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domingo, 9 de noviembre de 2008

"Tony Manero" (2008).


-- "Tony Manero". Chile. Año 2008.
-- Dirección: Pablo Larraín.
-- Actuación: Alfredo Castro, Amparo Noguera, Héctor Morales, Paola Lattus, Elsa Poblete.
-- Guión: Alfredo Castro, Mateo Iribarren y Pablo Larraín.
-- Banda Sonora: Miguel Hormazábal (sólo departamento de sonido, esta peli no tiene música incidental propiamente tal).

-- "Tony Manero" en IMDb.
-- "Tony Manero" en la Wikipedia en español.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Son los finales de los '70s. La onda disco sacude al mundo, y mientras en los Yueséi estos recintos son frecuentados por los Johnnie Travoltas, en Chile son el refugio natural de los, ehm, "agentes de la ley y el orden". En el programa de TV de "El Festival de la Una" (¡Hola, hola, hola, hola qué tal...! ¡FESTIVAL!), un pobre desgraciao que anda con su chaquetita trata de meterse al concurso del doble de Tony Manero. Pero le sale mal el tiro, porque esa semana era el concurso del doble de Chuck Norris. Chasqueado, se manda a cambiar a su casa. O lo que podríamos decir que es su casa. Porque, veamos, vive en un tugurio regentao por una señora que, por lo que se ve, le arrienda pieza, y que está tratando de montar un pub con un espectáculo rasca a defecar, pero que como los parroquianos no son finolis y toman... no diré vino en caja porque en esa época aún no salía, pero sí vinacho tipo grapa, pues bien, tampoco es que sea para tanto. Nuestro buen Raúl Peralta está así a cargo de montar el espectáculo, pero se le ha puesto en la cabeza que tiene que ser como en la Fiebre ésa del Sábado por la noche, igualito a Travolta, y si no es Travolta no es bueno. Por algo nuestro sujeto de derechos va al rotativo, paga con monedas de peso de las antiguas, de las grandotas (esto de la devaluación del peso, Bastet mía...), y se ve la peli hasta recitar los diálogos de memoria en inglés. Hmmmmmm... No, eso no quedó bien escrito, debo ser fiel a lo que vi. Vamos de nuevo: se ve la peli hasta balbucear un pseudomacarrónico que pretende ser Inglish, llamado también "inglés como lo oigo y como se me para", a la sssssshilena, y se la llora entera. En medio de tanta cosa, descubre lo que le falta al espectáculo para ser de verdad: el suelo hecho de esos vidriecitos de disco que tanto hicieron por John Travolta, y le salvaron los videoclips a las sobrevaloradas canciones noventeras de Pulp. Pero conseguir esos vidriecitos no es fácil en un país subdesarrollao y sudaca como Chile. Y ya que todo Chile está sumándose a la moda de hacer desaparecer al vecino, pues bien, entre tanta cosa rara que pasa por allá... ¿por qué no empezar también a hacer desaparecer gente, y así ir escalando posiciones en la vida hasta convertirse en el Unico, el Magno, el Emulo Chileno de John Travolta...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Hace tiempo atrás posteábamos en Cine 9009 sobre "Fuga", el mamarr... perdón, la opera prima de Pablo Larraín, peli de la que dudaba por principio, pero que fui a ver convencido por una amiga que quería verla (la perdoné después de eso, pero tuvo que drogarme con un turro de hierba gatera y comprarle cojín nuevo a mi mullida camita como compensación). Después de ver el hype que se desató en Chile sobre "Fuga", que hizo a muchos sospechar que el apellido Larraín quizás algo había tenido que ver con eso (hay que ver cómo endiosaron a esa peli en el diario La Tercera), el anuncio de que iba a rodar una peli sobre un wannabe que quería ser Tony Manero en una época tan sobajeada por el cine contestatario chileno como la dictadura militar, era como para tener miedo. Pero vuestro seguro servidor el General Gato es gato valiente (no diré gato de campo, porque correspondo más bien al prototipo de gato de chalet, pero gato valiente a fin de cuentas), y decidió darle una nueva oportunidad. Ayudó, por supuesto, que en torno a "Tony Manero" el hype multimedia fue mucho menor, lo que quiere decir que nadie quería quemarse en exceso por la peli sucesora de un guatazo tan espectacular como "Fuga". Y ayudó más aún que la exhibieran a precio rebajado en el Cine Arte de Viña del Mar, en función especial que contó con la brevísima participación de Pablo Larraín himself hablando sobre su peli (y, fíjense, al contrario de lo que hubiera podido parecer viendo "Fuga", el hombre no es nada de tonto). Y qué decir, el hombre confiesa haber explorado cosas nuevas, haberse cuestionado y tratar de mejorar las cosas, y el resultado está a la vista. En un país como Chile, plagado de ladillas intelectualoides que tratan de hacer la mímica verbal del "Sein und Zeit" de Heidegger para dárselas de filósofos hablando del "contexto-chileno-en-sí" o del "ser-en-Chile", y que aprovechan la brutal ignorancia generalizada del chileno para maravillarlos con juegos de birbiloque intelectual, tener tal voluntad de autosuperación es algo como para aplaudir. "Tony Manero" es una peli muy distinta de "Fuga", mucho mejor, mucho más madura, y que, bueno, no puede evitar algunos clichés propios del cine cultureta chileno (eso del personaje alienado en un Chile alienado, eso de cargar las tintas en un socionaturalismo ezque-AnicetoHevia), pero que a cambio, al menos los trabaja bien, con gracia y dignidad... Y ya me pasé a la parte del por qué verla, así es que sigamos al siguiente párrafo, más mejol...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Como decíamos, en esta peli vemos por fin el potencial que puede tener Pablo Larraín para desarrollar una buena idea y contar una buena historia. No sería raro que en algunos años más, después de que salga "Tony Manero" en DVD, terminaran vendiendo "Tony Manero - Special Edition" con un disco bonus track que contuviera "Fuga", y con el reclamo publicitario de "además de Tony Manero, vea la primera película del director, dos por el precio de uno" (habría que decir "1,5 por el precio de uno", en realidad). Pero volvamos a "Tony Manero" en sí. La historia está contada con enorme simpleza y economía de recursos narrativos, y aunque su argumento es enormemente retorcido, se deja ver bien de principio a fin sin que decaiga en ningún minuto. Y eso que, bien vista, en realidad es una peli casi episódica, en que no hay ninguna trama bien definida, y que lo mismo podría haber empezado o terminado en donde lo hace, que en cualquier otra parte de la biografía de nuestro personaje ficticio. Todo un logro de guión y montaje.

-- La reconstrucción de época. Es que realmente el esfuerzo por recrear lo que fue el Chile 1978-1979-1980 roza la grandilocuencia. Vemos automóviles viejos, autobuses de la época y pintados con la pintura de la época (incluso con ese irónico guiño economicista del cartel que dice "TARIFA: 11 PESOS", cuando hoy en día en el Gran Valparaíso ya se ha empinado rato hace sobre los 500...), monedas de peso antiguas, de las grandotas, cuando tener un peso cabal era motivo de orgullo (no como ahora, que la gente llega a donar los pesos modernos en el supermercado, ante la repugnancia de llevarse esos aluminitos de mierda que ni siquiera tintinean en el bolsillo), música de aquel tiempo, un cine entero recreado más o menos como era la época (y con un notable trabajo de cámara para resaltar lo de época y esconder las otras cosas... ¡y además en la caja tienen un afiche de "Aguirre: La ira de Dios"!), las calles sin graffitis (Pablo Larraín confesó que eso fue una ayudita de una empresa de pintura que se avino a repintar paredes para usarlas de escenarios), la ropa y los peinados... En reconstrucción de época, esta peli deja chica a "Machuca", y eso que ahí ya hacían un trabajo de órdago. Tengo una teoría personal (o gatunal, mejor dicho): creo que Pablo Larraín es un tipo meticuloso y obsesivo hasta lo psiquiátrico, y que esa misma meticulosidad que tanto hizo por hundir a "Fuga" lastrando una historia de por sí imposible con una atmósfera de pomposidad altisonante, acá al tratarse de una peli histórica la levanta y rescata, ayudando poderosamente a construir una otra realidad histórica en la que sumergirse (el síndrome James Ivory, que podrían decirle).

-- Alfredo Castro. Otra acertada decisión de Pablo Larraín fue desprenderse de Benjamín Vicuña, cuyo mejor mérito actoral ha sido haberle interpretado el cuento del tío a Carolina Pampita Ardohain para dejarla preñada de dos cachorros (¿eran dos? nosé-nomeacuerdo-nomeinteresa), y tomar de prota a Alfredo Castro, secundario de lujo en "Fuga", y la razón misma por la que esa peli no se había convertido en una hecatombe absoluta. Alfredo Castro trabaja a su personaje como un psicópata sin emociones ni sentimientos, un sujeto de tipo "quiero esto y lo tomo", que no manifiesta emoción ni culpa alguna en matar. Su retrato de psicópata está por supuesto en las antípodas de las Slasher Movies hollywoodenses, y es mucho más fiel y apegado a la realidad sobre cómo son estos individuos en verdad. Ver a Alfredo Castro en esta peli en realidad mete cuco, porque nunca se sabe con qué saldrá después (y créanme, realmente no se sabe).

-- Se ha dicho de esta peli que constituye una especie de parábola política, que la violencia del wannabe interpretado por Alfredo Castro es en realidad una metáfora de la violencia de la dictadura militar, etcétera. Creo que esta lectura está tratando de ver cosas que no están ahí. Es cierto que la dictadura es un elemento omnipresente de la peli, aunque apenas la veamos en directo (una escena con unos de Investigaciones, otra con un camión de soldados, y otra con agentes de la CNI, ninguna de ellas excesivamente significativas en la trama general de la peli). Siempre habrá sectores inclinados al rojo sangre que tratarán maniáticamente de ver todas las pelis como discursos antidictatoriales, y no siempre es así. No se puede decir que esta peli tome partido a favor o en contra de la dictadura (de hecho, hay personajes que defienden a la dictadura, y que no se puede decir que sean personajes negativos, como por ejemplo la montepiada que aparece al principio). Pero sí creo que interpreta muy bien el presente. Pasaron en Chile los tiempos del toque de queda y de las restricciones a la libertad de prensa, OK (hasta nuevo aviso por lo menos), pero nuestra sociedad sigue igual de violenta que siempre. Ahora los violentistas no ponen amongelatina en postes de luz, sino que andan por los supermercados echando los carritos de compra sobre quién se les ponga por delante, pasándose las luces rojas sin asco, estacionándose en los lugares reservados para inválidos, gloriándose de tener a la mina bien sujeta (y si con cornamenta, mejor), metiéndole mano a la secretaria, dejando de pagar los alimentos para el cabro chico, o demandándolos aunque no se necesiten y simplemente porque el tipo "se fue con otra", estafando al Fisco con los impuestos o explotando inmisericordemente a los trabajadores con contratos de trabajo "de palabra", contratando créditos que después se tendrá la "viveza" de tratar de no pagar para tener algo tan superfluo como el último modelo de TV del mes, forzando a los agnósticos y ateos a seguir leyes de inspiración católica porque todos deberían creer que los carpinteros resucitan y se van al cielo, repitiendo el sacrosanto dogma de que todo hombre que se atreva a levantar cabeza es un femicida en potencia, timbrando documentos para el público en general un día no y otro día tampoco y venga al tercer día si es que quiero hacerle el trámite, malcorrigiendo pruebas a los estudiantes y poniéndoles notas a capricho, botándose a choritos con los profesores y acuchillándolos en su caso, ninguneando a los escritores y artistas que sean mejores que uno para que no levanten cabeza y ser uno la estrellita, y cosas así. En "Tony Manero" vemos a un personaje violento que no llama la atención porque la sociedad chilena está en un contexto de violencia (no importa quién la provoca, la violencia sigue siendo violencia), y en el Chile del 2008, los epígonos de Tony Manero tampoco llaman demasiado la atención por eso, precisamente, porque la sociedad chilena sigue siendo igual de violenta (una violencia más atomizada, quizás, pero violencia a fin de cuentas).

-- Esta peli funciona también como una especie de cuento de hadas a la inversa. Hace algunos años atrás recuerdo nítidamente, en uno de esos programas de "making off", que le preguntaron a George Lucas sobre el secreto del éxito, de cómo había llegado a sacar adelante "La guerra de las galaxias" y cómo se había forrado en pasta (bueno, eso último no, pero iba implícito, claro está, si el programa era yanketa a fin de cuentas), y Lucas, con la mirada perdida en el horizonte, dijo sibilinamente toda aquella caterva de mentiras Disney de que si crees en tus sueños éstos se harán realidad. Todo tan lindo como esas pelis yanketas que siguen la archiclásica fórmula del underdog devenido en wannabe, y wannabe después devenido en winner, estilo "Rocky" (bueno, "Rocky" al menos lo hacía con gracia, pero otras...). Bien, "Tony Manero" es casi una parodia (involuntaria, probablemente, pero parodia a fin de cuentas) de todo ese planteamiento. En la peli, el único tipo que tiene sueños de verdad es nuestro prota, y resulta que los tiene porque es un psicópata amoral y una bomba de tiempo latente para la sociedad (¿latente? No tanto, si contamos la cantidad de muertitos que va dejando a su paso...), y sus sueños ni siquiera se tratan de ser un triunfador en la vida que llegue hasta la cúspide del éxito, la fama y la fortuna, sino simplemente el tener algo tan frívolo e insubstancial como el reconocimiento de que él es el Tony Manero chileno. Los demás, los tipos que no tienen sueños o que los compaginan con el día a día y se conforman, ésos son los tipos normales que de una manera u otra se las arreglan, con su esfuerzo, para salir adelante e indirectamente en contribuir a la sociedad. Esta peli guarda así más que un notable paralelo con "Psicópata americano", también peli sobre un psicópata en medio de una sociedad psicopática, pero ésta yanki y en medio de yuppies ochenteros, mientras que "Tony Manero", como buen producto del Hemisferio Subdesarrollado del planeta, tiene una ambientación de barriada pobre y de vino bigoteado y pancito con pebre. Pero por debajo de estas diferencias de ambientación, la ironía es la misma: algunos psicópatas no sólo no reciben atroces castigos estilo Jason Vorhees al final de la peli, sino que además, sus propias condiciones y cualidades personales, y en definitiva su falta de moral, los convierten en triunfadores dentro de la carrera de la vida. Es casi un sarcasmo, por supuesto, que nuestro héroe haya elegido como modelo a imitar y emular, al personaje de Tony Manero de la peli "Fiebre de Sábado por la noche", que aunque hoy en día es recordada casi como una peli camp, con todos sus bailecitos disco y su atmósfera de suelo de luces cuadriculadas, en su época podía leerse también como una aguda crítica social contra esa juventud descarriada y que en realidad no iba a ninguna parte, y que en el único lugar en donde podían llegar a ser alguien, era en algo tan insubstancial como ser el mejor bailarín en la disco durante los fines de semana. Y es muy probable que eso no sea casual. Después de todo, Raúl Peralta no sólo es un émulo de Tony Manero, sino que es un narcisita wannabe igual que Tony Manero, o podríamos decir, un Tony Manero sangrientamente pasado de roscas. Bueno, la juventud actual muchas veces es como Tony Manero, y Raúl Peralta es como quizás hubiera sido Tony Manero, si hubiera crecido en el Tercer Mundo.

IDEAL PARA: Ver una inteligente parábola sobre la violencia de la sociedad actual, y una completa tomadura de pelo contra el discurso del American Dream.

OTRAS PÁGINAS SOBRE "TONY MANERO".

-- (Ir a la página) Comentario en Inoportuna.
-- (Ir a la página) Comentario en El Quinto Infierno.
-- (Ir a la página) Pseudocomentario cultureta "Qué Intelectual Escribo" sobre la peli.
-- (Ir a la página) Comentario en El Otro Cine.
-- (Ir a la página) Comentario en POTQ.cl.
-- (Ir a la página) Comentario de Carlos Correa Acuña.
-- (Ir a la página) Comentario en El Bluff.
-- (Ir a la página) Comentario en Algunos Vicios Secretos.

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