se transforma en... ¡¡¡MEGAMENTE!!! Día de hoy, el presente, etcétera: se está en una escena tan cliché como lo es que se está abriendo un museo en homenaje a Metro Man, y aunque todo parece tranquilo porque Megamente está en prisión purgando almuerzo de perpetuas, el caso es que como es... ¡¡¡MEGAMENTE!!! ...se las arregla para fugarse y secuestrar a la periodista que es la mejor amigui de Metro Man. Ahora, Metro Man deberá ir a rescatarla. ¿Será el enésimo enfrentamiento entre el superhéroe y el supervillano, en donde la chica chilla al estar en peligro y el repartidor de pizzas volador llega a salvarla? ¡No, señores, esta vez no! Porque la trampa de Megamente parece funcionar inesperadamente bien, y de pronto... ¡Funciona! ¡Megamente gana! y Metro Man... ¡¡¡MUERE!!! ¿Se acabó entonces la peli a los quince minutos? Pues no, espérense un poco más, que la cosa sigue... porque ahora viene lo interesante... ¿qué hace un supervillano si consigue de una vez por todas derrotar al superhéroe...? Puessssss... no sé, digo yo... Yo me apañaría con todo lo de la ciudad y me transformaría en su dictador eterno, claro, que se lo tienen merecido por ser una manga de consumidores de reality, pero entonces no habría peli, por lo que Megamente descubre que tiene su lado bondadoso y su corazoncito y...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Si ustedes vieron la serie de dibus de la Liga de la Justicia, recordarán quizás el escalofriante comienzo de un capítulo en que Lex Luthor está sentado en la Oficina Oval, y llega Superman a detener uno de sus nefastos planes. Luthor se burla de él y le dice que no podrá detenerlo porque es el bueno, nunca mata, y después de mandar a Luthor a la cárcel, éste se las arreglará para escapar y todo empieza de nuevo otra vez... Y Superman le aplica entonces una contundente respuesta en forma de rayos caloríficos, da un golpe de estado y se apodera del gobierno para implantar ¡¡¡EL BIEN, LEÑE!!! Aunque no te guste (pero, ¿cómo podría no gustarte el bien? ¡A la pared contigo, y preparen el pelotón, por malvado!). Y es que claro, es lo que tiene el bien, que por ser el bien es mucho más inefectivo que el mal porque debe privarse de algunas cosas que el mal, más amoral porque es el mal, puede usar como recursos propios para tratar de vencer al bien (de hecho, quizás por eso el mundo sea tan malvado, y eso de que el bien vence en las pelis de supers es una concesión a la platea, al final del día). Pero durante los 2000s, el bien y el mal sufrieron su propia conmoción y corrieron el riesgo de mezclarse, como esas fotos de ríos que se unen y uno es límpido y claro y el otro es un saco de arena fluyendo. En los '90s todos éramos buenos, e incluso en las pocas pelis de supers de la época ("Batman" y "Batman regresa"), los malos ni eran tan malos tampoco, y los buenos, bueno... el Batman de Tim Burton estaba más que un poco salido. Pero ya sabemos a dónde conduce eso de que todos somos buenos, todos tenemos razón, hay que respetar todos los puntos de vista... de cajón al 9-11, a que algunos puntos de vista que son "razonables" y "correctos" deciden que los otros puntos de vista no son tan razonables ni correctos y deben morir (y vamos matanado cineastas críticos del Islam en Holanda, o censurando caricaturas en Dinamarca... o metiendo infieles en Guantánamo, que al final los extremos se tocan). El cine de los 2000s se inundó entonces de esos íconos máximos del "bien" contra el "mal" que son los superhéroes, con escenas tan parafascistas como ésa en que los Hombres X le cantan las claras al Presidente de Estados Unidos (en "X-Men II", y conste que ésa es de las buenas, qué queda para las pelis de superhéroes que son malas). Pero claro, después terminó de caer lo obvio, que los que se llamaban a sí mismos "buenos" no eran tan buenos y los que se llamaban a sí mismos "malos" tampoco lo eran tanto, que al final la maldad está equidistantemente repartida en el mundo... Por mucho Guasón que le pongan a "The Dark Knight". No debe ser casualidad que en el 2010, en el campo de la animación, hemos tenido nada menos que tres pelis cuya historia central juega con la idea de la relatividad del bien y del mal, dos de ellas en un campo tan icónico para esos planteamientos maniqueos como el superheroismo. En "Cómo entrenar a tu dragón" (también de DreamWorks), resultaba al final que los dragones eran los malos y no eran tan malos tampoco. En "Mi villano favorito" los superhéroes brillaban por su ausencia. Y ahora, en "Megamente", tenemos a un villano que al destruir al superhéroe, pierde el sentido de la existencia. Si hasta en las pelis de dibus, que se supone son para niños, estamos enterrando esos conceptos, entonces eso quiere decir que los fantasmas de la Era Bush al fin han encontrado descanso y paz eternos. Ya era hora. Aunque como suele pasar con estos reborn christians, siempre pueden regresar como zombies...
¿POR QUÉ VERLA?
-- ¿Un supervillano que empieza a volverse poco a poco el héroe del cuento? El concepto parece interesante, pero hay un problema para explotarlo: el supervillano debe hacer cosas de supervillano para ser supervillano, y si no las hace, en realidad no es un supervillano sino un antihéroe. La única manera de manejar el cuento sin caer en el cinismo terminal (que alejaría a los niños del público, y para qué estamos con cosas, las pelis se ruedan para vender entradas) es dar la idea de que el prota es un supervillano, pero en realidad tratarlo como un antihéroe. Ese era el truco al que se agarraba de manera más o menos zafia "Mi villano favorito", y es el mismo "elijo la puerta B" en cae "Megamente". El personaje de Megamente puede ser visto como la continuación lógica y llevada hasta sus extremos, de la lógica narrativa de las pelis de Batman de Tim Burton. Mientras que en "Superman" y secuelas, el Lex Luthor de Gene Hackman era un villano sin ambages, en "Batman" el villano no es en estricto rigor malvado por opción ética, sino porque es un sicótico, y por lo tanto no es responsable de su propio mal (además es un artista y un hombre fiel a sí mismo, cosas de las que no puede lucirse el opaco Batman: estamos acá en las antípodas del siniestro y demoníaco Guasón de "The Dark Knight", que de artista no tiene nada). Y en "Batman regresa" el asunto va más lejos, cuando se nos describe la cruel historia personal que lleva al Pingüino a ser lo que es, un pobre inadaptado de cuyos crímenes la sociedad es en última instancia responsable, por haberlo transformado en un marginado. Megamente va por lo mismos lares: en realidad en ningún minuto es un supervillano, pero se transforma en uno porque es el único nicho social disponible para él (el de héroe está ocupado por el petulante Metro Man). De esta manera, promocionar la peli como "una que te cuenta qué pasaría si el mal ganara" en realidad es un feo truco publicitario: en ningún minuto el mal gana porque el único personaje que es un malvado pasable, es muy poco querible y además recibe una paliza de campeonato (y no es el prota Megamente, claro). Pero incluso de eso podemos sacar lecciones: los conceptos de bien y de mal son más difíciles de relativizar o derribar lo que parecen, y sólo puedes jugar con ellos haciendo trampas (¡si es que casi recuerda a esos críos goth-punks malotes que cantan infectas cancioncillas reberrrrrrdes en MTV mientras sacan discos en que ponen caras de "soy cool, QUIÉRANME"!). Por cierto, la peli sortea este escollo de manera brillante (un poco al estilo de "Mi villano favorito", todo sea dicho): al quedarse solo y sin "el bien", Megamente debe darle un nuevo sentido a su existencia, y de a poco va descubriendo que en realidad él está llamado a ser "el bien". La peli tiene el buen gusto de no hacerlo por el camino fácil de que Megamente reciba una valiosa lección moral que lo haga ver la luz y transformarse en el bueno, sino mostrándolo como un proceso natural, en donde la propia psicología de Megamente lo empuja a ocupar un rol que personalmente odia, pero que muy en el fondo, es el que más encaja con su personalidad, esa misma personalidad que el propio medio social no le ha dejado aflorar. De esta manera, podemos decir que "Megamente" es una peli tramposa, pero al menos, la trampa la hace de manera fina y elegante, y eso siempre se agradece.
-- Un punto importante de esta peli, tiene que ver con la revalorización que se hace de la ciencia y la tecnología, y del papel del científico. Metro Man y Megamente conforman una dupleta muy tradicional: el superhéroe hundenarices a puñetazo limpio, versus el científico loco que compensa su debilidad física con su intelecto para desarrollar tecnología que usará para "el mal" (para el listado: Lex Luthor, Fu-Manchú, el Doctor Sim, el Doctor No...). Y si el científico es "el bueno", no será más que un accesorio dentro de la cartera del héroe bueno para los puñetazos, como el Doctor Zharkov de Flash Gordon o como el Q de James Bond: al final el héroe no es el que inventa cosas, sino el que las usa para apalear primero y dos veces (en términos de mitología griega, por ponernos en un contexto diferente, el héroe no es el dios Hefestos que le forja peazo armadura a Aquiles, sino el semidiós Aquiles que va a repartir yoyah con ella). En esta peli, como Megamente es el supervillano, se dan licencia para que el héroe (antihéroe, mejor dicho) sea por una vez en la vida, el científico loco. Es cierto que al último Megamente tiene que ir a un encuentro físico en que deberá resolver el lío utilizando la fuerza bruta, pero esa fuerza bruta no es una que posea de manera biológica por ser un Ubermensch con alta densidad molecular alimentado por rayos solares, sino es la que se le proporciona (un poco ortopédicamente, dicho con mala leche) a través de una serie de artefactos tecnológicos que él mismo se ha ido inventando. La solución final, de hecho, sería imposible sin la tecnología. En ese sentido, a diferencia de todas esas pelis con complejo de Frankenstein en donde la tecnología desbocada sólo sirve para crear monstruos y Skynets de diversa ralea, podemos afirmar que "Megamente" tiene el gran mérito de ser una peli tecnooptimista, en que si bien la ciencia y la tecnología salidas de tiesto pueden acarrear graves males a la sociedad, también pueden ser utilizadas en beneficio de la misma (está implícito también que toda la ciencia de Megamente hubiera servido a la sociedad, si la sociedad hubiera tratado bien a Megamente... palo entre líneas al hecho de que la gente valora más a un wrestler de la WWE que al Premio Nobel de Física). Nunca está de más recordar esa moraleja, en tiempos en que los autoproclamados defensores del "bien" critican la investigación con células madres o tratan de que la gente no utilice preservativos, entre otras aberraciones intelectuales de esos iluminados de pacotilla.
-- Otro punto interesante de esta peli es la cuestión de los roles. Resulta interesante observar que muchas pelis de tipo "sigue tu corazón", en apariencia contrarias al fascismo, en realidad son de un fascismo de sello diferente. En estas pelis, el héroe es débil y por lo tanto ninguneado por su comunidad, hasta que descubre su "verdadero poder", se transforma en un héroe y salva a la comunidad (¿les suena a Luke Skywalker, a Harry Potter, a...?). ¡Y todo por haber elegido ser "fiel a sí mismo"! Si esto fuera verdad, entonces, ¿por qué diablos todos los que son fieles a sí mismos terminan encontrando que ese "sí mismo" es ser el héroe que salvará a una comunidad que, por cierto, en su manera anterior de tratar al héroe, ha mostrado todo lo indigna que es de dicho salvamento? O sea, la cuestión es que debes afirmar tu identidad rebelándote contra lo que la comunidad te dice, pero para transformarte en un dictador de "el bien" que le dirá a su vez a la comunidad qué hacer: se invierte la polaridad, pero sigue siendo la misma corriente eléctrica fluyendo en sentido contrario. "Megamente" es una de las raras pelis que consigue patear este concepto, a través de la figura de Metro Man. Porque si bien tenemos que Megamente es un supervillano porque en el fondo es un superhéroe frustrado, Metro Man en realidad es un superhéroe a la fuerza que acaba desengañándose de ese rol, y descubre después cual es su verdadera vocación (y no, no es salir a bailar con apretadas mallas y desnudarse en algún oscuro bar sadomaso como podría suponerse por las vestimentas estrafalarias de súperlycra que usa). Esta debe ser una de esas pocas pelis en donde "sé fiel a tí mismo" no quiere decir "transfórmate en el héroe que nosotros te decimos que queremos que seas", sino en donde de verdad los personajes tienen opciones y modos de vida. Megamente es un supervillano porque no tenía otra opción, pero cuando se le abre la opción, empieza a evolucionar... mientras que Metro Man también sigue su propia evolución. Y todas estas ideas tienen aplicación práctica: recordemos a las oleadas de tontorrones adolescentes que integran tribus urbanas, que se rebelan contra los mayores adoptando su propio estilo de lenguaje y vestuario... que es el mismo estilo de lenguaje y vestuario que sus compañeros de tribu le ordenan que use, y ¡ay de él si es que se le ocurre hacer lo más mínimo que sea creativo por sobre el patrón de la tribu (ni se te ocurra ser gótico y usar algo que no sea negro, blanco o rojo)! O cómo cambiar a una tribu por otra diferente, cuando la gracia es cambiar a una tribu por esa propia tribu que tú mismo tienes en tu interior. Incluso más: mientras que la felicidad en las pelis está asociada al éxito (derrotando al villano, usualmente), en esta peli para Metro Man está asociada a una vida más simple y tranquila, lo que tampoco está mal. O de cómo tenemos una peli de superhéroes que se aleja del patrón nietzscheano (ubícate más allá del bien y del mal, el hombre es una cuerda tendida entre el mono y el superhéroe, niégate a tí mismo y entonces podrás nacer... etcétera) para transformarse en casi su antítesis, en un producto casi schopenhaueriano. El viejo cascarrabias de Arthur estaría feliz con ello. O hastiado, porque como decía el viejo Arthur Schopenhauer: la vida es una constante tensión entre el deseo de lo que no se tiene y el hastío de lo que se ha conseguido. Ahora tienen una peli para ejemplificarlo.
IDEAL PARA: Ver una estupenda peli sobre los roles del bien y del mal, del desarrollo personal, y de crítica sutil a los aspectos más parafascistas del mito del superhéroe.
OTRAS PÁGIONAS SOBRE "MEGAMENTE":
-- "Megamente: “malo” es el nuevo “bueno”" en El Blog de Shigure.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en español].
-- Inicio de la peli [en inglés, sin subtítulos].
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