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jueves, 10 de diciembre de 2009
"Bob, Carol, Ted y Alice" (1969).
-- "Bob & Carol & Ted & Alice". Estados Unidos. Año 1969.
-- Dirección: Paul Mazursky.
-- Actuación: Natalie Wood, Robert Culp, Elliott Gould, Dyan Cannon, Horst Ebersberg, Lee Bergere, Donald F. Muhich, Noble Lee Holderread Jr., K.T. Stevens, Celeste Yarnall, Lynn Borden, Linda Burton, Greg Mullavy, Andre Philippe, Diane Berghoff.
-- Guión: Paul Mazursky y Larry Tucker.
-- Banda Sonora: Quincy Jones.
-- "Bob, Carol, Ted y Alice" en IMDb.
-- "Bob, Carol, Ted y Alice" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Finales de los '60s. El mundo ha sido esclavizado por... ¡¡¡LA PAZ!!! ...y... ¡¡¡EL AMOR!!! Todo está siendo invadido irremisiblemente por esa marejada de criaturas llamadas... ¡¡¡HIPPIES!!! ¡¡¡BUAAAAAÁ, TENGAN MIEDO, TENGAN MUCHO MIEDO!!! En un tantracampamento para encontrarse a sí mismo y hacer la versión New Age de lo que sería una experiencia E.J.E., la parejita conformada por los muy chic Bob y Carol, se encuentran a sí mismos, se enfrentan a sus defectos, pulen su vida de pareja, etcétera. Y deciden entonces que su vida será de honestidad brutal. Tan brutal, que arrollará cualquier convención social al respecto. Nada de mentirijillas ni tonterías con los sentimientos, los sentimientos se expresan y se acabó. Después de todo, ¿por qué tu pareja debería sentirse herida si le expresas tus sentimientos? ¿Aunque eso implique decirle que no es tan sexy, y que por eso decidió mandarse entre pecho y espalda a otro(a) chico(a)? Como Bob y Carol no tienen mayores problemas financieros (ambos trabajan en el negocio de Jolivú y están bien encumbrados, así es que tienen tiempo y recursos de sobra para complicarse la vida), van y le dan la tabarra al bien equilibrado y cementado matrimonio de Ted y Alice. Al principio, ellos como que no le hacen mucho caso al asunto. O sea, primero viene el "qué se habrán fumao éstos", porque verán, eso de andarse confesando todos los sentimientos es tonto, si después de todo la cosa no funciona si uno no tiene sus secretillos y sus trapillos sucios. La sociedad funciona así, qué caray. ¡Qué desastre sería si todos expresaran lo que sienten, sería la anarquía, el caos! ¡¡¡EL HIPPISMO, MADRE MÍA!!! Bueno, el caso es que Bob decide que una de sus asistentes está buena, y como hay que ser fiel a uno mismo, etcétera, se la pasa por todo lo largo y ancho de lo que es la piedra, y después va y se lo cuenta a su mujercita. Ella le arma pataleta, por supuesto, mira que andar mojando jardines ajenos y todo eso, pero después, tarada ella, descubre que su marido la quiere porque le ha confiado ese sucio secretito, y después van y comparten su regocijante descubrimiento con Ted y Alice que, por supuesto, al enterarse de que ella se toma la infidelidad de él tan fresca, se atragantan lo bueno. A Ted y Alice, como que esa cosa emotional intelligence de Bob y Carol les da asquito, pero como que igual les va gustando, si es que en el fondo debajo de la fachada de respetabilidad todos son unos pervertidillos. Y también Ted y Alice, ahora contagiados del espíritu quijotesco de estos newagers, se lanzan a sus propias exploraciones. ¿En dónde rematará todo? No, no les voy a reventar el final. Pero no es que sea tan difícil adivinarlo tampoco, vamos, si es que se ve a la legua.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Alguien dijo que lo malo del amor libre, eran los bebés que por libre venían después. Y de los cuales la madre se conoce, pero el padre, vaya uno a saber, si es que entre porro y porro de maría juana... En 1969 terminaban los '60s (miren ustedes qué descubrimiento, estoy listo para el Nobel de Física), y con ello alcanzaba su apogeo la onda hippie del viaje espiritual (si con ayahuasca mejor), el misticismo indostaní, Lucy-Sky-Diamons, y todo eso que pronto la brutal represión neocon de los '70s se encargaría de barrer. Uno de los tópicos de la época fue el amor libre, eso de que la pareja monógama y matrimonial era una imposición social, y la gente debía ir y venir y amar a su antojo y dejar de amar también a su antojo (claro, cuando dejas de amar es fácil, pero cuando es al revés y te dejan de amar, ahí es un poco más complicado el tema del amor libre, y ahí quieres mejor el dichoso cartoncito del Registro Civil de por medio para que no se te escape tan rápido, y muestran su valor el diamante de las convenciones sociales... y si nunca amas ni dejas de amar, es que no hubo amor libre para tí, sólo sexo... lo cual bien mirado tampoco está tan mal, hehehé). Y el otro tópico es el descubrimiento de uno mismo, el ser auténtico frente a las convenciones sociales que por ser eso justamente, convenciones, son todo mentira y farsa. En medio de todo eso el cineasta Paul Mazursky, tipo al que nadie podría acusarle de ser un depravado liberal, se le ocurrió meterse en este asuntillo de las parejas libres y full of sentimentalism. ¿Un fachilla y conservador como nuestro Mazursky, hablando de amor libre? ¡Qué bueno! Porque con eso se asegura que la peli no va a ser apologética ni nada. Ya saben, si es conservadora puede darse el lujo de reirse entre dientes de esto o aquello, mientras que si es media progre, debe ser mortalmente seria para que se vea que lo que dicen, lo dicen de a de veritas.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Esta peli en cierto sentido es muy de su época, y por lo tanto un tanto pasada de moda (eso del amor libre, del encuentro con uno mismo...), pero en otro sentido es muy actual, e incluso atemporal. ¿Para qué diablos sirven las convenciones sociales? ¿Son pura hipocresía, o son el cemento sobre el cual se funda la sociedad? La peli es perfectamente neutra: le asesta palos a ambos lados de la barricada. La pareja de Bob y Carol son tan modernos, tan ultras y tan... "in"... por decirlo así... que llegan hasta ser ridículos en lo suyo. Hablan de lo suyo como "amor", pero en el fondo uno puede buenamente preguntarse si no serán un par de globos rellenos del caliente aire del narcisismo. Después de todo, al dejarse de preocupar por la fidelidad y esas cosas, en cierto sentido disminuye también la preocupación por la pareja, y lo que se gana en comunicación por un lado, se sufre por el otro. Pero Ted y Alice, los buenoides conservadores de toda la vida, tampoco salen mejor librados, porque ellos sí que se sienten muy cómodos dentro del convencionalismo social (aquí sinónimos de "familia y propiedad, joer"), pero a poco andar y exponerse al virus rad de sus amigotes, descubren que son infelices, están profundamente insatisfechos, etcétera. ¿La solución final...? Y... ¿quién dijo que hay solución final? La vida no es un manual de protocolos, mein Freund, sino que cada uno debe buscar el camino que le acomode mejor. Aunque eso signifique... bueno, que algunas búsquedas interfieran unas con otras, como en el caso de la verdadera búsqueda de Alice, por ejemplo. En fin, lo dicho, que si quieres tu vida enteramente reglamentada y resuelta, métete al Ejército mejor.
-- Una peli que se apoya por completo en sus personajes, debe tener como mínimo buenos actores que la sostengan. Este es el caso. Bob viene interpretado por Robert Culp, con todo el estilo canchero necesario para su personaje, y que en aquellos años estaba on top por su papel en "Yo espía". Carol viene en el sólido empaque de Natalie Wood, mostrando todo el talento actoral que le labró un lugar de oro en Hollywood... ("Rebelde sin causa", "Esplendor en la hierba", "West Side Story") ...y también una estupenda academia en bikini, para que vamos a pasar una cosa por otra. El anodino Ted viene correcta y sobriamente interpretado por Elliott Gould (que con tres décadas más llegó a ser uno de los miembros de la banda de "La gran estafa" y ambas secuelas... además de un sinfín de secundarios por quí o por llá). Y finalmente, una jovencísima, casi niña Dyan Cannon (bueno, no tanto, tenía 28) se pasea como neurótica en lencería como Alice. Un elenco que no será de primera división (salvo por Natalie Wood, claro), pero que se defiende con uñas y dientes y brindan las que probablemente son algunas de sus mejores interpretaciones para el cine. Paul Mazursky tiene la sabiduría de no dárselas de cineasta y dejar que la historia se cuente sola, y que los personajes la carguen sobre los hombros, sin ninguna clase de efectismos, y con esta simplísima receta, que más de algún cineasta de hoy en día debería aprender a imitar, consigue aquello de que menos es más. ¿Qué más se puede pedir?
IDEAL PARA: Ver en pareja y reflexionar un poquitito sobre la pareja. Bueno, si son valientes.
VIDEOS.
-- Carol tiene una confesioncilla que hacer, la muy z... [en inglés, sin subtítulos].
-- Dyan Cannon mostrándose en lencería frente a sus amigos [en inglés, sin subtítulos].
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