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jueves, 7 de octubre de 2010

"El juego de Arcibel" (2003).


-- "El juego de Arcibel". Argentina. Año 2003.
-- Dirección: Alberto Lecchi.
-- Actuación: Darío Grandinetti, Diego Torres, Juan Echanove, Juan Diego, Rebecca Cobos, Vladimir Cruz, Enrique Quiñones, Alejandro Trejo, Gabriel Rovito, Vando Villamil, Lourdes Abalo, Paola Falcone, Carmen Disa Gutierrez, Oscar Di Sisto, Juan J. Masramon.
-- Guión: Daniel García Molt y Alberto Lecchi.
-- Banda Sonora: Iván Wyszogrod.

-- "El juego de Arcibel" en su sitio oficial.
-- "El juego de Arcibel" en IMDb.
-- "El juego de Arcibel" en la Wikipedia en español.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Miranda. No, no se trata de esa infrabanda argentina, sino de una república existente... bueno, en alguna parte de Latinoamérica, busquen por ahí y ya lo encontrarán sobre el mapa (sí, sé que no lo van a hacer muchos de ustedes, pero me gustaría ver cuantos tarados escupidos por nuestro asténico sistema educacional van a pensar que la joda va en serio y se van a poner a guglear dónde demonios está Miranda para después dárselas seduciendo damiselas tan tontas como ellos). ¿En qué estaba? Ah, sí. Miranda. Un paisito latinoamericano, trasnochado como todos los paisitos latinoamericanos, sometidos a los vaivenes de la política internacional, Big Stick incluido suponemos, en que gobierna en gloria y majestad una de esas figuras que la publicidad califica de "Padre de la Patria", y que la gente cuerda solemos llamar dictadores a poca honra (en voz baja, no sea que nos escuchen, claro). Nuestro prota, Arcibel Alegría, trabaja en un periódico y escribe columnas sobre ese interesante criacaracoles que es el ajedrez. Un par de tonteritas (que el artículo va a dar a la sección política con una fotito del dictador, y que además está escrito de manera florida y pretenciosa porque nuestro Arcibel es un cultureta y por lo tanto lo dicho sobre un vulgar y carca encuentro de ajedrez puede interpretarse como un ataque contra Nuestro Amado Padre De La Patria) le valen pasar una temporada tras las rejas como preso político, después de que van a buscarlo en mitad de la noche, y tortura no porque esta peli trata de mantener en todo rato el tonillo amable. El caso es que el pobre tipo trata de habituarse como puede a la vida dentro de la prisión, mientras los años pasan y pasan, y su hija de dos años ahora está convertida en una bombonaza neumática que hasta dan ganas de salirse de la cárcel para pegarle un tiro a todas las pirañas que quieran merendársela (a mí no me miren, yo soy gato, no piraña). En fin, el caso es que por abecé motivos, hay elecciones, no diré democráticas sino "democráticas", así con el entrecomillado para que se entienda, y gana... ¡el dictador que estaba gobernando! Porque éste corre acompañado y gana, no como otro que corre solo y sale segundo. El caso es que como ahora hay democracia, le dan el indulto a todos los presos políticos, pero, ¡sorpresa!, un error burrocrático en alguna parte mantiene a Arcibel metido adentro, porque ahora es un preso común (o peor aún, ni siquiera existe). Ahora, Arcibel tendrá que convivir con los presos comunes, sin imaginarse que su pasión por el ajedrez y los juegos en general, lo pondrán dentro de poco en el vértice de una revolución que podrían acabar derrocando años de dictadura...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

El dictador. Ojalá de bigotes Pancho Villa, lentes oscuros y gracioso gorrito verde. Figura emblemática de Latinoamérica como no hay otra. Piénsenlo. En las naciones civilizadas, esas cosas no se ven. Claro, hay Presidentes de Estados Unidos como Richard Nixon o George W. Bush que son unos mierdas y tales, pero nada que la prohibición de reelecciones indefinidas o un impíchimen bien introducido entre cachete y cachete no puedan arreglar. Y en Europa, cuando piensas en dictadores, piensas en tipos a lo grande, con enormes paradas militares en amplios bosques con niebla teutónica, con lienzos gigantescos destinados al récord Guinness, y con música wagneriana de fondo (Hitler, Stalin...). En Latinoamérica, las cosas son un poco más bananeras. Tipos pequeños (incluso Fidel Castro no se ve muy amenazante con su puro), con unos miliquitos todos cobrizos tratando de hacer como que mantienen el paso, entre unas palmeritas sí y unos cocoteros también, con unos palacios de arquitectura confusa que oscilan entre el españolismo siglo XIX y el afrancesamiento cutre, ambos igualmente fuera de lugar en Latinoamérica. Pero qué puedes esperar cuando en Estados Unidos tienes a Charles Chaplin cagándose en Hitler en "El gran dictador" y en Latinoamérica apenas da para el sufrido Cantinflas de "El embajador", si es por comparar políticos en el cine. O en Estados Unidos tienes al cabrón de Gregory Itzin repartiendo mala leche en "24", mientras que en Chile tienes al tablón Cristián Campos haciendo de congresista en "Top Secret" (¡qué! ¿ustedes tampoco vieron esa teleserie? Créanme que pueden vivir con eso...). En Estados Unidos sería imposible rodar una peli en donde un pobre diablo que lo único que sabe hacer bien es jugar y crear juegos, acabe por tumbarse a la Presidencia. En Latinoamérica no sólo es posible (ésta es la peli), sino que además sale hasta creíble y todo.

¿POR QUÉ VERLA?

-- La verdad es que la premisa de la peli puede parecer una tontería, pero realmente no lo es tanto. Claro, uno puede preguntarse qué carajo tiene el famoso juego de Arcibel que es tan poderoso, que puede derrocar a una dictadura bananera y todo. Pero la explicación es bastante lógica (((SPOILER DE LA SEGUNDA MITAD DE LA PELI A PARTIR DE ACÁ. SI NO QUIERES SABER DE QUÉ VA LA COSA, SÁLTATE AL SIGUIENTE PÁRRAFO ENSEGUIDA YA))). ¿Ya, listo? ¿Saltaron? ¿Están todos los que tienen que estar? Bien, seguimos. Decía que el juego en realidad no es más que un puñetero wargame de toda la vida. Tal cual. O sea, una versión más refinada del Diplomacia o el Risk. Eso es todo. Pero es bastante lógica la idea de que se juegue un wargame cuyo tablero es nada menos que Miranda, y que eso le sirva de entrenamiento al revolucionario para ir de verdad a por el dictador. No por nada, también en West Point se juegan wargames sobre tablero para que los nenes destinados a patear irakíes/afganos puedan irse entrenando un poco sobre tácticas y estrategia (nivel Harpoon y similares, claro). Además, el ajedrez con toda su abstracción, en sus puros y más concretos inicios era en efecto un wargame (las torres eran elefantes, los alfiles eran arqueros, los caballos eran... bueno, caballos). Y el go también es un juego militar, y no en balde los japoneses lo jugaban entre kamikaze y kamikaze para pulirse. Claro, así dicho la peli como que no tiene mucha gracia. Pero claro, si nos abstraemos de la desilusión de que esperábamos un juego, no sé, casi borgiano, por decirlo así, lo que tenemos es una estupenda peli de preparación. Porque el revolucionario tiene el espíritu y el ánimo, pero no tiene la preparación. Es el tipo que inventa y juega juegos, y por lo tanto piensa en términos de reglas y causas y efectos, el que sabe cómo se deben hacer las cosas para obtener determinados resultados. De hecho, y aprovecho esto ya que estamos en la zona de spoilers masivos, parte importante de por qué los milicos al final pierden la guerra civil y son derrocados, es porque son incapaces de comprender el juego de Arcibel. Es decir, lo ven como un simple juego que no tiene aplicación práctica en la realidad, en vez de aprovecharlo para entrenarse y entender cómo diablos piensa su enemigo para finalmente tumbarlo. Y mira que tenían posibilidades de hacerlo (en una escena, Arcibel le enseña al revolucionario que el dictador no necesita perseguirlo a su campamento, sino que le basta con rodearlo y dejar que se muera de hambre, coyuntura que el revolucionario no había contemplado). Quizás la moraleja de la peli sea una idea inquietante: Latinoamérica está plagada de dictadores no tanto por los dictadores mismos, sino por la estupidez general de sus habitantes a quienes el noble arte de jugar un juego como que se les hace algo tontorrón. Así nos va como continente.

-- La peli tiene un no sé qué, que podríamos definirlo como "borgiano". Borges le dedicó algunos poemas y cosas al ajedrez y a cómo el ajedrez era un reflejo de la vida y blablablá. Claro, Borges es terriblemente abstracto y no es un autor por lo mismo que sea fácil de llevar al cine, pero bien podemos ver "El juego de Arcibel" como una adaptación bastarda de Borges, no de una obra en particular sino de sus conceptos. Tenemos la idea de la realidad contra la ficción (porque después de todo "es sólo un juego", ¿verdad?), incluso de la ficción entrometiéndose en la realidad, muy en consonancia con el espíritu de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" por ejemplo. Tenemos la idea de cómo los acontecimientos se van enmarañando hasta producir su inevitable resultado, como la serpiente que se muerde la cola (si los milicos no hubieran metido preso a Arcibel por un error, jamás habría pasado el resto). Y en particular está el concepto de la vida como juego y de las personas como jugadores. La peli no pretende ser un homenaje a Borges (no hay ninguna alusión a su obra, como no sea el planteamiento general, y uno hubiera esperado más guiños si se tratara de eso), pero aún así, es una premisa interesante.

-- El nivel de realización es bueno. El haber mezclado actores de diversas etnias y nacionalidades (el prota es argentino, así como el revolucionario, interpretado de manera inesperadamente buena por el carilindo Diego Torres), pero varios secundarios son chilenos, incluyendo al milico Alejandro Trejo y a una de las putitas... pensándolo bien, qué habrán querido decir... y también hay de otras nacionalidades, así como haber rodado en muchos lugares diferentes, le confiere a Miranda un ambiente que le es único, a la vez amalgama de muchas realidades latinoamericanas con una identidad propia. Las actuaciones también son notables. El guión tiene diálogos estupendos, y las morcillas que deja caer el irónico y estoico Arcibel (Darío Grandinetti, bordando su rol) son para enmarcarlas (aunque a veces la peli se pase un poco de roscas mostrándolo como el tipo siempre con la salida idónea, casi bordeando en el culturetismo). Incluso cosas que podrían haber lastrado a la peli (la falta de escenas de masas, por ejemplo, casi imperdonables en una peli que va de guerra civil) son transformadas de defecto en virtud, sorteándolas con habilidad centrándose en otras cosas y dejando la faena de referir esas cosas al diálogo entre personajes. Y si piensan que eso es hacer trampa, sepan que lo hizo nada menos que el gran Esquilo en "Los persas" para ahorrarse la escenificación de la Batalla de Salamina, y ya ven... En ese sentido, no hay nada que temer de que sea una peli latinoamericana que debiera ser sangrada en una eventual "No es otra tonta película latinocultureta más".

IDEAL PARA: Ver una historia interesante y poco escenificada, dirigida y realizada de manera brillante.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en español].



-- Inicio de la peli [en español].

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