-- "Jesus Christ Superstar" (título original en inglés), "Jesucristo superstar" (título en España). Estados Unidos. Año 1973.
-- Dirección: Norman Jewison.
-- Actuación: Ted Neeley, Carl Anderson, Yvonne Elliman, Barry Dennen, Bob Bingham, Kurt Yaghjian, Josh Mostel, Philip Toubus, Larry Marshall, Richard Orbach, Robert LuPone.
-- Guión: Melvyn Bragg y Norman Jewison, basados en el musical escrito por Tim Rice.
-- Banda Sonora: Andrew Lloyd Weber.
-- "Jesucristo Superestrella" en IMDb.
-- "Jesucristo Superestrella" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Un bus sicodélico llega a una planicie desértica botando desde sus entrañas a una manada de... ¡¡¡HIPPIES!!! ¡¡¡BUAAAAAÁ, TENGAN MIEDO!!! Los hippies se bajan junto con una poca de vestuario y ambientación, y se preparan para escenificar... ¡¡¡JESUCRISTO SUPERESTRELLA!!! ¡¡¡BUAAAAAÁ, TENGAN MIEDO!!! Todos están alegres y contentos porque, vamos, ¡¡¡ES JESUCRISTO!!! MIRACLE MAKER!!! Pero nunca faltan los amargados, los cenizos, los cobardes, que miran desde la lejanía y agrían el gesto. Como Judas, por ejemplo, que canta una cancioncita en donde se queja de por qué Jesús mira a todo el mundo y ya no lo mira a él (prepárense: hay más subtexto homo por delante). Luego aparece María Magdalena bañando a Jesucristo con perfume (supongo que eso cuenta como "intento de seducción" en el siglo I después de Cristo Nuestro Prota), y Judas otra vez protesta (el subtexto homo otra vez, miren bien). Mientras tanto, Caifás y sus secuaces, con unas vestimentas que los hacen parecer vikingos con gorros musulmanes, están preocupados porque si la gente sigue al tal Jesucristo, quizás no quieran obedecer a los romanos, y miren, no es que los romanos sean demasiado queribles, pero tienen el gladio, el asta y el pilum por el mango, así es que mejor a obedecer calladitos, en particular si mantienen un status quo en donde ellos, los sacerdotes, siguen más o menos mandando con cierta libertad al fin y al cabo, que es lo mejor que se puede obtener, y no venga el condenado Cristo ése a arruinarnos el negocio. Las cosas se precipitarán cuando Jesucristo Superestrella decida hacer su gira más mediática, y aparecerse en... ¡¡¡JERUSALÉN!!! Pronto los acontecimientos se precipitarán, los sacerdotes tomarán cartas en el asunto, Judas hará lo suyo... vamos, si ya saben cómo termina el asunto. Pero esta vez es más entretenido porque es con música. Bueno, con música medio progre con teclados Hammond, vale, pero sigue siendo música más o menos de la buena...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
"Lo hubieras gestionado mejor si hubieras planeado tu mañana. ¿Por qué elegiste un tiempo tan atrasado y una tierra tan extraña? Si hubieras venido hoy en día hubieras alcanzado a toda la nación. ¡Israel en 4 antes de Cristo no tiene medios de masas como comunicación!". Esta canción, que "Jesucristo Superestrella" pone herejemente en labios de Judas (traducción libre al castellano cortesía de vuestro seguro servidor el General Gato), pone el dedo en la llaga en nuestra ignorancia fundamental acerca de ese simpático carpintero judío que un día cualquiera trató de montarse una revolución de... er... bueno, alguna clase, y acabó claveteado en una cruz (y algunos dicen que resucitó, vaya uno a saber). A lo largo de los veinte siglos posteriores al certificado de defunción extendido a "Jesús de Nazaret, domiciliado en Nazaret N° 33, Galilea, de profesión carpintero", el personaje se ha transformado en una especie de perchero en donde cada quien le cuelga su cada qué. Los católicos ven en él a un revolucionario ultramundano, tendiendo a limar el mensaje social en pos de la redención de las almas (es que eso de rebelarse contra el status quo, como que le empezó a doler a los católicos a medida que se hacían más ricos). Los marxistas ven en él a una especie de protoguevarista. Los sionistas, a un judío que intentó batirse del yugo de Roma. Los musulmanes, a un profeta al que se debe respetar, pero que no era tan chupi como el profeta más profetoso de todos que es Mahoma. Y así sucesivamente. Al final, ¿quién fue Jesucristo? Esta peli lo tiene claro: una superestrella. Porque el relato de su muerte sigue teniendo hoy en día más rating que los fenecimientos de la Princesa Diana, Heath Ledger o Anna Nicole Smith. Y es en eso donde el libretista Tim Rice y el compositor Andrew Lloyd Weber se inspiraron para componer una de sus obras cumbres, una ópera rock en donde se cargaron con todo contra la leyenda de Jesucristo. No contra el personaje histórico en sí, ojo, que esto no es ni pretende ser un relato histórico (de hecho, está plagado de anacronismos para enfatizar el punto de vista moderno por sobre el retrato histórico), sino en contra de la panda de mediocres que se cuelgan de la figura de Jesucristo para los más diversos y manipuladores fines... y también para sentirse salvos y mejores que el resto de las personas (¡soy apenas una persona, soy tan humilde, pero me eligió Cristo, me habló al corazón, y por eso soy mejor que tú, mira como brilla mi humildad...!). El musical, estrenado en 1971, conoció pronto una adaptación cinematográfica a cargo de Norman Jewison, que venía de rodar otro musical, cual es "El violinista en el tejado" (hay otro "Jesucristo Superestrella" del año 2000, que no ha visto... ni Cristo). El movimiento fue todo un éxito: la peli resultó un éxito de taquilla, y a pesar de las protestas de algunos grupos religiosos (los cenizos de toda la vida que se creen tan superiores que piensan que la sociedad debe inmunizarlos contra cualquier visión disidente de su mesías), éxito también de crítica.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Aquí es inevitable partir hablando de la obra. Cuando uno habla de adaptaciones al cine, tiende a hablar lo menos de la obra original porque la adaptación es justamente eso, una adaptación y no una copia al carbón (bueno, salvo "Harry Potter y la piedra filosofal" y "El Código Da Vinci", que son tan fieles al material de base como blandas y faltas de inspiración desde un punto de vista cinematográfico). Pero lo que tenemos acá es el musical puesto en imágenes, así es que es inevitable hablar del musical mismo. Acá, la intención está clara. No se trata de escenificar la vida, Pasión y muerte (¡y resurrección desde las brasas del infierno, como un Schwarzenegger cualquiera!) de manera tan literal como se pueda a los Evangelios, como en la por otra parte aburridísima "Jesús de Nazaret" de Zefirelli, sino que a través de un delicado ejercicio de anacronismo, plantear a Jesucristo como si fuera una superestrella rockera estilo "The Wall" (bueno, la peli "The Wall" es de 1978, cinco años después... pero me entienden el punto), poniendo así el dedo en la llaga en las reacciones no siempre demasiado positivas que la figura de Jesucristo (no el hombre, sino la leyenda mediática) genera en las personas. Para tal efecto, el guión realiza algunas astutas manipulaciones: se sustrae casi todo su mensaje, se descontextualizan algunas de sus frases bíblicas, y en definitiva se pone sobre la escena a un Jesucristo vacuo y quizás algo sicótico, en pos de algo que no se define muy bien, y que con no demasiada mala leche puede interpretarse casi como un delirio personal. Un Jesucristo muy poco divino y demasiado humano, en definitiva. La crítica no es por supuesto contra Jesucristo mismo, salvo que estés tan ciego por la prédica de tu pastor local llame-ya, que no soportes nada que no sea la rígida letra del Evangelio (en cuyo caso deberías estar yendo a ver "La Pasión de Cristo" de Mel Gibson). Los dardos envenenados van fundamentalmente hacia quienes siguen a Cristo más por histeria de masas que por verdadera convicción al mensaje, incluyendo a esos simpáticos apóstoles que no entienden mucho de nada, que siguen a Cristo más porque es cool que porque verdaderamente le escuchen (pero que le niegan a la primera de cambio, igual como casi todos los fanáticos de Britney Spears se descolgaron de ella cuando engordó y se rapó el pelo), y que en la Ultima Cena cantan esa línea hereje de que luego de ser apóstoles podrán retirarse a escribir los Evangelios así como Bill Clinton se retiró (más o menos) a escribir sus memorias (que nadie leyó, aunque luce bien el tocho en las bibliotecas de los analistas políticos). Y como la peli traslada el musical casi palabra por palabra y nota por nota (nota más o nota menos, línea cambiada aquí o allá), entonces la peli transporta a la realización toda esa leche envenenada. Todo eso, apoyado por una partitura de Andrew Lloyd Weber que, en la actualidad puede sonar un poco desfasada (esos teclados Hammond, por Bastet...), pero que marcan la pauta de lo que serán otros musicales suyos (otros musicales suyos adaptados al cine son "Evita" y "El Fantasma de la Opera"). Por supuesto que no van a faltar los buenrollistas de toda la vida que van a decir que por qué tanta mala onda, que por qué no dejar a los cristianos en paz, no sin su dejo de condescendencia (esos pobrecitos cristianos, para qué quitarles lo poco que tienen), pero es que oigan, no es que este musical le falte el respeto a los cristianos, es que los cristianos con sus Cruzadas, con su constante oposición al progreso tecnológico y a la equidad social, y con sus histéricos telepredicadores gritando "HEY YISUS!!!", hace siglos que vienen faltándose el respeto a sí mismos.
-- La puesta en escena es magnífica. Quizás haya influido que el director sea judío (Norman Jewison fue harto más respetuoso con los judíos en "El violinista en el tejado", que con los cristianos aquí). El caso es que, aprovechando que el musical se lo carga todo, también se cargó unas cuantas convenciones cinematográficas. En vez de rodarlo con decorados fastuosos o una ambientación lo más realista posible (planea nuevamente la comparación con "El violinista en el tejado"), tan propios por otra parte del cine de romanos-y-cristianos de los 10-20 años anteriores ("El manto sagrado", "Quo Vadis"...), y a pesar de rodar en locaciones del mismísimo Medio Oriente en vez de las siempre socorridas ambientaciones pseudobíblicas en España, Italia o Tunicia, Jewison recurre a una puesta en escena lo más teatral posible. El inicio y el final (no es un gran spoiler, vamos, que al final el prota muere, ¿no lo sabían?) son casi una declaración de principios: al inicio llega un autobús cargando a todos los artistas, el vestuario, etcétera, y al final, cuando todo acaba (en la cruz: acá no hay resurrección, para meter más mala leche todavía), vemos a esa misma tropa de gente subiéndose al autobús y marchándose. Todo no ha sido más que un musical, una fantasía, remarcando aún más el carácter de artificioso que tiene el culto de la superestrella (Jesucristo superestrella o cualquier otra superestrella). Entre medio vemos un vestuario absolutamente lejano al prurito de realismo (chales hippies para las chicas, camisetas rojo-moradas y sin casco para los guardias romanos, capas negras y pecho al aire para los sacerdotes...), unas edificaciones en las que se no ha hecho el menor esfuerzo por esconder que en realidad son ruinas y cascotes de la antigua civilización grecorromanojudía que profitó allí, y elementos muy siglo XX como ¡tanques avanzando sobre la arena y aviones a reacción volando a ras de tierra! Con toda esa ambientación, es absolutamente imposible que podamos identificarnos de alguna manera con los personajes y las situaciones, y esa es precisamente la intención: que veamos la historia desde el distanciamiento irónico, desde la reflexión, desde la crítica, no involucrándonos y emocionándonos hasta el punto que se nos olvide lo que estamos viendo y acabemos convertidos en otra masa de grupies al servicio de la superestrella. Valga mencionar, como contraste, que Mel Gibson trató de conseguir justamente lo opuesto, que nos transformemos en grupies de Cristo, por la vía del hiperrealismo más extremo ("La Pasión de Cristo" es terriblemente formal, sucia como debió haber sido la Palestina económicamente deprimida de su tiempo, hablada en arameo y latín... bueno, en algo parecido al arameo y al latín...), por lo que podemos situar a ambas pelis, a "La Pasión de Cristo" y a "Jesucristo Superestrella", en los dos extremos de un continuo que va desde la aceptación acrítica de la superestrella mesiánica hasta su rechazo más absoluto (no necesariamente al mensaje de Cristo, insisto, sino a la actitud genuflexa ante el mesías que es Tu Nuevo Mejor Amigo). Es interesante también comparar esta peli con "El Evangelio según San Mateo", de Passolini, obra en la que el cineasta italiano también quería hacer crítica del Cristianismo, pero preservando el mensaje cristiano, y por lo tanto, siguió el camino de adaptar casi palabra por palabra el Evangelio de San Mateo para ridiculizar sotto voce a los cristianos que pretenden o finger seguir la Palabra de Cristo y mostrar en el subtexto todas sus incongruencias. "Jesucristo Superestrella" en ese sentido juega en una liga diferente, y dentro de ese contexto tiene todo el sentido del mundo que el palacio del Sanhedrín no sea ni siquiera una edificación o un escenario en el sentido clásico del término, sino un andamio de construcción con sus correspondientes tablones, y el espectador sea quien deba hacerse la imagen de que eso representa (esa es la palabra clave: "representa", no "es") un palacio.
-- Interesantemente, aunque la peli sea una ironía completa (un sarcasmo, más bien), los actores representan sus roles muy en serio (bueno, qué se espera: son grupis, cuándo un grupi se lo ha tomado a broma). Los productores tomaron la muy saludable decisión de traerse a casi todos los actores principales de la obra de Broadway (Carl Anderson como Judas, Yvonne Elliman como María Magdalena, y Bob Bingham como Caifás), mientras que Ted Neeley, si bien no había interpretado a Cristo en el musical y no era la primera opción tampoco (ambas eran para Ian Gillan, vocalista de Deep Purple, que prefirió seguir con ellos en vez de pasar al cine acá), había aparecido como secundario en el mismo (un leproso, vaya un tiraje por la chimenea). El afiatamiento del elenco se siente como algo natural, cada uno absolutamente identificado en sus papeles. Bob Bingham como Caifás con su ominosa voz da escalofríos, e Yvonne Elliman en su solo "Yo no sé cómo amarlo" llega a ser conmovedora. Pero los que se llevan la palma son claramente Carl Anderson (¿un Judas negro? ¡Creía que esta peli era rupturista!), dándole un carisma avasallador a "el Gran Traidor", y profundizando con su voz todas las dudas existenciales del personaje que, digámoslo con todas sus letras, en el fondo son las nuestras propias (moraleja: si te atreves a disentir del Cristianismo y tener un poco de sentido común, eres un Judas y un traidor a Cristo... y quizás también tengas fijaciones extrañas con él, que no en balde cuando se da cuenta de la enormidad de su traición, canta las mismas líneas de amor a Cristo que ha cantado María Magdalena como media hora atrás de peli...). Y al lado de Carl Anderson, Ted Neely, como un Cristo un poco blando en algunas escenas, pero que consigue especial intensidad en algunos minutos (la escena en que es acosado por los leprosos, en lo que casi es una premonición de la muerte de la princesa Diana acosada por los paparazzis, o la oración en Getsemaní). Es la intensidad especial que despliegan los actores (cantantes, repetimos, de Broadway, y que por lo tanto no necesitan ser doblados ni tienen esas vocecitas escuálidas de algunos wannabies tratando de hacer gorgoritos en musicales), lo que impide a la peli caer en la parodia ramplona y en vez de ello le aporta una nueva dimensión trágica: puede que todo el espectáculo del grupismo hacia el Cristo sea algo penoso e incluso grotesco, pero no hay nada para reirse en ello y en la tragedia humana de quienes voluntariamente concurren a cegarse a sí mismos, so pretexto de no ver nada más que la fulgurante luz emanada desde algún farol encendido en Palestina hace 2000 años atrás.
IDEAL PARA: Amantes de los musicales, y gente que esté dispuesta a andar por la vida sin cargar las anteojeras amablemente provistas por su predicador favorito.
VIDEOS.
-- "Hosanna" con Jesucristo ingresando a Jerusalén (en inglés, subtitulado en español).
-- "I Don't Know How To Love Him" (en inglés, sin subtítulos).
-- "Superstar" (en inglés, subtítulos en español).
Te has tomado bastante tiempo para hablar, criticar y mostrar tu opinión de la película; se vé que te interesa el tema.
ResponderBorrarYa hace 2.011 años que viene siendo tema.
Los músicos han cantado con su alma, pues, además de cantar han transmitido "algo" y ese algo resuena en algunas personas que, seguramente, ni son católicas ni romanas ni siguen a un charlatán sino a un ser que fue humano con sus dudas y reproches, miedos y preguntas a su divinidad interior.
A pesar de Norman Jewison y de su menor respeto por el tema, fue un éxito que dura casi 40 años!!! o no sacaste la cuenta ?... por algo será, siendo que justamente este Cristo no es un charlatán sino un excelente rockero, no ? y sus compañeros de trabajo, lo mismo; siento por Carl Anderson que dejó su cuerpo en el 2004, pero lo que sé es que cada vez que, aún, Ted Neely canta la Oración en el Jardín de Getsemani, bueno, se cae la estantería, aún con su voz más densa por los años.
Adónde es que llega ese cantar, por qué será que sigue vibrando, con qué nos conectará a algunos muchos que no tenemos Iglesias ni templo alguno, ni gurúes ... ???
Saludos !
En esto se mezclan tres cosas distintas que merecen las tres su comentario: por un lado el Jesús histórico, mitológico o cristianológico, por otro el musical en que se basa la obra, y en un tercer lugar la peli en sí.
ResponderBorrarEn realidad, creo que el musical original es bastante fuerte y crudo, y en algunos respectos me suena envejecido, pero en otros tiene un mensaje muy potente. Se puede estar de acuerdo o no con el enfoque crítico que adopta respecto del mesianismo de Jesús, pero sigue siendo una visión muy certera, bien armada, y artística, acerca de su asunto.
La peli en cuanto tal, no creo que sea irrespetuosa con la obra musical en lo absoluto, sino que con su puesta en escena enfatiza justamente el punto del musical, a saber, una crítica a los fanáticos delirantes de Jesucristo (ojo, no a la Cristianidad ni a los cristianos en cuanto tales, sino a la exageración patológica del fanatismo), mostrando con esa puesta en escena con ruinas y andamios que todo en realidad es un gigantesco artificio. Nuevamente, se puede estar o no de acuerdo con dicha posición, pero no deja de estar expresada con un enorme vigor.
Y por último, supongo que si ya es difícil ser objetivo con una peli cualquiera, es casi imposible una apreciación realmente objetiva de ésta en particular debido a que mucho de su mensaje tiene que ver con factores extrafílmicos, a saber, la presencia histórica y social que ha tenido Jesucristo, que 2011 años después sigue generando tanto odios desatados como fervor incondicional, en un debate que pareciera no destinado a tener un pronto final. Pero bueno, nadie dijo que el oficio de comentarista de cine fuera algo fácil, creo yo...
Saludos igualmente.