Páginas

jueves, 6 de marzo de 2008

"La vida de los otros" (2006).


-- "Das Leben der Anderen". Alemania. Año 2006.
-- Dirección: Florian Henckel von Donnersmarck.
-- Actuación: Ulrich Mühe, Martina Gedeck, Sebastian Koch, Ulrich Tukur, Thomas Thieme, Hans-Uwe Bauer, Volkmar Kleinert, Matthias Brenner, Charly Hübner, Herbert Knaup, Bastian Trost, Marie Gruber, Volker Michalowski, Werner Daehn, Martin Brambach.
-- Guión: Florian Henckel von Donnersmarck.
-- Banda Sonora: Stéphane Moucha y Gabriel Yared.

-- "La vida de los otros" en IMDb.
-- "La vida de los otros" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Hay dos funcionarios que son uña y mugre, porque uno es el superior jerárquico, siempre mirando hacia las estrellas (no de distraído, sino de ambicioso), y el otro es el fiel suche que hace más o menos lo que hay que hacer, para ganarse el puchero y seguir al alero de alguien que lo proteja. De pronto, hasta nuestra singular pareja llega un trabajillo no muy santo. O sea, incluso no más santo que de costumbre. Porque, no lo habíamos dicho, nuestro par de Meinherzfürdich no tienen un oficio cualquiera, ¡oh, no, mein lieben Leser! Su oficio es vigilar lo que el título de la peli dice, o sea, las vidas de los otros, porque para eso son de la Stasi, la temida policía política alemana que operó en ese tiempo de nubes opacas, entre la nube opaca del Tercer Reich y la otra nube opaca de la Reunificación, en este maldito lugar opaco llamado Planeta Tierra. El trabajillo ahora consiste en vigilar a un escritor, que por formar parte del gremio que integra, pues bien, ya sabemos lo ultraindividualistas que son los artistas, poco apegados al apropiado respeto y a la debida obediencia, Mein Freund!, de manera que debe vigilársele por el bien del Reich, perdón, del Estado. La orden que recibe el suche es que debe encontrar cualquier cosilla que comprometa al escritor, porque, verán, no es que nadie tenga sospechas de veritas sobre él, no más que sobre el resto de los y tantos millones de siervos de la gleba de la RDA, sino que el escritor tiene a bien comerse a una actriz que, ya un tanto madurita y todo, tiene carita graciosa y unos neumáticos que ya se los quisiera el Kremlin para los vehículos de la KGB, y esa actriz está en la mira de alguien importante. Todo habría resultado como debería, pero por desgracia el hombre es fuego, la mujer estopa, viene el diablo y sopla, y nuestro suche de pronto descubre que tiene sentimientos y suenan liras en su corazón, nada más ver a la actriz (y van...: tiene babeando a un escritor, a un ministro, a un espía...). Y si ya con eso el panorama se ponía complicado, porque ahora el espía empieza a jugar a dos bandas, que si se mete en la vida conyugal, que si le echa agua fría en el miembro al ministro, etcétera, las cosas se ponen incluso peor, porque un amiguete del escritor se suicida, y éste decide comprometerse (hay que ser, si tiene la vida hecha...), armando un complot literario contra el gobierno naz... perdón, comunista de la RDA. Con el tipo esforzándose por cavar rapidito su propia tumba, el espía dudando entre su deber filial para su bienamada República Popular y esos mezquinos sentimientos amorosos, y las presiones que vienen desde arriba, el asunto sólo puede terminar de una manera. O no...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Cada nación tiene sus propios traumas que exorcisar. Estados Unidos tiene que recordarse cada cierto tiempo que ellos son el baluarte de la democracia y los derechos humanos, porque si no lo hacen, capaz que terminen escuchando los gritos de los presos políticos de Guantánamo y acaben por (¡horror!) tomar conciencia de sí mismos. Chile ha tenido un largo derrotero expurgando los fantasmas de la dictadura militar y de la tirada de muertos que dejó. Y Alemania lleva el récord de tener dos pesados cadáveres en menos de sesenta años, cuales son el Tercer Reich y la República Democrática Alemana (¿por qué las repúblicas que se llaman "democráticas" nunca lo son?). Ya hay varias pelis ajustando cuentas con el pasado nazi de Alemania (las adustas "Mefisto" o "El tambor", o la más marchosa "Los doce del patíbulo: La siguiente misión"...). Ahora falta la hornada de pelis ajustando cuentas con el pasado de la RDA. Ya están viniendo. Ya están aquí. Ahora sólo falta una peli yanki que haga un mea culpa con Guantánamo, y estamos bien. O no, porque de hacer barbaridades el ser humano no se cansa, y después de un Ramsés siempre tenemos un Genghis, y después de un Genghis siempre tenemos un Napoleón, y después de Napoleón... ya se saben el resto.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Partamos por el tratamiento del tema. Esta peli tenía todos los ingredientes para ser un tostón: 1.- Es europea, y peor aún (1.a.-), es alemana (o sea, podía ser un ladrillo sin elipsis narrativa); 2.- Es sobre el pasado horrible de la Alemania comunista (o sea, podía ser una lacrimógena peli de denuncia al uso); y 3.- Es sobre la violación de la intimidad (o sea, podía darnos para una enorme tabarra filosófica sobre cómo la vida moderna nos aliena y nos convierte en el otro al que estamos observando, mientras este otro nos observa especularmente). Quienes hayan visto bloques de cemento como "La ventana de enfrente" o "Caché escondido" saben a qué me refiero (o no, porque nunca falta el cultureta que reivindica estas pelis, y hasta les da un puñado de Premios Donatello)... Pues bien, "La vida de los otros" esquiva todos estos tópicos. No quiero decir con eso que es una comedia romántica e insubstancial, ¡oh no! La peli es densa y tiene su peso específico, pero el tratamiento no es europeo, entendiendo "europeo" en el peor sentido posible (o sea pesado, plúmbeo, cultureta, elipsifóbico, discursivo, pedante, etcétera). De hecho, se hace bastante ágil, a pesar de durar sus buenas casi dos horas con veinte, y de un final un tanto largo, pero que más o menos se explica a sí mismo y le da un sentido un poco más relevante a los hechos de la peli.

-- El tema de la peli es bastante peliagudo, y puede ser visto en cierto modo como la respuesta crítica a Orwell (a propósito, sobre el mismo tema, "1984" era otro ladrillazo... por suerte que después hicieron "Brazil"). Todos los regímenes políticos han tenido la "necesidad" de controlar la actividad de sus propios ciudadanos, "por su propio bien", pero todos ellos afrontan el reto de conseguir que los políticos no se aprovechen del conocimiento privilegiado obtenido por los espías para su propia agenda política, y de que los propios espías se dediquen a lo suyo en vez de trabajar por su propio peculio (algo de eso veíamos en "El buen pastor"). En esta peli vemos como todos esos desperfectitos pueden terminar por salir mal. Algunas situaciones son bastante de peli, por cierto (el espía que se queda baba-baba-baba por la actriz, y se decide a privilegiar esto por sobre su condición de Stasi), pero no pocas veces los topos y contraespías han hecho lo que han hecho por los motivos más raros e inverosímiles. Como alguna vez dijo Isaac Asimov de la novela orwelliana: es un absurdo porque nadie puede mantener controlado a todo el mundo las 24 horas del día, y además, nadie puede mantener perfectamente controlado a quienes ejercen dicho control, y que tienen la mala costumbre de empezar a mandarse a sí mismos (léase J. Edgar Hoover, entre otros).

-- Las actuaciones de la peli son notables. Ulrich Mühe, con su eterna cara de pobre diablo, está más que brillante como el plomizo espía que con su, ejem, "infatuación" (OK, digámoslo: con su calentura) se encarga de echar al traste todo lo que otras mentes más brillantes y maquiavélicas han planificado (a ratos pareciera venir de la escuela de Buster Keaton o Stan Laurel... de no ser porque la situación es demasiado dramática como para tomársela a risa). Martina Gedeck está brillante como la actriz que a primeras se nos antoja grande porque medio elenco anda babeando por ella, pero que a medida de avanzar el metraje, descubrimos sus más que numerosos defectillos... y digamos que no es una heroína, de ninguna manera (podríamos contar las decisiones progresivamente estúpidas que va tomando, con las cuentas de un rosario); y ya sabemos que las actrices son demasiado egocéntricas y exhibicionistas per se, como para resultar criaturas medianamente interesantes, por no hablar de saludables para la comunidad. El resto de los roles están un tanto de comparsas, en papeles un poco más estereotipados, pero acompañan bien. De hecho, no se puede decir que haya ninguna actuación mala o débil en esta peli, lo que ya es decir (a ver de cuántas hollywoodenses pueden decir eso).

IDEAL PARA: Ver una interesante peli sobre lo difícil que es montar un servicio de espionaje en donde la gente haga lo que debe, en vez de sacar la vuelta como un perro.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario