Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
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jueves, 12 de marzo de 2009
"Los diez mandamientos" (1956).
-- "The Ten Commandments". Estados Unidos. Año 1956.
-- Dirección: Cecil B. DeMille.
-- Actuación: Charlton Heston, Yul Brynner, Anne Baxter, Edward G. Robinson, Yvonne De Carlo, Debra Paget, John Derek, Cedric Hardwicke, Nina Foch, Martha Scott, Judith Anderson, Vincent Price, John Carradine, Olive Deering, Douglass Dumbrille.
-- Guión: Æneas MacKenzie, Jesse Lasky Jr., Jack Gariss y Fredric M. Frank, basados en la novela "El pilar de fuego" ["Pillar of Fire"] de J.H. Ingraham, "En las alas del águila" ["On Eagle's Wing"] de A.E. Southon y "El príncipe de Egipto" ["Prince of Egypt"] de Dorothy Clarke Wilson.
-- Banda Sonora: Elmer Bernstein.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Estamos en los años del Faraón Seti. Los egipcios han construído una gran civilización, y al alero de ella, una pandilla de rebeldes conocida como "judíos" quieren vivir la dolce vita sin trabajarle un día a nadie (en esos días no se inventaba la banca internacional... aún). Los egipcios aplican una serie de políticas económicas neoliberales que implican dejar la valoración del trabajo a la libre contratación de las partes, y como consecuencia, los niveles salariales se desploman por debajo de la línea de la esclavitud, para mayor gloria y beneficios de la Corporación Faraón Egipcio S.A. Consecuentemente cabreados, los judíos empiezan a reclamar por la llegada de un Salvador que les enseñe un poco de sindicalismo a los egipcios. En medio de este fortísimo clima de lucha de clases, una madre judía echa a su retoñín al agua (en una cesta, por supuesto, si no se trata de apulmonarlo con la mojada tampoco) para salvarlo de los intentos egipcios por liquidarlo, ya que los astrólogos han predicho que Grande Es El Dios Hebreo y castigará a los egipcios. El retoñín es recogido por una princesa egipcia quien le dará el adecuado nombre de Moisés, esto es, salvado de las aguas. Pero... ¡ah! ...ahí está una sirvienta egipcia, que muy sirvienta será, pero er egipcia, joer, y por lo tanto superior a esa chusma hebrea. Pasan los años, y Moisés se ha transformado en el más chuchipiruli de la corte. Lo que por supuesto despierta envidias entre los mediocres, similares a las que algunos que conocen por ahí al General Gato sienten envidia de él porque es más inteligente y escribe mejor (PDE...). En fin, ¿en qué estaba? Ah, sí. Que Ramsés, el hijo carnal de Seti, odia a Moisés porque siente que el trono se le escapa de las manos, y además la chica linda de turno, la pizpireta Nefretiri (¡ojo, no Nefertiti! Nefretiri, así mal escrito como está, Cecil B. DeMille lo hizo de adrede) sólo tiene ojitos para el vencedor (versión antigua de "eres lindo como amigo, pero él tiene auto y me invita a bailar y a los tragos con todos los gastos pagados"...). En vísperas de que Moisés está por ser encumbrado al trono egipcio, tener la mano de la chica, etcétera, se cumple la maldición y la viejamierda sirvienta que anda por ahí se le ocurre abrir el pico y denunciar que Moisés es... ¡horror! ...¡¡¡UN JUDÍO!!! Para colmo, Moisés ha estado sensibilizándose demasiado con los sufrimientos de los judíos (pero no para liberarlos sino para humanizar el trato, que esto es despotismo ilustrado y no democracia, caramba), y todo eso le ocasiona una crisis existencial en que toda su vida será cuestionada, todo lo que posee lo perderá, pero pronto descubrirá que teniendo princesa, trono, poder, riquezas... aún puede tener... MÁS... (¡¡¡ALELUYA!!!).
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
El cine podrá ser muchas cosas: nervio en las manos de un Alfred Hitchcock, metafísica en las de un Stanley Kubrick, lirismo en las de un Ridley Scott, etcétera. Pero primero y antes que nada, es espectáculo. ¿Qué otra cosa va a buscar el espectador a la sala, sino a ingresar a la magia del cine, a ser seducido, incluso engañado, por una serie de cuadros estáticos que en la retina crean la ilusión de movimiento? Si hay un cineasta que bien sabía esto, era Cecil B. DeMille. Menospreciado por los historiadores más conspicuos, ninguneado por las cátedras pedantescas, e ignorado por los jóvenes realizadores culturetas, DeMille sigue siendo uno de los más grandes directores de todos los tiempos, el hombre que inventó prácticamente de la nada el concepto de espectáculo cinematográfico puro. DeMille creó una pesada estela de wannabies posteriores, porque sin DeMille sería inconcebible un Steven Spielberg, un George Lucas, un Ridley Scott, un Tony Scott, un James Cameron o un Michael Bay, que de una manera u otra profitan de los mismos conceptos demillescos de toda la vida, sólo que convenientemente adaptados a los tiempos (Spielberg mismo no menospreció producir literalmente un remake bastardo de "Los diez mandamientos" en su por otra parte memorable homenaje de "El príncipe de Egipto", sin ir demasiado lejos). En 1923, Cecil B. DeMille hizo una peli basada en el personaje de Moisés, que se llamó "Los diez mandamientos". Seguramente el propio DeMille quedó descontento con los resultados, porque era una peli hecha al uso de los '20s, o sea, una en la que la historia bíblica servía de pretexto para montar un drama actual (así se hacía en esos años, créanlo o no...). DeMille tuvo la agudeza de entender que la gente quería ver el espectáculo bíblico, no el melodrama contemporáneo, y se quedó con la espina pasada de rodar la historia de Moisés tal y como debía ser. O sea, con componente espectacular asegurado. En 1956, ya en el ocaso de su carrera, DeMille rodó su autoremake. Mientras la estaba rodando pensaba ya en continuar con una peli sobre bucaneros, además de llevar al cine un biopic sobre Robert Baden-Powell, el fundador de esa secta neofascista conocida como Boy Scouts, y de tratar de negociar la dirección de la por entonces sobreviniente "Ben-Hur". Pero el corazón le envió un aviso. DeMille estuvo algunos días fuera de rodaje. Los médicos le dijeron que se aguantara, que descansara. DeMille no quiso. Moisés estaba allá afuera. Lo esperaba. La más grande historia para ser contada en el cine lo llamaba con sus bíblicos dedos. Y fue a rodarla. Quizás a sabiendas de que sería la última. Murió algunos años después, en 1959. Pero no sin antes haberle legado esta monumental producción a la historia del cine.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Esta es una de las pelis más espectaculares de todos los tiempos. El viejo zorro de Cecil B. DeMille tenía claro que poseía una historia con ingredientes ganadores (bebé perdido, triángulo amoroso, luchas por el poder, encuentro con Dios, espectaculares plagas, y final apoteósico con el héroe reuniéndose con el Jerifalte de Jerifaltes mismo), y los explotó al máximo. Toda su experiencia de cuatro décadas está vertida acá. DeMille demuestra conocer al máximo los resortes que llevan al espectador de un punto a otro. La peli dura tres horas con cuarenta minutos, y en ningún minuto se sienten o se hacen pesados, y apenas hay escenas que uno podría decir "sí, bien, caramba, pero ojalá la hubieran recortado". Tiene defectos, claro está, partiendo por la insufrible narración de fondo, y en varias cosas ha envejecido su punto, pero en general es una lección catedralicia sobre cómo hacer cine de espectáculo. Todos los detalles están en su punto, no hay nada fuera de lugar, y si exceptuamos ciertas convenciones fílmicas que hoy en día nos pueden parecer ingenuas, todo se desliza de manera natural y sin ser forzado en ningún punto. Y eso que la historia está banalizada a más no poder (colocar a Moisés en un triángulo amoroso con Ramsés, hmmmmmm, gran y elevado motor narrativo, ¿eh?), pero en ningún minuto se nota como eso. Siempre he pensado que James Cameron tenía el ejemplo de esta peli a la hora de rodar su propio triángulo amoroso con catástrofe que fue "Titanic", pero aquí es donde (con el debido respeto al señor Cameron, que también muy buenos momentos ha entregado a la pantalla) vemos quien es el Amo y quien el Sirviente. Y Cecil B. DeMille es el p**o amo.
-- El elenco está en estado de gracia. Charlton Heston en esa época era todavía un actor no excesivamente notorio, pero después de interpretar a Moisés se transformó en el gran macho alfa del cine de los '50s, '60s, e incluso tempranos '70s ("La semilla del mal", "Ben-Hur", "El Cid", "55 días en Pekín", "La agonía y el éxtasis", "El planeta de los simios", "El Hombre Omega", "Cuando el destino nos alcance", "Aeropuerto '75", "Terremoto"...). Y cuesta pensar en un actor actual que pudiera ser un Moisés tan magnífico, a pesar de ciertos toques cartoonish que, por lo demás, eran la norma en el cine de la época. Ramsés, su contraparte, es interpretado por el gran Yul Brynner, quien tuvo que raparse para el papel, y le gustó tanto su nuevo look que lo preservó y se hizo famoso con él. Brynner ese mismo año rodó "El rey y yo" junto a Deborah Kerr, y entre ambos roles se convirtió en el clásico actor hollywoodense que fue, actuando después en "Salomón y la Reina de Saba", "Los siete magníficos" y "Westworld". Entre medio está Anne Baxter, insuperable como femme-fatale egyptian-style, en el que probablemente es el mejor rol de su carrera. Porque de que emponzoña el ambiente la chica ésta, lo emponzoña y bien. El elenco de secundarios está magníficamente servido por el gran Edward G. Robinson ("El pequeño César", "Pacto de sangre", "El premio", "Cuando el destino nos alcance"), como el villanesco Datán, en un rol que sobre el papel es pura opereta, pero al que Robinson le otorga carne suficiente para que lo odiemos, y para que sonriamos felinamente cuando encuentre su muy merecido final. La gran dama Yvonne De Carlo, por su parte, es Séfora, y aunque su rol acá es más bien de comparsa (y es que la chica mala tiende a llevarla más que la chica buena...), viéndola cuesta entender cómo rayos fue a acabar de matriarca vampira en la defenestrable serie televisiva de "Los Munsters". El Faraón Seti es magníficamente interpretado por Cedric Hardwicke, pura magnificencia él (ese mismo año estuvo en la más bien deplorable "Diana de Francia"), que en ningún minuto se achica ni ante Heston y ni ante Brynner, y eso ya es decir. Y terminemos el recuento del elenco con el famoso capataz egipcio al que Moisés mata, y que creativamente en la peli le dan el nombre de Baka, y que viene interpretado con su truculencia habitual por... ¡sí, adivinen qué actor de la clásica serie B cae aquí...! ¡Vincent Price himself! Bueno, aparece poquito (algunas escenas para mostrar que es un negrero, y después Moisés lo mata), pero lo poco que aparece, Vincent Price lo convierte en un gran personaje.
-- La banda sonora fue compuesta por Elmer Bernstein. No era la primera opción de Cecil B. DeMille (éste quería a su amiguete Victor Young, con quien se entendía a las maravillas, pero éste estaba enfermo y no pudo aceptar el encargo). La desgracia de Young fue la fortuna de Bernstein, quien se había hecho sus pinitos como sountrackista, pero aquí se reveló de cuerpo entero. Personalmente soy de la opinión que su soundtrack para "Los diez mandamientos" es a ratos un tanto débil, pero el trabajo en general es más que digno y acompaña bien. A Chespirito le pareció muy buena idea robárselo impunemente y sin acreditar, así es que si ustedes ven la secuencia del cruce del Mar Rojo y sienten que suena como la música del Chapulín Colorado, no es casualidad (¿habrá pagado royalties...?). Bernstein hizo después una prolífica carrera componiendo partituras a lo loco ("Los siete magníficos", "Matar a un ruiseñor", "Y dónde está el piloto", "Heavy Metal", "La edad de la inocencia", y un larguísimo etcétera).
-- Se espera en general de una peli épica, que ofrezca grandes escenarios. En este apartado, "Los diez mandamientos" cumple de manera superlativa. En realidad se recurre al uso y abuso de los fotomontajes y del travelling mate, vale, pero eso era lo mejor que podía ofrecer la técnica de la época. A cambio, los escenarios son enormemente suntuosos. Quien haya visto la "Cleopatra" de 1934 (también con ambientación egipcia y también bajo la batuta de Cecil B. DeMille) reparará el salto gigantesco que ha dado el manejo de la escenografía en dos décadas. Es notorio también el acucioso trabajo de investigación en relieves y pinturas egipcias para recrear un mundo egipcio no de fantasía, sino con el más estricto apego posible a la realidad. Salvando el ya mencionado y extensivo uso de estudios, se ve y se siente como si estuviéramos inmersos en el mundo egipcio, y las escenas al natural no desentonan demasiado de las restantes.
-- Alabar una peli de 1956 por sus efectos especiales, en particular si no es de SF (con la SciFi uno tiende a ser más indulgente porque, por último, es fantasía, ¿no?), puede parecer un despropósito. Pero no en este caso. Es cierto que la técnica se ve hoy un tanto naif, pero en realidad, bien mirado, considerando que ahora se gastan diez veces el presupuesto en CGI y los resultados no son diez veces mejores, no deja de ser un trabajo impresionante. El efecto especial del granizo quemándose en el suelo tiene magia aún hoy, los fotomontajes son poderosísimos, y la grandilocuente escena de la apertura del Mar Rojo es tan iconográfica en sí, que 42 años después a Dreamworks no le quedó más remedio que remedarla en "El príncipe de Egipto", con más CGI y algunos añadidos resultones por aquí y por allá. Y ya no hablemos de esa gran escena final, con el dedo de fuego de Dios golpeando la roca para escribir los mandamientos, y que no podrían hacerla mejor hoy en día (a lo mejor tratarían de hacerla más realista, y con eso la sumirían en el más completo de los ridículos, probablemente, y no en balde en "El príncipe de Egipto" se lo saltaron y mostraron a Moisés lisa y llanamente trayendo las Tablas de la Ley desde el Sinaí).
-- Esta peli está tan llena de secuencias memorables, que cuesta elegir. Está por supuesto la nodriza lengua de serpiente, incluyendo su no muy agradable final... La escena de delicado regusto fetish en la que Baka amarra a Josué desnudo y empieza a latigarlo... La secuencia en que una pobre vieja queda atrapada debajo de un bloque de piedra que la va a aplastar inminentemente... Las escenas en las que aparece Dios, por supuesto... La machada de Moisés nada más llegado al oasis de Madián, de defender a su futura esposa y sus futuras cuñadas... Todas las escenas de Datán complotando para salvar el trasero propio... Y por supuesto las plagas, que son el plato fuerte del asunto. Y a no olvidar la escena de la orgía, que llena 10-15 minutos en pantalla, y que tomó 2-3 semanas de grabación... Y que para la época debió haber sido el colmo de la degeneración, bailando y cantando con una voz en off que dice "entregados a sus más nefandos vicios, degenerados y perversos, esa mala semilla que"-etcétera.
IDEAL PARA: Ver un clásico absoluto del cine épico y del cine de entretención en general, servido por el Maestro, el Amo y Creador del Cine de Entretención.
ENLACES.
-- (Ir a la página) Entrada en IMDb.
-- (Ir a la página) Artículo de la Wikipedia en inglés.
-- (Ir a la página) Comentario en +cineXfavor.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].
-- Inicio de la peli [en inglés, sin subtítulos].
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