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domingo, 4 de febrero de 2007

"La comedia del poder" (2006)


"L'Ivresse du pouvoir". Dirigida por Claude Chabrol. Protagonizada por Isabelle Huppert, François Berléand, Patrick Bruel, Marilyne Canto, Robin Renucci, Thomas Chabrol, Jean-François Balmer, Pierre Vernier. Alemania/Francia. Año 2006.

¿De qué se trata?
Un tipejo que no tiene el calado intelectual ni moral de la gente como General Gato, y que por ende se ve obligado a refugiarse en sus millones para poder presumir de ser alguien en la vida, trata de arreglar algunas cosas por celu mientras sale de su edificio corporativo, sólo para ser agarrado afuera por agentes de las fuerzas de orden y seguridad. La fiesta bombástica ha comenzado, porque una jueza de hierro con el sobrenombre de "La Piraña" (muy bien colocado, por cierto), ha iniciado la investigación de un grupete de joputas que se lleva el dinero de los contribuyentes para la casita, con algunos expedientes contables diversos de por medio. Y mucha gente va a pagarlo: los ladrones por supuesto, pero también el entorno familiar de la jueza, cuya dedicación casi obsesiva por transformarse en el brazo armado de la ley (armado de códigos, vale, pero armado a fin de cuentas) va a ir en desmedro de todo su entorno. Nada la va a detener en su manía por interrogar gente, por cierto, pero en determinado punto, cabe preguntarse si no sería mejor que algo la parara, en definitiva...

El espíritu de los tiempos.
"I'm sorry, democracy has changed"... cantaba Killing Joke hace algunos años. La verdad es que no ha cambiado, sino que está muerta. El eficientísimo sistema de la tripartición de poderes que inventó Montesquieu y sus secuaces no ha sido impedimento para que un grupo de ya-sabemos-quiénes se las arreglen para robarse las finanzas de naciones enteras. El asunto de "La comedia del poder" está vagamente basada en un asuntillo francés, pero ahí están los manejos financieros de George W. Bush con sus amiguetes de Halliburton para reconstruir Irak, la manera champañesca en que Carlos Saúl Menem quebró literalmente a Argentina, o la burda manera en que un puñado de politicastros muertos de hambre durante la dictadura militar de Chile se agruparon para robar en el MOP y en Chiledeportes, entre otros que por influencias tras bambalinas, nunca se investigaron (mucho). ¿Qué hace una democracia moderna para aniquilar a esos enemigos de la República y del bien común? En las pelis de Hollywood tenemos a un Schwarzennegger listo para deshacerse de la escoria, pero ¿y en el mundo real...?

¿Por qué verla?
- Esta película pone el dedo en la llaga respecto de una pregunta capital: ¿qué pasa cuando se hace lo correcto, pero no por las razones correctas...? La jueza que se aboca a hacer justicia y perseguir a la banda de maleantes de cuello y corbata está sin lugar a dudas haciendo lo que debe hacer, sin dejarse amedrentar por la prepotencia de señorones rotos metidos a gente, pero ¿lo hace de verdad por un afán de justicia? Si esto fuera "JFK" y otras pelis hollywoodenses sobre abogados o jueces idealistas luchando contra un sistema corrupto, lo daríamos por sentado, observando cómo el héroe impoluto e inmaculado se opone a los sórdidos designios rivales. Sin embargo, queda bien en claro a lo largo de la película que en verdad la jueza no es una estoica guerrera de la libertad, sino una persona ávida de figuración, con un enorme vacío existencial que trata de rellenar haciendo el papel de "la dura" y "la implacable". Y esto es especialmente visible en el trato despectivo que le da a su familia, a la cual no valora en absoluto, y frente a la cual se comporta como una chiquilla con su caro juguete nuevo. La democracia no corre peligro con gentes como ella, sino por el contrario, claro está, pero uno puede buenamente preguntarse, ¿ésa gente son "los buenos"? ¿Puede ser un acto éticamente aceptable si las motivaciones tras ese acto son, como mínimo, discutibles...?
- La trama de la peli es hiperrealista. Todo se arregla (o no) en medio de conversaciones de pasillo y en restaurantes caros, como es más o menos en la vida real. No hay trepidantes escenas de acción con matones armados con pistolas de silenciador, ni aparatosas persecusiones policíacas, ni giros de tuerca en la trama para hacer aparecer como villano al más inesperado de los personajes, ni ninguno de los facilones recursos del cine hollywoodense (no es que estemos en contra de eso, porque después de todo tiene que haber espacio para el cine de entretención, pero a veces abusar de ciertos recursos narrativos cansa su resto)...

IDEAL PARA: Enterarse de cómo se arreglan, o tratan de arreglar, las cosas políticas tras bambalinas, y de plantearse un par de dilemas éticos como cortesía de la casa.

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