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domingo, 13 de abril de 2008

"El amor en los tiempos del cólera" (2007).


-- "Love in the Times of Cholera". Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Mike Newell.
-- Actuación: Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno, Benjamin Bratt, Unax Ugalde, John Leguizamo, Liev Schreiber, Catalina Sandino Moreno, Fernanda Montenegro, Laura Harring, Angie Cepeda, Marcela Mar, Alicia Borrachero, Héctor Elizondo, Ana Claudia Talancón, Indhira Serrano, Paola Turbay, Noëlle Schonwald, Patricia Castañeda, Catalina Botero, Juan Angel.
-- Guión: Ronald Harwood, basado en la novela de Gabriel García Márquez.
-- Banda Sonora: Antonio Pinto.

-- "El amor en los tiempos del cólera" en IMDb.
-- "El amor en los tiempos del cólera" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Un vejete trata de subirse arriba de un árbol y agarrarse a un papagayo que le está haciendo el ahora sí y ahora no. Y se viene abajo con toda su humanidad. Funeral seguro, claro está. Esa misma noche, la viudita recibe una visita. Se trata de un antiguo pretendiente, que viene a recordarle sus votos de quererla, serle fiel y todo eso, la friolera de 51 años después. Y luego, por un largo racconto estilo "Lost", nos enteramos de qué va el asunto. Se habían conocido a finales del XIX, pero por esas convenciones narrativas propias del culebrón latinaca, ambos amantes, que sólo lo habían sido por carta, para hacerlo más de folletín, se ven obligados a separarse. Después, ella ha caído casualmente en la mira de un prominente médico que quiere hacerle el diagnóstico de su vida a la damita (este médico es el vejete que medio siglo después morirá tratando de agarrar a un loro arriba de un árbol). Años después, ambos amantes tendrán ocasión de reencontrarse en un mercado, pero entonces todo ha cambiado, ahora la antigua y calenturienta adolescente es una señorita bien que no mira a los extraños, y pues bien, el romance es ahora imposible, ni siquiera como la manzana del amoh prohibidoh. Y nuestro ahora despechado prota hace lo que todo hombre de pro, o sea, recuerda a su amada con todo su corazón y sigue rogando por la oportunidad de que llegue a su vida alguna vez, pero eso sí, sin contenerse, que no se la va a pasar medio siglo sin mojar, así es que mientras se envejece con el corazón puro, su cuerpo se dedica a bailar a cuanta sandomba colombiana y extranjera se le ponga a tiro de pichón. Y así llegamos otra vez al comienzo, a los 51 años y algo cumplidos, y entonces...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

A estas alturas del partido, pocos podrían dudar que Gabriel García Márquez es uno de los titanes de la literatura latinoamericana del siglo XX, y por qué no decirlo, uno de los Top Ten del entero siglo XX. Se labró merecidamente su lugar con la novela "Cien años de soledad", y digámoslo fuerte y claro, después se dedicó a profitar de lo mismo, porque habiéndole dado patente de naturaleza al realismo mágico (que por cierto, ya existía antes, por obra de Arturo Uslar Pietri, Alejo Carpentier, Juan Rulfo... sólo que nadie había bautizado a la bestia), era hora de explotarlo comercialmente, maniobra que tuvo pleno éxito en el mundo anglosajón, medio ahogados ya en los '60s y '70s por los clones wannabies tolkienianos, y que vieron en esos parajes selváticos y bochicas una respuesta a la vez intelectualoide y fantástica contra esos sucios elfos y enanos resucitando el hacha de la Völkerwanderung postimperialromana. Como ha sucedido antes (la novela de caballerías, la novela gótica, etcétera), el realismo mágico terminaría agotándose prematuramente gracias a la clonación intensiva, con el propio García Márquez enrolado en primera fila en echar a andar la Xerox, así como la Dragonlance terminó por restarle cualquier seriedad que pudiera quedarle a la Tierra Media. Con todo, Gabriel García Márquez era demasiado de su tiempo (intelectualoide, Latinoamérica, '60s...) como para no ser de izquierda, y por lo tanto, veía con asco-horror-espanto una adaptación hollywoodense de sus obras. Pero de a poquitito se habían ido abriendo paso algunas obras suyas hacia pelis ("Crónica de una muerte anunciada" en 1987, "El coronel no tiene quien le escriba" en 1999...), y aunque se resistía y Hollywood no y Hollywood no, al final dijo Hollywood sí por una substanciosa cantidad de dinero, y la promesa, eso sí, de que no sería una adaptación muy very Hollywood. El resultado fue... Pues bien, cómo decirlo... Es un raro híbrido entre culebrón colombiano y producto finamente terminado de Hollywood ("finamente terminado" en el sentido de "con pretensiones de cine arte").

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una adaptación relativamente fiel de la obra de Gabriel García Márquez. Seguramente a los garciamarquianos más puristas irritará tales o cuales cosas (sacar todo lo relativo al loro ése y hacerlo aparecer tres segundos en pantalla, no tiene perdón de Dios), pero para quienes consideramos que la novela es un muermo de 500 páginas, cuya anécdota podía perfectamente haberse condensado en 200 a 250, podemos estar de plácemes. De hecho, los estudiantes secundarios que en uno de esos raptos de flojera tan inusuales y esporádicos en los de su condición, decidieran ver la peli en vez de leer el libro como lectura obligatoria, podrían rendir solventemente una buena prueba en el cole (por otra parte, las cabezas de esa clase de estudiantes suele ser un yermo de neuronas, así es que no se gana demasiado tampoco, pero en fin...).

-- Es un culebrón. Ya sé lo que me van a decir, que cómo un culebrón puede ser gran arte, y en cualquier caso un mérito, que para culebrones ya tenemos a Corín Tellado y "Melrose Place". Pues bien, desde siempre Gabriel García Márquez ha reconocido sus deudas con la literatura folletinesca decimonónica de toda la vida, además de haber participado de una manera u otra en varias producciones culebronescas para la TV colombiana, así es que pedirle otra cosa es muy difícil. Por lo tanto, en este caso que sea un culebrón es un mérito. Y quienes criticaron la peli por ser eso, un culebrón, es que no se han enterado de nada. Si no les gustan las telenovelas, pues no se metan acá. A mi no me gustan, por lo regular, pero yo iba advertido, y no me tomaron por sorpresa. Y el que avisa no es traidor...

-- En cuanto a la realización en sí... Pues bien... Tiene sus puntos a favor y en contra. Que el director sea un británico le añade un plus, porque en general ellos por angloparlantes tienen la empatía necesaria con el mercado hollywoodense, pero también distancia de su efectismo y tremendismo visual; que el honor haya recaído en Mike Newell es algo menos grandioso, ya que el currículum de Newell no es demasiado lucido, habiendo alcanzado su punto álgido con la discreta y simpática "Cuatro bodas y un funeral", y teniendo a su haber pelis bienintencionadas pero simplonas como "La sonrisa de la Mona Lisa" y "Harry Potter y el Cáliz de Fuego" (la cuarta entrega, y la más débil de todas hasta la quinta, al menos). Javier Bardem como prota ofrece una interpretación bastante formalita, aunque no tiene mucho que hacer considerando que trata de mostrarse enormemente arrobado por una Giovanna Mezzogiorno que ya había dado quebraderos de cabeza en la sobrevalorada cinta italiana "La ventana de enfrente" (multipremiada en su patria y desconocida afuera, y con razón), y que aquí simplemente no consigue dar con la nota. La gran sorpresa es que el tercero en el triángulo viene interpretado por Benjamin Bratt, a quien lo conocíamos de palomitero en "Miss Simpatía", y que aquí está virtualmente irreconocible, y hasta se nos antoja más simpático que el propio prota.

-- El resto está en su lugar. Está grabada, no diré en locaciones, pero en Latinoamérica (no en México, como es usual en las producciones hollywoodenses supuestamente ambientadas en el Cono Sur), y eso se nota en el feeling y el ambiente alrededor. Con decir que las imágenes resisten incluso las melosas y ultramalcantadas canciones de esa perpetradora de atentados contra la Declaración Universal de Derechos del Melómano que es Shakira, ya nos expresamos con claridad. Y no hay mucho más qué decir, a favor o en contra.

IDEAL PARA: Darse una idea de qué va Gabriel García Márquez, sin tener que sufrir en exceso la visión pastoral/etnofolclórica propia de Hollywood sobre el realismo mágico.

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