Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
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domingo, 21 de septiembre de 2008
"Matar a todos" (2007).
-- "Matar a todos". Argentina / Chile / Alemania / Uruguay. Año 2007.
-- Dirección: Esteban Schroeder.
-- Actuación: Roxana Blanco, Jorge Bolani, Claudio Arredondo, Walter Reyno, Cesar Troncoso, Patricio Contreras, Dario Grandinetti, Maria Izquierdo, Juan Bonaudi, Guillermo Caraballo, Arturo Fleitas, Alma Claudio, Gabriel Ferreira, Walter Etchandy, Laura Baranzano, Alejandro Paz, Graciela Gelos, Martin Bellocq, Claudia Conti, Fabian Leoni.
-- Guión: Daniel Henríquez, Alejandra Marino, Pablo Vierci.
-- Banda Sonora: Martín Pavlovsky.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Un cartel al inicio de la peli nos pone en ambiente: durante los '70s hubo muchas dictaduras en Latinoamérica, que se dieron una ayudita gentil por la espalda a través del Plan Cóndor, una extensa red de sicarios que seguían el principio "yo rasco tu espalda y tú rascas la mía", que si yo mato a uno de tus traidores vendepatrias en mi país, tú haces lo mismo conmigo. Pero llegaron las democracias, y las redes de protección alrededor de los ejecutores, ahora debían asegurar el silencio de esos ejecutores... Con plomo, si es preciso. O sarín. Un par de individuos se desperezan, mientras otro está corriendo a campo traviesa. El par de individuos se mosquea porque "puta la cagá, se nos fue el hu*ón", pero el fugitivo se cree el cuento de que la libertad y la democracia blah blah blah, y ¿a dónde acude? A un cuartel policial, en la República de Uruguay. Nadie más lo vuelve a ver. La denuncia llega de alguna manera hasta una fiscal de Uruguay (parece que era fiscal, ni idea de cómo está constituido el Poder Judicial allá), que como es tradición en el cine IIVVC ("Individuo Idealista Versus Vasta Conspiración"), decide que el caso debe ser investigado sin importar qué tan raro huela. La fiscal tiene una vida marital un tanto ñaj, pero igual hay romance, pero sobre ella pesa la sombra de su familia, un papá milico y un hermano ídem, que "mijita, pa' que revuelve el tarro, mire que no sabe con qué se está metiendo", etcétera. Puro Darth Vader, oiga. Pero la chica es porfiada, porque si no lo fuera renuncia y no hay peli, y sigue adelante con valor y estoicismo. Y empieza a descubrir lo que nosotros ya sabíamos, que existe una red de protección alrededor de gente que se dedica a hacer desaparecer suches de las dictaduras, etcétera. A propósito, ¿mencionamos que el desaparecido es Eugenio Berríos, el chilenito que fabricaba gas sarín on the rocks para el gobierno de Augusto Pinochet...?
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
En 1990 regresó la democracia a Chile, o al menos un sucedáneo liofilizado de la misma. Descontando que en Chile se ven desde 1990 a las mismas figuras políticas sin recambio generacional, que los partidos políticos están agrupados en dos conglomerados que se disputan los escaños (Concertación y Alianza) con los comunistas desbordando por la periferia y reclamando "¡Quiero jugar!", y que se arma un escándalo del demonio porque las FARC mandan E-Mails a los mapuches (¡intervencionismo!) pero nadie dice nada sobre la CIA mandando billetes contantes y sonantes a la prensa chilena para apoyar golpes de estado, podríamos decir que sí, que Chile es una democracia, sin hacer demasiada política ficción. "Cute", la calificarían los gringos (sí, como las minitas tontas en las pelis yankis dicen del chico guapo: "It's cute!", "Oh, it's so... Oh..."). En fin. Ya en los tempranos '90s se compiló y publicó el Informe Rettig, que permitió determinar la extensión de los crímenes cometidos por la DINA y la CNI en contra de la población civil, pero fue recién en 1998, cuando Pinochet fue arrestado en Londres, que los juicios contra militares que se excedieron en sus funciones de protección a la Patria, hasta entonces más bien goteras en el sistema, se convirtieron en un cauce torrentoso e imparable (el "desfile de militares por los tribunales" de que se quejaban los militares en aquellos años). Esta peli se ambienta en un episodio de aquellos años intermedios, en la Era de la Gotera Judicial, en los días previos a la aparición del cadáver de Eugenio Berríos, que como se comprobó después, resulta que era el fabricante de armas químicas de Pinochet, algunas de las cuales pudieron ser utilizadas o no en el asesinato del ex Presidente Eduardo Frei Montalva (a diferencia de David Palmer, Frei Montalva no ha tenido nunca un Jack Bauer que lo vengue). Pobre Berríos, por ser chileno recibió... el pago de Chile.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Estas pelis "con conciencia" tienen su valor agregado por aquello de revolver en las cosas del pasado que no quedan claras, de mantener viva la memoria, etcétera, pero lo que nos ocupa no es tanto si hace buena política o no, como: ¿es una buena peli? Y digámoslo de entrada, a pesar de estar basada o inspirada al menos en un crimen político o semipolítico real, esta peli no es Oliver Stone ni Costa-Gavras, y que nadie espere encontrarse con "JFK" o "Missing" aquí. Ni de lejos. La Operación Cóndor daba de por sí para una gran peli sobre las dictaduras y las conspiraciones secretas, aunque sea por la carga épica de tener a protas viajando, gente de las altas esferas haciendo telefonazos con diálogos misteriosos, escenas de acoso (tipos mirando raro, mascotas muertas... lo típico). Y si no tiene escenas así por un prurito de realismo que evite las convenciones dramáticas ezque-Hollywood, bueno, al menos siempre queda crear atmósfera, tensión dramática, a partir de la claustrofobia de sentirse acechado sobre un volcán, etcétera. Al principio el asunto parte bien, con un tipo perseguido que huele a cadáver de antemano (el Eugenio Berríos que le dicen) y con claras muestras de haber corrupción en el asunto (esa comisaría de policía...). Pero luego aparece el personaje de la fiscal, o lo que sea la chica (que no es tan chica, es madre de familia y todo), y todo empieza a desdibujarse. Vemos un retrato de la familia de la chica y nos decimos "ah, es que están creando ambiente para el asunto", y en particular cuando vemos que el padre militar también está metido en el ajo. Bueno, la chica buena y el padre malo en un bullado caso judicial ya lo habíamos visto en "El proceso final", pero qué diablos, si funciona no lo arregles... Pero resulta que la investigación no avanza, la chica se queda entrampada, para colmo aparece una subtrama totalmente carente de sentido en la que quiere y no quiere con un antiguo pololo con el cuál fueron conjuntamente torturados (el amor todo lo puede...) y con el marido visiblemente mosqueado, por supuesto... En resumen, la primera mitad de la peli es una estupenda preparación para una segunda mitad que nunca llega. Al final (sí, contra mi costumbre voy a reventar el final, así es que ***AQUÍ COMIENZA SPOILER***), como gran cosa, el jefe ordena carpetazo a la investigación con pruebas falsificadas, el Parlamento acoge las pruebas diciendo "Berríos está en Italia", la chica renuncia a la fiscalía después de decirle al jefe "es que vos sos un vendido, sos un hijo de puta", y después la mentira se desmorona porque aparece el cadáver de Eugenio Berríos en la playa. Y fin. ***FIN DEL SPOILER***. ¿Y en medio? Bueno, vimos como el pasado de la dictadura militar se inmiscuye en el presente, por más que tratemos de superarlo no podemos, hay que sanar las heridas... Nada que una buena cantidad de pelis postdictatoriales no nos hayan enseñado antes ("Amnesia" de Gonzalo Justiniano no era una obra maestra, pero trata el tema mucho mejor). Al final daba lo mismo que la peli tomara el caso de Eugenio Berríos, la verdad es que podía haber sido un caso policial de ficción y todo hubiera quedado igual. En "La comedia del poder", Chabrol tuvo al menos la picardía de tomar un caso real, pero ficcionalizarlo su resto para evitar contar la historia de ese caso real y centrarse en lo que le importaba, que era Isabelle Huppert haciendo de pesada como jueza de hierro. Un dato: cuando a mitad de peli encuentras más interesante empezar a mirarle el prominente busto a la prota Roxana Blanco, en medio de un thriller basado en un crimen real, es que algo anda mal (bueno, en Hollywood las eligen bustosas, pero acá se supone que es una peli seria y no un entretenimiento hollywoodense al uso, ¿no?).
-- María Izquierdo. Hace una brevísima aparición (cinco o diez minutos, creo) como una de las cómplices de los asesinos de Berríos, que acaba de ser declarada loca por decreto judicial y por ende no puede decir nada de utilidad. La entrevista devela poco (la peli entera en general devela poco, fuera de que los militares fabricaban gas sarín). Su personaje se llama Mariana Morris, pero es bastante obvio para quien conozca la realidad chilena que se trata de Mariana Callejas (las dos son señoras, las dos tenían sótanos dignos de "Hostal", las dos organizaban tertulias literarias en dictadura...). Mariana Morris está completamente tocada de la cabeza y María Izquierdo se encarga muy bien de transmitir eso. Y de paso se come con patatas al resto del elenco, que no está mal, pero es que bien-bien-bien, lo que se dice bien, tampoco (y no ayuda que casi todos estén en papeles-tipo: el papá pesado-pero-preocupado, el hermano pesado-pero-preocupado, el antiguo amante amigo-pero-quiero, el marido cuasicornutto...). Pero María Izquierdo, se saca los zapatos en su escena. Su única escena. Quizás la única que realmente vale la pena de la peli.
IDEAL PARA: Amantes de las pelis sobre hacer conciencia reflexiva sobre las dictaduras militares, etcéteras.
ENLACES.
-- (Ir a la página) Sitio oficial de la peli.
-- (Ir a la página) Entrada en IMDb.
-- (Ir a la página) La peli y su contexto según Fundación Síntesis.
-- (Ir a la página) Comentario en Pochoclos.
-- (Ir a la página) Comentario en Cine Latino en Nueva York.
-- (Ir a la página) Palabras del director en Cine Enterarte.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en español].
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