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domingo, 7 de febrero de 2016
"El Fantasma de la Opera" (1998).
-- "Il fantasma dell'opera". Italia. Año 1998.
-- Dirección: Dario Argento.
-- Actuación: Julian Sands, Asia Argento, Andrea Di Stefano, Nadia Rinaldi, Coralina Cataldi-Tassoni, István Bubik, Lucia Guzzardi, Aldo Massasso, Zoltan Barabas, Gianni Franco, David D'Ingeo, Kitty Kéri, John Pedeferri, Leonardo Treviglio, Massimo Sarchielli.
-- Guión: Gérard Brach y Dario Argento, sobre la novela de Gaston Leroux.
-- Banda Sonora: Ennio Morricone.
-- "El Fantasma de la Opera" en IMDb.
-- "El Fantasma de la Opera" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Bajo la tierra es el mundo de unas criaturas distintas al ser humano: las ratas. Pensándolo bien, no tan distintas. En fin, el caso es que las ratas, por aquello de la afinidad, terminan adoptando a un niñito humanito, que se cría con ellas, etcétera (no vemos muchas escenas de esto, de todas maneras). Pasan los años, y el tipo ha crecido para transformarse en el Fantasma de la Opera, el no va más no va más de lo mijo chuloputo que se puedan creer (Julian Sands, tan mino como siempre, escondiendo la cuarentena con chorros y chorros de difuminado en la iluminación). Al teatro ha llegado una nueva cantante, Christine Daaé, que muy inocente no ha de ser porque viene en el envase de Asia Argento, que ha hecho algo de carrera rodando papeles bordes a las órdenes de su deliciosamente sórdido padre (aquí no es la excepción, porque papito rueda a su hijita en gloriosa pelota picada, avanzadito el metraje, y de hecho las escenas con más piel, las recortaron un poquito para el siempre demasiado puritano mercado anglosajón). Alrededor también anda mosqueando el infaltable Raoul, creyeran ustedes que no. La muy zorra de la Christine igual le hace ojitos y tó, pero ná'más, hay que ser caballeritos, etcétera. Así como la Christine de esta versión no es exactamente una ingénue, el Raoul éste tampoco es el tipejo medio fofo-pero-buenón de otras versiones, y resulta bastante claro por sus miradas de cordero degollado que lo único que quiere es llevársela al catre. Mientras tanto, para no perder la costumbre, el Fantasma empieza a rondar el teatro de la Opera, y hacer lo que mejor sabe hacer: empezar a cargarse indeseables a lo bestia. La peli tiene el buen gusto de incluso inventarnos personajes que no estaban en la novela original, para que tengamos más desgraciaos que terminen bien faenados. Entre los cuales hay una parejilla de idiotas (ella con buenas tetas, eso sí, como muestra en un plano fugaz) que se van a la búsqueda de un tesoro y terminan descubriendo lo que nosotros ya sabíamos, que hay tipejos en el subterráneo con los cuales es mejor no meterse. Y un par de tarados que se les ocurre inventar una máquina para matar ratas. En fin, el caso es que promediando la peli, el Fantasma empieza a impacientarse porque el Raoul sigue mosqueando a la Christine, así es que va y toma cartas en el asunto. Con extrema prepotencia, por supuesto. Y con extrema longitud, podemos presuponer también, porque a la Christine, ¡UPS!, igual le queda gustando la tontera. Quedando forjado el triángulo amoroso que, como no, al final tendrá su clásica resolución y enfrentamiento climático entre el aristócrata y el Chico Rata. Hagan sus apuestas.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Dario Argento se tiene bien ganado, y con razón, su nombre dentro del cine de terror. Junto con Lucio Fulci y Mario Bava, es uno de los grandes dentro del giallo, un subgénero de serie B de thriller de horror italiano de los '70s que se hizo una simple pregunta: ¿qué es lo verdaderamente interesante del cine de Hitchcock y sus imitadores, las delicadas tramas policiales, o el alegre tráfago de perturbados sexuales que lo pueblan? Así es que tomaron el cine hitchcockiano, lo despojaron de cualquier clase de argumento fuera de lo bueno (perturbaciones sexuales), y llevaron su envoltorio visual a la enésima potencia. Pasó lo que pasó, y eso fue la cruz posterior de Argento: fue tan popular que terminó siendo imitado. El giallo es, en muchos sentidos, el eslabón perdido entre el thriller hitchcockiano y el cine slasher, entre otras cosas. Porque, preguntémosnos, ¿qué queda para los realizadores originales de gialli por delante si es que el propio Hollywood se apropia de la fórmula y rueda un "Bajos instintos", que no será un giallo en sentido estricto, pero en donde la influencia es evidente? De ahí que Dario Argento haya ido un poco a los tumbos, en particular desde los '90s en adelante. O sea, cuando el pobre hombre termina reducido a rodar un autohomenaje en 2009 como única manera de reverdecer laureles ("Giallo" con Adrien Brody), y esa peli pasa sin pena ni gloria además, es como para pegarse un tiro. En fin, el caso es que en 1996 había conseguido ganar algo (énfasis en "algo") de la buena voluntad de la audiencia (la conocedora, al menos) con "El síndrome de Stendhal", con la vistosa de su hija, claro está. Y decidió entonces que su siguiente paso iba a ser... going classic. Con un bienamado hito de la literatura de terror, nunca exactamente bien adaptada al cine. "El Fantasma de la Opera" de Gaston Leroux. Porque tenemos entre otras un "Fantasma de la Opera" descafeinado de 1943 en donde la mejor parte es Claude Rains. Y un "Fantasma de la Opera" de 1962 en versión Hammer bastante interesante, pero tampoco muy fiel a la obra original. Y Dario Argento decidió que ésta iba a ser su nueva obra maestra. En qué hora. El resultado fue universalmente detestado por todo el mundo. Por los fanáticos de la novela original. Por los fanáticos de Dario Argento. ¡Joer, por los fanáticos de ASIA ARGENTO y eso que aparece desnudita y too! Sumergiendo de nuevo al pobre Dario Argento en la irrelevancia.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Frente a las hordas de gentes que preferirían quemar esta peli en efigie y en persona también, ¿me atreveré a defenderla? A medias. En realidad, TAAAAAAN mala no es. "Mediocre" es el concepto que mejor se le aproxima. Porque debemos partir de algunas bases. En primer lugar no es el Fantasma original de Leroux, ni podría serlo, sino que es la aproximación personal (y personalista) de Dario Argento, con todos sus tics y manías, el menor de los cuales no es la falta de algo que llamaríamos un argumento coherente. En realidad, es claro que el interés de Dario Argento no se encuentra tanto en el folletín decimonónico, ni en el romance cruzado, sino en crear una especie de habitación mental que a su vez sea un delirio perturbador. O cómo concebir la Opera como la caja craneal de tu cabeza, y diseccionar las verdaderas fuerzas psicológicas que laten detrás de la historia del Fantasma. Es decir, nada de romance ñoño como en "El Fantasma de la Opera" de Joel Schumacher (magnífica por otra parte, pero que en cuanto a elevar el romanticismo a la enésima potencia no es exactamente lerouxiana que digamos). La Christine de esta versión tiene una cierta perversión de niña-mujer, equilibrándose entre ambos extremos. A su vez, el Fantasma es aquí casi una fuerza sobrenatural: se comunica telepáticamente con la prota, y también pareciera controlar a las ratas con la mente. Una chorrada, vale, pero es una lectura tan posible como cualquiera otra (más o menos coherente) de la obra original. El Fantasma es aquí más que nunca un eventual reflejo de la mente perturbada de Christine, que aquí ya no es exactamente una ingenua (y de hecho, la peli tiene a bien mostrárnoslo como corresponde, o sea, sin hacer elipsis ni sugestión sobre EL MOMENTO DE LA VERDAD). Por otra parte, los asesinatos son tan gore y crueles como cabría esperar de un personaje con el trasfondo del Fantasma (este Fantasma es algo así como el Pingüino de "Batman regresa" de Tim Burton, pero llevado al extremo y con ratas en vez de pingüinos). Sumémosle a eso una puesta en escena oscurantista, incluso tenebrista, alejada de la pompa y esplendor de otras versiones que aprovechan el cartel "de época" para mostrar harto terciopelo y encaje, y deberíamos tener una peli ganadora aquí, si no por fiel al material original, al menos por ideas y conceptos. DEBERÍAMOS, escribí. ¿Qué falla entonces, por qué esta peli no termina de remontar? Simplemente porque la realización es mediocre. Las actuaciones no dan mucho ancho de sí (Asia Argento se esfuerza, pero su Christine no termina de mostrar toda la tensión psicológica que debería, mientras que Julian Sands como el Fantasma tampoco termina de dar el ancho como el personaje bigger than life al que interpreta). El presupuesto de serie B se nota a veces de manera dolorosa en algunos efectos especiales. El guión mismo de repente no termina de decidirse en qué dirección seguirá la historia, y se ve algo descoyuntado. Pero lo más criminal de todo es contar con Ennio Morricone en la banda sonora, y que la música, sin ser mala ni mucho menos, se haga perfectamente olvidable. ¡Joer, es que el tipo le puso la musiquita a "El bueno, el malo y el feo" y "La misión"! ¡Y aquí no estaba trabajando con un productito de terror más sino con EL FANTASMA DE LA OPERA! ¡¡¡CUYA AMBIENTACIÓN TRANSCURRE EN LA OPERA DE PARÍS!!! O sea, en definitiva tenemos una peli de la que intuimos podía haber sido algo grande, algo desusado (a diferencia de otras versiones más asépticas, el nivel de gore aquí es más o menos lo que debe ser un buen producto de horror macabro), pero que no termina de cuajar, no termina de hallarse con la grandeza del material de base y de las ideas subsecuentes añadidas. Una pena, una verdadera pena. Dario Argento es un tipo con talento, y estoy seguro de que en sus mejores días, hubiera conseguido darle forma al asunto con mucha más inspiración. Pero en los días de 1998...
IDEAL PARA: Fanáticos completistas de Dario Argento o del Fantasma de la Opera.
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