Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
Páginas
▼
domingo, 20 de julio de 2008
"Petróleo sangriento" (2007).
-- "There Will Be Blood" (título original en inglés), "Pozos de ambición" (título en España). Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Paul Thomas Anderson.
-- Actuación: Daniel Day-Lewis, Paul Dano, Dillon Freasier, Ciarán Hinds, Sydney McCallister, David Willis, Hans Howes, Kevin J. O'Connor, Russell Harvard.
-- Guión: Paul Thomas Anderson, vagamente basado en la novela "Petróleo", de Upton Sinclair.
-- Banda Sonora: Jonny Greenwood.
¿DE QUÉ SE TRATA?
En una época anterior a los grandes rascacielos corporativos, a los yuppies escuchando Phil Collins o chipún-chipún tecnoyonki, o a la interconectividad mundial, hubo un tiempo en que todo era desierto y cenizas, y en medio de eso, los esforzados pioneros del capitalismo picaban la piedra para ver qué podían depredar al entorno. Uno de ellos es Daniel Plainview, quien en un mismo día tiene la bendita estrella de descubrir un filón que mana petróleo, y la maldita estrella de partirse la pierna. El tiempo pasa, los años se suceden, y el crecimiento de la actividad petrolera empieza a llevar la civilización hacia los desolados parajes en donde no crece la hierba ("adiós a nuestro equilibrio ecológico"...). Daniel Plainview es ahora un potentado petrolero, un antepasado lejano del J.R. de "Dallas", al que le llega un interesante rumor sobre un lugar en que, ¡aleluya!, el petróleo está tan a flor de la superficie, que mana directamente hacia ella. Aguantándose las ganas de relamerse, decide marchar a inspeccionar, junto con un bebito al cual ha adoptado después de que un compañero ha pasado a mejor vida, cortesía de una viga que cae en el momento y en el lugar clave para dejar huerfanito al niñato. Pero no sabe lo que pasará cuando llegue al pueblo. Porque allí se encuentra con que la Autoridad Suprema es nada menos que... ¡CHACHAAAAAÁN! ...esa tan autóctonamente figura estadounidense que es el curandero milagroso que habla como un poseso, y en vez de enviarlo al sanatorio por esquizofrenia, todos dicen que, "miren, si hasta habla con Dios"... Daniel Plainview hará entonces el mayor negocio de su vida. O no. Porque, ¿podrá el todopoderoso Dios Dólar vencer al Representante de Cristo en la Tierra? (eso, por muy lunático que sea el Representante, pero un vicario es un vicario a fin de cuentas, ¿no decía San Agustín que no es el obispo quien bautiza sino Cristo quien bautiza...?). Hagan sus apuestas, señores. ¡Qué! ¿Algún problema con apostar? Mi Dios, que poco yankis son ustedes, no tienen espíritu de especuladores...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Hay ciertas cosas sagradas en Estados Unidos con las que no se juega. La religión, por ejemplo. Ya saben la batahola que se armó con "La última tentación de Cristo". El sexo con adolescentes, otro ejemplo: si en el cine te encamas con una chica menor de edad, debes ser castigado con perder el matrimonio, etcétera. Lo que origina la paradoja de que la chica más deseable es la que tiene 18, y después el largo declive, porque te venden el mito de la nubilidad adolescente con bikini en cuanta peli y publicidad te encuentras. Un tercer ejemplo, muy relacionado con el anterior: el capitalismo. Prueba a ser ligeramente crítico con el espíritu pionero de libre empresa, y a ver cómo te va. Incluso en tiempos de enorme desprestigio de la clase corporativa empresarial como en la Era Bush, George Lucas tuvo que poner a la maligna Federación de Comercio como pobrecitos peones manipulados por el malvado Darth Sidious o Darth Sidius o como se escriba, para librarlos de responsabilidad. Lo que origina algunas severas contradicciones, porque a veces la crítica a la religión vende y eso es capitalismo, ¿no? (véase "Estigma" o cosas similares). En cuanto a las menores de edad no es tanto el problema, porque en los Yueséi las agarras a huevo en la calle, o bien haces outsorcing y haces turismo sexual para darle por el culo a alguna prostituta thai en uno de esos deprimidos países esteasiáticos. Tiene que haber una crisis muy fuerte para que en Estados Unidos se cuestione el sacrosanto principio del capitalismo, o que se atrevan a tocarle los huevos a la religión (en particular a la cristiana, porque hay que ver cómo ridiculizan a los musulmanes en las pelis, haciéndoles gritar "allah allah ajalalah ajalalaliyah ahalalah" como posesos, como si los propios telepredicadores no fueran tanto más ridículos gritando "¡aleluya!" en perfecto hebreo). Una de esas crisis se vivió en 1929, cuando la economía se fue al demonio en la Gran Depresión, y hubo que dejar el dogma capitalista de lado para potenciar un fuerte intervencionismo estatal (el New Deal o "Nuevo Trato" del Presidente Franklin Delano Roosevelt). Es lo que pasa cuando dejas a los capitalistas solos y sin control: creas una burbuja de especulación financiera que se retroalimenta a sí misma, porque todos los que compran valores quieren venderlos más caros, aunque ese mayor valor no tenga otro respaldo sino la especulación misma y no un incremento substancial de los bienes... Pasa de tarde en tarde cuando dejas a los capitalistas funcionar a sus anchas y sin controles estatales, como bien saben los que siguieron las viscicitudes de la Nueva Economía y la Burbuja Punto Com a comienzos del 2000. Bien, volvamos a 1929. En aquellos años, por aquello de la crisis del capitalismo, se volvió guay hacerse socialista, y muchos escritores explotaron la vena de la crítica al sistema americano. Ya vendría el Macartismo un cuarto de siglo después a cortarles las alas. Entre esos escritores estaba Upton Sinclair, que escribió una novela llamada "Petróleo", en la que vagamente se basó Paul Thomas Anderson para escribir el guión de esta peli. Peli que hubiera sido imposible rodar hace diez o quince años atrás, cuando en plena Era Clinton era pecaminoso criticar al capitalismo desatado. Ahora, después de la explosión de la Burbuja Punto Com, la quiebra de Enron, la desaceleración económica provocada por George Bush y el recargo a la economía estadounidense provocada por la Guerra de Irak, el clima es apto otra vez para revisar los orígenes y fundamentos del capitalismo. Inch'Allah.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Dentro de los sacrosantos cenáculos de la clase de los opulentos, tan dispuesta siempre a gastar el dinero en tonterías tales como hagiografías y panoplias genealógicas, es herejía mencionar la triste e ineludible realidad histórica según la cual sus antepasados no fueron puestos en el Paraíso el Día de la Creación con todas sus moneditas listas para perpetuarlas en la descendencia, sino que hubo un tiempo en que sus ancestros andaban con el rabo al aire y mendigando antes de que alguno pudiera rapiñar su fortuna depredando al medio ambiente, o bien a otros seres humanos. Grandes potentados que mueren en aroma a santidad empresarial tienen por abuelos a corsarios y filibusteros (en sentido real o figurado) y por bisabuelos a vulgares taberneros, bataclanas o pordioseros. Esta peli refleja eso de una manera muy cruda. Daniel Plainview consigue alcanzar un gran estatus en la vida, pero ¿cómo...? La respuesta: con un golpe de suerte, manipulando o presionando a la gente, siendo rudo y despiadado, y en definitiva riñendo con todos esos valores que podríamos llamar "cristianos". Lo aterrador de esta peli, para el espectador advertido, no es que Daniel Plainview sea un tipo demoníaco más allá del bien y del mal, una anomalía en la naturaleza, sino que de esa manera están hechos todos los "emprendedores". Porque para obtener ganancias, alguien tiene que perder (los inversores, los obreros, o en última instancia el medio ambiente al que se trasladan los costos de producción). Si alguien hubiera encontrado otro medio de hacerse rico, ésta sería la Ciudad de Dios. Obviamente no lo es, basta con mirar por la ventana hacia afuera. Queda Entonces Demostrado...
-- Si creías que esto era la clásica peli maniquea sobre el bien y el mal, dándote sermones sobre lo malo malísimo que es profitar del prójimo, mira otra vez. El representante de la religión es pintado también con tonos sombríos y repelentes. Daniel Plainview es un bastardo arrogante y psicótico, vale, pero su contraparte, el iluminado Reverendo Eli, no lo hace mejor. Dentro de su mentalidad, todo lo que haga (incluso lucrarse con sus fieles o su iglesia) está justificado porque él está con Dios y Dios está con él. Como tantos popes, ayatolas y bonzos de otros tantos tiempos y lugares, ni se plantea la idea de que a lo mejor debería dejar a Dios escoger sus propios amigos, en vez de hacerse el cargante con él. Estamos en las antípodas de ese clásico cine negro en donde no importa que la pantalla estuviera literalmente inundada de mafiosos, siempre había un sacerdote (de preferencia católico) como gran figura moral de autoridad, afeándole a los malandrines su conducta deshonesta. Estas prevenciones morales ya no corren. Lo que cuenta es retratar la realidad, el mundo de verdad, aquel en que nadie ha podido ofrecer nunca una prueba tangible de hablar directamente con Dios, y aún así hay crédulos que se dejan embaucar por su propia necesidad psicológica de ser usados y abusados. En esto, la peli tampoco se queda atrás.
-- ¿Diré que es una peli muy de Paul Thomas Anderson? Sí y no. Lo que sí es claro, es que la adaptación sobre el material original de Upton Sinclair es bastante por la tapa y la segunda página, porque el resto no refleja preocupaciones sociales por ninguna parte (no he leído la novela original, pero conociendo a mi buen amigo Sinclair, y el prurito socializante de la literatura estadounidense de los '30s en general, me extrañaría que no fuera así). Paul Thomas Anderson, recordemos, es bien conocido por pelis mediocres sobre caída y redención como "Boogie Nights" o "Magnolia", con un ideario ideológico fuertemente reaccionario y conservador (hay que ver la de pellejerías que deben pasar los protas de sus pelis para encontrar el Camino y la Verdadera Luz). Podríamos pensar que "Petróleo sangriento" va a ser otro cargante discurso apologético sobre el Dios Furioso y Vengador, el Yahveh Sabaoth, Señor de los Ejércitos, presto a la ira y tardo en misericordia, que castiga los pecados de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación. Y en un momento de la peli pareciera ir por ese rumbo. Pero no. Algo se ha quebrado en el intertanto. Quizás Paul Thomas Anderson maduró. Ahora ve las cosas con otra perspectiva, no con fiero zelotismo pseudocristiano. Y esto se agradece. Por primera vez, Paul Thomas Anderson no actúa como un Juez Supremo premiando o condenando a sus personajes. En vez de eso los deja crecer y desarrollarse a sus anchas. Y vio Paul Thomas Anderson que esto era bueno, y atardeció y amaneció el día sexto.
-- Otro aspecto curioso de la peli es su carácter de Western crepuscular y contestatario, algo que debe ser más que pura coincidencia, habida cuenta de que es del mismo año que "Sin lugar para los débiles" (de hecho, ambas pelis se estaban rodando al mismo tiempo a sólo unos pocos kilómetros de distancia, en Texas, y cuando hubo que filmar una secuencia de incendio de pozos petroleros, enturbiaron tanto el aire con humo que en lo de los Hermanos Coen tuvieron que suspender el rodaje un día entero para esperar que el aire se aclarara... eso es ser buen amigo, thanks bro...). El Western es la más prototípica y yanki de las formas artísticas (¿?) creadas por Estados Unidos, es la épica o discurso fundacional de su nación, y es sintomático que en el 2007 hayan coincidido dos Western crepusculares rodándose al mismo tiempo y casi en el mismo espacio, y ambas criticando ese legado yanketa desde trincheras distintas (la crítica del capitalismo por un lado, la del héroe midwest en el otro).
-- El gran mérito de la peli recae, por supuesto, sobre los hombros del gran Daniel Day-Lewis, cada vez más distanciado del cine, y que accedió a regresar al plató después de un rol fastuoso en "Pandillas de Nueva York". Su perfomance es enormemente fina. Su personaje queda cojo, y se las arregla para transmitir esa cojera con movimientos tan sutiles, que debemos ver bien para descubrir que, en efecto, su personaje arrastra la pierna. Es capaz de mostrarse a la vez con encanto, con rudeza, y con sentimientos propios. Es un psicópata, sí, pero él no tiene más que una vaga conciencia de serlo. Todo eso es perceptible en uno de los mejores papeles que ha salido del cine yanki de la década del 2000. Se come con zapatos a todo el resto del elenco, y eso que los demás están cada uno soberbios en sus papeles. En particular se lleva aplausos Paul Dano como el Predicador Eli, en un rol que a veces parece ser una gran autoridad moral, y a veces pareciera ser un pobre desgraciado esquizofrénico, y aún oligofrénico. Tampoco lo hace nada de mal el minúsculo Dillon Freasier, que según se sabe no es actor profesional, pero hace un gran papel como chico sordo, y consigue que simpaticemos con él a pesar de tener ese grave defecto en cualquier buen personaje, que consiste en ser un niño.
-- El soundtrack. Admitámoslo, esta peli a ratos puede tener mucha acción (ver estallar un pozo petrolero siempre mola, en particular si el asunto es rodado sin CGI), pero en otros trechos es más que un poco morosa, y se hubiera beneficiado de un recorte de metraje de una media hora, más o menos (pasa de las dos horas y media). Pero en lo que el ritmo dramático o del guión a ratos no consigue, la música obra el milagro. La banda sonora es opresiva e irritante, y ayuda poderosamente a crear un clima enrarecido en torno a las peripecias de Daniel Plainview.
IDEAL PARA: Ver una devastadora revisión del American Dream, con sólidos actores y una estupenda realización.
OTRAS PÁGINAS SOBRE "PETRÓLEO SANGRIENTO":
-- (Ir a la página). Entrada en IMDb.
-- (Ir a la página). Artículo de la Wikipedia en inglés.
-- (Ir a la página). Comentario en Le Criticon.
-- (Ir a la página). Comentario en Profílmico.
-- (Ir a la página). A propósito de la visión del capitalismo según esta peli.
-- (Ir a la página). Comentario en Disorder.cl.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, subtítulos en español].
No hay comentarios.:
Publicar un comentario