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jueves, 27 de abril de 2006
"Bajos instintos 2: Adicción al riesgo" (2006).
-- "Basic Instinct 2: Risk Addiction". Estados Unidos. Año 2006.
-- Dirección: Michael Caton-Jones.
-- Actuación: Sharon Stone, David Morrissey, Indira Varma, Charlotte Rampling, David Thewlis, Hugh Dancy, Anne Caillon, Iain Robertson, Stan Collymore, Kata Dobó, Flora Montgomery, Jan Chappell.
-- Guión: Leona Barish y Henry Bean, sobre el personaje creado por Joe Eszterhas.
-- Banda Sonora: John Murphy.
-- "Bajos instintos 2: Adicción al riesgo" en IMDb.
-- "Bajos instintos 2: Adicción al riesgo" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Un automóvil deportivo último modelo corre por las calles de Londres a 160 km/h. A bordo maneja Catherine Tramell, mientras le mete mano "ahí" un negro musculoso, y medio atontado. El automóvil se estrella (¿es estrellado intencionalmente?) contra una baranda, se sumerge en el río, y Catherine Tramell consigue escaparse. Scotland Yard se pone suspicaz, porque aparecen algunas jeringas, parece que el copiloto (una estrella de fútbol) tenía los pulmones paralizados por alguna clase de droga, y en definitiva no sería un accidente sino un asesinato. Derivan a Catherine Tramell con un locólogo forense que le va a hacer un diagnóstico. ¿Resultado? Catherine Tramell es una antisocial adicta al riesgo, que oscila entre la sensación de omnipotencia divina y el miedo "a no ser nada", o algo similar. Pero por un tecnicismo legal la liberan, y ella, ni corta ni perezosa, corre a embobarse al locólogo. Y éste, tan tontito él, cae redondo. De hecho, para pasar sus ratos de lujuria se come a una colega, pero la terapia de sustitución no funciona muy bien, tiene cada vez más ganas de echarse entre pecho y espalda a Catherine Tramell, y etcétera. A la vez, comienzan a aparecer cadáveres, el de su lujuriogénica ex-esposa entre ellos, y sólo él sabe que él mismo no ha sido, y que probablemente Catherine Tramell haya vuelto a las andadas...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
En 1992, "Bajos instintos" resultó en un clásico instantáneo. Paul Verhoeven, hasta entonces conocidos por clásicos cienciaficcioneros como "Robocop" y "El vengador del futuro", le dio vida a un estrambótico guión de Joe Eszterhas, consiguiendo hacerla una película recomendable y creando el subgénero del "policial erótico de alto presupuesto". Desde entonces se rumoreó muchas veces que habría una segunda parte, pero en fin, Sharon Stone dijo que no porque sus bonos habían subido mucho, además de que quería desmarcarse de su perfil de prostituta cara, como si actoralmente ella sirviera para otra cosa. Y como el tiempo fue inflexible con ella, perdiéndose cada vez más en subproductos de segunda y tercera, pues bien, no le quedó mas remedio que volver a la franquicia de la que había renegado. La parición fue todo lo sifícil que se podía: ante la negativa de Sharon Stone se cotejaron los nombres de Demi Moore y Ashley Judd, y Paul Verhoeven, después de considerar seriamente la posibilidad de dirigir la secuela, desechó la idea, considerándose entonces los nombres de David Cronenberg (hubiera salido algo aún más zafado si se puede), de John McTiernan (sí, el de "Duro de matar" y "Trece guerreros"), e incluso (¡¡¡AJJJ!!!) Jan de Bont. Cuando Sharon dijo "sí", Michael Douglas dijo "no", en gran parte por las presiones de la por entonces flamante nueva esposa, Catherine Zeta Jones, quien tenía bien clarito que a su maridito el rol de Nick Curran en la primera le había costado una adicción al sexo y un bullado divorcio de un matrimonio hasta entonces modelo de estabilidad en Hollywood. Después le preguntaron a varios otros actores, quienes dijeron que Sharon ya está muy vieja para hacer creíble una atracción irresistible y compulsiva hacia ella... El resultado final es todo lo previsible que es en el caso de que nadie tiene la más mínima idea de hacia donde van los tiros: una película que no tiene ni pies ni cabeza.
¿POR QUÉ VERLA?
-- La secuencia inicial en el automóvil es todo lo perversa que se supone debería haber sido "Bajos instintos 2", con la vinculación fetichista entre sexualidad y máquinas, al haber una masturbación en un automóvil lanzado a toda velocidad (¿alguien vio "Crash", de Cronenberg...?). Lástima que después hayan casi dos horas más de película.
-- Las chicas cumplen con tener cuerpos dignos de ser lamidos, chupados, etcétera. Lástima que ni a Flora Montgomery ni a Indira Varma (esta última empelotada en glorioso tecnicolor en la índica "Kamasutra", y en "Roma" de HBO) las muestren demasiado: ¿celos profesionales de la envejecida Sharon? En cuanto a Sharon Stone, no la muestran demasiado, tampoco la muestran excesivamente caliente, y en definitiva es cierto eso de que ya no está para despertar los bajos instintos de nadie (o de nadie que no sea gerontófilo, digamos).
-- La trama podría haber sido interesante y tenía buenas ideas, pero los guionistas (los notablemente ineficientes Leora Barish y Henry Bean, ¡¡¡ELLOS FUERON, ELLOS FUERON, A POR ELLOS!!!) las despilfarran alegremente mientras tratan de forzar las situaciones para que encajen dentro del argumento de la primera. A la vez, el director Michael Caton-Jones, hijo ilustre de la cuarta fila, omite todo detalle que pueda ser un rasgo de genialidad. El paseíto por el prostíbulo no se ve perverso, sino simplemente cutre, las secuencias de sexo son soporíferas, etcétera.
-- Hay una cierta profundización en la personalidad de Catherine Tramell, que cuenta como lo mejor de la película. Y nótese que escribí "una cierta" antes de "profundización", porque la psicología de baratillo que se saca de la manga el locólogo de turno lo retrata muy bien como el profesional incompetente que después revela ser (por cierto, las escenas de David Morrissey tratando de poner cara de cachondo producen una sensación a medio camino entre la risa y la conmiseración).
IDEAL PARA: Recomendársela a todos aquellos quienes en su día renegaron de "Bajos instintos" como un bodrio, para que cierren sus estúpidas bocotas de una vez.
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